Condensar cuarenta años de trabajo no es una tarea fácil pero eso es lo que intenta mostrar Escalas (1980-2020), exposición sobre la obra de Luis Palmero (Tenerife, 1957) que se exhibe en TEA Tenerife Espacio de las Artes hasta el 9 de mayo. La muestra lo ha resuelto al proponer un diálogo con las diferentes etapas que marcan la obra de un artista que no deja indiferente a nadie. La retrospectiva consta de unas sesenta creaciones que permiten observar la evolución de Luis Palmero, y que refleja la madurez de un artista que a la edad de ocho años sintió la llamada del arte .
- Escalas resume cuarenta años de trayectoria artística.
“Sí, de hecho tanto Nilo Palenzuela, el comisario, como yo mismo tuvimos de entrada muy claro que la exposición tenía que reflejar toda la trayectoria y así se ha hecho aunque siempre está el problema del espacio lo que obliga a seleccionar obra para que quede bien, lo que se hizo. Sí, creo que en Escalas ha quedado representada toda mi obra”.
- Sin embargo, algunas voces dicen que la exposición está truncada.
“No, pienso que no está truncada si bien todo es mejorable y se puede hacer mejor y en este caso se ha hecho lo mejor posible para que estuvieran representadas todas la series. Es evidente que al ser una retrospectiva teníamos que reflejarse todas las variantes que he realizado en estos cuarenta años y todas están ahí. No obstante, insisto en que todo es mejorable y que todo se puede criticar pero reitero que todas mis series están representadas en Escalas”.
- ¿La exposición contó con el apoyo de TEA?
“Nosotros desde el principio trabajamos sin contar con uno de los espacios de la sala B ya que en el mismo se desarrollan perfomances, espectáculos de danza… Y se ha acondicionado la sala para eso. Sí sugerí en su momento si había alguna posibilidad de ocupar ese espacio pero me dijeron que no porque había una programación y la sala se había acondicionado para esas actividades así que era un problema y cuando dicen no, ya está, no hay problema. Se trabaja en otra dirección. ¿Que si hubiese tenido más espacio la exposición se hubiera ampliado?, por supuesto pero no voy a estar por encima del director de un centro de arte. Y si la dirección lo entiende así, ya está”.
- ¿Cómo fue trabajar con Nilo Palenzuela, el comisario de la exposición?
“El trabajo siempre fue conjunto. Nos plantearon en un principio algunas propuestas de montaje pero no estuvimos de acuerdo con ellas porque desde el principio Nilo Palenzuela y yo sabíamos el tipo de exposición que queríamos hacer y cómo. Además, tenemos una amistad de hace cuarenta años y al estar el artista vivo, como es mi caso, resultaba absurdo que el comisario se encargara de todo. Mantuvimos un diálogo fluido, continuo, y hubo siempre consenso, lo que se aprecia tanto en la exposición como en el catálogo que hemos realizado conjuntamente”.
- ¿Qué tipo de exposición se les planteó con anterioridad?
“Una selección de obras limitada, por lo que entendimos que ahí no estaba representada toda mi trayectoria sino que era solo obra seleccionada y que quedaría muy aislada del espacio. No daba una visión retrospectiva por lo que desechamos ese proyecto y nos pusimos a trabajar en nuestra exposición, una exposición que propone un juego con las obras y que intentamos organizar para que tuviera más o menos una coherencia que no resultara lineal ni tuviera un sentido historicista y sí buscar el diálogo entre ellas, enfrentar la de los años 80 con las del 2020”.
- ¿Qué tipo de diálogo?
“Por poner un ejemplo, hay una obra de los 80 que es roja, monocromo, que está enfrentada a una azul del 2020. Hay cierto juego. La serie de las barquitas está conjuntada con la de Lanzarote, donde hay cierto movimiento. Con esta serie comenzó a gestionarse un pequeño quiebro en la forma que siempre he mantenido y, al mismo tiempo, un intento de dialogar y de crear un discurso”.
- Tengo entendido que uno de los elementos que trabajó con el comisario de la exposición fue el musical.
“He tenido de siempre una afición por la música. Muchas de las obras que se crearon nacen a partir de audiciones de jazz y durante una época muchos de los títulos de mis obras fueron canciones. Siempre hubo un fondo musical en mi obra que en algunas ocasiones se observa claramente por los ritmos y en otras permanece escondido”.
- Escalas muestra también cierto diálogo con artistas que le han influenciado.
“La exposición recoge esas referencias aunque no tiene por qué estar de forma evidente para que la gente lo sepa. Está Oramas y Malévich, entre otros. En los textos se habla de ellos”.
- Leo en la prensa un artículo que se queja que no se hiciera referencia a la revista Syntaxis en la exposición.
“La revista Syntaxis se reseña en el catálogo en un apartado amplio. Lo hace Luis Pérez Oramas y la primera cita del texto es de Andrés Sánchez Robayna, su director, en la primera cita del texto”.
- Pero no aparece en la exposición.
“Es evidente que la revista no aparece ni tampoco la documentación de portadas de libros y revistas porque tanto el comisario como yo consideramos que el nuevo libro de la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC) sí que refleja esa documentación gráfica ampliamente, así que al coincidir la publicación del libro con la exposición y para no repetir en el tiempo lo mismo decidimos dar un giro y colocar en una pequeña vitrina de la sala el tema del boceto, que también es interesante en la labor de un artista. Son decisiones que se tomaron por lo que la polémica está fuera de mí. Syntaxis aparece en el catálogo y se le pasó toda la información a los autores de los textos”.
- Comentan que su uso del color “despierta una cierta sensación de felicidad”.
“Esa felicidad que puede haber en la obra no es intencionada sino que es algo que nace en el interior. El hecho de que la obra lo refleje no quiere decir que uno esté todo el día saltando y feliz ni nada de eso. Tengo problemas familiares y de otro tipo y a veces el color refleja una cierta tensión emocional. En Oramas se refleja claramente que la exaltación de la luz y el color posiblemente tenga un fondo dramático porque era consciente que le quedaba poco tiempo de vida y era un niño prácticamente”.
- Pero la obra de Luis Palmero no es oscura.
“Ese lado trágico no me interesa en el arte, me interesan más los artistas que celebran que los que manifiestan dolor. Esa vía no me interesa”.
- ¿Y por qué Escalas?
“Lo propuso el comisario pero también es un título al que siempre he recurrido a lo largo de los años. Hace tiempo realicé una exposición en la galería de Elvira González que se llamaba Escalas y titulé obras y series así. Según el comisario, Escalas es un título muy abierto, hace referencia a muchas cosas. A la música, escaleras. Creo que es un título interesante”.
- No es frecuente la presencia humana en su pintura.
“No es intencionado sino que nace. La figura humana la he introducido pocas veces. En la serie de los retratos, o de las cabezas como la llama la gente, aparece una leve referencia al cuerpo, también en algún autorretrato que me he hecho pero son formas lejanas, casi como sombras. Considero que no es necesario para hablar del ser humano ya que, a lo mejor, con esa ausencia dices más que estando ahí. Me interesa más lo que no se ve, esconder que dejar ver”.
- ¿Para cuándo el catálogo de la exposición?
“El catálogo se publicará en quince o veinte días. Se trata de un catálogo muy trabajado en el que se incluyen tres textos desde mi punto de vista fantásticos. Uno lo firma Anna Maria Guasch, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, que propone una aproximación a mi obra muy interesante; otro es de Luis Pérez Oramas, en el que reflexiona sobre el trasvase Canarias-Caribe y relaciona mis obras con la de algunos pintores brasileños y el tercero es de Nilo Palenzuela, quien plantea una indagación muy íntima entre la evolución de mi obra y las vivencias que hemos tenido con los años”.
- ¿Y que constantes observa en su obra durante estos cuarenta años?
“Tengo claro que en mi obra siempre tiene que haber una serie de elementos como el color, la simplicidad de las formas y evitar el barroquismo y el exceso por todos los medios. A partir de ahí me voy dejando llevar. Hago una serie y soy consciente que esa serie es resultado de un estado emocional por lo que asumo que no la puedo repetir y cuando veo que está finalizándose, la cierro. La siguiente serie tiene residuos de la anterior y de ahí surgen otras. Están escalonadas aunque si las miras aparentemente no tienen relación unas con otras pero sí que hay conexiones”.
- ¿Qué conexiones?
“El color, las formas simples. Una cierta geometría. La cuestión de ritmos, de conseguir con las sombras un timbre, un sonido. Esas son un poco mis constantes y sobre ellas creo variaciones. Otra constante es el sentido de la pobreza, pobreza de materiales, de presentar las cosas. Lo plano pero que no es plano ya que tiene algo de materia”.
- ¿El artista nace o se hace?
“No se nace artista sino que se va haciendo. El artista tiene que tener mucha paciencia para irse haciendo. Cuando estudiaba 2º de Bellas Artes realicé una exposición y los profesores cayeron sobre mi y esa crítica creo que puedo hacerla ahora a la gente nueva aunque entienda que es la edad lo que hace que no tengan paciencia, es lo normal, pero el artista se hace con los años. Madura, crece para adquirir consistencia”.
- ¿Es muy distinto el Luis Palmero de hoy al de ayer?
“No, no son tan distintos en el sentido del entusiasmo por pintar aunque los años pesan. Voy cerrando series para, de alguna manera, aligerarme de peso. No es que empiece de cero pero intento quitarme el mayor peso posible para poder desarrollarme sin ataduras a la obra”.
- ¿Eran más arriesgados los artistas de su generación a los de ahora?
“El artista tenía antes, posiblemente, menos presión pero ahora me da la impresión que intenta meterse desde que sale en el ámbito del mercado. Desde mi punto de vista hay un exceso de querer institucionalizar la obra cuando creo que el artista debe pasar por el mundo de las galerías. Históricamente, han sido las galerías las que han defendido la obra de los artistas y los que han bregado para que su obra esté bien representada”
LIBRO BAC
Tras la exposición y la publicación en “quince o veinte días del catálogo”, Luis Palmero es el protagonista de un nuevo libro –concretamente el 66– de la colección negra de la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC) que escribe Fernando Castro Flórez. El artista canario recuerda que conoció a Castro Flórez “cuando íbamos a ARCO” pero se dio la casualidad que en un documental que estaban realizado sobre él en la galería de Manuel Ojeda apareció el filósofo y crítico de arte y se le planteó que dijera unas palabras sobre la obra de Luis Palmero. “Y habló unos veinte minutos y me preguntaba que de dónde sacaba tanta información de mi trabajo y fue ahí donde decidimos que Fernando escribiera el libro de la BAC a lo que se prestó encantado. Le envié material durante el confinamiento y desarrolló un texto muy exhaustivo, repleto de referencias críticas a mi obra de diferentes autores como Andrés Sánchez Robayna, Juan Manuel Bonet, Lázaro Santana, Nilo Palenzuela y Ángel Sánchez, entre otros. Hizo un trabajo muy riguroso”, concluye
FOTO: La crítica se ha “portado bien conmigo”, dice Luis Palmero. Cuando lee alguna reseña entiende que unos lo dicen de una manera y otros de otra. “Soy bastante tolerante en ese sentido” aunque recuerda una exposición en Madrid en la que un crítico muy relevante por aquel entonces le dio un “rastrillazo de mucho cuidado”. Palabras que aceptó y de las que sacó sus conclusiones tras hablar con la galerista, que fue quien le dijo que el hecho de que hubiera escrito sobre la exposición era porque: “le interesaba mi obra”. FIRMA FOTO: PABLO PALMERO