I.- ANTECEDENTES
El próximo año se conmemora el bicentenario del nacimiento de José de Viera y Clavijo, un personaje singular de la historia de Canarias no solo por encarnar en su figura las ideas de la Ilustración en un archipiélago que siempre se ha caracterizado por estar poblado de iletrados, sino también por una interesante obra literaria en la que, entre otros, legó libros como sus Noticias de la Historia General de las islas Canarias. Un texto discutido y discutible pero canónico para un archipiélago que vive al revés.
Un busto de medio cuerpo de Viera y Clavijo, personaje que se codeó en los salones de la capital francesa con algunas de las grandes inteligencias de su tiempo, ciencia que más o menos digerida se trajo de regreso a Canarias, adornaba hasta ahora el patio de los cipreses del Parque Cultural que lleva su nombre en Santa Cruz de Tenerife, pulmón verde que permanece cerrado en esta capital de provincias desde hace ya demasiados años porque no hay dinero –dicen– para adecentarlo y recuperarlo para una ciudad que, como cantara aquel trovador de pelo rojo, muere en soledad.
El abandono y la desidia de los responsables municipales han hecho que lo que antaño fue un bonito parque ubicado en pleno centro de la capital tinerfeña se haya transformado hoy en una especie de paraíso para todo tipo de alimañas. También en una zona de guerra en la que parece que el tiempo ha vuelto hacia atrás de manera loca y veloz arruinando su humilde belleza.
La noticia que me anima a fabular este post es que, a un año de la celebración del bicentenario del nacimiento del pensador ilustrado canario, varios de los miembros de la Plataforma Parque Cultural Viera y Clavijo han descubierto sin cabeza el busto de ese hombre que se codeó con Voltaire y d’Alembert.
Así que háganse una idea: Alguien ha decapitado a Viera y Clavijo.
“Hemos buscado la cabeza por los jardines pero no la hemos podido encontrar para reparar el busto”, dice la presidenta de la Plataforma del Parque Cultural Viera y Clavijo, Ana Mendoza, en declaraciones a La Opinión de Tenerife.
II.- ¿PEPE?
SECRETARIA: Arcarde, arcarde, que me dicen que han decapitado la estatua der Viera y Clavijo.
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: ¿Ar Pepe? Julio… Julio, ¿tú sabías algo?
JULIO PÉREZ: ¿Der Pepe?
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: De ese mismo.
JULIO PÉREZ: ¡¡¡Yo no tengo nada que ver con eso!!!
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: Así, que quede entre nosotros, ¿es tan importante er Pepe?
JULIO PÉREZ: Para los del PP, probable….
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: Jejeje.
JULIO PÉREZ: Has cogido el chiste, ¿verdad, Pepe Manuel?
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: Jejeje.
JULIO PÉREZ: Jejeje.
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: En mayo viene Marilyn Manson.
JULIO PÉREZ: Debe ser masón.
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: Jejeje.
JULIO PÉREZ (repentinamente rabioso): Se acabaron las bromas. ¡Quiero la cabeza de Viera y Clavijo!
III.- LA INVESTIGACIÓN
La agente de la policía local, Guacimara, examina el busto cercenado de Viera y Clavijo. Su ayudante, Bentor, hace que toma apuntes.
GUACIMARA: Tome nota, Bentor. Son las dos de la madrugada, aunque con el cambio de hora son ahora, exactamente, las tres de la mañana. ¿Ha tomado nota?
BENTOR: Sí, mi capitana.
GUACIMARA (satisfecha): Muy bien. La idea es escondernos entre las sombras esta noche que no hay luna porque el asesino, Bentor, el asesino siempre regresa al lugar del crimen…
BENTOR: Mi capitana, dicen que de noche se oyen extraños alaridos en este parque.
GUACIMARA: Serán las ratas. Y las cucarachas que no me jarto de aplastar con las botas de reglamento.
BENTOR: No, mi capitana, dicen que se escucha un tenebroso alarido desde que le arrancaron la cabeza a la estatua esa.
GUACIMARA: Infundios de los monárquicos. No haga caso. Venga conmigo y ocultémonos en ese matorral.
BENTOR (asustado): Lo que usté diga mi capitana.
Se ocultan en el salvaje matorral. De fondo, el ruido del escaso tráfico que sube por la avenida de San Sebastián y que pasa por las Ramblas.
BENTOR (más relajado): Qué bien huele usté, mi capitana.
GUACIMARA (dura y fría como el acero): Cállese.
Silencio. Solo roto por el corretear de los roedores y el aleteo de las salemas.
Uhhhhhhh, suena de pronto.
Bentor se aferra a los brazos de Guacimara.
Ahhhhhhh.
Guacimara sale de los matorrales apuntando su revólver.
GUACIMARA: Alto, deténgase. Queda usté detenido.
Uhhhhhh.
BENTOR: Mi capitana… Mi capitana…. ¡No tiene cabeza!
Una forma fluorescente agitada por la brisa del viento baila en torno al busto decapitado de José de Viera y Clavijo.
Resuena como un trueno un disparo. El olor de la pólvora queda flotando en el aire.
Ahhhhhhh, parece que exclama la forma fluorescente, que de repente se agita y se lanza directamente contra Guacimara que descarga el cargador de su arma contra el…
BENTOR: ¡Fantasma!
IV.- EN CANARIAS EMPIEZA A AMANECER
Los rayos del sol rompen poco a poco la oscuridad que se cierne sobre la capital de provincias. Se escucha un largo y estremecedor lamento desde el Parque Cultural Viera y Clavijo.
Es tanta su tristeza, que policías locales y de la nacional, también bomberos y una ambulancia, han aparcado en sus inmediaciones ante la alerta de los vecinos.
Alguien pide llamar al alcalde o, en su defecto al teniente del alcalde. Se hace caso a la petición pero resulta un sonoro fracaso. Ninguno coge el móvil.
Los lamentos que suenan del interior del parque abandonado son cada vez más preocupantes.
UN POLICÍA NACIONAL: ¡Entremos, cojones!
Un grupo de agentes de ambos sexos se despliega con las armas en la mano por el parque abandonado. Los pájaros que anidan en la copa de los árboles, que se acaban de despertar, comienzan a cantar caóticamente.
Los policías locales y nacionales llegan hasta la plaza de los cipreses, árboles que ahora parecen esqueletos siniestros que apuntan al firmamento.
Casi todos bajan los ojos. Más de uno vomita sobre el suelo repleto de inmundicias.
Sobre el busto cercenado de Viera y Clavijo descansa la cabeza de la agente Guacimara.
En las faldas de la estatua, Bentor, con mirada de loco ha escrito en sangre algo así como Historia Natural de las Islas Canarias.
V.- ¿Y…?
JULIO PÉREZ (dando un golpe sobre la mesa): ¡Quiero la cabeza de Viera y Clavijo!
JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ: Jejeje., deja las bromas y vamos a centrarnos en la tómbola del PGO...
Saludos, ¡miedo y asco, qué cruz, en Santa Cruz!, desde este lado del ordenador.