Archive for Marzo, 2020

La quinta edición de Tenerife Noir se celebrará en otoño de 2020

Jueves, Marzo 12th, 2020

Tenerife Noir celebrará su quinta edición, finalmente, en otoño de 2020. El Festival Atlántico de Género Negro cambia su calendario por responsabilidad ante la declaración de pandemia por coronavirus por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La decisión se ha concretado en la mañana de este jueves de forma coordinada entre los gestores del festival con las administraciones públicas colaboradoras.

“Llevamos toda esta semana en conversaciones con las administraciones públicas, para evaluar día a día la evolución de la situación y, finalmente, hemos acordado cambiar de calendario para colaborar en favorecer la salud pública, al tiempo que nos preparamos para desplegar nuestro programa de forma integral en el último cuatrimestre del año, en las mejores condiciones y para disfrute del público y de todas las personas participantes”, explica el director y productor de Tenerife Noir, Alejandro Martín.

La resolución es coherente con las medidas que se han ido adoptando por parte de las instituciones en otros ámbitos, al tiempo que se adapta a decisiones de estas mismas características tomadas por sectores relacionados con el festival, como es el mundo editorial.

De esta manera, todas las actividades previstas en el festival se trasladan al otoño, en fechas que se anunciarán al público en cuanto se concreten y reajusten las agendas de autores, personas expertas y cineastas que participarán. Igual ocurre con el programa del Seminario Tenerife Noir de Investigación en el Género Negro de la Universidad de La Laguna, que estaba previsto inicialmente para los días 18, 19 y 20 de marzo.

Saludos, esto también lo hace el corona virus, desde este lado del ordenador

Pasen, pasen y lean

Miércoles, Marzo 11th, 2020

Alejandro Tosco es el nuevo presidente del Círculo de Bellas Artes de Tenerife por un voto. Un puñetero voto. Al parecer y por lo que leemos, el ìndice de participación fue altísimo lo que contagió de sospechas el recuento final que ha dado finalmente la responsabilidad del centro a Tosco y su equipo.

Entre las novedades con acento de aquí que recibimos nos encontramos con La Sorriba (Ediciones Idea), de la escritora y poeta Cecilia Domínguez Luis; De Las Palmas a Dakar (Baile del Sol), de Eduardo Suárez Socorro y Las dos Amelias (Alba Editorial), de José Luis Correa, escritor este último que presenta esta novela el sábado en la Biblioteca de Arte de Tenerife Espacio de las Artes a partir de las 11 horas, dando comienzo al V Festival Atlántico del Género Negro Tenerife Noir.

Nos dicen que en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, tocamos madera para que se celebre por aquello de virus que ha vuelto loooco al mundo entero, se presentarán los volúmenes 61, 62 y 63 de la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC) dedicado a los artistas Carmen Arozena, Juan López Salvador y José Julio Rodríguez escritos por Luisa Navarro, Fernando Castro y Pilar Carreño, respectivamente. Se estima que sea el 26 de mayo a las 20 horas.

Miguel Mejías (Nocturnos, Icelands) debuta en el largometraje con La viajante. En colaboración con Amanda Lobo escribió un guion pensando en los dos actores principales: Ángela Boix -protagonista de muchos de sus cortometrajes- y Miquel Insua. Desde el principio del viaje también estuvo Niklas Schmich en el reparto.

Larga vida a Beigbeder

Martes, Marzo 10th, 2020

Tras la publicación de 13,99 euros el nombre de Frédéric Beigbeder se hizo un sitio en el mapa de las letras francesas. Novela desprejuiciada, narraba las idas y venidas de su protagonista, el mismo Beigbeder, como alto ejecutivo de una agencia de publicidad. En el libro contaba cómo se las ingeniaba para trabajar en un mundillo de trepas y también algunos excesos con drogas y alcohol para subrayar el aire tragicómico que tiene la obra.

La novela fue un éxito y elevó su nombre fuera de Francia. Hoy por hoy, sus libros se publican con puntualidad en España, y en todos ellos se puede apreciar cómo ha ido evolucionando Beigbeder su manera de ver las cosas con el paso de los años.

Esta filosofía vital se mantiene con las mismas vitaminas en su nuevo libro, Una vida sin fin (Anagrama, 2020). Lo serio y lo cómico se mezcla. A veces no se sabe si escribe en serio o en broma. Tal es su financieramente rentable inmadurez.

Si hay dos escritores franceses que lideran la lista de tipos raros son Beigbeder y Michel Houllebecq. Es verdad que esta imagen la han cultivado ellos mismos y es probable que eso sea lo que los haya acercado. Man mantienen en la actualidad excelentes relaciones y ambos suelen citarse de manera habitual en sus libros. En los dos casos, y siendo en apariencia tan opuestos, Beigbeder y Houllebecq hablan de la actualidad con un dolor que desarma pero también con una ironía que hace encogerse de hombros ante lo obvio.

En Una la vida sin fin Frédéric Beigbeder no parece el mismo aunque como en todo proceso de transformación arrastra sedimentos que hace que lo reconozcamos como el escritor que a veces puede llegar a ser.

Beigbeder es un escritor al que sigo el rastro porque nunca me ha dejado indiferente. Algunos de sus libros me pueden gustar más y otros menos pero siempre hay algo que reconozco en ellos.

Una vida sin fin es su novela más reciente. Un relato sobre la vida eterna que tiene mucho de periodismo literario.

El asunto puede resultar algo irritante, pero algunas de las posibilidades que estudia y experimenta la ciencia para prolongar la existencia hace que uno se plantee si realmente lo que persigue en la vida es la vida eterna o vivir más años con calidad de vida. La pregunta planea en todo el libro, incluso en sus momentos más familiares y relajados.

¿Se podrá vivir eternamente?

¿No sería fastidioso vivir algo que empieza pero que nunca acaba?

La novela, porque de eso se trata, de una novela con sus altibajos, atrapa y en ella Beigbeder nos presenta a sus protagonistas: él mismo y su familia, a los que retrata con el sello de la casa Beigbeder: hago el tonto pero los quiero.

Si hay un personaje que todavía cree en Peter Pan en el libro ese es Beigbeder, y lo escribe tal cual. Su hija de doce años es más responsable que él aunque en las entrevistas que mantiene con los especialistas aparece el Beigbeder adulto y ocasionalmente el adolescente que está empeñado en seguir siendo.

El libro discurre por carreteras y aviones pero también en coches para llegar a centros de salud de alto standing. Otro mundo que está ahí y que casi produce miedo reverencial porque solo pertenece a los ricos.

Quizá no sea uno de sus mejores libros pero sí que se trata de una novela que reflexiona a su manera sobre la vida y la muerte para concluir en lo que más o menos pensamos sobre la existencia y su fin. También del amor que damos y recibimos sin darnos cuenta.
Esto y algo más en Una vida sin fin, una novela escrita por un tipo que se hizo famoso en la prensa loca por su aire de pijo aficionado a los excesos.

Frédéric Beigbeder se ríe de eso y de sí mismo aunque su risa sea amarga. Ha crecido aunque le cuesta trabajo ser adulto. Que siga así.

Larga vida a Beigbeder

Saludos, bajo la amenaza de la peste del siglo XXI, desde este lado del ordenador

En la boca del miedo

Lunes, Marzo 9th, 2020

La escritora Mónica Ojeda ha roto los esquemas tras la publicación de Mandíbula (Editorial Candaya, 2018) una novela que indaga en las raíces del miedo, la emoción más antigua de la humanidad según H.P. Lovecraft; así como explora con mirada de entomóloga territorios como la adolescencia y las pulsiones sexuales que laten a esa edad en un ambiente tan castrador como un colegio femenino del Opus Dei.

Mandíbula que ha alcanzado un notable éxito no es un libro fácil de leer pero esto hace más reseñable la proeza que consigue. La obra está bien armada y avanza como si se tratara de la bestia artificial creada por el doctor Victor Frankenstein solo que en el libro de Mary Shelley el monstruo busca una compañera con la que compartir la soledad mientras que en la novela de Mónica Ojeda el trío protagonista (las alumnas Annelise y Fernanda, y la profesora Clara) actúan como figuras de un calidoscopio. Con estas piezas articula un interesante estudio sobre el miedo y el dolor.

Mandíbula conoce las claves que estructuran todo su edificio literario y se asoma a la realidad de internet a través de unas chicas que estudian, como ya se dijo, en un colegio de élite del Opus Dei. El grupo cultiva el género de terror y se dedican a contarse historias de miedo y a escribirlas y colgarlas en la red. Lo interesante de esta afición es que dos de las jóvenes han fabricado su propia mitología. La creencia y adoración de un dios blanco.

Novela en la que prácticamente no aparecen personajes masculinos salvo un castrador profesor de religión y ese dios blanco que se materializa en los sueños y pesadillas de sus devotas seguidoras, Mandíbula es una novela que introduce el veneno de la inquietud en el lector, un viaje a un lugar en el que todo es lo que parece.

El libro habla también de una venganza y del despertar sexual y cuenta con capítulos demoledores. Se le puede achacar, no obstante, demora en llegar a una conclusión que se torna demasiado turbia. Aunque en sus páginas laten emociones de todas clases mientras las historias se bifurcan y se avanza y retrocede en el tiempo de la narración. Ojeda sabe manejar estos elementos y los aplica para explorar un pequeño y sórdido universo de rituales que resultan igual de perversos que los que empleamos en nuestra vida cotidiana.

La novela despierta interrogantes y sabe conectar para que el lector la siga leyendo. En mi caso revivió miedos que creía ya borrados de mi memoria y que sin embargo continúan ahí.

Mandíbula maneja muy bien las fuentes genéricas de las que bebe, como puede ser la literatura de terror desde Lovecraft hasta Stephen King, y se sostiene por el hondo perfil psicológico con el que da vida a los personajes que desfilan en sus páginas. También cuenta con una notable capacidad para recrear espacios en el que mover a unas protagonistas que en privado revelan obsesiones de acosadora.
Llama la atención con la que Mónica Ojeda construye la novela. Las fórmulas técnicas son ricas y recurre a ellas con oficio. El relato identifica las distintas voces que lo pueblan y logra hacer sencillo lo que resulta solo en apariencia complejo. Mónica Ojeda conoce como son sus protagonistas. Todas ellas tienen miedo y cada una de ellas lo combate o lo sirve como mejor sabe.

Mandíbula comienza como una novela gótica al uso: una alumna de un prestigioso colegio del Opus Dei despierta maniatada y con la boca tapada en una cabaña en lo más profundo del bosque. Conocemos que ha sido secuestrada por una de sus profesoras. El libro se centra en la historia de esta alumna y en la relación que mantiene con otras compañeras de clase, en especial Annelise que es la que tiene más imaginación. Una imaginación torcida que transmite a sus compañeras mientras se cuentan y escriben relatos de miedo y le hacen la vida imposible a la profesora del principio, la que parece que va a ejecutar venganza.

Mandíbula
no ahorra los golpes bajos pero también va directa al estómago. Llegué a ella sin saber nada de su autor a ni de la novela y el efecto fue más que alentador. La escritora tiene su propio mundo e invita a conocerla un poco más. No es fácil lo que intenta hacer con Mandíbula pero doy fe de que lo consigue: Miedo

NOTA: La escritora es una de las invitadas de Tenerife Noir

Saludos, correr, correr y correr, desde este lado del ordenador

Sonetos para conocer el español y un guionista muy negro

Jueves, Marzo 5th, 2020

Este viernes, 6 de marzo, se presenta en la Casa de los Capitanes de La Laguna el libro Cincuenta sonetos lingüísticos, de Ramón Alemán, en el que el autor explica en verso algunos secretos de la ortografía, la gramática y el léxico del idioma español, además de comentar errores muy frecuentes en la escritura y el habla. La presentación, que comenzará a las 18.00 horas, correrá a cargo de Salvador García, presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, y de Álex Herrero, editor de la obra y miembro de la Fundación del Español Urgente (Fundéu).

Cincuenta sonetos lingüísticos, publicado por la editorial Pie de Página, está prologado por Juan Cruz Ruiz, adjunto a la dirección del diario El País, y cuenta con doce ilustraciones en color negro, a tinta china, creados para esta obra por Ventura Alemán, hermano del autor y miembro del colectivo de escultores Bronzo. Esta primera edición ha sido impresa en papel verjurado y es limitada, con un total de 200 ejemplares.

Pie de Página ha publicado Cincuenta sonetos lingüísticos dentro de la serie Tinta Roja, desarrollada en colaboración con Cálamo&Cran. Se trata de una colección de ensayos y manuales que reflexionan sobre el lenguaje, su uso y sus peculiaridades, con la intención de profundizar en el español.

* Tenerife Noir ha organizado una clase magistral con Javier Muñoz este sábado, 7 de marzo. El director y guionista de Sicarivs y coguionista de El crack cero es la primera “bala en la recámara” de la quinta edición del Festival Atlántico de Género Negro, una iniciativa formativa que el festival lanza una semana antes del despliegue de su programa.

La acción consiste en una master class de guión y dirección en el género negro y policíaco y se desarrolla el sábado 7 de marzo a partir de las 17.30 en la Casa de la Juventud de Santa Cruz de Tenerife, situada en la Casa Siliuto, en el número 10 de la calle San Antonio, en el Toscal.

Las personas que deseen participar deben inscribirse previamente mediante un mensaje de correo electrónico info@c23culture.com; el plazo de inscripción concluye el viernes 6 de marzo.
 
Igualmente, antes de participar en la sesión formativa, las personas inscritas deben haber visionado la película Sicarivs, en este enlace:

https://www.rtve.es/alacarta/videos/cine-en-tve/cine-tve-sicarivs-noche-silencio/5357458/?fbclid=IwAR3EtGBn_4FWRl7D3DP0w5DLhxDuKyEEKwp73HgEPvCjjgnGpu05_7s4PP4

Saludos, nadando cerca de la orilla, desde este lado del ordenador

Un viaje a ninguna parte

Miércoles, Marzo 4th, 2020

El programa para la promoción y difusión de cortometrajes canarios Canarias en corto celebra este año su 14 edición, una iniciativa que ya cuenta con suficientes ediciones para que sus resultados sean analizados. También la de mejorar y tener claro qué es lo que pretende. Cuáles son sus objetivos.

Alcanzada la mayoría de edad, Canarias en corto no termina sin embargo de brindar una mirada objetiva sobre este formato en Canarias aunque cuenta con ediciones precedentes que, como la 14, sorprenden para bien y para mal.

El teatro La Granja situado en las Casa de la Cultura en Santa Cruz de Tenerife acogió el pasado 14 de febrero el estreno de las siete piezas que componen este año el catálogo Canarias en corto. Se tratan de una serie de películas rodadas el año pasado pero que comienzan su vida cinematográfica en 2020.

Las butacas del teatro La Granja estaban relativamente ocupadas por un público predispuesto a ver lo que le echaran y, la verdad, había que tener cuerpo y alma para contemplar lo que allí se mostró. Y no por la calidad de los cortos seleccionados, siete, como siete son –o eran, que ya no sé– las islas Canarias, todos ellos elogiables en cuanto a técnica y profesionalidad pero muy irregulares en sus apuestas por contar algo.

En este aspecto y salvo alguna honrosa excepción, los trabajos del catálogo 2020 coinciden por resultar atípicos. Junto a la acostumbrada tendencia de sorprender con aparentes ejercicios cinematográficos “de autor”, esta edición no termina de tomar el pulso del cortometraje en Canarias porque olvida, a veces, que se trata precisamente de mostrar de qué va –o creía que iba– Canarias en corto.

Un error a corregir en próximas ediciones es conocer y entender qué es lo que pretende ser esta iniciativa. No se dice por los estilos y géneros en los que puedan encasillarse los cortos que, afortunadamente, suelen ser variado pero sí para evitar lo que ha pasado con el catálogo 2020: de los siete cortometrajes seleccionados cinco, y se dice pronto cinco, están rodados en geografías que no tienen nada que ver con Canarias. No critico que estas cinco piezas (Fuera de juego, Las Grietas, Grieta, Selfie y Los espacios confinados) se hayan realizado fuera y si bien reconozco su diversidad y que estén bien resueltos técnicamente es evidente que están muy alejados de este territorio lo que les resta compromiso y genera desconcierto. Más si tenemos en cuenta que este catálogo es una iniciativa del Gobierno de Canarias para promocionar cortos canarios y si bien –debe de constar– no se tenga la urgencia de que sean rodados aquí que cinco, de un paquete de siete, no tengan nada que ver con las islas me parece insólito y de paso una cachetada a los que realizan cortos aquí, con actores de aquí para contar unas historias que se desarrollen o no aquí.

Los cinco cortos de fuera se dejan ver. Uno está rodado en un pequeño pueblo chileno, otro en Barcelona y otro más en Madrid pero salvo que haya algún canario por ahí, que debe de haberlo, poco de aquí tienen estas cinco piezas. Una de ellas, Selfie, fue rodada en una ciudad estadounidense y la firma la única mujer del catálogo de este año, Nayra Sanz Fuentes.

En conjunto, el resultado final de Canarias en corto 2020 resulta bastante desigual y no por las temáticas, afortunadamente dispares como ha venido ocurriendo en otras ediciones.

Al margen de que algunos de los cortos cuenten con buenos actores y técnicamente resulten sobresalientes, se producen en ocasiones coincidencias en títulos y en contar con oficio historias familiares. En dos de los cortos, Grietas, de Alberto Gross Molo y Las grietas, de Valentino Raffaele Sandoli, los más formales en cuanto a sus pretensiones de narrar una historia se refiere, uno se queda con la idea de que más que cortos son parte de un proyecto mayor, un largometraje.

En otros casos se busca la complicidad del espectador. En Selfie, por ejemplo, se observa una plaza en plano fijo y se escucha una voz en off y en inglés, por cierto. La propuesta, que resulta atrevida termina por agotarse a los pocos minutos.

La sesión se inició con los dos únicos cortos rodados y protagonizados por actores de las islas: Zapato roto y Océano, de Domingo de Luis y Fernando García-Moreno, respectivamente.

Se tratan de dos trabajos con finales abiertos. El primero con un tono rural interesante cuya historia no termina de estar bien atada y el segundo, bajo paisaje urbano, cuenta cómo pasa la vida una joven anclada en la nada cotidiana.

Entiendo Los espacios confinados como un reto fallido y de alto contenido canario (esto es una broma). Lo firma un tal Razzak^Ukrainitz, quien plantea una reflexión animada de dos de las tres grandes religiones monoteístas del planeta: la judía y la musulmana. Se mezcla imagen real con la dibujada y en ella no hay individuos sino masas. Quizá sea la cinta que más me agradó de este catálogo porque no es fácil lo que aspira a mostrar un cineasta que termina por perderse en ese gigantesco laberinto.

Fuera de campo de Pablo Vilas Delgado es un bonita película sobre lo que rodea a un partido de fútbol de cuarta regional en cualquier aldea remota de Chile. Llama la atención, primero porque no hay voz explicativa en off y segundo porque parece que el relato fluye espontáneamente. Nada nuevo bajo el sol, aunque quizá si se hubiese hecho en Canarias sería otra cosa siendo lo mismo. El corto se sigue con interés pero se hace largo y repetitivo por su aire pastoril.

A modo de conclusión Canarias en corto 2020 tiene miga, aunque sea una miga con tropezones. Y sí, se trata de uno de los catálogos más cuquis y popis pero también distantes y ajenos de los que se han visto hasta la fecha. Un viaje, en definitiva, a ninguna parte por lo que se agradecería menos “profundidad” y más claridad en futuras ediciones.

Saludos, todo cambia para que no cambie nada, desde este lado del ordenador