Archive for Agosto, 2016

“¿Eh? La cosa es fuerte”

Martes, Agosto 9th, 2016

“- ¡Ah, querido amigo! ¿Qué dirá usted si yo le afirmase que estamos encima de una sinagoga? ¿Eh? La cosa es fuerte. Pues, sí, señor, cuando la persecución de los judíos, éstos erigieron un templo subterráneo; yo me lo figuraba, viendo el número de casas con galerías ocultas que hay en Madrid. Existe una ciudad subterránea cuya existencia nadie sospecha. Tenía un detalle:  el rabino Isaac Ben Gerva la Barí hace referencia a los pasadizos misteriosos. Además, los cristianos también los utilizaban. En casa del favorito Antonio Pérez hay una galería abovedada con señales de haber pasado un carruaje.

Basilio, impaciente, le interrumpió.

- Me parece que ha olvidado usted el detalle más importante: ¡ese maravilloso queso manchego a que antes hacía usted referencia! Estoy desfallecido; hasta que no coma no conseguiré enterarme de esa historia de los judíos.”

(La torre de los siete jorobados, Emilio Carrere, Editoria, Dólar. No viene fecha)

(*) La imagen corresponde a la película La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944)

Saludos, una risa, desde este lado del ordenador.

‘Vs.’, una novela de Sergio Barreto

Lunes, Agosto 8th, 2016

Sergio Barreto obtuvo el premio de Novela Benito Pérez Armas por Vs., un título en apariencia críptico, que apenas facilita información sobre los contenidos aunque clave, una vez se concluye, para entender uno de los motores que pone en movimiento la historia.

Una historia que es una frenética huida hacia adelante que emprenden cuatro amigos que se reencuentran. Es verdad que apenas existe algo sólido que mantenga esa camaradería, pero sí un objetivo común, muy absurdo, que es terminar esa noche en El Cráter, un prostíbulo de carretera. Una de esas carreteras inmensas que atraviesan el desierto de Cicatuac, una región inhóspita y, se sospecha, sureña cuyo carácter ha terminado por moldear el carácter de sus habitantes.

Cuatro de ellos, protagonistas de una novela que, efectivamente, va hacia adelante mientras tantea direcciones en las que refleja muchas de las venas abiertas de este territorio, un territorio fronterizo, muy western.

Cicatuac es, en este aspecto, un personaje más de la novela. Y un personaje protagonista porque su peso atraviesa cada una de sus páginas, en las que se describe una violencia climatológica que en el paisaje puede adoptar nombres como Polvo del Diablo; y en sus protagonistas fiebre de ser “fantasmas, seres condenados a errar durante años por una desolada tierra de bárbaros.”

Una comarca “real” donde anida lo podrido y corrupto. En la que no existe ni el bien ni el mal, y que Sergio Barreto se preocupa en describir, en ocasiones rayando lo pornográfico, sexo y borracheras hasta el amanecer.

Marcelo, Mediacara, Octavio y el narrador de la historia emprenden así su peculiar viaje a la nada. Son personajes sin casta, seres en un mundo que se mimetiza con sus pobladores.

Novela de carreteras, aunque esas carreteras discurran por territorios imaginados, como lector me he adaptado a ese pedazo de infierno porque cada uno cuenta con su desierto privado, ese coto en el que estás completamente solo y que solo te ofrece reflejos porque no existen los espejismos.

Reconstrucción pues de un espacio en el que lo físico se mezcla con lo mental, dejando muy de lado lo espiritual, Vs. es territorio minado. Y caminar entre minas genera una lectura incómoda pero también agradecida.

Supo apretarte las tripas.

Y eso, insistimos, porque no es fácil asistir a este proceso de degradación en el que sus protagonistas se vuelven más salvajes pero se agradece que se describan sus actos sin ánimo redentor… Así que pese a sus extremos, todos ellos resultan creíbles porque el paisaje resulta creíble.

Debe ser que todos guardamos un Cicatuac dentro. Quizá no tan polvoriento como el que retrata Sergio Barreto pero sí que poblado por una fauna en la que habita lo más monstruoso de nosotros mismos.

El horror.

Saludos, ya saben, desde este lado del ordenador.

Una amistad traicionada

Viernes, Agosto 5th, 2016

Marlon Brando se lío la manta a la cabeza a principio de los años sesenta para dirigir y protagonizar El rostro impenetrable, probablemente uno de los western más extraños y por esos fascinantes de la historia del cine, y un título que merece ser revisado cada cierto tiempo porque, pese a sus irregularidades, se trata de un filme rompedor, aunque sin estridencias, y más devoto con el género de lo que pudiera pensarse.

El reto no era fácil, pero pese a todo el actor y ahora cineasta firmó un documento que por sus cualidades merece ser reivindicado como la obra de arte –imperfecta, de acuerdo– que es.

Escrita originalmente por Sam Peckinpah, a quien dio la patada Stanley Kubrick, su director inicial, El rostro impenetrable terminó en manos de Marlon Brando, actor cuentan que con un ego desmesurado, pero que legó una cinta que a partir de entonces no ha dejado de influenciar en otros actores y directores como Clint Eastwood, y si han visto el filme de Brando y Sin perdón, entenderán porque lo comentamos.

El rostro impenetrable cuenta una historia sencilla: una amistad entre hombres traicionada. El personaje que interpreta Brando es abandonado, tras echarlo a suertes, por Karl Malden. Brando será capturado por agentes de la ley mejicanos y pasará cinco años en la cárcel de Sonora, un lugar que tal y como lo describe el personaje, sería algo así como la antesala del infierno.

Pasado esos años, el cuatrero desubicado persigue a su antiguo socio con una idea en la cabeza: matarlo. Se une a una banda de ladrones de bancos, su oficio de toda la vida, para robar el banco de una próspera localidad de la frontera y en la que el sheriff es Karl Malden, hombre que ha rehecho su vida y está felizmente casado.

Además del retrato humano que ofrece la película, si algo destaca en este western es la utilización de un paisaje al que en pocas ocasiones recurre el género como es la playa y el mar. El mar juega un elemento muy interesante en esta película al servir de catalizador de las pasiones que va a desatar entre los protagonistas. La hijastra del personaje (Pina Pellicer) que interpreta Malden se enamora de Brando, lo que genera un apasionante duelo de celos entre esos dos hombres que ahora se han convertido en enemigos íntimos.

Hay furor, violencia, momentos para el sosiego pero sobre todo un vibrante y emocional duelo interpretativo que es lo mejor de un western psicológico en el que no hay buenos ni malos, sino hombres que responden a situaciones extremas por algo que no supieron arreglar en el pasado.

Protagonizada también por actores clásicos del género como Katy Jurado, Slim Pickens y Ben Jonson, así como una delicada pero gigantesca Pina Pellicer, es inevitable preguntarse hacia donde se hubiera dirigido el cine de Marlon Brando si hubiese continuado detrás de las cámaras.

El rostro impenetrable cuenta, pese a sus imperfecciones, con grandes momentos e  imágenes que dejan huella. Cosas del desconcierto, de sentirse abducido por un relato que toma partido por varias historias a las que deja, la mayoría de ellas, sin concluir.

Algunos dicen que por la egolatría de su actor y director aunque más parece que así lo quiso su autor. Y como firma se hace responsable de su estilo, en el que mezcla clasicismo con vanguardia sin que se le caigan los anillos de los dedos.

Por eso ¿quién es el rostro impenetrable?

En el filme el paisaje físico se confunde con el estado de ánimo que transmiten sus actores a través, precisamente, de las caras.

Una voz dice que no es tan impenetrable como quisiera El rostro impenetrable.

Pero ¿y qué?

Saludos, navegamos, desde este lado del ordenador.

Roald Dahl, la historia de un gigante

Jueves, Agosto 4th, 2016

En unos días donde todo parece que se confabula para hacernos infelices tropiezo de nuevo en el camino con un escritor que parece que diseminó su trabajo para que recuperara algo de cordura. Ese escritor es Roald Dahl, y el próximo 16 de septiembre quienes buscamos desesperadamente relatos que más que conmover nos conmocione, celebraremos como se merece el centenario de su nacimiento. 

Nos adelantamos en el tiempo pero la lectura, y relectura de muchos de los cuentos que habíamos olvidado, salvo esa pieza siniestra pero humorística que es Cordero asado, ha logrado que aún perdure en nuestro recuerdo su triste e inteligente mirada sobre los adultos.

Mirada que aún conserva un cruel y refinado sentido del humor que hace observar las cosas de otra manera, a entender el universo para niños y para hombres crecidos a la sombra de Dahl como una inevitable certeza de que la existencia es, efectivamente, un chiste. Depende solo de nosotros mismos que esa broma resulte excelente, y por lo tanto digna de recordar y no mediocre y sin gusto.

Si no lo conocen, si no lo han leído, es probable que les suene Dahl si revelamos que es el autor de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda, El gran gigante bonachón y Las brujas, obras destinadas al público infantil pero que pueden ser perfectamente leídas por esos adultos que todavía buscan un mundo sin tantas prisas y sí más misterioso e insólito. 

Pero hay otro Roald Dahl, el escritor que ironizaba sobre los miedos que te asaltan cuando te haces mayor, la mayoría de esos miedos ya incubados cuando apenas eres un crío, y de los que resulta bastante difícil desligarse cuando comprendes que el suelo que pisas no es sólido sino de arenas movedizas.

En otras de sus historias para adultos Dahl trabaja muchos los pecados capitales que marcan la condición humana, pero casi siempre desde una perspectiva irónica, como si al escritor le gustara bromear con sus historias mientras retrata gente acomodada y aparentemente feliz que se vuelve miserable cuando se tambalea su mundo.

Para retratar estos tipos le basta solo con dos o tres brochazos. Suficientes para que esos hombres y mujeres resulten creíbles y, por lo tanto, humanos. Muestra sus flaquezas, sí, pero no olvida que son seres humanos.

Los cuentos para adultos de Roald Dahl deben de tomarse como medicina. No termina de curar el mal que padeces pero lo calma. Si vuelves a sentirte mal, lo mejor que puedes hacer es volver a abrir cualquiera de sus libros y dejarte llevar por lo que escribe. A la media hora le garantizamos que notará sus beneficiosos efectos.

No sabemos de donde pudo venirle esta genialidad aunque si se rastrea en su vida se descubre que fue todo menos tranquila. Combatió como aviador durante la II Guerra Mundial y fue derribado en varias ocasiones –fruto de esta experiencia nacieron los greemlins, duendecillos caprichosos del aire, así como la autobiografía Volando solo–.

Tuvo además una vida sentimental difícil a la que logró enfrentarse gracias a sus libros y a su mujer, Patricia Neal. Se entiende así su escepticismo hacia los adultos, y su manera de mostrarlo a través de una serie de cuentos crueles escritos con humor no negro, sino negrísimo. Esa broma, muy al estilo O’Henry pero sin el sentimentalismo del americano, que se revela en los párrafos finales o en la demoledora frase con la que termina el cuento.

Cuento que puede ser Tatuaje, La máquina del sonido, Un cuento africano (relato que todo defensor de los animales debería de leer); el extraordinario Galloping Foxley, El deseo, un tenebroso descenso a la infancia; El cirujano, Apuestas… Si el tiempo le da para novelas, ahí tiene la divertidísima Mi tío Oswald para tomar a cucharadas. Sirvan estos títulos a modo de improvisada receta con la que calmar sus males.

Lo grande de un escritor como Roald Dahl es que nunca falla. Y eso lo hace francamente necesario en tiempos tan enfermos como los que vivimos.

¿La clave?

La clave es que una vez que lo conoces es inevitable que vuelvas a él. Así pasen lo años y se acumulen las tristezas.

Saludos, navegamos y navegamos, desde este lado del ordenador.

Muere el cronista Luis Cola Benítez

Miércoles, Agosto 3rd, 2016

Luis Cola Benítez no fue historiador aunque acabó convirtiéndose en cronista oficial de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife desde junio del 2011, uno de esos títulos que conceden las capitales de provincias a los hijos que considera merecedores de tal galardón.

Los que vivimos en esta ciudad conocemos muy poco la historia, precisamente, de esta ciudad. La cosa ha mejorado en los últimos tiempos al animarse una serie de investigadores a estudiar los orígenes de lo que comenzó siendo playa en la que desembarcaron los conquistadores castellanos, más tarde pequeño pueblo de pescadores y puerto de La Laguna, hasta convertirse en la capital que es en la actualidad. Una capital hecha a pedazos, desigual, con numerosas caras…

La historia de la capital tinerfeña cuenta con suficientes libros como para recibir con los brazos abiertos a quien desee adentrarse en su pasado. Alejandro Cioranescu le dedicó varios tomos, un material que desde entonces ha servido de referencia a otros investigadores que por curiosidad o afición han dedicado parte de su tiempo a bucear en el nacimiento y posterior desarrollo de Santa Cruz de Tenerife.

Una capital de provincias irregular, que frente al mar no mira al mar, y que cuenta con algunos rincones atractivos… El escritor Ignacio Aldecoa en su Cuaderno de Godo dijo de ella que además de ser una ciudad de cuestas, “está más cerca de la Península que la Península de Santa Cruz”, y no le faltaba razón a un hombre que sintió este archipiélago tan dentro de las entrañas…

El caso es que Santa Cruz de Tenerife cuenta además de sus cronistas con sus cantores y sus escritores y poetas aunque vivimos en una realidad en la que no se hace caso ni a sus artistas ni, pese a los reconocimientos varios, a los que se preocupan por recordar y recuperar su pasado.

Y Luis Cola Benítez fue uno de los que se encargó en desempolvar su memoria y reivindicarla  en una serie de libros que publicaba con el entusiasmo de quien quiere hacer una ciudad de vecinos.

Fue autor de, entre otros libros, 1797, cinco días de julio, Cartas a Patricio Estévanez, Barrancos de Añazo, La imprenta Benítez, Sed, la odisea del agua en Santa Cruz de Tenerife o Fundación, Raíces y Símbolos de Santa Cruz de Santiago de Tenerife.

Luis Cola Benítez era miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, del Instituto de Estudios Canarios, la Asociación Hidalgos de Nivaria y fundador de la Tertulia Amigos del 25 de Julio. Fue también un activo colaborador en la prensa de las islas, muchos de estos artículos estuvieron dedicados a recorrer la vida de los alcaldes de Santa Cruz de Tenerife.

Siempre su Santa Cruz de Tenerife.

(*) La imagen está tomada de la página Asociación Histórico-Cultural Gesta del 25 de julio de 1797

Saludos, fundamos a negro, desde este lado del ordenador.

Fallece el músico Ruskin Herman

Martes, Agosto 2nd, 2016

No llegué a conocer personalmente a Ruskin Herman pero una serie de hechos lamentables me acercaron virtualmente al guitarrista hace unos meses… Así que el mejor homenaje que le puedo brindar es escribir que lo respeteba gracias a su música. Aquellos ya legendarios tiempos en los que se hablaba del jazz en Canarias porque existió realmente un jazz hecho aquí. 

Un jazz muy personal, con extraordinarios virtuosos que, como Ruskin Herman sentaron las bases de una música con sonidos diversos.

Pero pasaron los años y el sueño se disolvió.

Tocaba, decían, otras músicas.

El último proyecto de Ruskin Herman fue Celtic Loops pero no consiguió que saltara el Atlántico por una de esas decisiones burrocráticas que definen las políticas culturales del Gobierno canario, pero así son las cosas y las jugarretas que da el destino.

Cuentan que Ruskin Herman colgó hace años la guitarra por una mandolina. Como a un juglar se le podía escuchar en algunas de las calles de La Laguna. 

Ruskin Herman ha muerto…

¿Tendrá un homenaje como se merece?

¿No llega demasiado tarde ese se merece?

(*) La imagen está tomada de Difunde Cultura Canaria.

Saludos, hasta pronto, desde este lado del ordenador.