Yo soy aquel… ‘negrito’ del África tropical…
Miércoles, Mayo 18th, 2011Como Islas de Cine invita con mi dinero acudo a los Multicines Renoir para cenar (ver) los cortos que obtuvieron ayuda para su producción en las convocatorias de 2008 a 2010 de nuestro actual mefistofélico Gobierno de Canarias.
Antes de la cena, Javier Fernández Caldas me localiza y grita que afilo cuchillos.
Se equivoca, claro que quizá no esté acostumbrado a ver gente que sabe usar cubiertos.
Los cuatro cineastas hacen sus presentaciones.
La directora del Plan Canario Audiovisual, Patricia González Cámpora, anuncia que la próxima semana se harán públicas las convocatoria del 2011.
Se apagan las luces de la sala y comienza el festín.
ENTRANTES
Se nos ofrece Entre fogones y lo dirige Patrick Bencomo.
Picoteo hambriento –cinematográficamente hablando– pero no termina por entusiasmarme lo que veo.
Comenta Bencomo en la presentación que se trata de una comedia romántica y si bien puede ser entendida así, le falta lo que se dice mucha sal. Aunque sea gorda.
La acción transcurre en su mayor parte en la cocina de un restaurante donde chica encuentra a chico.
Lamentablemente el guión se lía y craso error, se apoya en unos diálogos presuntamente ingeniosos que no cuajan y que chirrían. La culpa, en todo caso, no es de los actores Carlota Gaviño y Zalo Calero.
Quiero pensar que la intención de su director fue la de contarnos una historia más que de amor, sexo, explorando las similitudes entre el buen cobijar y el buen comer.
Sin embargo, la unión no hace en esta ocasión la fuerza.
Dura 18 minutos y se hace largo.
Digestión, como digo, pesada.
PRIMER PLATO
Miro al camarero echando fuego a través de los ojos. La sopa que me sirven está demasiado fría y me siento engañado. Lleva el nombre de Libi2 y está escrito y dirigido por Jesús Olmo de quien esperaba cualquier cosa menos esto. De hecho, le pregunto al camarero ¿pero esto qué es?, ¿pago religiosamente mis impuestos para que me sirvan esto?
Libi2 quiere ser una reflexión (¿?) sobre no-sé-qué con apariencia futurista.
Abuso de la voz en off con diálogos patibularios cuya pretensión, imagino, quieren resultar demoledores.
Ya sospechaba algo al leer la hermética sinopsis de este trabajo: “Es muy simple: aquí Arriba usted recuerda que Abajo ha olvidado. Y allá Abajo, usted olvida que aquí Arriba ha recordado”.
Camarero, ¿podría traerme el libro de reclamaciones?
SEGUNDO PLATO
El camarero me ruega que pruebe el solomillo de la casa. Muy hecho, le exijo.
El corto se titula La criada de Javier Fernández Caldas, un veterano y argo arrogante cocinero en esto de los cortos rodados en Canarias.
Pruebo la carne y hmmmm, no me disgusta su sabor.
El inicio de La criada me sabe a corto de los noventa, década que sigue siendo de las más brillantes del corto rodado en estas tierras sin memoria, y me entusiasma su inicio y como sabe enlazar con los títulos de crédito.
Continúo masticando La criada y si bien no está en su punto, el celuloide se deja tragar con relativa facilidad.
Tiene ambición y sobre todo mirada y un mundo particular y cafre que tiene título: Javier Fernández Caldas.
Suena Raphael mientras digiero esta triste y extraña historia de una mujer que toda su vida se ha dedicado a servir a los demás.
El corto, igual de lisérgico que su protagonista, la actriz Silvia Marsó, continúa su peculiar itinerario en busca de su destino.
Si al principio sabe a amargo sainete luego se torna en desenfrenada road movie para concluir en un operístico (¿trasnochado?) final emocionalmente kitch que gustará a esa Maruja (Maruca) que todos los idiotas llevamos dentro.
No sé si es una ironía de su realizador, pero el Yo soy aquel de Raphael esconde para mi inquietantes lecturas sobre el devenir cinematográfico en Canarias.
Camarero, diga en cocina que podría mejorar pero que aún así no me ha disgustado la carne. Olvide usted el libro de reclamaciones.
EL POSTRE
El segundo plato opaca bastante las pretensiones que pude ver en su día del postre, Ridícula, de Domingo J. González.
El corto me sigue pareciendo, no obstante, un interesante estudio sobre la soledad que pide a gritos su desarrollo para convertirse en largometraje.
Desgraciadamente, mientras lo veo y observo por las reacciones de quienes están a mi lado, el público esperaba de remate fresas con nata aunque la nata resultara ligeramente agria.
Esto me hace pensar que Ridícula a modo de sobremesa en esta cena de cortos (digámoslo así) canarios sabe a descafeinada.
Saludos, ¡¡¡quiero de una puta vez tomar café y fumarme un puro!!!, desde este lado del ordenador.