Archive for Marzo, 2011

Momias enamoradas y momias mudas, tontas y no necesariamente desdentadas

Sábado, Marzo 5th, 2011

I.- GENTUZA

En el cuarteto de grandes rarezas de los estudios Universal siempre sentí especial predilección por La momia.

La momia, en contra de la elegancia de Drácula, la trágica fealdad de la criatura nacida en el laboratorio del doctor Frankenstein y la ferocidad exacerbadamente masculina del Hombre Lobo, era un ser que pertenecía a otro tiempo. Una extravagancia que solo quería recuperar a la amada para vivir el resto de su eterna existencia en paz.

¿Qué mal hacía? 

El mal, en todo caso, venía de los arqueólogos.

Era gente consciente que pese a estar molestando el dulce sueño de los muertos continuaba adelante porque solo pensaba en exhibirlos como trofeos en sus museos.

Imaginen así a esa pareja de amantes que sabe va a ser observada por una  legión de imbéciles que nunca estará satisfecha de devorar a muertos que dicen estar vivos en televisión mientras mienten al gritar: ¡Sálvame! o ¿Dónde estás, corazón?

II.- Y A CUENTA DE…

Me acordé de la momia de la Universal esta misma semana al leer la noticia de que han regresado a Tenerife tres momias guanches que hasta el día de hoy permanecían en la capital de las Españas.

Lo que me atrajo de esta noticia fue sin embargo el caso de que dos de estas momias se trataran de mujeres cuya edad estiman los expertos debería de oscilar entre los 25 y 30 años, y la de un hombre de entre 30 a 35 años.

¡La momia vuelve! pensé entusiasmado. ¡Y esta vez con las dos mujeres de su vida!

¡Pobre momia!

III:- UNA ENTRAÑABLE AFICIÓN

A mi esto de las momias (guanches o no) me fascina desde que vi siendo un enano La momiaLa momia de Boris Karloff aunque la dirigiera el señor Karl Freund.

Y digo La momia de Karloff porque más que por ser momia me encantaba cuando hacía de Imhotep, con aquellos hiptónicos ojos que solo podía tener Imhotep.

Con esa mirada que taladra advertía: déjenme vivir en paz con mi chica.

Con las momias guanches: déjenme vivir en paz con mis chicas.

O la chicas momias guanches: déjemen vivir en paz con nuestro chico.

O dejen vivir en paz a las dos chicas.

IV.- IMHOTEP Y YO

Recuerdo que siendo todavía un niño visitaba con  mi familia el antiguo Museo Arqueológico de  Santa Cruz de Tenerife que en ese entonces estaba ubicado en el edificio del Cabildo de Tenerife.

Allí, entre restos de vasijas y otros utensilios utilizados por los primeros pobladores de la isla, se encontraba una sala que me encantaba visitar.

En la misma se podía observar los restos de una momia. Una momia que estaba depositada en una cuevita artificial.

Me pasaba horas mirando aquella momia. Y hasta le puse nombre.

No, no el de Imhotep.

La llamé Pancho.

Reconozco que el nombre no es muy guanche (ni siquiera egipcio) pero en mi fantasía Pancho la momia se convirtió en un amigo invisible con el que podía desahogarme.

Y Pancho, como un buen amigo invisible, me escuchaba sin interrumpirme.

O hacía precisamente que escuchaba.

Más tarde o antes, ya no me acuerdo, vi La momia de Karloff pero nunca se me ocurrió cambiarle el nombre a mi momia.

Pancho la momia continuó siendo Pancho la momia.

V.- LA HABITACIÓN DEL PÁNICO

En otro habitáculo del museo uno podía entrar en una habitación del pánico. Se trataba de un espacio repleto de cráneos aborígenes.

O quiero pensar ahora que se trataba de una habitación repleta de cráneos aborígenes.

Es probable que no fuera así y que yo haya terminado por mitificar lo que probablemente no era tan espectacular como –reitero–  quiero seguir pensando hoy día.

En mi recuerdo quien les escribe está en el centro de la habitación mientras contempla todas aquellas calaveras e intenta ponerle nombres como ha hecho con Pancho pero no puede.

No puede…

Quizá sea por las sonrisas mudas, tontas y desdentadas de las calaveras. 

Desde entonces esa sonrisa muda, tonta y no necesariamente desdentada la asocia con la muerte.

Muda, tonta y no necesariamente desdentada.

VI.- PERO… ¿ POR QUÉ?

Se me viene a la cabeza todo esto por el anuncio del regreso de estas tres momias guanches.

Nadie se ha planteado que igual tuvieron una historia de amor. Y que esa historia de amor igual se enmarañó durante su estancia en un Madrid que para mi huele a bocata de calamares refritos. 

Y que el hecho de volver (forzadamente) de ese Madrid que huele a bocata de calamares refritos igual trituró definitivamente su historia de amor. 

Así que veo a tres momias a las que les importa un carajo su origen.

También a tres momias a las que se las trae floja convertirse en símbolo de una tierra empeñada en que sus habitantes y monstruos –como los cráneos que había en aquella sala– continúen siendo tontos, mundos y desdentados.

Y eso con mi Pancho la momia e Imhotep nunca hubiera pasado.

Saludos, momias mudas, tontas y desdentadas, desde este lado del ordenador.

¡Rusia es culpable!

Viernes, Marzo 4th, 2011

El caso de Carlos Iglesias es cuanto menos curioso.

El actor se hizo popular en nuestro país haciendo payasadas en Esta noche cruzamos el Mississippi donde hacía de Pepelu. Más tarde continuó explotando lo que los expertos llaman vis cómica en la serie Manos a la obra hasta que un buen día se jartó de hacerse el gracioso para ponerse serio.

Estas cosas pasan entre los humoristas, gente que en su vida privada no suele ser tan chistosa como en su vida pública.

No he visto el anterior trabajo como director de Iglesias, Un franco, 14 pesetas, pero es probable que me la trague un día de estos tras ver su irregular aunque curiosa, extraña Ispansi.

Digo que se trata de una película curiosa y extraña en el actual panorama del cine español porque cuenta una historia de españoles no en España sino en la Unión Soviética invadida, a comienzo de los años cuarenta, por el ejército alemán.

El filme pretende una reconciliación entre las dos España al narrarnos (con sus aciertos y desaciertos) la historia de amor que surge entre un miembro del Partido Comunista Español y una señora de derechas que por los insólitos avatares de nuestra Guerra Civil da con sus huesos en la patria de Tolstoi.

No es sin embargo Ispansi una película redonda, pero salgo del cine en estos Carnavales que comienzan con la sensación de no haber malgastado mi dinero. Puede ser porque el filme, a ratos, ha sabido conmoverme. También que me resultara creíble.

La película tiene una intención, además, que la ennoblece. Recuperar la memoria de todos aquellos españoles que ante el triunfo del ejército rebelde comandado por Franco tuvieron que aprender a vivir en un país que no era el suyo.

Uno de los problemas más visibles de Ispansi es sin embargo su posicionamiento ideológico, el retrato siempre bonachón de los que perdieron nuestra guerra y el siniestro de quienes vencieron. Pero salvando este lastre, insisto que Ispansi es un producto muy digno. Es una historia de coraje y también una historia de amor. Es un curioso retrato además de dos España imaginarias condenadas a reconciliarse.

Y ese es un mensaje necesario en estos tiempos donde los que se dicen de izquierdas y los que se dicen de derechas están empeñados en que continúe planeando sobre nuestras cabezas la sombra de la irreconciliación. Es como si se empeñaran en que siguiéramos danzando sobre las tumbas de nuestros antepasados cuando lo que deberían de hacer los de un signo y los del otro es dejarlos descansar de una vez en paz.

No sé si Carlos Iglesias lo sabe, pero en los años cuarenta se rodó en este país llamado España una película que buscaba esa misma reconciliación a través –también– de una historia de amor titulada Rojo y Negro que fue dirigida por el falangista Carlos Arévalo.

El interesante volumen Cine y Guerra Civil española. Del mito a la memoria de Vicente Sánchez-Biosca incluía un dvd de este filme. Título de culto porque fue víctima de la censura franquista en su momento.

Nunca entendí el por qué. El filme de Arévalo queda lastrado como queda ahora lastrado el de Iglesias precisamente por invitar a que esas dos hipotéticas Españas se den la mano admitiendo que fue una de ellas la que tuvo la razón.

En la cinta de Iglesias los comunistas y en la de Arévalo los falangistas.

Como Ispansi transcurre en plena II Guerra Mundial en Rusia era inevitable que su director recordara a los espectadores que en ese frente también combatieron españoles apoyando al ejército alemán.

Se tratan de los hombres y mujeres que pertenecieron a la División Azul. Esta escena, muy corta pero de marcado contenido bélico, me ha parecido una de las mejores de esta película. No voy a describirla pero cuenta un hecho que fue bastante habitual cuando españoles de un bando y del otro se vieron las caras en una tierra que no era la suya.

Esto me hizo pensar que la División Azul en el cine no ha tenido aún una película que rinda justicia a ese grupo de voluntarios que se lanzaron a combatir en una guerra en la que no se les había perdido nada.

Con independencia de que muchos de aquellos jóvenes se alistaran bajo la proclama de ¡Rusia es culpable!, consigna vomitada por el germanófilo Serrano Súñer, cuñadísimo de Franco y también ministro de Asuntos Exteriores de aquella España aún con ganas de sangre, paso a consignar –mientras espero la versión que el poco imaginativo Gerardo Herrero anuncia que realizará de la extraordinaria novela El tiempo de los emperadores extraños de Ignacio del Valle– las películas que he visto hasta la fecha de este cuerpo de voluntarios. Cuerpo de voluntarios que cuenta sin embargo con una extraordinaria literatura testimonial con nombres y apellidos entre los que destacan Tomás Salvador (de quien se cumple el miércoles 9 de marzo el 90 aniversario de su nacimiento) y Fernando Vadillo, entre otros.

EMBAJADORES EN EL INFIERNO.- Dirigida por José María Forqué e interpretada por Antonio Vilar, Rubén Rojo y Luis Peña, entre otros actores, el filme se inspira en el libro del escritor Torcuato Luca de Tena en el que narra con pulso narrativo el cautiverio del por aquel entonces capitán Teodoro Palacios Cueto y otros divisionarios españoles que sumaron al llamamiento de ¡Rusia es culpable! El escritor Juan Manuel de Prada le dedicó a este largometraje un emocionado comentario en su interesante sección de cine (digamos raro) que publica en el suplemento cultural del diario ABC.

LA PATRULLA.- Dirigida por Pedro Lazaga en 1954 . Esta película la vi siendo muy niño en la televisión y la he vuelto a recuperar recientemente. No se trata de una de las mejores películas de su irregular director. La acción se desencadena cuando cinco soldados de infantería del ejército nacional se sacan una fotografía en algún lugar de Madrid en el año 1939.

Por esas cosas del relato cada uno de ellos emprende vidas diferentes tras el triunfo de los rebeldes en una España que ya comenzaba a reproducir fantasmas.

El episodio que más nos interesa es el que sigue los pasos de uno de ellos. Un joven entusiasta que termina enrolado en la División Azul donde ¡oh cae preso de los malvados comunistas! ¡los rojos!

Pero que no cunda el pánico.

Porque el protagonista logra escapar cuando uno de los soldados soviéticos que lo vigila resulta ser español. Rojo pero español. 

Así que deja que se esconda en un avión de suministros estadounidense que lo llevará a territorio francés, donde el hombre tiene que cruzar la frontera.

Imaginad –en blanco y negro– la cordillera de Los Pirineros porque allí se encuentra el protagonista cuando de repente se tropieza con una pareja de la Guardia Civil.

GUARDIA CIVIL: ¡Alto! ¿Quién vive?

EL PROTAGONISTA:  ¡España!

Probablemente sea una de las escenas de patrioterismo más tontas y quizá por eso más peligrosamente ingenuas de la historia del cine. Y no solo español. 

¡España!

No he visto más películas de ficción sobre este cuerpo de voluntarios que, curiosamente, el régimen franquista intentó enterrar tras el triunfo de los aliados, pero si pinchan en este enlace se harán eco de otro filme –La espera (Vicente Lluch, 1956) en el que se muestra  –imagino que con el inevitable tono propagandístico de la época– el dolor de los familiares que esperaban el regreso de sus hijos, hermanos y padres que fueron a combatir en una guerra donde nadie los había llamado.

Por mucho que ¡Rusia fuera culpable!

Saludos, a todos los Ispansi del mundo, desde este lado del ordenador.

Fantasía ‘pin up’ (*)

Jueves, Marzo 3rd, 2011

Woody Allen dijo en una ocasión que le encantaría reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty. A mí me encantaría reencarnarme en las yemas de los dedos de Howard Hughes.

Howard Hughes fue quien descubrió a Jane Russell.

La mujer gigante y morena trabajaba como secretaria en el despacho de un dentista y el flechazo fue instantáneo.

La inexperta actriz se convirtió en símbolo sexual más por el cartel de la película El forajido que por  filme en sí.

Cartel donde no aparecía el protagonista de la cinta sino la protagonista: Jane Russell. Quien mira a cámara. Desafiante. Un tirante de su blusa nos muestra su hombro desnudo…

La leyenda cuenta que, entre otras cosas, Hughes se obsesionó por un defecto de menor importancia en una de las blusas de Jane Russell, argumentando que la tela se agrupaba a lo largo de una costura, con lo que daba la apariencia de que cada uno de los pechos de Russell tenía dos pezones. Estuvo tan preocupado por ello que llegó a redactar un detallado memorándum sobre cómo resolver el problema, y lo repartió entre los miembros del equipo de rodaje.

El caso es que por ese cartel, más que por la película, Jane Russell entró por  la puerta grande de Hollywood con un producto muy pequeño, de serie B dirigido por Hughes.

La carrera de Jane Russell no está plagada digamos de grandes películas aunque coprotagonizó Los caballeros las prefieren rubias, una de esas comedias musicales que hacen llorar hasta el más triste de la familia. La dirigió Howard Hawks y Russell compartía escena con otro símbolo sexual que aún resistie el paso del tiempo: Marilyn Monroe.

En esta comedia musical Jane Russell encarna a una mujer de bandera a la que no le hace falta fingir para conseguir lo que desea: el amor. Marilyn, por el contrario, hace de una aparentemente ingenua muchachita que sueña con casarse con un multimillonario. Cuando logra cazar a uno, ella debe resolver la situación para convencer al padre, que interpreta el formidable actor de reparto Charles Coburn.

La pizpireta rubia sin cerebro le demuestra al viejo que no tiene serrín en la cabeza cuando dice: “Si tuviera usted una hija ¿desearía que se casara con un hombre pobre? Al contrario, desearía que para ella lo mejor del mundo y que fuera muy feliz ¿Qué hay de malo en que yo quiera también todo eso?”

El viejo, como es natural, claudica y da su bendición al matrimonio.

Pero hablaba de Jane Russell, que fue una mujer más. O lo más. Todo en Jane Russell resultaba desproporcionadamente grande. Colosal. Y la morena lo sabía. Yo me la imagino como un personaje de su época, época donde todo empezaba a ser demasiado grande. Ésta y no otra es la razón de que Jane Russell se convirtiera en el mito que todavía sigue siendo hoy pese a que en la actualidad gusten más las sirenas anoréxicas.

Más que hermosa, Jane Russell era sexo. Con todas sus letras.

Y por esa emanación que aún agita la tetosterona de públicos masculinos, Jane Russell trasciende pantalla.

Y eso que no tenía una cara bonita. Yo diría que resultaba atractiva e interesante. Y golosa. Muy golosa y comestible.

Cuando veo Los caballeros las prefieren rubias yo sigo apostando por la morena. Me la imagino mirándome desafiante como una diosa mientras grita: ¿y ahora qué?

Y yo, bajando la cabeza, preguntando baboooso.

“Eso, eso ¿y ahora qué?”

Claro que mucho me temo que esta fantasía solo se convertirá en realidad el día en que me reencarne en la yema de los dedos de Howard Hughes. 

(*) Pin-up: fotografía o ilustración de una chica bonita en actitud sugerente.

Saludos, ñam, ñam, ñam, desde este lado del ordenador.

Fallece José Conde, actor protagonista de ‘La isla del infierno’

Miércoles, Marzo 2nd, 2011

José Conde descansa en una pausa del rodaje de La isla del infierno.

El actor José Conde (Orense, 1955) fue hallado muerto la semana pasada tras llevar un mes desaparecido.

El actor, cuyo verdadero nombre era José Antonio Conde Cid, fue el protagonista del primer largometraje del realizador tinerfeño Javier Fernández Caldas, La isla del infierno, quien manifestó a este blog su profunda consternación por la muerte de un intérprete a quien equiparó como “uno de los últimos grandes galanes de nuestro cine.”

Pepe Conde, como era conocido entre sus amigos, pasó gran parte de su adolescencia y juventud en Las Palmas de Gran Canaria. Tras iniciarse como modelo, debutó como actor –casi siempre asumiendo papeles secundarios– en series de televisión y obras de teatro.

“Se sentía muy orgulloso de su participación en Ritesti, un episodio de la serie Crónicas del mal que dirigió Iván Zulueta y donde compartió protagonismo con la actriz grancanaria Cyra Toledo”, recordó Fernández Caldas, quien destacó también la generosidad y “la infinita paciencia” de Conde durante el rodaje de La isla del infierno.

La carrera como actor de José Conde en la televisión incluye títulos como Tierra de rastrojos, Brigada central, Sin tetas no hay paraíso, UCO, La hora de José Mota y 23-F Historia de una traición. También en Médico de Familia, Amar en tiempos revueltos, Herederos, Aquí no hay quien viva y El Comisario.

En cine, José Conde intervino en La conjura de El Escorial, Las ratas,  Malena es un nombre de tango, Corazón de bombón, Capitán Escalaborns y Óscar, una pasión surrealista, dirigida por el cineasta tinerfeño Lucas Fernández.

Javier Fernández Caldas anunció que a finales de abril, y con motivo del estreno en los Multicines Monopol de la capital grancanaria de la nueva versión digital de La isla del infierno, se le rendirá un cálido homenaje a José Conde. “Un actor –señaló el cineasta canario– que parecía uno de aquellos grandes galanes del cine de los años 40.”

Saludos, lamentando también la desaparición de la despampanente Jane Russell, desde este lado del ordenador.

¿Cultura? Ser o no ser, esa es la cuestión…

Martes, Marzo 1st, 2011

Con el paso de los años le he ido cogiendo bastante simpatía al viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias. Es cierto que ha sido un personaje que he caricaturizado con peor o mejor fortuna en este blog pero en los últimos tiempos me lo he ido imaginando como una especie de yo por la sencilla razón que su área sufre el mismo dramático recorte presupuestario que el bolsillo de quien ahora les escribe.

En una rueda de prensa que Alberto Delgado ofreció este martes, 1 de marzo, para explicar la gestión de su departamento en 2010 apeló a la imaginación para que este año que ya entra en su tercer mes de existencia la cosa cultural vaya buscándose otras vías que no sean las estrictamente subvencionadas.

Esta sugerencia, dicha imagino que con resignación, ya ha sido puesta sin embargo en funcionamientos por colectivos que contra viento y marea sacan sus propuestas sin contar con la bendición de nuestro castigado financieramente Gobierno regional.

Ahí está la pléyade de cineastas que continúan rodando sus cortometrajes por amor al arte. Muchos de ellos al dar por imposible presentar sus proyectos a un Plan Canario Audiovisual más preocupado por estar físicamente en festivales que en lo que debería de estar.

Ahí está un grupo de artistas de distintas disciplinas aglutinados en los Espacios Abiertos de Libre Creación que toman las calles y plazas de los núcleos poblacionales de las islas para dar a conocer sus ingeniosos y revolucionarios planteamientos hartos de que tan sencilla iniciativa no se le ocurriera a las buenas gentes de la Viceconsejería.

Y ahí están los resistentes espacios alternativos que comienzan a brotar como setas venenosas en estos territorios disgregados. Espacios que han recogido el testigo que han ido dejando los colosales contenedores culturales.

Ya saben, me refiero a aquellos auditorios espectaculares que en los años de bonanza económica se erigieron porque se pensaba que aquí se podía… aunque al final la historia haya demostrado que quizá no teníamos que haber podido tanto…

Mientras tanto, Alberto Delgado que ya no lleva bigote advierte desde su tribuna. Casi como si pretendiera revelar que aquellos tiempos pasados de oro y miel no volverán a repetirse.

Y pese a todo, pese a su aviso a navegantes, da cifras (a estos tipos les encantan las cifras… números fríos que parecen irrebatibles) para justificar como se gestionó los 58.363.000 euros que se manejaron en 2010 para respaldar con una ayudita a 94 festivales de música, el montaje de 67 exposiciones de artes plástica, patrocinar 28 proyectos audiovisuales (la mayoría de ellos sin salir a la luz todavía) y colaborar en 222 actuaciones teatrales a cargo de compañías canarias y la promoción de más de dos mil artistas del archipiélago en el exterior.

Y seamos sinceros, leyendo que no analizando los números, parece que esos 58.363.000 euros fueron muy bien empleados. O relativamente muy bien empleados.

El ser o no ser de Alberto Delgado (y de ahí sospecho que esta valoración) será cómo demonios maniobrará en 2011 con un presupuesto que sensiblemente desciende comparado con el de 2010.

Si ayer fue 58.363.000 euros hoy son 48.852.000 euros.

Así que me imagino a Alberto tragando saliva, imaginando los serruchazos que tendrá que ejecutar este año.

Claro que si Alberto Delgado saliera a la calle y viera como otros –los que hace tiempo renunciaron a pedir con la mano abierta alguna moneda del saco de la subvenciones– probablemente se daría cuenta que igual estimuló el trabajo de los de siempre en contra de los que se liaron la manta a la cabeza y hoy hacen cultura por la puta cara.

Y a esos, precisamente a esos, es a los que hay que respaldar por su imaginación en estos tiempos de crisis.

Alberto Delgado explicó en su comparecencia ante los medios que la base del edificio en el que se ha apoyado el trabajo de la viceconsejería a lo largo de la presente legislatura fue –recoge El Día–: “La apertura del Espacio Canarias de Madrid –en febrero de 2009–, la promoción exterior de la cultura que se hace en las Islas y la puesta en marcha del Plan Canario de la Cultura”.

También añadió que más de tres mil personas actuaron en 2010 en una isla distinta a la de su procedencia con el aval del programa Canarias Crea Canarias. Y, cómo no, el programa Septenio. Programa que no nos cansaremos de reclamar en este blog exige una urgente revisión de planteamientos.

En cuanto a  la industria audiovisual, Alberto Delgado continúa aferrado al espejismo que otros le hacen ver. Dice que la Viceconsejería ha patrocinado 28 nuevos proyectos –trece largometrajes, nueve audiovisuales con destino a la televisión y seis cortometrajes– pero yo todavía espero ver el estreno de esos treces largos de los que habla. También conocer cuántos de esos proyectos se están realizando en la actualidad. En cuanto al desarrollo de ochos guiones del Laboratorio de Escritura Audiovisual de Canarias mejor corramos un para nada estúpido velo.  

Por último, alguien le preguntó al Viceconsejero qué le parecía el chiste de la designación del protagonista del Día de las Letras Canarias 2012. A lo que Delgado respondió con su característica cintura política: “En ese tema tenemos muy poco que decir porque es un asunto que lleva directamente el Parlamento, pero aún es pronto para tomar cualquier decisión”.

Aún es pronto para tomar cualquier decisión”.

Así que concluyo: Maestro.

Maestro.

 Maestro.

Saludos, caminando por el filo de la navaja, desde este lado del ordenador.