Mirada y oficio
Jueves, Septiembre 30th, 2010Si algo le agradezco a un corto es su total falta de pretensiones. Esos momentos en los que eres consciente que el cineasta de turno no se las da de elaborado para contar una anécdota porque basta con sugerir. Y cuando se sugiere el espectador despierto hace el resto, construir posibles historias.
Muchas de las piezas que he visto hoy en TEA me han provocado ese feliz estado. Comenzando por Killing time, con su sabor a cine de barrio (o grind house como dicen los estadounidenses); siguiendo con la irónica más que cínica El corazón de Anita y terminando con la atractiva e inquietante New Order, a mi juicio el mejor corto de la velada, y cintas todas ellas dirigidas con sobresaliente perspectiva genérica por Josué Ramos.
En cuanto a los trabajos exhibidos por Eduardo Gorostiza pueden leer en este mismo blog la sorpresa que me llevé cuando tuve la oportunidad de contemplarlos en la soledad de mi mansión. Me refiero a Nueve y El efecto K. Se tratan de trabajos cuidados que proporcionan una curiosa y para nada irritante reflexión sobre la imagen. Completa la exhibición de cortos de Gorostiza Involución cultural, un más que original sketch de obligado visionado para los que gestionan desde nuestras administraciones públicas esto que llaman cultura.
De Aitor Padilla se exhibe la curiosa La caída y Román + Julia, obras que no pude apreciar en las condiciones que se merecían por el sonido. Por mucho que me esforcé, me resultó imposible coger los diálogos de la segunda y lo que se escuchaba en off en la primera. Lanzo la pregunta ¿podría tener la suerte de disfrutarlos en las condiciones en que tendrían que haberse exhibido? Que los dioses me oigan, más que sea por respeto a su autor.
Al margen de estas consideraciones, lo que sí saco en claro es que los trabajos de estos tres cineastas son ejercicios que van más allá de un trabajo de fin de semana. Son cortos currados, muy dignos técnica y artísticamente. Películas que funcionan como cartas de presentación de un trío de directores en los que atisbo mirada y oficio. Esta breve reflexión la hago extensiva a los actores y actrices que participaron en estas propuestas así como a todo el equipo técnico que se encontraba tras las cámaras.
Concluyendo, que me han resultado cortos brillantes por auténticos. Y frescos, de esos que si bien no te rompen la mandíbula al menos sí logran que dibujes una sonrisa en agradecimiento por no tomarte el pelo.
También la de descubrir que por fortuna esa cosa llamada Belanglos no hace escuela.
Saludos, una vez más gratamente sorprendidos, desde este lado del ordenador.