Archive for Junio, 2022

Guarapo, el cine que pudo ser y no fue

Martes, Junio 7th, 2022

Título: La gran aventura de Guarapo / Directores: Guillermo Ríos Bordón, Pedro Felipe Fernández | 2020 | España / Producción: River Flow Pictures / Duración: 73 minutos / Guion: Pedro Felipe, Guillermo Ríos / Fotografía: Alejandro Darias / Música: Juan José Falcón Sanabria, Orquesta Sinfónica de Tenerife, Jacky Ríos / Montaje: Pedro Felipe / Reparto: Teodoro y Santiago Ríos Marrero, Eduardo Campoy, Roberto Ríos Marrero, Patricia Adriani, Juan Carlos Fresnadillo, Jerónimo Saavedra, Juan Manuel Cervino, entre otros.

Guarapo es una de esas películas que se te quedan grabadas en la memoria cinéfila cuando la ves por primera vez porque siempre hay una primera vez, que es la que marca una mirada inocente, sin intoxicaciones externas. La mirada curiosa, la que descubre. Si el espectador es nacido o residente en las islas Guarapo sigue siendo el largometraje que hizo posible el sueño que, por mucho que insistan, todavía se está construyendo de eso que podríamos llamar “cine canario”. Un cine que carece todavía de identidad. Claro que la identidad es algo que se la trae muy floja a la mayoría de los cineastas que hacen cine actualmente en estas tierras. Están más preocupados por narrar cinematográficamente historias crípticas que por contarnos cosas con una mirada de artista (otra vez la mirada) acerca de la realidad que nos rodea.

Hace una semanas se estrenó La gran aventura de Guarapo (Pedro Felipe Fernández y Guillermo Ríos, 2020) que tras dos largos años llega por fin a las pantallas. ¿El resultado?, si no sorprendente sí que emotivo, el filme y los que lo hicieron posible, Teodoro y Santiago Ríos, merecían un reconocimiento de este calibre por ser los “padres fundadores” de un cine rodado en las islas con acento de las islas.

La película se trata de un documental sobre el rodaje de Guarapo y habla sobre esta experiencia y también del impacto que supuso verla en pantalla grande para los actores y técnicos que colaboraron en ella así como para los especialistas y cineastas que sin tener nada que ver en su realización, sí que fueron testigos de su estreno, estreno que terminó por convertir a la película en un fenómeno a escala regional y en un filme que, vuelto a ver, mantiene intacto su espíritu y lo que quizá sea más importante su mensaje.

Dan sus lecturas sobre Guarapo y lo que significó para el aún entonces embrionario “cine canario”, espectadores que vivieron aquel fenómeno de cerca. Algunos de ellos insiste de hecho que se trató de un largometraje que revolucionó el estado de las cosas ya que asentó la idea de construir en el imaginario un cine que pudo ser posible. Y cercano para los canarios en su conjunto. Abrió la puerta e hizo posible poder contar historias de y sobre el archipiélago.

Historias “nuestras” pero universales que es lo que hizo Guarapo y más tarde Mambi y El vuelo del guirre, relatos cinematográficos firmados también por los Ríos y en los que se insiste en un mismo asunto: la emigración. En el caso de Guarapo y Mambí, siempre forzada por las circunstancias a Venezuela y Cuba, respectivamente, y en El vuelo del guirre, la más intimista de las tres, el regreso de un emigrante a su tierra de origen, en este caso Tenerife.

Uno de los aciertos de Guarapo fue la elección de los actores, comenzando por el llorado Luis Suárez que interpreta al protagonista, y en aquel entonces actor de moda por la serie Cañas y barro, según la novela de Vicente Blasco Ibáñez y que se emitió en Televisión Española. Junto a Suárez aparecen los peninsulares Patricia Adriani y Juan Luis Galiardo, y otros canarios asentados en Madrid como José Manuel Cervino, el también llorado José Conde y como extras con frases el recordado periodista Chela, entre otros.

La gran aventura de Guarapo me hace recuperar la memoria de aquel entusiasmo alegre y juvenil que nos envolvió a todos cuando la vimos. No fuimos sin embargo conscientes (y gran parte del documental trata de eso) del enorme esfuerzo que supuso levantar aquella producción prácticamente de la nada. Tampoco que despertara en los que entonces éramos adolescentes la idea de que quizá un día los canarios podrían hacer películas en Canarias. Viene a decir más o menos esto mismo Juan Carlos Fresnadillo, director de Intruders y 28 semanas después, entre otras.

Ha llovido mucho desde aquel estreno que supuso un terremoto en el apacible y mundanal ecosistema canario. La situación ha mejorado visiblemente aunque las producciones canarias apenas se estrenen no ya a nivel nacional sino insular, y que catálogos promocionales como el denominado Canarias en corto de 2021 y 2022 no hayan podido ser vistos por el público mientras se está a la espera que la Viceconsejería de Cultura explique la razón de este frustrado doble estreno.

A la espera de una respuesta que no debe ser tan complicada, La gran aventura de Guarapo se merece una mayor singladura que los tres días que se exhibió en TEA Tenerife Espacio de las Artes porque ayudará a que los más jóvenes y ambiciosos aprendices de cineastas de las islas se den cuenta de una vez que esto del cine tiene pasado en Canarias. Un pasado que, por fortuna o sin ella, no ha sabido generar la tradición que se merece.

Guarapo nos hizo creer que pudo ser posible el sueño, dejó en nuestra memoria frases memorables como “Vete a echarte, merdellón”, y vista hoy, con todo el delirio del siglo XXI, tiene un sabor más de desventura que de aventura, de sueño que no termina por ser. Con todo, ya se ha convertido en un clásico sobre ese “cine canario” que pudo (y aún puede) ser posible.

Cinco mil años, una novela de Ernesto Delgado Baudet

Lunes, Junio 6th, 2022

“Al atardecer se dirigió hacia el puerto por el sórdido callejón de Emilio Calzadilla, una rampa de hosco y desigual empedrado insertado en un terraplén ascendente. En sus márgenes alabeadas, los muros de las casas adyacentes, que destacaban por su tintado en capas de carmesí de aliz impermeabilizante, se apuntalaban unas con otras, sus azoteas desbordando por encima de las fachadas leprosas, tanto más enfermas en apariencia gracias a la tenue iluminación del sol de la tardecita”.

(Cinco mil años, Ernesto Delgado Baudet. Nectarina Editorial, 2022)

Conocido más por su poesía que por su narrativa, Ernesto Delgado Baudet (Santa Cruz de Tenerife, 1961- 2010) tanteó los territorios de la novela con Cinco mil años una obra pequeña pero con mucha sustancia que no defraudará a los que, como quien ahora les escribe, les gusta navegar por las diversas literaturas que han transitado por la capital tinerfeña.

Y se dice bien transitar, ya que Cinco mil años se desarrolla en las avenidas, calles, ramblas y plazas de una capital de provincias en unos tiempos que podrían ser los 80 del pasado siglo XX, y de ello deja reflejo las páginas de un libro que me hace retroceder y reencontrarme con una ciudad que hoy apenas se reconoce así misma.

La política de recuperación de textos olvidados que está emprendiendo Nectarina Editorial es una labor más que encomiable en el paisaje y paisanaje de una isla, la de Tenerife, a la que le falta todavía mucho músculo para reflexionar sobre su pasado. Nectarina ya emprendió esta tarea reeditando Teneyda y otros cuentos de Alfonso García Ramos, y anuncia sin subrayados la publicación de una nouvelle de Eugenio Millet, Aves del paraíso y, si todo conspiran para que el proyecto de por fin luz verde, La ciudad tiene otra cara, de Luis Gálvez Monreal, una novela que no ha sido editada desde el año de su publicación, 1955, cuando obtuvo el primer premio de novela Premio Benito Pérez Armas, y obra que pide con carácter de urgencia su reedición porque por esos extraños sortilegios que dominan las literaturas de esta tierra, permanece en un injusto olvido. Acumulando el polvo de los que nadie se acuerda.

Parece que Nectarina Editorial cuenta entre otros objetivos con hacer justicia a todas esas obras sobre las que no se ha hecho justicia y presenta ahora Cinco mil años, una novela corta (no llega a las 140 páginas) que quizá contenga algún destello autobiográfico, reflejo que se aprecia en la descripción de calles y plazas de la capital tinerfeña de aquel entonces pero también es una férrea apuesta de estilo del escritor tinerfeño. Un autor con cierto apego barroco, que gusta de la descripción profusa y al que se debe leer con atención por su entusiasmo por los párrafos largos .

Resulta muy grato sumergirse en un libro que nada en aguas tan profundas, también descubrir el trabajo de un escritor que le dio tanta importancia a la palabra.

La novela cuenta también (algunas veces en cursiva) con expresiones que empleamos en Canarias, las islas y en concreto muchas voces que utilizan los habitantes de la capital tinerfeña, Santa Cruz.

Cinco mil años cuenta la historia de un joven inocente y por ello mismo libre que sin padre ni madre vive en un cuarto en una de las viviendas que pueblan un barrio santacrucero que bien podría ser el Toscal. Una suposición.
O no. También es la historia del primer y último amor que tiene su protagonista, Manolito, a quien apodan El Arroz, con Anita “la de Cueva Bermeja”, pero el relato no solo gira en torno a esta relación sino que cuenta otras cosas, algunas interesantes y que dan color a esta clásica historia de iniciación.

A Manolito no le gusta que lo conozcan como El Arroz y cuenta a modo de rasgo distintivo y como pasa en otras novelas escritas en este archipiélago (diríase casi que se trata de una obsesión) con un atributo masculino que envidiaría el actor John Holmes. Casi es lo único que se destaca del físico de un joven que va por detrás de los demás, que se enfrenta solo a las adversidades de una vida que ha sido poco o nada generosa con él.

A su alrededor, Ernesto Delgado Baudet despliega una serie de personajes secundarios, algunos realmente notables, que casi parecen que saltan de las páginas de un libro escrito con un estilo espeso pero también contundente.

La novela está dividida en dos partes, Como una extensión de agua, que se centra en las desventuras de Manolito El Arroz y Huesos en tierra baldía o esa salvaje oscuridad. Ambos textos se pueden leer de manera independiente aunque el segundo resulta algo desconcertante ya que camina por un delirio ciertamente críptico.

Los capítulos de la primera parte cuenta con un epígrafe, técnica de la que se prescinde en la segunda mitad.
La edición de Cinco mil años cuenta con una portada que firma Luis Delgado Baudet y un prólogo, Orfandad del amigo, en la que el también poeta Coriolano González Montañez recuerda una amistad que se rompió con la muerte de Ernesto Delgado Baudet. Cinco mil años tiene también una nota del autor, en la que explica que con este libro “no pretende más que un sueño amante del barrio de vieja ciudad: como las historias del gran Sertao de Güimaraes Rosa, como la pertinaz gloria del Buenos Aires de Mújica Láinez, como una alucinación sentimental y, en fin, como el lector quiere que sea”.

Saludos, leímos, leamos y leeremos, desde este lado del ordenador

Quedan oficialmente avisados

Jueves, Junio 2nd, 2022

* El equipo Para, situado en la calle de La Marina de Santa Cruz de Tenerife, acoge mañana, viernes, 3 de junio, la presentación de la novela La isla de las palabras, de Patry Díaz. El acto dará comienzo a las 20 horas.

* Paisajes de la memoria, una exposición de Alfonso García, se expone a partir de este viernes, 3 de junio, en el Espacio Bronzo, en La Laguna. La colección permanecerá abierta en esta sala hasta el 1 de julio.

* Desván Blanco, en Santa Cruz de Tenerife, acoge a partir de este sábado, 4 de junio, la exposición Naturaleza ingrávida, collages y libros de artista de Carmen Isasi. La inauguración comenzará a las 19 horas.

* La sala de exposiciones del Cabrera Pinto, en La Laguna, presenta este sábado, 4 de junio, una retrospectiva de la artista Pepa Izquierdo, que recoge parte de su producción entre 1966 a 2022. La inaguración es a las 12 horas.

Saludos, quedan avisados, desde este lado del ordenador

Segundo Manchado: “Freud es muy hitchcockiano”

Miércoles, Junio 1st, 2022

El psiquiatra y psicoanalista Segundo Manchado Romero (Las Palmas de Gran Canaria, 1950) participó hace unas semanas en el programa No-Todo: crítica y negatividad, que coordina Roberto Gil-Hernández y que se desarrolla en TEA Tenerife Espacio de las Artes, donde habló sobre Lo queda del psicoanálisis.

Profesor asociado en la Universidad de La Laguna y en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Segundo Manchado es miembro del Seminario Freudiano de las Islas Canarias; del movimiento de La Otra Psiquiatría; de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y de la Asociación Canaria de Neuropsiquiatría (ACN).

- ¿Qué queda del psicoanálisis?

“Diría que todo o, mejor aún, No-Todo, que es lo propio hablando de psicoanálisis. Desde cierto ámbito tecnocientífico, se impone la exigencia de la evidencia y para ello se recurre a la estadística como validación. Es decir, se exige la evidencia de lo Universal, de lo que vale para todos. De este modo se excluye lo singular, lo propio de cada sujeto tomado uno a uno. En cambio, el psicoanálisis es una “ciencia” de lo particular. Como sostiene el psiquiatra y maestro Fernando Colina, refiriéndose a las ciencias humanas, hermenéuticas o interpretadoras: “(Ellas) no son ciencias exactas, pero sí son, cuando menos, saberes rigurosos, de meticulosa imprecisión, que exigen analogías, regularidades y legalidades de otra índole”. El psicoanálisis se ocupa del sujeto cartesiano que, no por casualidad, está en el origen de la ciencia, aunque, desde ese momento inaugural, desaparecerá por completo de los paradigmas científicos. Y esto tiene una repercusión sobre la clínica, al menos en ciertos estratos de la llamada Razón Psiquiátrica. En ella no sólo se deniega una y otra vez a Freud, sino que se postula el cálculo estadístico como guía para la clínica, afectando al legado freudiano que surge de la atenta escucha al sufriente. Y con ese cálculo se construyen nuevas nomenclaturas que nada tienen que ver con la psicopatología clínica y, lo que es peor, tampoco quieren saber nada de lo singular. Si usted tiene tal síntoma o tal otro, lo que tiene es esto o aquello. En esto se resume la nueva “clínica” de los formularios y protocolos. Lo que el sufriente pueda decir es “ruido de fondo” que lo único que hace es estorbar. La llamada “atención” psiquiátrica ha desaparecido. Por eso sigue siendo fundamental el psicoanálisis”. 

- ¿Cómo se ha ido adaptando a los tiempos?

“Todo indica que bastante bien. Los tiempos cambian y las mentalidades también. Hablamos de Grecia clásica, Helenismo, Alta y Baja Edad Media, Renacimiento, Ilustración, Positivismo… Y lo que vino después, sin saber si es o no una nueva subjetividad… Digamos que hay cambios epocales de subjetividad. En cada uno de ellos descubrimos algunas características que le son propias: concepciones del mundo, modos de entender y vivir la vida, el ser humano, las relaciones con la naturaleza y el entorno, maneras de entender la política, etc. Lacan dice algo muy interesante sobre la nuestra: “que renuncie quien no tenga en su horizonte la subjetividad de su época”. Desde hace algún tiempo estamos, no ya en la época de la muerte de Dios, sino en la del declive de su sustituto, el Padre freudiano y su pluralización —como modo de contener, ordenar y limitar la insoportable e inefable verdad que nos constituye, la soledad radical y el desamparo del ser humano, del ser parlante. La clínica ha cambiado y, por tanto, el psicoanálisis también. Sobre todo ahora, en la época de la exigencia generalizada de goce y del llamado “discurso universal”. La exigencia que vivimos tiene que ver con el superyó freudiano; y el discurso universal, como saturación de sentido, con el exceso diagnóstico y de otros tantos etiquetados de quita y pon que confunden, sin posibilidad de confrontación seria!. 

- ¿Siguen vigentes sus teorías sobre el sexo? 

“Es un error habitual confundir el psicoanálisis con la sexualidad. Lo más oscuro que nos habita tiene que ver con la pulsión (que no está relacionada con el instinto, propio de los animales). Esta pulsión es asexuada, y por el hecho de ser parlantes, es el lenguaje quien la ordena y limita. Este ordenamiento tiene que ver con la subjetividad propia y con la subjetividad de la época (de ese Otro social con el que nos topamos al nacer). La anatomía no es el destino, ni la biología tiene la última palabra, porque, entre otras cosas, no habla. Por todo ello no hay un catecismo sexual. Freud inició un camino para responder a las preguntas que plantea la sexualidad. Hizo suyo un refrán de su época: hay tres imposibles: curar, gobernar y educar. Y Lacan añade un cuarto: la proporción sexual. El psicoanálisis no cura de la radical alteridad humana del ser parlante, de su división ni de su falla estructural. Como dijo un célebre psicoanalista, anima al sujeto a construir su singularidad”.  

- El Covid-19, el confinamiento… Desde entonces, ¿cree que han aumentado los trastornos mentales?, ¿hasta que extremo? 

“Hoy se clasifica como trastorno todo tipo de malestar. Y este malestar se mide a partir de la promesa de un ideal de salud con tres patas heterogéneas: como bienestar físico, psíquico y social. Se prometen tres imposibilidades… ¿Dónde ponemos la vara de medir? Claro que hay sufrimiento en la pandemia. Sé de los sufrimientos de sujetos que han empeorado. Tal vez los más jóvenes, quizá porque se han topado demasiado pronto con la boca del lobo. A lo mejor estaban demasiado acostumbrados a la Providencia laica y de repente algo removió los cimientos de la seguridad y la pertenencia y trastocó muchísimas cosas. Y eso hay que escucharlo bien para luego poder hablar. Tal vez sea excesivo hablar de los daños producidos en la salud mental por la pandemia. Son cosas tan obvias… que no se pueden medir”.  

- Según el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales este tipo de enfermedades continúan aumentando, ¿es así?

“No creo que este tipo de malestares sigan aumentando precisamente por la pandemia. La proliferación acelerada de nuevos diagnósticos en el Manual de Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales (conocido como DSM), revela un “malestar en la clasificación”. Nombrar y nombrar cosas para estar a la última. En la vigente edición, el DSM-5, aparecen catalogados, diría que absolutamente, casi todos los rasgos humanos, de tal modo que no se salva ni Dios de tener un trastorno mental. Su pregunta entraña otras preguntas: ¿por qué se sufre tanto en las sociedades llamadas del bienestar?, ¿por qué, justamente, cuando tenemos mejores soluciones, mejor calidad y mayor esperanza de vida, cuando tenemos más medios para ser felices? Antes de rechazar a Freud, como si fuera una cuestión de principios, ¿por qué no darse una vuelta lectora por sus Psicología de las masas y El malestar en la cultura? Tal vez se entenderían mejor muchas de las cosas que suceden en ese malestar”.
 
- ¿Cómo cree que ha tratado el cine el psicoanálisis?, sobre todo grandes cineastas como Alfred Hitchcock. 

“Desconozco qué grado de conocimiento tuvo Hitchcock de Freud. Sin embargo, sus películas son muy psicoanalíticas o, si se quiere, Freud es muy “hitchcockiano”, porque cada uno en su campo hace lo mismo: hablar de las pasiones que nos habitan, las dualidades que somos, intentar poner en primer plano los objetos mediadores del deseo o del horror, el enigma de la mujer, las madres “buenas” y las madres “malas”, las perversiones y la constante presencia del mal en los humanos. Hay películas suyas donde son explícitas las referencias al psicoanálisis, como en Recuerda, muchas tópicos que no tienen que ver con la práctica freudiana. Sin embargo, en otras, como La sombra de una duda, es mucho más freudiano y hasta lacaniano, sin decir una palabra de psicoanálisis. De lo que no me cabe duda es que Freud habría analizado muy bien sus películas. En este sentido, un grupo de estudiosos de la Universidad de Liubliana, entre los que estaba Žižek publicó, a principios de los 90, un excelente trabajo titulado Todo lo que usted quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock. Recomiendo su lectura. Lacan también ayuda a leer a Hitchcock. Sin duda”. 

- Cada vez se están demandando más medios para invertir en salud mental, ¿hacen falta? 

“No es que se demanden más medios, sino que se parte de carencias muy importantes. Hay menos medios de los que son precisos. Creo que el hospitalocéntrico no es un buen modelo y, en un sentido más general, tampoco lo es el modelo biomédico de enfermedad aplicado al malestar psíquico. Hay ejemplos en algunos países nórdicos donde se llevan a cabo proyectos descentralizados, multiprofesionales y con colectivos en primera persona, que tienen buenos resultados. Por lo que sé, en ellos se privilegia el trato frente al tratamiento. Pienso que el modelo actual, globalmente, tiende al colapso. Afortunadamente hay un frente amplio de psiquiatrías críticas, donde convergen muchas disciplinas y colectivos “en primera persona”, que cada vez más hace oír su voz. Ojalá prospere”. 

- ¿Qué significa Lacan para el psicoanálisis? 

“Hoy todo. Coloca a Freud en nuestro tiempo. Para decirlo a grandes rasgos: al principio fue freudiano y hegeliano, luego freudiano y estructuralista y terminó como freudiano postestructuralista. Y entonces dijo algo así como “yo soy freudiano; a ustedes les toca ser lacanianos”. Y aquí estamos. La repercusión clínica de su obra es irrecusable. Lo que nosotros, psiquiatras y psicólogos, llamamos psicosis, no se puede entender sin Freud ni sin Lacan”. 

- ¿Qué diferencia a un loco de un cuerdo? 

“¿Se trata de un problema diagnóstico? Si así fuera habría que tener mucho cuidado con la noción de diagnóstico, porque, para muchos, es el núcleo de todo estigma. En cualquier caso, me gustaría recordar que la locura siempre ha estado en lugares de excepción en los giros estelares en la historia de la humanidad. La llamada normalidad es un galimatías terrible: hay neuróticos enloquecidos y locos normalizados. A fin de cuentas son posiciones subjetivas frente a esa verdad terrible que nos constituye. No hay que entender las locuras como déficit. Son siempre una respuesta, una defensa. No sabría distinguir un loco y un no loco cuando voy por la calle. Además, ¿por qué habría de hacerlo?” 

- Y por último, ¿podría hablarnos de esas máximas, aforismos, que usted cultiva? 

“Hace años que escribo pensamientos encapsulados, pensamientos moleculares o moléculas elementales de pensamientos a los que llamo “aphorías” porque tienen algo de aporía, algo de aforismo y, en algún caso, también algo de greguería afónica”-

Saludos, hace mucho tiempo…., desde este lado del ordenador