¡Los artistas son un asco!
Miércoles, Junio 30th, 2010
El excelente guionista y dramaturgo Ben Hecht tituló una de sus novelas ¡Los actores son un asco! Así que recurriendo a tan sabia y provocativa denominación amplio cariñosamente su valoración a los artistas en general: ¡son un asco!
Reflexionen: la mayoría de esta especie pertenece a esa dimensión desconocida que popularizó otro excelente escritor para cine y televisión que nunca estuvo matriculado (afortunadamente) en eso del LEAC, y que se llamó Rod Serling.
No sé como serán los creadores de otras partes del universo mundo, pero en confianza y ahora que no nos lee nadie, puedo afirmar que los de aquí (los de Canarias) son algo así como una especie de grupo salvaje pero sin la épica de los forajidos del filme de Peckimpah. Es más, y utilizando juguetonamente otro título del director de Mayor Dundee, puedo afirmar que mientras los que gestionan la cosa cultural desde las altas instancias del Gobierno regional, cabildos y ayuntamientos sean los mismos, esto suena sospechosamente a su inmortal Quiero la cabeza de Alfredo García.
Si por algo se caracteriza lo que podría definir científicamente como artista canarius, lo primero que se me ocurre es su obsesión por crear capillas, llevarse bien con el consejero de turno para el reparto de prebendas y despedazarse con sus semejantes como bestias. Lo que ilustra a la perfección aquello de pueblo chico, infierno grande.
Lo paradójico del caso es que entre estas bandas de artistas y artistuchos apenas hay diferencia y en la mayoría de los casos una coincidencia en planteamientos formales que no justifica ese “todo pa’ mí” en el que se emperran. Es probable, en todo caso, que el problema sea que si no perteneces a la tribu o al clan, genere ese enojoso odio hacia el otro que al final se olvida cuando uno muere o simplemente desaparece del mapa insular.
Los que se salvan de la criba de los carroñeros son aquellos creadores relativamente jóvenes que han pasado a formar parte de la liga de los que están más allá del bien o del mal. Generalmente se tratan de hombres y mujeres que asumieron el riesgo de emigrar con lo puesto y hacerse un hueco en otros territorios. Y si en esos territorios adquirieron un éxito por insuficiente que sea, garantizo que a su regreso serán mirados de otra manera. No sé si con respeto, pero sí al menos como rarezas, como si esa persona materializase los sueños de los creadores que se quedaron en esta bipolar autonomía.
Teniendo en cuenta que en Canarias se crea mucho y que la vieja metáfora de que en esta tierra cuando se levanta una piedra salen tantos poetas como hormigas, ya va siendo hora de que las cosas se pongan en su sitio, y una de esas formas es a través de una crítica que sin venir de estos grupúsculos, evalúe con la suficiente independencia el trabajo que todos ellos están desarrollando gracias aún al dinero del contribuyente.
No es una tarea fácil esto de ser crítico. Es más, creo que es uno de los mejores métodos para procurarse enemigos en este archipiélago infernal, pero sostengo que es necesario. Más si tenemos en cuenta que cuando hablan o escriben no se les suele tener mucho en cuenta afortunadamente. De hecho, pienso que no hay que hacerle ningún caso a quien valora una obra hecha por otros pero sí a saber encajar su opinión. Y que esta opinión suscite debate y si se quiere bronca en unas islas donde el disenso sólo se produce en estos mismos grupos culturetas pero a puerta cerrada y en plan maoísta.
Tal y como está el panorama, con los mensajes de advertencia que están lanzando desde las instituciones avisando que la época de las vacas gordas es ya un pálido recuerdo del pasado, es necesario que los artistas según los bandos (azules o verdes como en la antigua Constantinopla romana) dejen de lado sus estúpidas diferencias y aprendan el valor de la unión. ¡La unión hace la fuerza! que decía el otro. Es recomendable también que empiecen a estrujarse la cabeza para buscar otras fuentes de financiación cuando las oficiales ya no por gestos sino de palabra anuncian que están a punto de tirar la toalla. Claro que esto ya no es tarea para artistas sino de gestores culturales. Y en Canarias, como pasa con los poetas, hoy hay tantos como hormigas cuando uno levanta esa piedra del camino…
No sé si será por el calor o por la invasión de cucarachas que parece que vuelve a repoblar las calles de la capital tinerfeña, pero ya va siendo hora que los diversos colectivos e individualidades creadoras canarias se quiten la mordaza que reprimen su (en la mayor parte de los casos justificada) denuncia y asuman –de una vez por todas– que son artistas, y que como artistas (escritores, cineastas, pintores, músicos, fotógrafos, etc…) hay que arrimar el hombro porque no vale con estrenar, actuar, publicar, exponer con suerte una vez al año en estas desesperadas siete islas.
Ok, se supone que una de las fuentes de las que emana el programa Septenio pretendía precisamente poner remedio a esto pero visto sus resultados mucho me temo que la política de la Viceconsejería de dar una de cal y otra de arena sólo ha generado más caos donde tendría que haber diseminado semillas.
El problema es que se están agotando las posibilidades para un eficaz golpe de timón. Y la verdad, tampoco veo mucha intención por hacerlo.
Saludos, cabiZbaJos, desde este lado del ordenador.