Archive for Diciembre, 2013

Otra vez dando la nota

Jueves, Diciembre 12th, 2013

* Attikus Editores edita la novela escrita por Santiago Gil, El destino de las palabras. El nuevo proyecto editorial al frente de Guadalupe Martín Santana inaugura con este título su catálogo de propuestas literarias. El libro, que se puede adquirir inicialmente en formato electrónico a un precio de 3,75 euros a través de la plataforma Amazon, se adentra en el amor y sus dependencias, al tiempo que aborda situaciones como la desaparición de niños, la locura, la homofobia o los malos tratos. La portada del libro es una magnífica creación del pintor Augusto Vives.

* La editorial y el sello discográfico Los’80 pasan factura publica Paté de foie, una novela de Guillermo Alemán cuya presentación tendrá lugar el 19 de diciembre, y a las 20 horas, en Aguere Espacio Cultural. El autor del libro, que se estrena oficialmente como escritor, ha sido calificada por su editor como uno de esos títulos que “atrapa y que descuartiza”. En Paté de foie convergen tres tramas “para configurar, en menos de cuarenta y ocho horas, un relato de crímenes, investigación policial, intrigas científicas y una historia de desamor que se resuelve de manera sorprendente”.

* El escritor Víctor Álamo de la Rosa no para. Tras publicar con Tropo Ediciones su novela Isla nada, con la que rompe ¿definitivamente? con su universo de Isla Menor, publica ahora con Ediciones La Palma un libro de poemas: El equilibrista y los jardines. Ambos títulos los presenta este viernes, 13 de diciembre y siempre y cuando las negras tormentas desaparezcan del firmamento, a las 20 horas en la Casa La Parra en Los Realejos.

* Y una novela más que se suma al panorama de autores canarios que este año han publicado algunas de sus obras, nos referimos al interesante psicothriller Los privilegiados del azar (Chiado Editorial) de Carlos Alberto Felipe Martell, quien propone un relato de misterio protagonizado por un profesor de Estadística de la Universidad de La Laguna tras recibir una enigmática carta de Salka, una hermosa inmigrante irregular cuya vida cambió brutalmente tras su estancia en la isla.

* Por último, se exhibe el 13, 14 y 15 de diciembre en TEA Tenerife Espacio de las Artes a las 19 y 21.30 horas Los caminos de Aissa, una película de Rolando Díaz que está producida por Luna Llena Producciones y Ventura Films, con la colaboración de Casa de Teatro y PROIM Canarias. La cinta cuenta cómo Aissa, una joven que ha tenido una vida difícil, sueña con convertirse en bailarina profesional y cooperante social.

Saludos, esto es todo por hoy, desde este lado del ordenador.

Cuando ruge la marabunta: Eleanor Parker

Miércoles, Diciembre 11th, 2013

Si con Ingrid Bergman descubrí la seducción que una mujer aparentemente vulnerable refleja en pantalla. Grande y pequeña, que lo mismo da, y en especial en esa obra maestra que es Stromboli (Roberto Rossellini, 1950) digamos que Eleanor Parker me reveló qué es eso que llaman erotismo en un ya viejo clásico del cine de serie b de los años cincuenta: Cuando ruge la marabunta (Byron Haskin, 1954).

De hecho, alguien apunta en facebook y con acierto que ella, solo ella, fue la marabunta.

Yo solo sé que no sé nada aunque sé que cuando la descubrí por primera vez –y es que siempre hubo una primera vez– las defensas del cuerpo se replegaran nerviosas. Estaba contemplando a una de las mujeres no ya más hermosas y seductoras de la historia del cine, sino a un desconcertado Charlton Heston, cacique blanco y con mala hostia en el filme, al que parece que se le va la fuerza cuando conoce a su esposa, matrimonio por poderes mediante, y se le encienden las pasiones reprimidas mientras Eleanor lo anima a compartir sábanas en el lecho nupcial.

El mensaje de la película es sabio: haz el amor pero también hazle la guerra a las puñeteras hormigas que forman la marabunta.

Ya digo, un clásico del cine de aventuras de serie b.

Mientras caen gotas de lluvia sobre las islas y amenazas tormenta, ¿entienden que desde ese entonces mi mirada se dirija automáticamente a la señora Parker cuando la descubro en una película?

Una sonrisa suya basta para sanarme.

Me disparó las alarmas hace unos días viendo ese extraño western sexual que es Un rey para cuatro reinas (Raoul Walsh, 1956) donde Eleanor es mucha Eleanor. Tanto, que al final se va no entregada sino en igualdad de condiciones con el Rey. El Rey se llama Clark Gable y todo vale por un puñado de dólares y tener entre los brazos a la señora.

Eleanor Parker apaga también a esa fría tentación que es Kim Novak en El hombre del brazo de oro (Otto Preminger,1955), donde resulta casi tan venenosa como la morfina que se inyecta en los brazos Frank Sinatra en la película. O como la condesa con ganas de sexo a la que despecha un atontado Christopher Plummer en favor de Julie Andrews en ese gran musical para toda la familia que es Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965).

¡Vamos y cantemos juntos edelweis, edelweiss… flor de alta montaña!

El destino profesional de la señora Parker le impuso la mayor parte de las veces, y afortunadamente, personaje a su medida. Esos en los que se necesitaba sugerir deseo que es lo mismo que sexo.

Sus protagonistas son así mujeres conscientes de sus encantos y demasiado confiadas de sí mismas.

Lo apunto sobre todo por los personajes masculinos con los que les tocó lidiar en algunas de sus películas.

Demasiado dura por fuera pero demasiado tierna por dentro para los gustos de conquista masculinos. Personajes que, generalmente, la apartaban a un lado para liarse con la otra. Más discreta y modosa.

Vean si no Scaramouche (George Sidney, 1952), un clásico –y van– del cine de aventuras de serie b. O Fort Bravo (John Sturgess, 1953), un western que explotó sus encantos para explorar lo que no es sino sexo con todas sus letras.

O Con él llegó el escándalo (Vincente Minnelli, 1960), donde la señora Parker asume el papel de una madre torturada y con lecturas objetivamente masoquistas y edípicas.

Eleanor Parker falleció ayer, martes, 10 de diciembre.

Y en este apartado archipiélago del África occidental cae una lluvia que los medios transmiten con frustrada resonancia bíblica…

Yo quiero pensar, y sé que tengo la razón, que más que agua que cae del cielo son lágrimas en honor de la señora Parker.

Y no tiemblo, porque cuando suenan los truenos sé que ruge la marabunta repitiendo su nombre.

Eleanor Parker,

Eleanor Parker

Eleanor Parker

Saludos, ruge la marabunta, desde este lado del ordenador.

Caídos del suelo, una novela de Ramón Betancor

Martes, Diciembre 10th, 2013

Sentí un deseo tan intenso por sumergirme en su sexo que me llegó a doler el aliento. Durante unos segundos, todos los colchones de mi vida pasaron ante mis ojos, pero no recordé haber percibido antes, en otras pieles y otros besos, algo parecido. Porque ahora solo quería deslizarme por su piel, que era la piel de todas las mujeres del mundo. Las que fueron y las que ya no serían. Esconderme en cada esquina de su cuerpo y de su alma sin más límite que el borde de aquella pequeña cama en un pequeño camarote de un pequeño velero fondeado en una pequeña isla de un archipiélago pequeño. Muchas pequeñas cosas y cosas pequeñas que se hacían gigantes dentro de mi y que en aquel instante no era capaz de entender.”

(Caídos del suelo. La noche que cambió nuestros días, Ramón Betancor. Colección Narrativa, Baile del Sol Ediciones)

Ramón Betancor ha escrito, creo que sabiéndolo, esa novela –Caídos del suelo. La noche que cambió nuestros días– que todo aspirante a escritor querría haber escrito. Encuentro muchos puntos en contacto, y también singulares obsesiones, con Yo debería estar muerto (colección G21: Narrativa Canaria Actual) de Santiago Gil.

Los protagonistas de ambas historias son escritores en la sombra que sueñan con publicar y que su obra resulte un éxito de ventas. Aspiran en definitiva a vivir y a ser reconocido por sus libros, solo que en el caso de Mario Rojas, el protagonista de Caídos del suelo, la fama implica vacío, a un vivir sin vivir en mí.

Y para elaborarlo, la novela de Betancor propone una extraña y ambiciosa combinación de géneros.

Tiene rastro fantástico, también de novela de suspense y criminal, así como la creación de una ambiciosa organización que mueve los hilos en la sombra y que decide quién puede alcanzar el éxito y quién no. El Clan, la conocen sus iniciados. Un poder en la oscuridad que deshace en pedazos cualquier teoría sobre el azar.

La clave de Caídos del suelo descansa así en esta discreta sociedad y en cómo absorbe a un aspirante a escritor. El relato de su largo –la novela consta de más cuatrocientas páginas– proceso de redentora aniquilación. Comenzando por el descubrimiento repentino que todo lo que se escribe no es sino una mentira que si sirve para algo es para hinchar el ego del escritor.

Ramón Betancor cuenta más cosas.

Y describe, a veces con lentitud, que todo cuanto vemos puede ser distinto.

Estimo, no obstante, su escéptico mensaje pero no sé cómo lo desarrollará en las otras dos novelas que, al parecer, forma con Caídos del suelo una trilogía donde no existe Tierra Media.

Caídos del suelo es una novela desconcertante, que sabe transmitir en ocasiones emociones, pero que no termina de cerrar el círculo. A veces, incluso, se complica demasiado.

Pero pese a sus contras, la novela revela a un autor preocupado por hacer legible su ficción alternativa.

Y lo consigue al mantener el pulso. Ese mismo pulso que enciende el interés del lector para conocer esa otra realidad en la que todo lo que te rodea cambia y parece querer abandonarte.

Como relato de un largo y complejo proceso de iniciación, Caídos del suelo tiene gancho al sostener su credibilidad. Resulta, en este sentido además, un texto sincero, que quiere huir de imposturas. Es una novela bien escrita, que maneja los resortes del suspense como elementos a través del cual navegar por el relato.

Y su resultado final es bueno, aunque no tan bueno como, a mi juicio, tendría que haberle salido.

Deja, entre otras, la sensación  de que Caídos del cielo pedía criba.

Cribar no significa reformular, solo podar capítulos que poco aportan a esta especie de diario de un autor que se rebela contra el mundo.

Con todo, es un título apreciable por llamativo.

Por distinto en la actual literatura que se escribe en este país y en esta comunidad autónoma que es Canarias.

Es un libro que esconde mensaje en el interior de su botella.

Esa misma botella que flota en el mar hasta que la marea la arrastra a la costa.

Saludos, rodando otra vez, desde este lado del ordenador.

Los guanches en el cómic

Lunes, Diciembre 9th, 2013

INTRO

El salón noble del Cabildo de Tenerife acojerá el 18 de diciembre la presentación de los tres primeros volúmenes de la colección Historias de guanches, escritos e ilustrados por Juan Carlos Mora y editados por Idea en tapa dura y a color.

Comentaremos en su momento este trabajo –muy preocupado por el detalle y con dibujos a toda página, aunque no tan regular como relato secuencial– porque este post solo repasa algunas historietas que han pretendido reflejar en viñetas el mundo de los primeros pobladores del archipiélago canario.

Como en ocasiones anteriores, advertimos que en esta exposición –que pretende orientar y en la medida de sus posibilidades informar– denominamos como guanches a todos los pueblos prehispánicos que habitaron en las islas Canarias.

HISTORIETAS, COLORINES, CHISTES, TEBEOS, CÓMICS, NOVELAS GRÁFICAS

A la sombra de los dragos y en solemne tagoror: meceyes, faycanes y capitanes europeos –rodeados de sus soldados y sirvientes– quieren verse reflejados en las páginas de un colorín…

Allá, por los años setenta, el Club Ardilla de la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria publica Adargoma, una obra de Esteban del Rosario Padrón (dibujos) e Isidoro Gómez López (textos).

En los ochenta, e igualmente en la isla de Gran Canaria, se presenta La otra historia de Canarias (Edirca S.L.) de Luis Ortega y Julio Padrón, un cómic en el que se cuenta en clave de humor y con “un dibujo tipo Cho Juan” los hechos históricos más señalados en el archipiélago hasta el año de su publicación.

No ha llovido desde entonces.

Los faycanes recuerdan –ante la mirada de menceyes, europeos y sus soldados y sirvientes– el trabajo de J. Aguado por sus ilustraciones en la colección Chicanayro (Editorial Interinsular Canaria, 1978) y Cosas de Canarias (1983) en la misma editorial.

Y aseguran, con voz trémula mientras arde la madera en la hoguera, de la existencia de un cómic: Colón, almirante del océano tenebroso (1993) de Luisa Bisso y Flavio Bozzoli, que fue editado por el Cabildo de Gran Canaria y en el que “en sus páginas de la 23 a la 31 hace referencia a Canarias”.

Un sirviente, que puede ser guanche o europeo, dice que el Organismo Autónomo de Museos del Cabildo de Tenerife patrocinó La historia de Canarias en Cómic (1995), un álbum editado por Turquesa S.L. y obra de Pieter Van Arkel.

En la isla de El Hierro –sopla el viento– aparece en 2006 el cómic de El Garoé: Un viaje en el tiempo, de Rubén Armiche Benítez Padrón. Un trabajo que edita el Cabildo Insular y en el que se narra la historia del árbol Garoé a través de un niño que viaja a la época prehispánica.

Y recuerda –dice el sirviente al observar como uno de los faycanes intenta levantarse del suelo– que sobre la conquista de este archipiélago está Doramas, un grito de libertad (CEIP Fernando de Guanarteme de Gáldar y Cabildo de Gran Canaria, 2010) de Manuel Vicente Aguiar Sosa y Anu Jato Ayala y… y… y ahora Historias de guanches

Beneharo, Mencey de Anaga

Bentor, el heredero

Beneharo y el Mencey de Tahoro, de Juan Carlos Mora.

Y Dácil. La princesa, en la Semana Santa del 2014.

Y antes –balbucea el sirviente– La historia de Adeje: los guanches (2009) de Ariam Pérez Barrios (dibujo) y Héctor Albín Pérez (guión), historia que fue editada por el área de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento…. Y Cielos, los guanches (1985), que firma un tal Forges y que formó parte de su serie Historia de aquí.

E insiste el sirviente –mientras el faycán logra levantarse del suelo acompañado de un mencey y un europeo lampiño– que está Canarias: 1400, publicada en 2010 y proyecto editorial del Colectivo de Ilustradores Canarios, así como la dinámica serie Imidawen, de Juan Antonio Martín y Jonay Martín, que iniciaron con Vientos de guerra.”

-Y hay más….- dice el sirviente al ser rodeado por el faycán, el mencey y el europeo lampiño.

- Hay más.

FOTOS


Saludos, ¡Achamán!, desde este lado del ordenador.

Fallece el profesor Enrique Fernández Caldas

Domingo, Diciembre 8th, 2013

Ha muerto el profesor Enrique Fernández Caldas (Mazo, La Palma, 18 de septiembre de 1923-Santa Cruz de Tenerife, 8 de diciembre de 2013), catedrático de Edafología, rector de la Universidad de La Laguna en los años setenta y consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias entre 1986 y 1989.

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de La Laguna, trabajó como investigador y profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, así como en la British Council y para el Instituto Internacional, además de participar como investigador invitado en las universidades de Arizona, Colorado y Wisconsin, entre otras. Fue, además, uno de los impulsores del Centro Asociado de la Universidad de Educación a Distancia, institución que dirigió desde sus inicios. En el terreno político, Enrique Fernández Caldas ejerció como procurador en Cortes en la X Legislatura y como miembro del Consejo Nacional de Educación.

Para los que lo conocieron, Enrique Fernández Caldas era un humanista y un hombre de principios. También un maestro que nunca perdió el entusiasmo ni el interés por continuar aprendiendo.

Muchos son los que aún recuerdan su gestión al frente de la Universidad de La Laguna. Tarea que emprendió en 1973 y que terminó en 1976 cuando autorizó un concierto del cantautor Lluis Llach en el Paraninfo universitario.

Lluis Llach tenía previsto ofrecer dos recitales en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife a finales de febrero, aunque fueron prohibidos por la policía. Entonces, recuerda el cantautor, una comisión de profesores de la Universidad de La Laguna le ofreció en nombre del rector que celebrase este concierto, un domingo, en el Paraninfo.

Lluis Llach aceptó la propuesta mientras el rector Enrique Fernández Caldas recibía la orden del jefe superior de la policía de prohibirlo. No se amilanó Fernández Caldas, quien justificó su celebración porque el acto era “competencia exclusiva de las autoridades académicas”.

El jefe de la policía le advirtió que, en ese caso, las fuerzas del orden lo impedirían lo que obligó a que tanto el rector como la junta de gobierno de la Universidad de La Laguna presentase su dimisión y que el 1 de marzo Lluis Llach fuese expulsado de Tenerife por la policía siguiendo una orden verbal del ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne.

Por aquel gesto, el cantautor Lluis Llach se puso en contacto con Enrique Fernández Caldas para expresarle personalmente su agradecimiento.

Al frente de la Consejería de Educación Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, las políticas de Fernández Caldas fueron igual de intensas y avanzadas para su tiempo.

Supo rodearse de un buen equipo de profesionales y desde su cargo diseñó y dotó de fondos lo que más tarde sería el actual campus universitario de Guajara –la nueva universidad–. Apostó también por presentar la candidatura de La Laguna como Ciudad Patrimonio de la Humanidad a través de su gran amigo, Federico Mayor Zaragoza, por aquel entonces presidente de la UNESCO.

Como consejero, nombró a Juan Manuel García Ramos como director general de Cultura, quien lo sustituiría al frente de esta responsabilidad entre 1989 y 1991. Durante su gestión, Fernández Caldas apoyó la promoción de la cultura hecha en Canarias en todas sus áreas.

Quienes lo conocieron insisten en calificarlo como un “ilustrado”. Un hombre con “visión de futuro y muy preparado”. Un profesional que siempre trabajó “por y para los intereses de Canarias”.

Quien sabe si precisamente por eso, los últimos años de Enrique Fernández Caldas  transcurrieron apartados del mundanal ruido.

Era un hombre feliz en su finca de Guamasa, donde cultivaba naranjos y aguacates junto “a la  mejor mujer del mundo”, su esposa Rosa Rodríguez Galván, hija de Corviniano Rodríguez López, hermano de Heliodoro Rodríguez López, y profesora de Inglés en la facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna hasta 1990. Con ella tuvo cuatro hijos.

Con Enrique Fernández Caldas desaparece uno de los hombres más singulares y destacados del archipiélago. Un profesor, curiosamente ninguneado en los Premios Canarias, a quienes califican sus alumnos como el maestro. Un hombre, en definitiva, que se preocupó en enseñar y en ser enseñado.

Entre otros reconocimientos, Enrique Fernández Caldas –nombrado Hijo Predilecto de La Palma en 2002– fue distinguido con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y la Gran Cruz al Mérito Militar. También fue miembro de la Orden de Andrés Bello de Venezuela; Caballero de la Orden de Las Palmas Académicas de la República Francesa y en marzo de este año, XIII Premio Alonso de Nava y Grimón que concede la Universidad de La Laguna.

(*) En la imagen retrato de un joven Enrique Fernández Caldas por Pedro González.

Saludos, fundido a negro, desde este lado del ordenador.

Intermedio

Viernes, Diciembre 6th, 2013

Crom, jamás te había rezado antes. No sirvo para ello. Nadie, ni siquiera tú, recordarás si fuimos hombres buenos o malos. Por qué luchamos y por qué morimos. No, lo único que importa es que dos se enfrentan a muchos. El valor te agrada, Crom. Concédeme pues una petición. Concédeme la venganza. Y si no me escuchas, vete al infierno.”

(Conan, el Bárbaro, John Milius, 1982)