Una novela sobre el 23-F
Jueves, Febrero 23rd, 2012El 23 de febrero de 1981 un Guardia Civil con bigotes y de cuyo nombre no quiero acordarme asaltó pistola en mano el Congreso de los Diputados gritando todos al suelo. Grito que a partir de ese momento se convirtió en uno de los momentos de mayor infamia de la por aquel entonces aún joven democracia española.
Como bien recuerda el maestro Paco Camarasa en su carta a los lectores no hay demasiadas novelas que se ambienten en aquel día que colocó en el filo de la navaja las libertades que tanta sangre, sudor y lágrimas, costó sacar adelante en este país cuya marcha por el sendero de la Historia siempre ha ido a dos velocidades, pero cita, como no podía ser menos, un libro que, a juicio de quien les escribe, está firmado por uno de los grandes escritores del género en España, un autor con todas sus letras no demasiado conocido entre los aficionados.
Me refiero al escritor asturiano Juan Antonio de Blas, quien con La patria goza de calma (Colección Etiqueta Secreta, Júcar, 1988) retomó al investigador gijonés Silverio García, protagonista también de la estupenda ¿Hay árboles en Guernica? para que investigara cuál fue el destino de dos capitanes que, durante la intentona de Golpe de Estado del 23-F, desaparecieron con un maletín repleto de comprometedora documentación.
La patria goza de calma es además de su trama negro criminal una estupenda novela sobre unos días, como fueron los de aquel final de febrero, donde buenos y malos pertenecían a bandos bien diferenciados. Hombres y mujeres que luchaban y combatían por un futuro bien distinto alimentados por un idealismo que hoy puede resultarnos marciano.
El escritor y periodista Francisco González Ledesma escribe en el prólogo de esta novela: “Cuando hablo de libros –y Juan Antonio lo sabe, peor no manifiesto temor por ello– me gusta ser absolutamente honrado. Por ello, después de afirmar que La patria goza de calma es una excelente y completa novela que el lector devorará, considero justo manifestar dos cosas: La primera, que Juan Antonio de Blas parece creer en muy pocas verdades, lo que le acredita de persona inteligente y crítica, aunque por ello me temo tenga un escaso provenir en las diversas administraciones públicas. La segunda, que creo que al protagonista de esta novela se le entregan las mujeres con demasiada facilidad. Las mujeres, por el contrario, suelen hacer un inteligente y peligrosísimo uno de sus cuerpos, lo cual qué duda cabe que las honra al tiempo que aumenta la demanda.”
De Blas combina con mucha habilidad en esta novela la información que hasta ese momento se disponía sobre el fracasado Golpe, con una historia en clave policíaca que respira a través de sus personajes, casi como si de un Raymond Chandler enganchado a la sidra se tratara.
Silverio García es así, una especie de Philip Marlowe aunque sin el elegante pesimismo del detective privado norteamericano. Quizá, pienso, porque ese investigador gijonés ha nacido en España. Un país donde lo trágico siempre se ha querido ver con una sonrisa enloquecida. Con un fatalista sentido del humor negro, negrísimo, que empapa todas las páginas del libro. Un libro que pide a gritos su reedición, así como la de reivindicar la literatura de un escritor comprometido, de esa izquierda que ya no tiene nada que ver con la presunta izquierda que tenemos.
Juan Antonio de Blas, guionista de comics también, cuenta con una novela sobre el tráfico de armas y los servicios secretos titulada Siempre hay alguien detrás (Los libros de la medianoche, Editorial VOSA S.L., 1995) y de un estupendo y afortunadamente ligero ensayo sobre la novela de espías, La novela de espías y los espías de novela (Editorial Montesinos, 1991) prologado por otro de los grandes del género en España, Manuel Vázquez Montalbán, así como con una interesante novela histórica, Soportal de los malos pensamientos, cuyo protagonista es Francisco de Quevedo, entre otras experiencias literarias.
Escritor ágil, que se maneja muy bien en las claves que toca, Juan Antonio de Blas es uno de esos autores, reitero, que pide a gritos su recuperación.
Es uno de los grandes, y como todos los grandes, un autor que tiene voz. Estilo, seña de identidad típicamente de Blas.
Saludos, hace 31 años que volvimos a nacer, desde este lado del ordenador.