La huésped de la casa amarilla, una novela de Jorge Laguna

Miércoles, Diciembre 11th, 2024

Si me pongo a investigar en títulos en los que se aborde la II Guerra Mundial en Canarias los trabajos aún siguen siendo escasos. Y mucho más si me esfuerzo en mencionar algunas novelas. Sí, ahí está Fuerteventura, de Alberto Vázquez Figueroa; La paciencia del peregrino y El águila de San Juan, de Daniel Pérez Estévez y Francisco Estupiñán, respectivamente; El fantasma de villa Winter, de Isabel Blackthorn y El tesoro Van der Does, de Eduardo Reguera, El último nazi, de Jorge Rojas y ahora La huésped de la casa amarilla (Suma, 2024), de Jorge Laguna.

Es probable que haya algún título más pero que ahora se nos escapa mientras redactamos este comentario a propósito de la publicación de la más reciente novela que se ha escrito sobre cómo afectó al archipiélago aquel periodo tan brutal de la Historia, y en el que Canarias jugó un protagonismo muy menor aunque protagónico en un conflicto que cambió no solo el mapa de Europa sino también el de África y Asia.

El título de la novela de Jorge Laguna hace referencia a una casa que existió en verdad, solo que ahora se encuentra en ruinas en el Puerto de la Cruz. La Casa Amarilla fue la sede “del primer centro de estudios primatológicos de la historia, al haber acogido entre los años 1913 y 1918 la Estación de Antropoides de Tenerife, promovida por la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín y dirigida principalmente por el célebre psicólogo alemán Wolfgang Köhler, uno de los principales teóricos de la psicología de la Gestalt”, informa la Wikipedia y en esa misma casa y de ese mismo estudio bebe una de las fuentes que ha inspirado la novela de Jorge Laguna. Una novela en la que se cruzan libremente varios géneros, entre otros, el de espionaje y el romántico, aunque algún lector podrá llevarse una sorpresa. Grata en muchos de los casos si deja los prejuicios a un lado.

La protagonista de la historia se llama Tamara, una tinerfeña de condición muy humilde que entra a trabajar en un hotel que se encuentra en una inmensa finca rodeada de plataneras y en la que también se encuentra la Casa Amarilla que da nombre al libro y que existió en la realidad, como se dijo anteriormente. Será allí, precisamente, donde Tamara conozca a Erika Hoffman, una científica alemana que necesita de una asistente personal. Erika es una nazi convencida, la novela se desarrolla en 1940, lo que le permite al escritor describir las relaciones que en aquellos años mantuvieron las comunidades inglesas y alemanas que residían y convivían en Canarias, territorio no beligerante.

También da paso al autor para fantasear sobre posibles bases de aprovisionamiento de submarinos nazis en la isla. Submarimos que se convirtieron en manadas de lobos durante la II Guerra Mundial, así como en un lugar en el que pudieran descansar las tripulaciones de los U-Boat con la connivencia de las autoridades franquistas, que miraban a otro lado.

Al margen de las licencias históricas que se toma el escritor para describir aquella situación (¿pero que novela histórica no se toma licencias?), La huésped de la casa a amarilla se sigue más o menos bien, siempre y cuándo se perdonen algunos deslices que se cuelan en sus páginas, pero si se aceptan las reglas del juego que propone desde el inicio Jorge Laguna, lo que parece extraño y en ocasiones producto de la fantasía que de la realidad, se van a encontrar con una historia que se lee sin complicaciones, y que va hacia adelante sin importarle demasiado lo que deja detrás. El escritor presenta Canarias como una geografía repleta de espías y un territorio en el que alemanes e ingleses viven en una paz tensa.

Son estas tensiones las que marcan las relaciones de alemanes y británicos en la isla, lo mejor de una novela que si tiene algún pero es intentar abarcar demasiadas cosas en sus casi quinientas páginas, páginas que están estructuradas en cinco partes que llevan los títulos de La hacienda Finley, El futuro de la humanidad, La tierra prometida, La idílica colonia alemana y El terror.

Llama la atención el retrato que hace de la comunidad alemana en Tenerife, formada por nazis de corazón y de espíritu, que reciben con los brazos abiertos a Tamara, tinerfeña de cabello rubio, ya que parece que sus rasgos coinciden con los que propugnan las investigaciones nazis en busca de los orígenes de la raza aria, y que son los que desarrolla Erika en la isla mientras se desencadena el infierno bélico en media parte del planeta.

La mirada que propone Jorge Laguna de británicos como de alemanes es singular. La comunidad británica que retrata no es nada amable. Martin Finley, el multimillonario que posee una de las fincas más grandes de la isla, amasó su fortuna mientras compraba terrenos a muy bajos precios a sus antiguos propietarios canarios. Martin Finley es además muy mal padre y esposo. Su mujer, Dyva es de origen hindú, un personaje que se ve incapaz de que su marido deje de presionar a su único y pusilánime hijo, Jerome, al que quiere convertir en campeón de tenis. Jerome está enamorado de Tamara, y ésta le corresponde aunque su amor está condenado al fracaso. De hecho, y a medida que se avanza en el relato, Tamara descubrirá su sexualidad y hacia donde se escoran sus sentimientos.

Como ya hiciera el autor en El secreto de la indiana, separa con absoluta claridad quienes son los buenos y quienes los malos en la novela. Y los malos, los alemanes, no resultan tan malos. En todo caso y al margen de discursos políticos, lo que le interesa a Jorge Laguna son los personajes y lo que motivan sus acciones.

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Santiago Díaz: “Pedir perdón por lo que se hizo hace 500 años no trae nada bueno sino enfrentamientos entre bandos e ideas”

Lunes, Octubre 28th, 2024

La conquista de Tenerife es la base en la que se apoya la última novela de Santiago Díaz (Madrid, 1971), Los nueve reinos (Alfaguara, 2024), quien deja aparcado de momento los thrillers para contar una historia épica en la que los guanches son los buenos y los conquistadores los malos. El escritor y guionista no oculta ese maniqueísmo, fascinando como quedó al conocer lo que se sabe de los primeros habitantes de la isla y de lo que costó en lágrimas, sudor y sangre someter a un pueblo que, liderado por el mencey Bencomo, resistió contra el coloso castellano. Se trata de un relato ágil en el que con sus pertinentes licencias históricas pretende ser “extremadamente” respetuoso con lo que se conoce de aquellos tiempos que hoy se confunden con la leyenda.

Pese a que su nueva novela se trate de un thriller, se publicará en marzo del próximo año, Santiago Díaz no descarta continuar con el género histórico, ahora solo falta encontrar un argumentos y un periodo para que se haga realidad. De momento, Los nueve reinos aparece como un libro muy especial en la bibliografía del autor de la trilogía Indira, dice. El escritor presentó la novela en la última Feria del Libro, que este año se desplegó en la plaza del Cristo de La Laguna.

- Ambienta Los nueve reinos en la conquista de Tenerife y no en la de otras islas como, por mencionar alguna, Gran Canaria y La Palma, ¿por qué?

“La novela habla realmente de la conquista de todas las islas, pasa por La Palma y Gran Canaria, pero la de Tenerife fue la última en ser sometida y coincide además con el reinado de los Reyes Católicos, la conquista de América, Beatriz de Bobadilla… La novela en todo caso pasa por casi todas las isla pero se desarrolla en Tenerife porque fue la que más resistió, sin desdeñar la resistencia que hubo en Gran Canaria y La Palma, y la que puso contra las tablas a los castellanos”.

- Mezcla personajes reales con ficticios. De los reales, ¿por cuál siente una mayor debilidad?

“No me puedo olvidar de Bencomo, el líder los guanches, quien a pesar de la desventaja en cuanto a todo fue capaz de luchar por la integridad de su pueblo asumiendo todas las consecuencias. Me encantó también escribir sobre Dácil, la princesa guerrera, como la conocían los castellanos y también sobre Elena que aparece en otra trama temporal de la novela pero que está relacionada con los personajes principales. Todos me robaron un poco el corazón porque pasé tantas horas con ellos que al final terminas por quererlos porque son como si fueran de la familia”.

- ¿Y los que más detestó?

“Alonso Fernández de Lugo es un personaje al que nadie le puede cogerle cariño porque no tiene escrúpulos aunque todo lo que hace, lo hace por amor a Beatriz de Bobadilla que quizá sea el personaje más odioso de la novela aunque se trata de una mujer maltratada que intenta sobrevivir como puede solo que los métodos que utiliza no son muy sanos”.

- Personalmente, Beatriz de Bobadilla me parece uno de los personajes más fascinantes de la conquista. En la novela la presenta como una villana demasiado retorcida.

“Pues este personaje es el que menos he tenido que ficcionar en la novela y aún admitiendo que toda la denuncia que la salpica puede resultar falsa, aparece continuamente que fue una mujer promiscua que organizaba orgías con los esclavos gomeros y que ordenó ejecutar a quinientos de ellos. Fue una mujer que como personaje es cruel pero tiene un objetivo final que no es otro que convertirse en reina de las islas Canarias para enfrentarse a Isabel de Castilla, que fue quien la desterró a La Gomera y la obligó a casarse con Hernán Peraza . Hay documentación que afirman que fue una mujer retorcida aunque es verdad que estos informes pudieron ser escritos así por interés pero se sabe que no respetó a los gomeros, pese a que estaban bautizados y formaban parte de la Corona de Castilla como hombres y mujeres libres, lo que la forzó a rendir cuentas en la Corte de los Reyes Católicos. Fue, en todo caso, una mujer de armas tomar”.

- Hay un personaje que aparece de puntillas en la novela, Fernando Guanarteme.

“Tenesor Semidán tras ser derrotado fue conducido a la Corte donde fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme. A mi me fascina este personaje al que muchos consideran un traidor. En mi caso, estoy de su lado porque entiendo que si se sumó al ejército conquistador quizá no fue por traición sino por amor a su pueblo ya que cuando viajó a la Corte se dio cuenta de la potencia que era Castilla, lo que pudo ser trascendental para que se pusiera de su lado con el fin de evitar que masacrasen a su gente. Un caso parecido es el de Añaterve, a quien se le considera también como un traidor pero que fue el único que consiguió que los meneceyatos del sur de Tenerife salieran menos dañados que los del norte, que fueron aniquilados. Todo depende de la perspectiva con que se mire”.

- Pero recuerde que tiempo después de terminada la conquista, los guanches del sur se rebelan contra los castellanos porque comienzan a tomarlos como esclavos.

“Sí, hubo una revuelta porque fueron engañados por los castellanos que los esclavizaron pero antes permanecieron de su lado y lucharon junto a ellos contra los menceyatos del norte. El caso es que, finalmente, los habitantes de los menceyatos del sur sobrevivieron y los del norte, no. El objetivo de Añaterve, como el de Tenesor Semidan fue preservar la integridad de sus gentes. Los nueve reinos es una novela histórica y con mucha épica y aventura en la que me pongo del lado, vamos a decirlo así, de los que resistieron”.

- En ese sentido no engaña, la novela es una historia de buenos y malos pero me llama la atención que un peninsular se ponga del lado de los derrotados y no de los que conquistaron las islas.

“Cuando me puse a escribir la novela el proceso de investigación iba paralelo al de escritura así que a medida que escribía me enteraba de cosas nuevas. Antes creía que los guanches eran un pueblo primitivo pero tras ver un documental sobre sus momias me di cuenta de lo equivocado que estaba pero es complicado pensar en lo que sucedió hace quinientos años con la mirada de hoy, aunque los guanches del norte fueron masacrados por muy de Madrid que yo sea, así que sería absurdo contar esta historia desde el punto de vista de un castellano que viene a la isla con la cruz y la espada porque visto desde la perspectiva actual, no deja de resultar raro que la reina Isabel apoyara esta empresa por su deseo de evangelizar a los habitantes de las islas pero si intentas pensar como hace cinco siglos, esa idea no es nada ridícula. Desde el principio quise contar la historia de los guanches y ponerme de su lado”.

- El título, Los nueve reinos, ¿se lo impuso la editorial?

“Tuve otros títulos pero la editorial, efectivamente, me sugirió que los cambiara porque la palabra menceyato es conocida en las islas pero no en la península. Así que pensaron que era mejor Los nueve reinos y no Los nueve menceyatos y como soy de la opinión que un escritor lo que tiene que hacer es escribir y terminar la novela y asumir que quien escoge la portada y el título son otros, me parece que está bien. De todas formas y si abres el libro, leerás desde las primeras páginas la palabra menceyato y no reinos. La razón del título fue la de llegar a más lectores”.

-¿El proceso de escritura fue cómodo o la narración no le resultó fluida?

“La complejidad de esta historia es muy grande. Además, hay poca documentación y la mayor parte está escrita por cronistas casi un siglo después de la conquista así que puede estar tergiversada y no está completa. Hay mucha tradición oral que se ha perdido por el camino pero esto me ofreció una herramienta como novelista de una obra de ficción para rellenar esos huecos y contar la historia a mi manera”.

- Se conoce muy poco de la conquista de Canarias en la península pero también muy poco en Canarias.

“Después de muchos viajes y de hablar con gente de las islas, sobre todo de la de Tenerife porque es a la que he venido más aunque he procurado recorrerlas todas, percibí que las generaciones anteriores a los que ahora tenemos 50 años este tema era tabú en las escuelas, una historia de la que no se hablaba. Hay un desconocimiento absoluto, muchos no tienen ni idea de lo que pasó aquí. Tras publicarse Los nueve reinos tengo numerosas anécdotas de lectores canarios que me han agradecido el libro ya que les animó a indagar para conocer más sobre los guanches. Mi novela solo quiere entretener y encender la chispa de todos aquellos que quieren conocer algo más de lo que cuento en el libro”.

- ¿A qué fuentes documentales recurrió?

“Desde José de Viera y Clavijo a Juan Bethencourt Alfonso. Me he empapado de todos ellos pero hay temas que continúan con muchas lagunas. Entre los historiadores consultados me gustó mucho el trabajo realizado por Alfredo Mederos, a quien recurrí constantemente”.

- En la novela, uno de los personajes castellanos se pasa al bando de los guanches del norte. ¿Se inspiró en Gonzalo Guerrero, el español que combatió con los indios contra el imperio español en América?

“Una de las cosas que descubrí cuando estaba documentándome para la novela es que hubo una boda entre Gonzalo del Castillo y la princesa Dácil, la hija del mencey Bencomo. Fue un matrimonio concertado una vez terminada la guerra, lo que me pareció un elemento de novela muy potente aunque un casamiento concertado entre vencedores y vencidos no tenía demasiado recorrido y decidí ficcionarlo, narrar una historia de amor. En la novela, Gonzalo del Castillo lleva en la isla desde la derrota de Acentejo hasta la batalla final, en la que combate al lado de los guanches pero no me consta que hubiesen soldados castellanos que se pasasen al bando de los guanches”.

- Imagino que el proceso de documentación le ocupó más tiempo que el de escribir la novela.

“Sí. Comencé en 2017, cuando tuve noticia de la momia guanche, sería en octubre o noviembre de ese año. Y después, sin ser constante en el tiempo, me puse a reunir una información que fue creciendo a medida que investigaba. A finales del 2022 la editorial me dio luz verde para escribir en exclusiva la novela al año siguiente, en 2023”.

- Usted se ha especializado en el thriller, la publicación ahora de Los siete reinos ¿lo animará continuar con la novela histórica?

“Mi siguiente novela es un thriller que se publicará en marzo del 2025. Su protagonista es Jotadé, un policía gitano que ya aparecía en el libro final de la trilogía Indira así que voy a tirar por ahí. Ahora bien, he disfrutado mucho con Los nueve reinos así que espero volver a escribir otra histórica porque ha sido una experiencia gratificante”.

- ¿Sabe cómo ha sido recibida la novela en Canarias?

“Me siento arropado por los lectores canarios, muchos me han dicho que han aprendido cosas que no sabían pero también hay un porcentaje muy bajo de gente que la ha criticado no por la novela sino porque haya sido alguien de fuera el que lo ha contado”.

- Y por último, ¿cree que el Rey de España debe pedir perdón por lo que se le hizo a los guanches en la conquista?

“Creo que no. No podemos analizar las cosas que sucedieron en aquel entonces con los ojos de hoy. Quinientos años después este debate no trae nada bueno sino enfrentamientos entre bandos e ideas”.

Saludos, a todos/as, desde este lado del ordenador

Ana Salamanca: “La historia es como es y por eso hay que leerla desde el punto de vista de su momento”

Martes, Agosto 13th, 2024

Primero explicar que Ana Salamanca es un pseudónimo ya que detrás del nombre se encuentra Ana García, profesora de Lengua y Literatura del Instituto José Arencibia Gil, en Telde (Gran Canaria). Nacida en Salamanca, de ahí el apellido de su sobrenombre artístico, Ana lleva la mitad de su vida residiendo en Canarias. Primero en Lanzarote, donde ejerció como periodista y ahora trabajando en el segundo municipio más poblado de Gran Canaria. Isla hay mucha en Los últimos guanches, novela por la que obtuvo el primer premio del XIII Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, dotado con 20.000 euros y reconocimiento que recogerá a mediados de octubre en el Festival, uno de los más veteranos en su género en España.

El jurado de esta edición estuvo presidido por la escritora Espido Freire, y decidió por unanimidad conceder el premio a Los últimos guanches porque “cuenta con una línea argumental bien definida y que atrapa al lector desde el principio hasta el fin”. Destacó además que se trata de una obra que “nos presenta personajes bien configurados y con grandes dosis de originalidad”, aunque los lectores no lo comprobarán hasta octubre, cuando tras el premio se presente la novela en Úbeda (Jaén), un título en el que los protagonistas son productos de la imaginación de la autora, lo que implica también los personajes que existieron realmente como Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Hierro y una nativa de la isla de La Palma, Francisca de Gazmira, que sirve a los conquistadores como lengua o traductor.

- ¿Cuál fue el germen de Los últimos guanches?

“Empezó por curiosidad, cuando busqué información sobre la conquista. Leyendo y releyendo, encontré muchos personajes interesantes, algunos de los cuales se quedaron en mi imaginación. Entre otros, sentí mucha curiosidad por el de Beatriz de Bobadilla ya que tiene una mezcla de crueldad y ambición aunque a veces es un personaje muy desgraciado y sufridor y Francisca de Gazmira, natural de La Palma y que sufrió esclavitud y convivió con los conquistadores a los que sirvió como lengua (traductora). En la conquista de Canarias además de las batallas, hubo también convivencia y pactos en los que se intentó llegar a acuerdos con los distintos reinos de cada isla. En este escenario, los conquistadores necesitaban de traductores o lenguas, como los llamaban. Y Gazmira, que lo es, procura que la conquista sea lo menos cruenta para los suyos. Es un personaje que lucha por los derechos de su gente”.

- ¿Existió realmente Francisca de Gazmira?

“Es un personaje real pero no se tiene demasiada información de quién fue. En este sentido, la Gazmira de la novela tiene mucho aderezo de ficción aunque llegó a los tribunales para denunciar la esclavitud a la que se estaba sometiendo a su pueblo”.

- ¿En qué escenarios se desarrolla la novela?

“Gazmira procede de La Palma y Beatriz de Bobadilla acaba casada con el adelantado Alonso Fernández de Lugo que vive en Tenerife y funda La Laguna. Los personajes se encuentran a lo largo de la novela en escenarios distintos como Las Palmas de Gran Canaria cuando Cristóbal Colón hace escala y que es donde Gazmira, como esclava, conoce a los señores de La Gomera. La novela relata momentos de la conquista, cuando se asienta la población en el Real de Las Palmas, y en la que hay mucha acción y se cuentan los sucesivos intentos que hubo por conquistar La Palma y Tenerife que, en la novela, aún quedan por conquistar”.

- La conquista de Canarias es un momento histórico que literariamente se plantea casi siempre con personajes buenos contra malos. ¿Evitó caer en maniqueísmos?

“Hay personajes que no son históricos y otros que sí. David, por ejemplo, es ficticio. Se trata de un joven navegante soñador que se traslada desde Salamanca hasta las islas. Quiere embarcarse con Colón y será aquí donde conocerá y se enamorará de Gazmira. David combate en las batallas de la conquista de Tenerife y La Palma porque es lo que le toca pero sufre cuando ve los desastres de la guerra. Con esto quise decir que a veces juzgamos la historia desde nuestro punto de vista pero que hay que verla por cómo se desarrolló en cada momento. Es verdad que los conquistadores esclavizaron a los guanches pero hubo también esclavos que pelearon en los tribunales de Castilla para obtener su libertad. ¡En el siglo XV! No creo en personajes buenos y malos porque todos tienen sus contradicciones. La historia es como es pero hay que intentar leerla desde el punto de vista de su momento”.

- Uno de los protagonistas, David, es de origen judío.

“Sí, su nombre es David Leví aunque oculta el apellido por otro más castellano. El personaje logró escapar de la expulsión de los judíos de España pero está en peligro porque la península está envuelta ahora en una enloquecida limpieza étnica. David procede de Salamanca, donde coincide con Colón, que busca financiación para su expedición aunque en esa ocasión le responderán que no. David embarca rumbo a Canarias porque es lo más lejos a lo que puede llegar en aquellos días”.

- ¿Por qué cree que sigue siendo tan desconocida la conquista de Canarias en la península?

“En la península y en Canarias. De hecho es una de las cosas que me causaron curiosidad porque viví hace unos años en Texas, Estados Unidos, y cualquier persona conoce por libros o películas la conquista y posterior colonización del oeste así como los combates que mantuvieron con los indios. Fue un choque entre culturas muy fuerte pero eso pasó también en España con Canarias, donde se produce un choque de culturas solo que mucho antes que en Norteamérica y con varios siglos de diferencia y en la que en una ciudad como Salamanca llevaba funcionando la Universidad desde hacía tres siglos. Ahora se obliga en los institutos a estudiar historia de Canarias y los estudiantes parecen que están descubriéndola. Otras generaciones sí que se interesaron y leyeron sobre el asunto pero fue por su cuenta y eso que se trata de un proceso que significó un choque cultural muy fuerte”.

- ¿Cuándo se despierta en usted la curiosidad por leer sobre estos temas?

“La curiosidad se me despertó cuando estaba en Lanzarote ya que al estar rodeada de compañeros con apellidos que me resultaban llamativos, me puse a indagar para conocer cuál era su origen. Y fui descubriendo que las raíces no son tan lejanas. Pasa como con la historia de América porque aquí se cuenta también con documentación escrita de quienes llegaron”.

- ¿Qué documentación fue la que consultó?

“Toda la que pude, como Le Canarien y muchos trabajos publicados que se centran en temas tan específicos como la alimentación de los guanches, su vestimenta, los enterramientos. Hay numerosa documentación histórica especializada y vinculada a la Universidad. Estos trabajos no llegan tanto al público pero sí los que están escritos en formato de ficción”.

- ¿Y cómo le ayudó toda esa documentación para reflejar el mundo de los guanches?

“Intenté rescatar costumbres e incluso algunas palabras. Desde los ritos funerarios a la búsqueda de plantas medicinales, que es como empieza la novela, buscando plantas medicinales”.

- Recoge el premio y presenta la novela a mediados de octubre en el Festival de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. ¿Tiene otras historias guardadas en alguna carpeta del ordenador?

“Hay algo pero no han visto la luz”.

- ¿Y se tratarían también de novelas históricas?

“Lo que más me gusta leer es novela histórica, desde Santiago Posteguillo a Ken Follet porque es un género en el que me siento muy cómoda pero también estoy cómoda con la literatura juvenil, de la que he escrito algo, pero el formato donde mejor estoy es en la novela histórica. Obra publicado tengo un conjunto de relatos que obtuvieron el premio Isaac de Vega, solo que el de aquella edición coincidió con la pandemia así que no hubo acto de entrega. También he ganado algunos certámenes de relato y cuento y una obra de teatro que se estrenó en Valencia”.

- Volvamos a Beatriz de Bobadilla, a quien describen como una mujer cruel y malvada y otros como una adelantada a su tiempo. ¿Cómo es su Beatriz?

“Beatriz vive en un tiempo en el que a la mujer se la casaba por obligación. Es decir, ella no decide con quien contraer matrimonio. Esto pasaba sobre todo en la nobleza y obedecía más a cuestiones de estrategia política. Las mujeres usaban el sexo como un arma para abrir puertas. Era algo que le habían enseñado y es el único recurso que tenían para moverse en aquellos ambientes. Mi Beatriz sufre esa condición, la de mujer en una época en la que tiene que sufrir. Se conoce que estuvo enamorada pero aquella historia no pudo ser. La obligaron entonces a casarse con el señor de La Gomera, Hernán Peraza, y en la novela la vemos cuando llega sin desearlo a las islas Canarias, que entiende como un destierro y desembarca en el fin del mundo conocido y en un archipiélago en el que algunas de las islas aún no han sido conquistadas. Sufre al casarse con un hombre que vive en tierras tan lejanas y que resulta bastante cruel si las crónicas no mienten. Se empodera, sin embargo, cuando su esposo fallece y debe llevar las riendas de ese señorío utilizando todas las herramientas que están a su alcance. Y sí, tiene poder, y el poder entonces era poseer muchas tierras y dinero. Esto la hace más independiente. Entiendo a Beatriz, la han utilizado en cierta forma y ella los utiliza ahora. En cierto sentido, es una víctima de su época aunque la historia la dibuja como una mujer muy cruel pero se ignora que fue su propia historia quien la hizo así”.

- ¿Hubo algún capítulo complicado?

“Diría que no, que la novela fluyó bastante bien. Me permití, eso sí, algunas licencias como reducir a dos años lo que sucedió en diez, pero lo hice así para no transmitir la lentitud que a veces tienen los procesos históricos”.

- ¿Hay algún capítulo concreto de la conquista que le resulte especialmente llamativo?

“Que esté recogido en el libro la conquista de las dos últimas islas, La Palma y Tenerife, porque es el momento en el que conquistadores y naturales aprenden a convivir. Las Palmas de Gran Canaria es un germen de ciudad al estilo castellano mientras que en Tenerife los guanches están a sus anchas. Lo que más me llama la atención de todo este proceso es la combinación de miedo y convivencia que mantienen unos con otros”.

- Antes mencionaba una de las licencias que se ha permitido en la novela. ¿Hay más?

“Los personajes como Beatriz de Bobadilla tienen base histórica, base que le achaca amoríos con Cristóbal Colón pero no creo que quede constancia de los secretos de alcoba en la vida real. Las conversaciones que mantienen los personajes históricos y los que no lo son, son de mi invención pero la base no deja de ser histórica”.

- ¿En Los últimos guanches aparecen otros personajes históricos?

“Aparecen los menceyes guanches en algunos episodios y se cuenta cómo Tanausú, uno de los señores de La Palma, se dejó morir en el barco que lo trasladaba preso a la península. Estos momentos están narrados a través del punto de vista de los personajes principales de la novela. En este caso, a través de Gazmira”.

- ¿Leyó mientras escribía la historia alguna novela relacionada con la conquista de Canarias?

“No me gusta mucho leer novelas que traten sobre lo que estoy escribiendo para que no contaminen mi visión. Prefiero leer historia. El escritor se toma el permiso de dar la visión que quiere de ese personaje por eso no me gusta ver películas ni leer novelas cuando decido cómo serán los personajes y la acción. Me parece más honrado. Así que si presento a Beatriz como una mujer cruel es cosa mía, no de ella”.

- ¿Trabaja en alguna nueva novela?

“Tengo aparcada una novela histórica con algún episodio que transcurre en las islas Canarias que me llama poderosamente la atención y que tiene que ver con la conexión con América. Viví en Texas y estuve en San Antonio, que fue fundada por canarios. En el Álamo los apellidos de los norteamericanos que murieron defendiendo la misión son canarios aunque la novela que escribo ahora no tiene nada que ver. Es una historia sobre la Guerra Civil que saqué de las que me contaba mi abuela”.

- ¿Autores de cabecera?

“Desde mi más tierna infancia las novelas de Celia escritas por Elena Fortún ya que fueron mis primeras lecturas y libros que aún conservo en la casa de mi madre. Los recuerdo todos pero en especial uno en el que Celia quiere ser escritora lo que me dio la idea de serlo. Después leí a los Cinco y a los realistas rusos, y más tarde a Gabriel García Márquez, Ken Follet, Isabel Allende, Santiago Posteguillo, entre otros autores. Son tantos..”

Saludos, nos vemos, desde este lado del ordenador

Carlos Ruiz Caballero: “No seremos una sociedad decente hasta que dignifiquemos a nuestros muertos”

Martes, Julio 16th, 2024

Retrato del fin del mundo (Alba, 2024) nace a raíz de una fotografía que Carlos Ruiz Caballero (Las Palmas de Gran Canaria, 1960) encontró en un libro sobre la represión franquista en la isla de La Palma. En esa imagen que fue tomada el 6 de marzo de 1937 en el campo de concentración de Fyffes, en Santa Cruz de Tenerife, se puede observar a Margarita Rocha y Néstor Mendoza posando ante la cámara como recién casados horas antes de que Néstor fuera fusilado en la batería del barranco del Hierro.

Ella, Margarita, es la protagonista de esta novela que su autor, Carlos Ruiz Caballero, llevaba acariciando escribir durante muchos años. La historia cuenta además con el nihil obstat del hijo de Margarita y ha logrado que algunos lectores peninsulares descubran que la Guerra Civil se libró también en Canarias.

Carlos Ruiz Caballero vive en Barcelona, donde estudió la carrera de periodismo y fue profesor de la facultad de Comunicación Blanquerna, de la Universidad Ramon Lluch, donde trabajó como investigador y docente. Es autor del ensayo La torna de la torna. Salvador Puig Antich i el M.I.L.

- ¿Qué fue primero la fotografía o la historia?

“Lo primero es que se trata de un libro largamente macerado en el tiempo. Hace unos 36 años asumí el compromiso con una persona de San Andrés y Sauces, Santiago Abreu, de escribir una novela sobre la Guerra Civil y en la que hablaría de él. Conocí a Santiago Abreu a la edad de nueve o diez años porque era amigo de mi padre y salían los domingos a almorzar al campo y yo, que era el pequeño de la familia, iba con ellos y escuchaba las historias que mi padre y él se contaban pero prestaba especial atención a las que decía Santiago Abreu porque me resultaban increíbles. Al cabo de los años comencé a documentarme para escribir esa novela y fue entonces cuando me tropecé con el libro del historiador Alfredo Mederos República y represión franquista en La Palma, en el que se reproduce una fotografía que está en la frontera entre la vida y la muerte y en la que aparecen Margarita Rocha y Néstor Mendoza, este último preso en Fyffes y a quien permitieron casarse pocas horas antes de que lo fusilaran. Y si ves la fotografía entiendes que los dos lo sabían. Sabían que pocas horas después iban a matar a Néstor. Fue tanto el impacto que comencé a buscar libros por si alguien había publicado esta historia pero me pareció extraño cuando descubrí que nadie lo había hecho y me puse en ello. Más tarde conseguí ponerme en contacto con el hijo de Margarita, porque pensé que antes de escribir la novela necesitaba de su autorización moral”.

- La protagonista de la novela es Margarita pero no Néstor. ¿Por qué?

“Porque creo que a Néstor narrativamente y al ser la víctima había que matarlo desde el principio. Tiene tanta fuerza que para poder contar la historia había que matarlo, poner fin al suspense y quise trasladarlo al lenguaje ya que me pareció interesante adoptar el punto narrativo de la mujer, Margarita, para contar la historia. Ella es quien está con Néstor hasta poco antes de su muerte”.

- En la novela hay otro personaje importante, un boticario catalán, Margalit, que vive en La Palma y que conoce a la pareja.

“Era para mi el liberal indispensable, lo que representa es a la democracia. La democracia en tiempos turbulentos. Es el libre pensador y me daba la oportunidad de combinar dos escenarios que para mi son vitales y biográficos como Cataluña y Canarias. Barcelona y las islas son escenarios que en la novela se ensamblan con la realidad histórica, tanto en los inicios del libro en La Palma, donde por cierto se encuentra la Virgen de Montserrat de San Andrés y Sauces, como los anarquistas, ya en la segunda parte, en Tenerife”.

- Pero ¿de dónde viene Margalit?

“Margalit tiene ese apellido porque es el nombre de un filósofo que me gusta mucho y en especial uno de sus libros, La sociedad decente, en el que plantea que las instituciones que no humillan a los individuos dan el primer paso a una sociedad civilizada, a una sociedad en la que los individuos no humillan a las personas y creo que ése fue el proceso que llevó a la II República. La Guerra Civil significó una vulneración de la dignidad humana”.

- Me gustaría que habláramos del estilo de la novela.

“Intenté narrarla en primera persona pero es complicado mantener esa voz en las 270 páginas que tiene el libro. Con todo, intenté usar esa fórmula con honestidad”.

- Uno de los aspectos más interesantes de la novela es que sus protagonistas son anarquistas, que tuvieron mucha fuerza en Tenerife antes de la guerra.

“Los anarquista en Tenerife se notaron sobre todo en la estiba y en el sindicato de inquilinos donde organizaron una huelga importante. Estaban muy bien organizados y tenían cierto peso también en el sector del tabaco. Al mismo tiempo, Canarias fue un lugar de destierro y tierra donde ocultarse. Tiene dos caras, la del exilio forzado y la posibilidad que una persona significada en la península se hiciera invisible en las islas. Son enviados a Fuerteventura Unamuno durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera y Buenaventura Durruti en 1932, de quien se sabe que se reunió con otros anarquistas en Tenerife. Un hecho real que plasmo en la novela es el intento de los anarquista por asesinar a Franco. Fueron tres, uno tinerfeño y dos catalanes, pero el atentado fracasó”.

- ¿Hubo algún capítulo que le resultara más complicado de escribir que otros?

“Tenía que matar a Néstor de entrada y tomé otras decisiones que afectaron a la estructura de la novela. Consideré que tenía que ser un plano secuencia, y que había que escribirla de corrido. Fue algo que medité bastante antes de sentarme a hacerlo”.

- Gracias a su novela me entero que Néstor, anarquista, fue hermano de Florisel Mendoza, comunista..

“El director de la colección me dijo que la realidad es novelesca. El padre de los Mendoza fue zapatero y republicano, Néstor, anarquista, Pedro, socialista y Florisel, comunista. Florisel tiene una historia que es una novela en sí misma porque logra salir de La Palma y, tras muchas peripecias, llegar a la España republicana donde se pone a su servicio”.

- En la novela no hay villanos, sí acciones muy retorcidas y malvadas pero no villanos.

“Lo que pretendí lo explica muy bien Vassily Grosman en una escena de Vida y destino, aquella en la que se encuentran en una prisión soviética un oficial nazi con otro del ejército rojo que ha sido purgado por los comunistas. En la conversación que entablan el nazi le dice que Hitler y Stalin son muy parecidos y que él no se ha enterado que el bien no puede acabar con el mal pero el oficial soviético le responde que está equivocado porque es el mal el que no puede acabar con el bien. En Mazo, por ejemplo, dos pastores arriesgaron su vida espontáneamente para ayudar a los que habían huido al monte, así que quise resaltar que la bondad humana existe”.

- Retrato del fin del mundo es su primera novela, ¿qué le animó a dar el salto a la ficción?

“Fue un reto personal que llevo en la cabeza desde que era adolescente. Me atraía escribir y quizá porque soy un gran lector de novela,me dediqué al periodismo porque lo que quería era escribir. Comencé con el ensayo hasta que me animé a escribir esta novela. Ahora, cuando la gente que la ha leído te explica lo que significó para ellos no deja de sorprenderme”.

- ¿Siguió algún plan para escribir la novela?

“Un psiquiatra dijo que era bueno construir castillos en el aire siempre que no te quedaras a vivir en ellos pero creo que los escritores, los creadores literarios, deben construirlos y vivir dentro de ellos. En ningún momento de la escritura sentí presión porque tenía muy claro hacia donde quería ir pero también improvisé porque al final los personajes adquieren vida propia. Tú los construyen pero ellos son los que se perfilan y actúan en función de su carácter”.

- Lo que cuenta de Margarita es ficción.

“Es todo ficción. Al encontrarme con el libro de Alfredo Mederos la historia vino a mi para que pudiera contarla. Contacté con el hijo de Margarita, Juan Torres, en Caracas. Estaba a punto de jubilarse como profesor universitario y le expliqué lo que quería hacer, escribir la historia de su madre y me respondió que había pensado siempre hacerlo él mismo pero me cedió el testigo. Entre otras cosas, me contó que su madre cuando se casó por segunda vez aún seguía enamorada de Néstor. Comenzó a enviarme documentos, y comprobé que en todos ellos firmaba como Margarita Rocha, que era el primer apellido de Néstor. Investigué y supe que había trabajado cuidando niños y en un almacén y que fue con Néstor en 1935 a Tenerife pero nada más. Tuve que inventarme su historia”.

- Durante el proceso de escritura hubo autores que tuviera en la cabeza y que le sirvieran de guías?

“Hay un asunto que me obsesiona como profesor de Historia del Pensamiento y de Ética, también como lector, y es el Holocausto y la II Guerra Mundial,la naturaleza humana. A mi el realismo mágico me gusta mucho y lo leí cuando era joven, desde Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno, a Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y su dominio maestro de las subordinadas pero si hay una presencia en este libro y que afectó a su estilo es la literatura del Holocausto en la que encuentras a autores como Primo Levi e Imre Kertész, el autor de Kaddish por el hijo no nacido, un libro que tiene una forma de narrar que se parece mucho al ensayo. Es decir, es una literatura en la que está presente la reflexión y creo que de alguna manera plasmé eso en Retrato del fin del mundo, pero es una técnica que tienes que dosificar porque si crece demasiado afecta al ritmo narrativo”.

- Siente debilidad por la literatura del Holocausto y la II Guerra Mundial pero ¿y por la Guerra Civil?, ¿tiene algún libro de referencia?

“Creo que el mejor libro que he leído sobre la Guerra Civil es Homenaje a Cataluña de George Orwell”.

- Menciona solo a un escritor y es extranjero.

“Orwell dice que en España por primera vez una democracia plantó cara al fascismo y esa observación, que luego de leerla piensas que es evidente, no es tan evidente como pensabas. Cuando Orwell pregunta a la gente por qué lucha, la respuesta es la misma, sencilla e impresionante: por decencia. La mirada de Orwell es muy diferente a la de los escritores españoles quizá porque era extranjero”.

- ¿Y leyó algunas novelas sobre la Guerra Civil en Canarias antes de escribir Retrato del fin del mundo?

“Preferí no hacerlo. Tomé esta decisión para que no condicionara mi forma de narrar. Cuando apareció Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo, estuve tentado de leerla pero no, a final no lo hice porque quiero que pase una buena temporada antes de hacerlo”.

- Se está publicando mucha novela en Canarias sobre la Guerra Civil.

“Cuando les explicaba a los estudiantes los derechos humanos y comenzaba con las listas de muertos en la II Guerra Mundial, los millones de heridos y desplazados, no hay máquina alguna que mida el dolor humano y la humillación y les explicaba que solo la literatura podía y puede explicarlo ya que penetra en la vida de una familia y describe lo que significa que aporreen la puerta de tu casa de madrugada para detener a los que allí viven, torturarlos después y hacerlos desaparecer finalmente. Así que ¿cuántas novelas hay que escribir? Pues tantas como personas fueron silenciadas. Es una indignidad que ochenta años después tengamos que seguir peleándonos para abrir una fosa y escuchar discursos públicos de algunos políticos que niegan ese derecho con el fin de manipular la historia. Creo que tenemos que cerrar la herida porque continúa abierta y no seremos una sociedad decente hasta que dignifiquemos a nuestros muertos con decencia”.

- ¿Y cómo recibe el lector peninsular la novela?

“Pues descubren que los franquistas asesinaron en Canarias a unas 2.500 personas en lo que fue una política clara de exterminio. No tienen idea de lo que pasó en las islas durante aquellos años”.

- ¿Volverá en un próximo libro a la Guerra Civil?

“Estoy con una novela que trata uno de los temas más importantes de nuestra democracia como es la vejez, y transcurre entre Barcelona y Canarias”.

FIRMA FOTO 1: Lidia Cordero Triay

Saludos, negras tormentas…, desde este lado del ordenador

Tenerife Noir, una antología de cuentos negros y criminales

Lunes, Marzo 25th, 2024

No cuenta el género negro y criminal al menos en España con una sobresaliente tradición de historias cortas. Imagino que con el entusiasmo de romper esta maldición, que en Canarias no es tal porque a lo largo de los últimos años han ido apareciendo antologías de esta materia tanto en Gran Canaria como en Tenerife, la aparición de un libro de estas características la celebro con notable interés.

La que ahora presenta M.A.R. Editor con el título de Tenerife Noir, en una edición al cuidado de Javier Hernández Velázquez, que participa también con un cuento, es que se agradece que las historias no sobrepasen las siete u ocho páginas, lo que me hace ser consciente también del reto que tuvo que haber supuesto para los colaboradores haber escrito estos relatos que se desarrollan todos, absolutamente todos, en la isla de Tenerife.

Participan contando al antólogo un total de dieciocho escritores/as (1) y la calidad media de los trabajos presentado es bastante regular. Revelo, en este sentido, que esperaba lo contrario porque me consta lo difícil que es escribir un cuento, y sobre todo cuando el cuento debe de ser negro y criminal y desarrollarse en una geografía que la mayoría de los que participan no conocen o apenas conocen, y si conocen es porque han estado invitados por el mismo festival que da nombre a la antología. En este sentido y que ahora recuerde, hay dos o quizá sean tres los que tienen como escenario este encuentro con las letras negras y criminales y no son, a mi juicio, de lo mejor del libro. Otros, por el contrario, se decantan por narrar historias negras en la que se abordan problemas como la droga, los sicarios que nos visitan para no hacer turismo precisamente o la inmigración irregular que es un fenómeno que por desgracia se conoce bastante bien en el archipiélago.

Los cuentos están firmados tanto por escritores/as canarios como peninsulares, no me he puesto a contarlos pero digamos que el reparto es más o menos equitativo y que en uno y en otro caso (sea canario o peninsular) se aprecia que se han tomado muy en serio el trabajo porque, reitero, el nivel es bastante regular. Como todo, tengo mi preferidos, los que me han llamado poderosamente la atención, en algunos casos porque autores/as que conozco han abandonado otros territorios que es donde ambientaban sus anteriores historias para centrar el relato en la isla en la que vive. Espero que esta experiencia siga animándolos a presentar próximamente novelas negras y criminales que se desarrollen en Tenerife, algo me dice que las obras resultantes serían sonadas.

La mayoría de los autores/as que participan en esta recopilación pertenecen a la escudería de M.A.R. Editor, un proyecto editorial que apuesta por la heterodoxia ya que publica un poco de todo, y cuando se escribe un poco de todo me refiero a géneros diversos, la mayoría novelas escritas por paisanos, entre los que se incluyen al antólogo, Javier Hernández Velázquez, que prácticamente ha publicado casi toda sus obra bajo este sello editorial; Pablo Martín Carbajal, Francisco Estupiñán y Pascal Buniet, francés afincado en Tenerife y autor también de uno de los cuentos que contiene este libro.

No quiero destacar alguna historia por encima de otras que me parecieron más flojas por no desmerecer la participación de los que aceptaron colaborar en este proyecto pero sí me gustaría destacar que los escritores/as peninsulares se esforzaron por conocer el territorio en el que desarrollan su relato, lo que es de agradecer. Por faltarle algo al libro, noto en falta algo más de humor en los dieciocho cuentos que reúne pero hablamos de un género poco dado a la risa aunque cuente con ilustres autores que sí pasaron la prueba y salieron airosos de ella como Donald Westlake con la serie que dedica a John Archibald Dortmunder y la que protagoniza Bernard Grimes Bernie Rhodenbarr, de Lawrence Block.

Con todo, me he llevado una grata sorpresa con este libro porque los contenidos no son malos sino más bien al contrario y hay relatos que cortan la respiración por su despiadada violencia. De paso, las calles y plazas por la que transitan los personajes son las de los pueblos y ciudades de la isla en la que nací, así como los escenarios naturales por los que vagan los protagonistas de estas historias que, más allá de denunciar las corruptelas que se suceden en un pequeño territorio que es una mota junto a otras seis motas en el océano Atlántico y que están muy pegaditas a África, ponen de manifiesto que el género disfruta de una extraordinaria salud en España.

El caso es que esta clase de libros ponen visibiliza que el género negro y criminal continúa dando la nota y que una experiencia literaria como la que nos ofrece esta antología debería de repetirse en un futuro próximo y no lejano que es lo que suele pasar, precisamente, a este lado del Atlántico.

(1) Además de los autores ya citados colaboran en este volumen Miguel Ángel de Rus, Eduardo Bastos Sanz, Elena Puchalt, Arantxa Rufo, Margarita Wanceulen, Jesús Salviejo, Ángel Martín del Burgo, Andrés García Sosa, Tomás Pérez Sánchez, Bernar Freiría, Rafael Guerrero, Samuel Marina Franco, Teresa Galeote Dalama, Enrique Pérez Balsa, Carmen Martagón, y Amira Avil.

LO MEJOR: que la mayoría de los relatos están muy bien y cuentan historias de vértigo en ocasiones muy cercanas en apenas muy pocas páginas.

LO PEOR: Que no participen más autores/as de otras editoriales que no sea la que publica esta antología, M.A.R. Editor

Todos tenemos para contar nuestras pequeñas historias sobre la Guerra Civil

Miércoles, Marzo 13th, 2024

Actuo como moderador en un debate que bajo el pretencioso título de Las heridas de la Guerra Civil reúne a tres mujeres que han escrito sendos relatos que se desarrollan en esta época nefasta en la historia de España. Ellas son María del Mar Rodríguez, Concha de Ganzo y Guadalupe González Taño. Sus libros son, respectivamente, La tuerta, Retrato en la pared y El último alzado, todos títulos de los que ya nos hemos hecho eco en este mismo su blog El Escobillón.

La sesión tuvo lugar el domingo pasado, 10 de marzo, en una sala repleta de cuadros que representan escenas históricas en el Museo Municipal de Bellas Artes de la capital tinerfeña, un pequeño pero agradable espacio que reunió a un nutrido grupo de personas interesadas en escuchar lo que les iban a contar estas tres mujeres.

María del Mar Rodríguez ubica La tuerta en plena postguerra y un escenario reconocible aún para los que habitan en la capital tinerfeña, la calle de Miraflores, antes conocida como de “las chicas”, y centro de prostitución que el crecimiento de la ciudad ha ido devorando. Es decir, que de calle de las putas hoy ya no queda casi nada salvo resistentes que todavía hacen la esquina.

Retrato en la pared
es una novela construida a base de relatos donde Concha de Ganzo nos cuenta la historia de varios hombres y mujeres nacidos en las islas que por causa de la guerra se vieron combatiendo a un lado de la trinchera en las desgarradas tierras de España. En este libro, la escritora y periodista nos desvela también el destino de Isabel Piñero, quien fue la mujer de Miguel Campos, preso, más tarde combatiente y tras finalizar la guerra, militar enrolado en La Nueve, la unidad formada por republicanos españoles que luchó en la II Guerra Mundial con el uniforme de la Francia libre.

El último alzado es una novela que recrea la azarosa vida de uno de los abuelos de la escritora en Garafía, La Palma, cuando se produce el alzamiento nacional. En su día elogié mucho esta obra porque va directa al grano y no termina de caer demasiado en el maniqueísmo que envuelve a todas las historias relacionadas con la Guerra Civil.

Durante la conversación, con un solo micrófono que pasaba de mano en mano para que las invitadas y el moderador se hicieran escuchar, se narraron historias muy tristes, que ponen la piel de gallina, y se insistió en la gran victoria del miedo en la sociedad canaria de aquel entonces. Una sociedad en la que apenas hubo respuesta a los golpistas y que tan bien relató José Antonio Rial en Tiempo de espera, que se desarrolla en julio de 1936 en Santa Cruz de Tenerife y en la que se explica la razón del porqué las izquierdas no reaccionaron a la toma del poder de los militares rebeldes.

Al margen de cuestiones políticas, la charla estuvo en general bastante bien. Se contaron anécdotas familiares y de cómo marcó a familias enteras que se estuviera en el bando perdedor como ganador en aquella contienda de cabestros.

Me di cuenta que si uno ha nacido en esta tierra, vamos a seguir llamándola España, todos, absolutamente todos tenemos una historia que contar de aquellos hechos. Historias que pasan de generación en generación donde se cuentan las cosas que hizo el abuelo cuando la guerra… Aunque esas cosas vayan tomando un aire legendario a medida que pasan los años.

En mi caso recordé, mientras las tres mujeres narraban sus relatos sobre la guerra y la post guerra, que aquí mismo, en Tenerife, mi abuelo fue preso por masón y mi tío abuelo anarquista desaparecido en el mar, frente a la costa de San Andrés. Soy consciente que los dos han adquirido la dimensión de mitos en mi cabeza y que lo que creo que fueron no se corresponde con la realidad. En este aspecto, me gustaría que existiera una máquina del viento para viajar a julio del 36 y observar cómo reaccionaron de veras, cuánto miedo tuvo que devorarles por dentro… El increíble y sonoro silencio que tuvo que escucharse en la barca en la que tiraron al mar a mi tío abuelo, padre reciente y que dejaba una viuda demasiado joven y a la que conocí ya mayor con el rostro repleto de arrugas, una mirada muy triste y una inocencia con olor a campo que me acompañará mientras viva.

Por eso no me llamó a sorpresas que en el turno de preguntas el público más que preguntar soltara largos monólogos emocionados recordando lo que su abuelo hizo cuando la guerra. Todos, para mi sorpresa otra vez, en el bando que perdió aquel conflicto que enfrentó a hermanos contra hermanos.

Es verdad que Guadalupe González Taño parecía que no quería soltar el micrófono cuando caía en sus manos, “eso es porque soy política”, dijo, pero no sé yo. También que Concha de Ganzo subrayó la investigación periodística que desarrolló cuando escribió Retrato en la pared explicando que muchos de los canarios que combatieron con el uniforme de los rebeldes en la península no es que fueran fascistas sino gente normal y corriente a los que la guerra cogió en el lado equivocado y que María del Mar Rodríguez pone voz a quienes no la tuvieron, las mujeres de la calle que hicieron cualquier cosa por sobrevivir.

Saqué varias conclusiones de esa charla que tuvo lugar una mañana de domingo. La primera es que todos tenemos una historia que contar de aquella guerra. La segunda es que las mujeres vivieron también otra guerra dentro de aquella guerra y la tercera es que el miedo que se implantó una vez pacificado el archipiélago todavía sigue vivo en alguno de nosotros. Como si observáramos con miedo una realidad que esconde detrás delaciones y recelos. Delaciones y recelos que vivieron los que fueron represaliados en esta islas donde los otros no tuvieron oportunidad de devolver el golpe.

Me extrañó que una de las preguntas que se plantearan, una de las pocas preguntas que se plantearon, viniera a decir algo así de que a él no le enseñaron que la guerra también sacudió este archipiélago que por apacible resulta a veces tan idiotizado. Pensé, cuándo escuché esa cuestión, que en qué familia había nacido ese muchacho de barriga generosa. O bien que su propia familia había silenciado lo que sufrieron sus ancestros cuando a los españoles nos dio por darnos de garrotazos.

En fin, que el domingo pasado no fue un domingo cualquiera sino un día en el que constaté algo que sabía de hacía tiempo pero que no me había puesto a valorar con cierta seriedad y es que todos somos descendientes de aquel horror indistintamente el signo político al que se oriente. Que todos, en definitiva, tenemos para contar nuestra pequeñas historia de la Guerra Civil.

Saludos, viento, desde este lado del ordenador