“A nada debemos temer en la vida. A nada, salvo al fascismo. Los hombres deben liquidar sus gérmenes dondequiera que aparezcan”.
(El mayor Vijr, Iulian Semionov. Traducción: Luis Cerecedo, Plaza y Janés, 1979)
José Stalin tuvo a sus órdenes un súper agente secreto que, al contrario que James Bond, fue leal al ideal comunista y a su jefe, Koba, el terrible. Este espía de corazón y sangre roja tuvo nombre y apellido: Maxim Isalev aunque trabajó bajo el nombre en clave de Stirlitz en la cúpula nazi, donde consiguió infiltrarse y convertirse en hombre de confianza de jerarcas del siniestro partido de la cruz gamada.
El caso es que el agente Stirlitz no existió en el mundo real pero sí en la imaginación del escritor soviético Iulian Semionov, un tipo con una vida igual o más apasionante que la de su creación literaria, y un renovador de las letras rusas no solo por apostar por la novela de espías, aunque para él se trataran de novelas políticas, sino por diseñar un personaje que puede mirar de frente y sin complejos a su alternativa británica: James Bond. Eso sí, los dos trabajan en periodos históricos distintos. La cronología de Stirlitz abarca la revolución soviética, la guerra de España y la II Guerra Mundial mientras que el teatro de operaciones de 007 es la Guerra Fría y el enemigo los comunistas para sustituirlos –a medida que se publicaban las novelas y el personaje se transformaba en un símbolo de occidente más adelante por la organización Espectra.
En España, se han traducido algunas de las novelas que Semionov dedicó a Stirlitz. Entre ellas una de las más populares, Diecisiete instantes de una primavera (Plaza y Janés, 1977), que dio origen además a una serie de televisión que levantó pasiones en los países que se encontraban tras el telón de acero.
Se pueden encontrar todavía títulos como el ya mencionado, Diecisiete instantes de una primavera, en librerías de ocasión. En esta novela, probablemente una de las más conocidas del escritor entre los iniciados, el agente secreto a las órdenes del camarada Stalin trabaja desde Berlín para impedir que lleguen a buen puerto los contactos que norteamericanos y nazis han establecido en Suiza para llegar a una paz entre el Reich y Occidente para impedir el avance del ejército rojo sobre la capital de Alemania y Variante española que es una interesante incursión de Stirlitz en la Guerra Civil española.
A propósito de este título, escribe Paco Ignacio Taibo II en el prólogo de la edición española (Júcar, 1976):
“De Variante española y su autor, Yulia Semionov, se han dicho muchas cosas… Todas ellas se mueven en el terreno nebuloso del espionaje. Se dice que el personaje secundario clave de la historia es el súper tipo Kim Philby y que Semionov obtuvo la información directamente de él en conversaciones privadas en Moscú, pero que se le prohibió utilizar el nombre real: se dice también que Semionov pudo tener estas conversaciones con Philby porque a pesar de no ser miembro del PCUS es coronel honorario de la KGB”.
Esta información no debería de sorprender de todas maneras ya que es habitual que el género de la novela de espionaje esté plagado de escritores y escritoras también que antes de pasarse a las letras trabajaron como agentes secretos.
Iulian Semionov regresaría a España en Ancha es la puerta (Txalaparta, 2018) pero sin Stirlitz como protagonista. La acción eso sí se desarrolla durante la Guerra Civil española un escenario que como se observa interesó bastante al escritor, cuyos libros se convertían en éxitos de venta en los países adscritos al Pacto de Varsovia pero también al otro lado. Su lectura permitía tener una visión más amplia de la gélida realidad en la que aparecieron las novelas políticas y policíacas de Semionov. Estaban narradas desde la perspectiva del enemigo para el lector occidental, lo que potencia primero la curiosidad y luego el interés que su lectura provocaron en quien ahora mismo les escribe.
Otros títulos que se pueden encontrar del personaje en español son El mayor Vijr (Plaza y Janés, 1979), en la que narra el proyecto que estudió las SS para destruir por completo la ciudad de Cracovia. Proyecto que frustra, claro está, el agente Stirlitz, y caso que planea en Diecisiete instantes de una primavera ya que la intervención del agente secreto al servicio de Stalin ha despertado las sospechas de los superiores de la SS, donde trabaja como infiltrado.
La sospecha a ser descubierto, la red de agentes que va tejiendo como si de una orquesta roja cualquiera se tratara; sus relaciones con los jerarcas del partido nacional socialista son algunos de los ingredientes que maneja Semionov en sus historias. Historias plagadas de información sobre aquellos años (en Diecisiete instantes de una primavera sobre la última semana de existencia del régimen nazi), que no están exentas de refinada crueldad cuando así lo exige la supervivencia del personaje. Un héroe triste y distante, muy parecido a Bond aunque el contrario que el espía británico, las cosas saldrán bien gracias no al valor de un hombre sino de todo el colectivo para el que trabaja.
Las novelas se publicaron a finales de los años 70 en España a través de la editorial Plaza y Janés. El personaje volvería a ser reeditado muchos años después en Txalaparta. En concreto dos, la ya mencionada Diecisiete instantes de una primavera y Diamantes para la dictadura del proletariado, en la que se nos presenta al joven agente Maxim Isaiev infiltrado entre los contrarrevolucionarios del exilio “para suturar esa fuga de riquezas, imprescindibles para llevar adelante la revolución comunista”.
Iulian Semionov escribió un total de doce novelas dedicadas al Stirlitz pero es probable que se me escapen otras que fueron traducidas y publicadas en Cuba, donde al parecer disfrutó también de cierta popularidad. Tanto, que sirvió para estimular la imaginación del escritor uruguayo nacionalizado cubano Daniel Chavarría para crear a su súper agente el mayor Alba:
“Una especie de James Bond cubano, que conocía las más modernas técnicas del espionaje (aprendidas en escuelas especializadas del KGB). Era además biólogo y un karateca segundo dan (como tantos entre la oficialidad de inteligencia y contrainteligencia cubanas), que lo mismo está diseñando la instalación de micrófonos en una oficina de Miami, que fajado a muerte en un callejón de Luanda, el Yemen o Tailandia, contra agentes de la CIA que pretenden eliminarlo. Y este es un personaje real, perfectamente histórico, porque Cuba durante 43 años ha actuado intensamente en la arena internacional. Como comprenderá, ese enfrentamiento total, vertical, de patria o muerte contra los EE.UU., no lo tiene ningún otro país de Occidente”, nos reveló hace unos años cuando tuvimos la oportunidad de entrevistarlo (si pinchan este enlace pueden leer un resumen de la conversación en este su blog El Escobillón).
Con esto lo que se quiere decir es que las novelas de Semionov marcaron a generaciones de hombres y mujeres que nacieron bajo otra orientación ideológica y cultural. Para la mayoría, el bloque del Este defendía los que los del otro lado afirmaban era todo lo contrario al mundo libre.
Conozco otras novelas de Semionov traducidas al español pero que poco o nada tienen que ver con las aventuras de Stirlitz.
En Muerte en Luang Prabang (Albia Nova, 1979) ofrece otra mirada sobre la Guerra de Vietnam a través de los protagonistas, dos personajes que representan civilizaciones opuestas y enemigas al ser incapaces de sentarse a dialogar.
Ogariova 6 (Ediciones B, 1988) es un policíaco en sentido estricto, y una novela en la que además introduce a un personaje que prometía repetir en otros títulos de lo que sospecho fue otra serie: el coronel Kostienko.
Iulian Semionov nació en el seno de una familia perfectamente instalada en el sistema socialista soviético, su padre fue el organizador de la industria editorial y director de Izvestia, por lo que su carrera como escritor e informador parece como predestinada. Recorrió el mundo cuaderno y grabadora en mano y logró, es uno de sus hitos como periodista, entrevistar a criminales de guerra como Otto Skorzeny y Albert Speer, entre otros.
Su bibliografía es impresionante, casi es como si Semionov se pasara toda la vida escribiendo, y su muerte está rodeada de un halo de misterio que aún no ha sido resuelto. Unos dicen que fue envenenado por la KGB ya que se vio involucrado en un oscuro caso de influencias. No sé si alguna vez se conocerá la verdad aunque es más que probable que a su víctima, el escritor Iulian Semionov le hubiera entrado la risa su salida melodramática de la existencia. Y sí, sí que tiene algo de literaria su desaparición apenas unos pocos años después de que el invento de la Perestroika desapareciera en lo que todavía quedaba de la antaño orgullosa y beligerante Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Saludos, Spasiva!, desde este lado del ordenador