Archive for Agosto, 2013

La avaricia según Frank Norris

Jueves, Agosto 29th, 2013

“Y aventuraré una profecía –continuó Jerry, mirando fijamente a su amigo–. Ross, tú eres un hombre nacido y criado en una ciudad. Esto está en tu sangre y en tus huesos. Te concedo tres años para que se borre de tu ánimo esa clase de vida que quieres emprender. Sí, ahora estás convencido de que lo mejor para ti es vivir el resto de tu existencia como un bucanero aficionado. Dentro de tres años, a lo sumo, habrás consumido tu “botín”, como lo llamas, o sus intereses al menos, para pagar los impuestos y el sastre, el alquiler y la cuota del club, y volverás a ser lo que los biógrafos llaman un miembro respetable de la comunidad”.

- ¿Has matado a alguien alguna vez, Jerry? –le preguntó Wilbur– ¿no? Bueno, ya lo matarás algún día, lo matarás en una pelea leal, y verás cómo te sientes después y qué influencia ejerce sobre ti; entonces, ven a hablar conmigo.”

(La capitana de la Lady Letty, Frank Norris)

No sé si Stephen Crane y Frank Norris se cruzaron en Cuba cuando, acreditados como periodistas, cubrían la guerra que separó los destinos de España y unió los de Estados Unidos con Cuba.

Se han compilado los relatos firmados por Crane sobre este conflicto que convirtió en noticia William Randolph Hearts, uno de los primeros grandes magnates de la prensa estadounidense y promotor de eso que se conoce como sensacionalismo.

Pero no sé si en Cuba se vieron las caras Crane y Norris, dos talentosos contadores de historias cuya obra coincide con el nacimiento como gran nación de lo que hoy son los Estados Unidos de Norteamérica.

Stephen Crane murió demasiado pronto pero dejó novelas tan imprescindibles y pegadas/adelantadas a su tiempo como La roja insignia del valor y Maggie, una chica de la calle sin olvidar sus cuentos, los que centró en la guerra hispano norteamericana y publicados en español bajo el título Heridas bajo la lluvia (Rey Lear, 2006) o los recopilados en El bote descubierto (editorial Fontana, 1983).

De ambiente marinero es, precisamente, La capitana de la Lady Letty (Ediciones Abraxas, 2002), de Frank Norris, un escritor al que la suerte se le torció cuando disfrutaba de lo mejor de la vida, y autor también de McTeague, Avaricia (La orilla negra, 2007), una novela que continúa siendo conmovedora y que explora emociones humanas con un retorcido sentido del drama que engancha y abduce.

Porque todo es extremo en esta voluminosa novela que habla sobre el lado más perverso de la condición humana

Y el sentido del amor, la lealtad, la amistad, el dinero, la envidia, la usura, la avaricia… Avaricia fue el título que acuñó Erich von Stroheim en su lastrada pero pese a todo gigantesca Avaricia (1924), una película que transmite muy bien el pesimismo y los excesos de la novela original que, en palabras del escritor Marc Saporta en su interesante Historia de la novela norteamericana, propone “una naturalización del naturalismo en suelo americano, como las novelas de Fenimore Cooper habían naturalizado a la novela gótica derivada de Walter Scott”.

McTeague/Avaricia se lee sin apenas darte cuenta, y produce ese inquietante efecto de temer que se aproxime su final.

Mientras la lees casi parece que recuperas tu adormecido espíritu y te atreves a mirar al exterior.

La aventura.

La conquista.

La del aventurero y la de la misma naturaleza.

En la novela de Norris el protagonista termina macabramente confundido con el paisaje.

El paisaje, literalmente, lo devora.

Avaricia.

No conozco más novelas de Frank Norris en español.

¿Acaso Octopus?

Octopus es el segundo volumen que junto a McTeague iba a formar parte de una trilogía que no llegó a completar el escritor.

No lo sé, y eso me hace sentir como el protagonista de Avaricia al final de la novela.

¿Por qué leer a Frank Norris?

En La capitana de la Lady Letty, su protagonista Ross Wilbur, un joven adinerado y caprichoso es secuestrado en la calle y vendido como marinero en una goleta que gobierna con mano de hierro el capitán Kitchell.

La  goleta encuentra, ya en alta mar, una nave a la deriva.

Lady Letty.

¿A bordo?

A bordo Ursula Andress.

Saludos, Norris, Frank, desde este lado del ordenador.

Julie Harris, ¿gótico americano?

Martes, Agosto 27th, 2013

“- Qué guapa estás esta mañana, Nell, Esta vida tan curiosa te sienta bien.

Eleanor le sonrió; evidentemente aquella vida también le sentaba bien a Theodora.

- En buena lid deberíamos andar tambaleantes con profundas ojeras y una mirada de desesperación –dijo Theodora rodeando a Eleanor con un brazo y mirándose en el espejo junto a ella–, y míranos, dos adorables jóvenes, lozanas y alegres.

- Tengo treinta y cuatro años –dijo Eleanor, y se preguntó qué oscura rebeldía le había llevado a añadirse dos años.

- Y parece que tienes catorce –dio Theodora–. Vamos, nos hemos ganado un buen desayuno.

Riendo bajaron corriendo la gran escalera y encontraron el camino por la sala de juegos hasta llegar al comedor.”

La maldición de Hill House, Shirley Jackson. Colección Gótica, Valdemar. Traducción: Óscar Palmer Yánez.

No es una estrella, su chispa no surca los cielos para dejarnos ciegos.

No, Julie Harris no es, nunca fue, una estrella pero eso no quita que me conmocione su ausencia.

En su filmografía centellea al menos en dos títulos que se ríen del paso del tiempo. Como películas y también como personales y muy emocionales novelas: Al este del Edén y La maldición de Hill House, de John Steinbeck y Shirley Jackson.

La adaptación al cine de Al este del Edén (Elia Kazan, 1955) solo cuenta la segunda parte del libro, aunque con todo se lee entre líneas de dónde nace la tragedia que viven los dos hermanos. Uno de ellos, algo así como Caín, lo interpreta James Dean, quien busca a su madre mientras intenta despertar el amor de su padre, un siempre inmenso Raymond Massey. El apoyo sentimental de Caín/Dean lo interpreta en el filme Julie Harris, una chica buena que camina entre nubes y que descubre en Caín lo que no le ofrece Abel, vulnerabilidad.

The Haunting (La mansión encantada, Robert Wise, 1963) probablemente sea una de las más inquietantes películas de miedo de la historia del cine. Y solo con una casa tenebrosa y un grupo de personajes igual de tenebrosos que son gente normal y corriente…

Basada en la novela La maldición de Hill House de Shirley Jackson, una mujer cuya producción literaria muestra con poesía macabra el gótico americano, el filme de Wise cuenta con Julie Harris en el papel de Eleanor, un personaje equívoco.

Y el resultado, cincuenta años después, continúa siendo desarmante en un filme que además de convocar miedos, provoca conmovedor malestar.

Sin apenas artificio.

Solo una casa y un grupo de personajes.

Las apariciones en pantalla de Julie Harris me despiertan casi siempre una incómoda ternura. Volvió al sur en Reflejos de un ojo dorado, novela de Carson McCullers con versión al cine de John Huston y en la que también intervenía una de las parejas más raras pero también atractivas de la historia del cine: Marlon Brando y Elizatbeth Taylor.

A Julie Harris la pueden ver también en El viaje de los malditos (Stuart Rosemberg, 1976) y en esa comedia extravagante –madre a su manera de las comedias extravagantes que vinieron después– Ola de crímenes, ola de risas (Sam Raimi, 1985).

¿Se lo pueden creer?

Ha muerto Julie Harris.

Saludos, ya saben, desde este lado del ordenador.

El peso del tiempo, una novela de Gerardo Pérez Sánchez

Lunes, Agosto 26th, 2013

“Recuerda que he estado en tu cerebro. Sé casi todo de ti. Sé cuál ha sido tu momento más feliz y cuál tu momento más desdichado. Hemos grabado tus recuerdos. ¡Los he visto! Es más, hemos clasificado tus sentimientos y sensaciones en esos recuerdos.”

(El peso del tiempo, Gerardo Pérez Sánchez, colección G21 Narrativa Canaria Actual, ediciones Aguere/Idea)


No creo que a estas alturas sea mucha la gente que discuta la aportación que la colección G21 Narrativa Canaria Actual está dando a lo que se escribe actualmente en las islas. Un territorio y una geografía, la del archipiélago, que como la colección, resulta tan caprichosa, tan extrema, tan extraña también.

Ya hemos repasado en anteriores post la agradecida tendencia de G21 la colección en ofrecer títulos que no tienen nada que ver unos con otros, y en los que se puede encontrar desde propuestas experimentales muy personales a novelas de género en el sentido más crudo de la palabra.

El último escritor que se suma a esta iniciativa es Gerardo Pérez Sánchez (La Laguna, 1972), quien con El peso del tiempo da una nueva vuelta de tuerca a G21 Narrativa Canaria Actual.

Escribimos vuelta de tuerca porque Pérez Sánchez propone una historia sobre y de amor que desarrolla y cuenta en un escenario de anticipación.

Narrada en primera persona es inevitable recordar el clásico de H. G. Wells, La máquina del tiempo, a la hora de enfrentarse a esta novela. Solo que Gerardo Pérez Sánchez se preocupa por dar una nueva versión sobre el tránsito a otro tiempo, a otros siglos aunque el mensaje final sea el mismo que el de Los pasajeros del tiempo (Nicholas Meyer, 1979): todas las épocas son iguales, solo el amor las hace soportables.

No es, sin embargo, El peso del tiempo una novela que pese a su originalidad desarme, que sorprenda, que coja al lector por las solapas y lo sacuda.

Entiendo, por un lado, que ésta no fue la pretensión del escritor pero entiendo también, por otro, que su historia necesitaba de mucho más nervio y menos reflexión para contar lo que cuenta.

Ello da como resultado una novela que bascula entre lo mejor y lo peor.

Entre lo mejor, destacaría la originalidad y el riesgo de contar una historia sobre y de amor en un escenario –creíble– de ciencia ficción con aliento, al inicio, a Cuando los mundos chocan. Entre lo peor, la sensación de se trata de un relato que exigía mucho más trabajo de fondo.

No encuentro demasiada tensión en El peso del tiempo, ni puntos de agarre. Y a nuestro juicio, esa falta de acción hace que en ocasiones su lectura resulte casi a desanimada.

En los dos primeros capítulos del libro, Gerardo Sánchez ubica al lector en el mundo que ha construido y a partir del tercero comienza un relato que se lee con interés pese a que falte sustancia, enganches que seduzcan para continuar leyendo la odisea que emprende su protagonista a través del tiempo tras la mujer de su vida.

Como apuesta de riesgo, tiene El peso del tiempo los méritos suficientes para no desdeñarla aunque como vehículo de entretenimiento con mensaje le falta –ya hemos dicho– sustancia.

Al margen de las referencias que te sugiere la novela, referencias que asocias con esa novela de ciencia ficción que, agradecidamente, apuesta más por la ficción que por la ciencia, El peso del tiempo tiene con todo un encanto particular.

Es distinta, como distinta son casi todas las novelas que hasta el momento se han ido publicando en la colección G21 Narrativa Canaria Actual, catorce títulos que felizmente no tienen nada que ver unos con otros.

Saludos, suena The Allman Brothers, desde este lado del ordenador.

James Cosmo, Braveheart, Trainspoitting, Juego de tronos, Project 12: The Bunker…

Domingo, Agosto 25th, 2013

(En la imagen James Como, Timothy Gibbs de perfil y Joaquín Sánchez dando la espaldas a la cámara. FOTO: Domingo de Luis)

Debo ser un bicho raro porque no pasé de la primera temporada de Juego de tronos. No me ha dado por el momento tampoco la chaladura de ponerme a leer las novelas de George R. R. Martin, un escritor por el que siento, por otro lado, aprecio como maestro de eso que algunos necios llaman literatura popular. O para toda clase de públicos.

Menciono Juego de tronos porque tengo delante a uno de los actores que intervienen en esta hoy exitosa serie de televisión, James Cosmo, quien se encuentra estos días en Tenerife para trabajar en Project 12: The Bunker, filme que dirige Jaime Falero ajustándose a un estricto plan de rodaje que finalizará la próxima semana.

Como la vez anterior, la entrevista con el señor Cosmo se realiza en los exteriores del bunker que da nombre a la película, una zona que pertenece a la Autoridad Portuaria y que se encuentra en el barrio de La Alegría.

Cae un sol de justicia, lo que me hace pensar en cómo le afectara a la blanquísima piel del actor, un escocés por los cuatro costados, y con una presencia física exactamente igual de imponente que la que transmite en pantalla.

James Cosmo ha actuado, entre otras películas, en títulos como Bravheart, a las órdenes de otro actor, Mel Gibson, y Trainspoitting, de Danny Boyle. Independentista y republicano escocés, se muestra sorprendido que la bandera de la isla donde se encuentra sea igual que la de su país, Escocia, y que el barrio de San Andrés tenga el mismo nombre que el del santo patrón de su país. Quiero ver así algo de Bravehart cuando se le iluminan los ojos y dice que “el Gobierno británico no trabaja para el pueblo”.

El señor Cosmo es un actor profesional, y se muestra relajado a lo largo de la entrevista. Este cuestionario mezcla preguntas de los tres periodistas que nos dimos cita esa mañana en los alrededores del búnker: Santiago Toste, Manuel Díaz Noda y quien ahora les escribe.

El actor explica que lo que más le interesó cuando recibió el guión de Project 12. The Bunker es que se desarrolla en casi su mayor parte en interiores, eso contribuye, dice, a potenciar “su ambiente clautrofóbico”.  Respecto al personaje que interpreta dice que lo que más le atrajo es que es como el doctor Frankenstein, “cree que emplea la ciencia para el bien de la humanidad pero está equivocado”.

Unas catorce cuestiones son las que espera al señor Cosmo, quien ocasionalmente interrumpe sus respuestas cuando alguien del equipo le indica que tiene que rodar. Al cabo del rato regresa, apura un cortado que con el calor que hay seguirá igual de caliente que cuando se lo trajeron, y se lo piensa un rato antes de continuar con la batería de cuestiones que le espera.

James Cosmo viste una camisa azul celeste y unos pantalones de color beige, colores cálidos que no apagan la fuerza exterior e interior que emana del actor. Puede que esto sea lo que llaman carisma.

Elogia el esfuerzo del productor y actor Joaquín Sánchez y del director, Jaime Falaro, al levantar esta película en Tenerife, un filme en el que colaboran casi medio centenar de personas. Cosmo reparte generosamente piropos también al equipo de profesionales que trabaja en ella. “Son todos maravillosos”, dice el actor, quien aprovecha la ocasión para alabar el gofio y el potencial turístico que tiene la isla. “Volveré”, asegura.

Durante la charla a tres bandas es inevitable hablar sobre la relación cine y televisión. Una televisión como la actual que está arrebatando prácticamente la industria del entretenimiento con calidad al cine gracias a HBO o Netflix, que han revolucionado con su estrategia las historias con clase en la pequeña pantalla. Admite, en este sentido, que “sí, hay demasiada violencia en algunas de las series” pero que se puede hacer lo mismo que en su día brindó Alfred Hitchcock con su espacio para la pequeña pantalla: sin mostrar violencia se respiraba violencia.

James Cosmo, que puntualiza que “no soy una gran estrella de cine”, nació en una familia de actores con todo lo bueno y lo malo que conlleva dedicarse al mismo oficio que su padre. Entre lo negativo dice que apenas tuvo tiempo de verlo en casa, “casi siempre estaba trabajando”, y entre lo positivo que conoció de verdad el negocio apenas siendo un adolescente “desde dentro”.

Cuando se le pregunta por Braveheart y por Trainspoitting solo tiene buenas palabras para Mel Gibson y su capacidad de hacer que el rodaje fuera relajado y divertido y de Danny Boyle, con quien también trabajó en la serie para televisión The Nigtwatch, un talento que hace todo fácil cuando ruedas con él hasta que ves el producto final “y sabes que ha sabido utilizarte para que encajes como una piezas más en su juego”.

Una vez finalizada la ronda de preguntas, James Cosmo se levanta, estrecha las manos y se pregunta –son cosas mías– si habrá gofio en el almuerzo.

Saludos, bendito calor, desde este lado del ordenador.

Hablamos con Joaquín Sánchez, actor y productor de ‘Project 12: The Bunker’

Sábado, Agosto 24th, 2013

(En la imagen Joaquín Sánchez y al fondo Jaime Falero. FOTO: Domingo de Luis)

Joaquín Sánchez es junto a Jaime Falero uno de los responsables de Project 12: The Bunker, la película que la próxima semana finaliza un ajustado plan de rodaje en Tenerife, y que ha agitado el más que tranquilo mar de las cinematografías que se ruedan a este lado del Atlántico al contar con Eric Roberts, James Cosmo, Timothy Gibas y Natasha Alam, entre otros actores en su reparto.

Tenía ganas de conocer personalmente a Joaquín Sánchez. Desde que lo descubrí en el cortometraje El Chola, intuí que detrás de aquel personaje majareta y violento latía un actor con mucha sustancia. Lo que desconocía era también su faceta como productor, de hombre que se lía la manta a la cabeza cuando comenzó la compleja pre-producción de Project 12: The Bunker.

Hablamos con Joaquín Sánchez, vestido con el uniforme de mercenario que utiliza en la película, en una pausa del rodaje del filme.

“Tenía en la cabeza un proyecto de estas características desde los trece años. Después de El chola, y en una época en la que pensé mandarlo todo a paseo, hablando un día con Jaime Falero surgió la idea de rodar una película de acción aquí, en Tenerife, pero con proyección internacional. Al cabo de unos días, pensé que Jaime había olvidado aquella conversación hasta que me entregó una sinopsis a partir de la cual comenzamos a trabajar”.

Lo que implicó una de las funciones más complejas de una película: ponerla en marcha. Y para ponerla en marcha se necesita dinero.

El dinero vino de un grupo de inversores privados de las islas que apostaron por Project 12: The Bunker. Más tarde, se iniciaron las negociaciones con los actores mientras Sánchez alternaba su faceta como productor con la de llevar las riendas del negocio familiar. “Todavía no soy consciente de la que hemos logrado liar”, dice.

Una de las razones de que Project 12: The Bunker se esté rodado en la actualidad es que cumple estrictamente un calendario de rodaje en el que se sentiría muy cómodo Roger Corman. También al generoso esfuerzo que presta un equipo que reúne a medio centenar de personas y sin los cuales, destaca Sánchez, “esto no hubiera salido para adelante”.

Joaquín Sánchez transmite calma. Una calma contenida que contagia buenas vibraciones.

En Project 12: The Bunker interpreta el papel de Tabel, el jefe del grupo de mercenarios.

“Es un personaje con un pasado de soldado de élite y se rige por un código de honor que le impide traspasar algunos límites”, explica, aunque no aclara si al final de la película se queda con la chica, papel que interpreta Natasha Alam. Así que habrá que esperar al estreno para averiguarlo.

Las escenas de acción de Project 12: The Bunker cuenta con el asesoramiento de dos profesionales. Una en lucha, Richi González; y Francisco Delgado en cuanto al aspecto militar La idea, comenta Sánchez, es que las escenas de acción resulten “realistas” y no “ridículas como pasa en algunas producciones de Hollywood”.

Se ha contado además con la implicación y complicidad del reparto internacional.

Eric Roberts, que apareció en la tercera versión del guión, tenía que estar interpretado por Eric Roberts. Lo mismo que pasó con Gibbs, Alam y Cosmo.

Esta cadena de aciertos no fue fruto de la casualidad sino del tesón de Joaquín Sánchez, quien revela que nada más comenzar a organizar la pre producción de la película nunca pensó en tirar la toalla. Y menos ahora, en un rodaje en el que destaca “nada puede ir mal porque aquí no existe la posibilidad de que algo salga mal”.

La próxima semana termina el rodaje de Project 12: The Bunker y el proyecto comenzará con otra de las misiones más difíciles de una película: la postproducción.

El objetivo es estrenarla a finales de este mismo año.

Me encantaría verla en el Cine Víctor.

Saludos, seguimos por aquí, desde este lado del ordenador.

Elmore Leonard, un tipo del sur

Miércoles, Agosto 21st, 2013

Elmore Leonard es titular. Pero no porque haya escrito una nueva novela o vayan a adaptar alguna de ellas a al cine. No, esta vez  Elmore Leonard (Nueva Orléans, Louisiana, 1925-Detroit, Michigan, 2013) aparece en las noticias porque se ha ido un tipo impecable.

Se va con él uno de los últimos escritores duros de la literatura norteamericana. Un venerable que antes comenzó escribiendo novelas del oeste.

¿Han visto Hombre, El tren de las 3.10 a Yuma?…  Son relatos de Leonard.

Y apenas se recuerda para entender al escritor.

El western es un elemento fundamental en el estilo que más tarde volcará en sus novelas policíacas. O negras. O negras y criminales. O como ustedes deseen porque el orden de las palabras no afecta el producto.

Otra de las claves del universo Leonard es que sus novelas –incluidas las del oeste–  parecen la misma. Aunque sus protagonistas se muevan en espacio de tiempo diferentes: finales del XIX, principios del XX, los cuarenta y la actualidad, así como en escenarios diversos: Miami, Nueva York, La Habana, Chicago…

Lo comentaba ayer mismo, tras conocer la noticia de su fallecimiento, con un amigo que siente auténtica devoción por las historias de Leonard: “Fue como Howard Hawks“.

Sus historias son las mismas pero son diferentes. Quizá esto explique su abanico de lectores, tan amplio y heterogéneo.

Piénsalo, Elmore Leonard es leído por los aficionados a la novela negra y por lectores a los que se la trae floja la novela negra.

Es decir, supo crear adicción.

Voy a una librería:

-Déme usted la última de Leonard.

- ¿Quién?

- La última de Elmore Leonard.

- Ah, disculpe usted…

El escritor nunca renuncia a su estilo y por supuesto a su fórmula, lo que hace que su literatura resulte entre los que caen en ella una apuesta segura.

Te identificas con los personajes.

Más que cínicos, irónicos.

Y con sus mujeres, duras pero tiernas.

Luego te identificas con su amplia lista de villanos, igual de atractivos que sus personajes positivos. Yo diría que incluso más.

¿Por qué?

Porque tienen dobleces y encanto.

Parecen que no son tan malos…O parece que entiendo la desgracia moral de los que no parecen tan malos.  El bueno, o los buenos, viene a decir Leonard, tampoco son tan buenos.

Ahora que escribo estas líneas tengo reciente a Boyd Crowder, el álter ego del comisario Raylan Givens en la serie para televisión Justified. Tres temporadas que han sabido captar y asumir el universo Leonard.  Un escritor, por otro lado, que fue bien adaptado al cine.

Quentin Tarantino rodó su mejor película hasta la fecha: Jackie Brown.

Charles Bronson se metió en la piel de Mr. Majestyk, ese policíaco rural que dirige Richard Fleischer.

Y se decantaron más por sus momentos cool que por sus momentos negros –que los tiene, y bastante crudos– cineastas como Steve Soderbergh y Paul Schrader, entre otros…

Todos quisieron transmitir el inconfundible estilo Leonard. Estilo que encuentras en sus novelas. Escribió un decálogo en el que resume, precisamente, este estilo: frases cortas, diálogos contundentes, huya de descripciones barrocas y ponga dije donde ibasa poner dije

Es imposible escoger una sola novela para recomendar algún tíitulo a los que todavía no se han iniciado en Leonard.

Si te gusta la historia con sabor a western pulp Viva Cuba. Es un título molesto para los españolitos que vienen al mundo porque respira individualismo vaquero por los cuatro costados.

Pero es que hay más…

Muchísimas más… la mayoría de ellas pobladas por tipos golfos con un punto ridículamente creídos que son capaces de todo por un puñado de dólares.

Ahí queda Joe LaBrava, Bandits, Hombre desconocido 89, Pronto, Un tipo implacable, Touch, Almas pagas y El día de Hitler.

Pero es que hay más…

Muchísimas más…

Elmore Leonard no dejó de escribir.

Incluso cuando la señora de la guadaña llamó a su puerta.

Se ha ido un tipo del Sur.

Saludos, dixie, desde este lador del ordenador