Archive for Agosto, 2016

La edad adulta es el infierno

Sábado, Agosto 20th, 2016

“La edad adulta es el infierno. Frente a una postura tan tajante, los ‘moralistas’ de nuestra época lanzarán gruñidos vagamente desaprobatorios, esperando el momento de insinuar sus obscenos sobreentendidos. Tal vez sea cierto que Lovecraft no podía convertirse en adulto; pero lo que está claro es que no lo deseaba. Y teniendo en cuenta los valores que rigen el mundo adulto, difícilmente podemos reprochárselo. Principio de realidad, principio de placer, competitividad, desafío permanente, sexo y empleo… nada para entonar aleluyas.”

(H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida, Michel Mouellebecq. Traducción: Encarna Castejón, Libros del Tiempo, Ediciones Sirela, 2006)

Saludos, recordamos, desde este lado del ordenador.

Uno de los nuestros

Jueves, Agosto 18th, 2016

Me mezclo en un grupo de gente con vistosos disfraces. No están alegres, la tristeza se refleja en sus caras.

Observo como las lágrimas resbalan por las mejillas de una atractiva rubia, demasiado nórdica para que la blancura de su piel soporte los rayos solares que caen en estas islas del sur…

Me atrevo a preguntar a un tipo con toga y lira entre las manos ¿por qué lloran? y sin apenas mirarme, rasga el instrumento y canta con voz desafinada que ha muerto Víctor…

¿Qué Víctor?

- El que ahora mora en Thule – responde con los ojos anegados en lágrimas.

Entonces me doy cuenta. 

Se fue Víctor Mora.

Recuerdo más allá de El capitán Trueno y Jabato, su Corsario de Hierro… aquellas historietas de piratas que me acompañaron durante unos años donde todavia el mundo era mundo.

Con Víctor Mora muere uno de los más importantes autores de la cultura popular en España. Un escritor que creó series y entretuvo a generaciones de niños, jóvenes y adultos que hoy han amanecido un poco más huérfanos. 

El responsable de tantas horas felices y perdidas deja detrás a sus personajes, el sheriff King, Roldán sin miedo, Dani Futuro, solos y desamparados y casi parecen que demasiado adultos, sin ganas de pelea y sin amigos con los que enfrentarse a formidable enemigos.

Pero esto solo lo saben los que están enrolados en la tripulación de un barco pirata que navega por el mar de los Sargazos. 

Aquellos que son un corsario más de Hierro.

Se lo debo, se lo debemos, a Víctor Mora.

(*) El corsario de Hierro rodeado de sus amigos en una viñeta del irrepetible Ambrós

Saludos, hasta la próxima, desde este lado del ordenador.

Samuel M. Delgado y Helena Girón presentan su último trabajo en el Festival de Toronto

Miércoles, Agosto 17th, 2016

El cortometraje Montañas ardientes  que vomitan fuego, de Samuel M. Delgado y Helena Girón (en la imagen, que firma José Alayón) se exhibirá en el Toronto International Film Festival.  La  película fue rodada en el municipio de Haría, en Lanzarote, y propone al espectador una inmersión en un tubo volcánico, en concreto el de La Corona.

Este trabajo parte de las teorías del científico del siglo XVII Athanasius Kircher, quien sostenía que  los volcanes están interconectados y han creado una red de vasos comunicantes a través del interior de la Tierra.

Montañas ardientes que vomitan fuego se trata de la segunda película que sus realizadores presentan en este festival, ya que el año pasado acogió el estreno de Sin Dios ni Santa María.

La cinta cuenta con el diseño sonoro de Juan Carlos Blancas, compuesto íntegramente por grabaciones realizadas en la isla y está filmada con negativo caducado de 16mm revelado artesanalmente y es una producción de La Banda Negra.

Saludos, esperamos ver esta experiencia, desde este lado del ordenador.

¿El mundo le pertenece a los niños?

Martes, Agosto 16th, 2016

Niccolò Ammaniti es un escritor italiano que ya lleva un tiempo circulando fuera de su país por una producción literaria cuyas historias comulga con la de muchos lectores con independencia de cual sea su país y su idioma.

El escritor acostumbra a sorprender en cada uno de sus libros, relatos que no tienen aparentemente nada que ver con los anteriores pero sí que beben de las mismas fuentes e incluso constantes porque, si hay algo que preocupa a Ammaniti es la construcción de personajes y cierta mirada cargada de asombro sobre las edades del hombre.

Por ejemplo en Anna, su última novela, los protagonistas son niños. Niños a los que despliega en un escenario apocalíptico y sin adultos, igual de perverso pero no tan sádico como el que propuso Carlo Collodi en Pinocho, y el paisaje de una isla –Sicilia– con la que reinterpreta ese clásico de las letras que es El señor de las moscas, de William Golding, por la sensación de ternura pero también desasosiego que describe de los jóvenes que ha puesto en tan extrema situación. Personajes que andan por un territorio en ruinas y que está repleto de cadáveres en descomposición.

La razón que explica esta geografía tiene su origen en la novela de Ammaniti en un virus, La Roja, que se ha extendido por el mundo como una epidemia. La enfermedad, sin embargo, solo tiene capacidad para matar a los adultos aunque afectará a los niños cuando estos crezcan y se hagan mayores.

La acción se desarrolla en una Sicilia invadida por bandas de jóvenes que van a su aire, cada una de ellas con sus peculiaridades, algunas de ellas siniestras contras las que tiene que lidiar Anna, su protagonista principal, y a quien seguimos en su larga odisea junto a Astor, su hermano, mientras se modela el carácter de una chica de trece o catorce años de edad, que pronto fallecerá por La Roja.

De ahí su empeño por cruzar el estrecho de Mesina para llegar al continente. Un territorio, piensa con esperanza, en el que podría encontrar un lugar con adultos que han descubierto un antídoto pero sobre todo la idea de que su hermano conozca esa sociedad que existía mientras aún vivían sus padres.

Para moverse por el nuevo escenario que les ha tocado vivir, Anna cuenta con un cuaderno de tapas marrones que le dejó su madre antes de fallecer. Lo tituló Las cosas importantes y ofrece algunas instrucciones útiles para sobrevivir, pero será Anna por sí misma quien averigüe lo duro que es ser mujer, y la carga de responsabilidades que asume siendo aún demasiado joven, como es la de ayudar y proteger a su hermano pequeño.

Este nuevo mundo que propone Ammaniti es desolador, pese cuenta con un final abierto pero hermoso. En él suenan ecos de optimismo pero también de pesimismo ya que a partir de ese momento el lector sabrá que los protagonistas emprenden otra aventura, la de hacerse mayores y desaparecer, o la de reconstruir una sociedad que con todas sus taras es el legado que recogen de los adultos cuando nadie se preocupaba por sobrevivir.

El paisaje de la novela describe ciudades y pueblos de Sicilia como si saliesen de una película de muertos vivientes, solo que el enemigo son jaurías de perros salvajes y otros niños como ellos que están en proceso de transformarse en bestias.

Describe un grupo de adolescentes que hace recordar al del señor de las moscas. En la novela de Ammaniti no es un señor sino una señora ficticia, creada por algunos de estos chicos y con el que obtienen regalos porque si se devoran sus cenizas no se promete la vida eterna pero sí que se superará la enfermedad.

Esta es solo una de las bandas con las que se tropezará Anna a medida que avanza su peregrinaje por una Sicilia abandonada de la mano de Dios y una historia que se escora hacia territorio dantesco que Ammaniti bordea peligrosamente para salvarlo.

La adolescencia es un asunto que ya trató el escritor en novelas anteriores, solo que ahora combina una soterrada desesperación a lo Cormac McCarthy en La carretera para describir un mundo que solo habitan niños, niños que lo han convertido en una anarquía que ya no reúne valores y sí tierra donde solo sobreviven los más fuertes.

No se trata Anna de una novela darvinista, aunque algo de ello tiene. Tampoco cuenta con un poso religioso, aunque religiones primitivas son las que observa la protagonista a lo largo de su periplo por esa Sicilia que regresa a sus orígenes, y en las que ya se detecta una jerarquía que tiene claro lo del todo vale.

La vida de un ser humano, como la de un perro, solo llega a los catorce años. Aunque como le dice un personaje en la novela, hay chicos que con esa edad han vivido más que un adulto.

Un clásico fantástico

Viernes, Agosto 12th, 2016

Por esos inexplicables designios del destino cae en mis manos El tormento de las 13 doncellas como si un ente espectral me guiara a tan extraña como sorprendente película.

Y digo bien cuando escribo ente espectral porque el director de la cinta, el alemán Harald Reinl, falleció hace ahora treinta años en el Puerto de la Cruz, Tenerife, tras ser apuñalado por su tercera esposa, la actriz checa Daniela Maria Delis.

Casualidad o no, confieso que no había depositado demasiadas esperanzas en la cinta pero fue ver la portada y asomar en una esquina que la historia se basaba en un relato de Edgar Allan Poe lo que despertó mi últimamente adormecida curiosidad. Y mi instinto, bregado en mil batallas, no me traicionó porque este tormento de 13 doncellas respondió a las expectativas.

Eso sí, más que basada en un relato de Poe está vagamente inspirada en un relato del autor de El gato negro, de quien coge algunos elementos, como el péndulo de El pozo y el péndulo y poco más, y sí influencias, afortunadas, de las producciones de la Hammer, la atmósfera y la presencia de Christopher Lee así lo delatan; y de La máscara del demonio, el clásico de Mario Bava.

La literatura en lengua alemana cuenta con un grupo selecto de obras maestras fantásticas y terroríficas, ese terror que poco a poco te mete el miedo en el cuerpo. Se refuerza con una sólida base en su folclore y se distingue por la descripción de personajes.

El filme de Reinl recoge ese espíritu que juega con lo macabro. Cuenta con una primera parte modélica en la que se sumerge al espectador en un mundo turbio, extraño, un puente entre lo real e irreal con temple poético e inquietud metafísica pero sin perder tono de humor negro.

Protagonizada por un excelente y atractivo Lex Baker, actor que da la medida del héroe romántico y Karin Dor, actriz que da la medida de la heroína romántica que la película requiere, El tormento de las 13 doncellas es gótico en estado puro. Una rareza en clave fantástica que anima a seguir la filmografía de un cineasta que realizó varios western con Lex Baker como protagonista y que adaptaban novelas de Karl May, a películas de suspense y terror desde el mismo corazón de la selva negra.

Entiendo que por eso el trabajo de Harald Reinl no haya sido aireado por aficionados a las extravagancias ni a la potentísima cultura popular alemana, que es igual o más bestia que la de sus viscerales hermanos latinos… Pero ellos se lo pierden porque El tormento de las 13 doncellas merece ser descubierta como la joya, pequeña o grande, que es del género fantástico en el cine.

Una Constantin Film Produktion, la historia arranca con la maldición con la que el conde Frederic Regula condena a quienes lo ajuiciaron así como a sus descendientes antes de morir acusado de asesinar a trece doncellas.

La venganza se producirá eones después con dos de los descendientes. Para contarlo, Reinl introduce al espectador en un mundo de fantasía negra a través de una mirada escéptica, la que encarna el personaje que interpreta Baker, y la de los creyentes, que se personifica en el conductor de la diligencia que los lleva al castillo maldito y más tarde el mismo espectador.

Feliz descubrimiento El tormento de las 13 doncellas. Pero no solo por lo que significa y debe reivindicarse, sino por la forma en cómo llegué a ella…

Un ente espectral me señala una carátula en la que detecto un nombre vagamente conocido…

Harald Reinl…

Saludos, gritos y susurros, desde este lado del ordenador

‘Un estremecimiento me desarma’, chilajitos de María Gutiérrez

Miércoles, Agosto 10th, 2016

La literatura de María Gutiérrez es, afortunadamente, una cosa rara.  Mientras a uno les da por escribir la novela de su vida en ochocientas páginas más o menos, la escritora propone pequeñas historias, muchas de ellas microrrelatos que se dice ahora, que además de conmover o conmocionar, tienen olfato, colores y sonidos.

Un estremecimiento me desarma. Chilajitos se trata de pequeños relatos en los que hablan los sentimientos para contar más que una vida, sensaciones de una vida. No asoma para nada la nostalgia que es un error porque no se puede recuperar el pasado pero sí, y eso es lo que María Gutiérrez hace con estos cuentos, repartirlo en piezas, muchas de ellas tintadas de tristeza.

Prosa poética, historias que escarban en los sentimientos y que narra con sobresaliente pulso en una página o dos, la editorial Konkursbuch publica –y muy bien en una excelente y atractiva edición– estos chilajitos en  edición bilingüe (español y alemán, que traduce Claudia Gehrke, su editora) que incluye además fotografías en blanco y negro de familia de la autora y protagonista de estos trozos de existencia.

Escritos con mirada serena,  todo empieza con un retrato que muestra a una niña que abraza a un gato para bucear luego por la adolescencia, juventud y madurez de una mujer que si rinde cuentas a alguien en estos escritos es así misma.

Pero tampoco.

No le hace falta. María Gutiérrez es una escritora con estilo, que sabe contar cosas, que invita a que conozcamos un paisaje y un paisanaje cuya cadencia es universal.

Revela un territorio familiar a través de los ojos de una niña que se hace mayor. Se cruzan por estas historias amores, deseos, anhelos, risas y lágrimas, la vida que de tanto en tanto se salpica con esas cosas.

Un estremecimiento me desarma son piezas de un mismo rompecabezas, relatos personales y tiernos que forman un cuadro de vida que se observa con ojos intensos. Propone mirar al pasado y asombrarnos de lo que fuimos y ahora somos…

La vida.

Saludos, el faro, desde este lado del ordenador.