Archive for Julio, 2013

Poeta hermafrodita

Martes, Julio 9th, 2013

- Los animales del Zoo.0 son criaturas que nunca verás en una película de Walt Disney. A mi me parecen, de hecho, de la familia del chupacabras. O amebas con forma humana que proceden del espacio exterior y….

- Quiere dejarlo.- digo.

- …Y que caminan entre nosotros dando latigazos clandestinos.– prosigue el hombre de negro– Y es que la mayoría, que no se entera, piensa que no existen pero sí existen. Yo sé que están ahí, por eso le advierto: desconfíe de ellos.

- En fin, póngame usted otra cerveza, Mariano.- le ruego al camarero que está en el otro extremo de la barra.

- ¿Una caña?.- pregunta Mariano.

- No, otra cerveza, hágame usted el favor.

El individuo, mientras tanto, continúa con su perorata:

- Entre los miembros de esta fauna se encuentra un espécimen que a mi me recuerda vagamente a Anton LaVey. Claro que Lucifer fue el ángel portador de la luz y eso explica que el señor con barba algodonosa y blanca expulsará del paraíso —de ahí lo de Paraíso perdido, John Milton y  toda esa jarea– a quien más tarde se convertiría en príncipe de los demonios…

- ¿No era ese Satanás?

- Pues no.- responde el indviduo- Ni Belcebú, que es Señor de las Moscas. Por cierto, qué extraordinaria novela El señor de las Moscas, al menos cuando tenía diecisiete años. Pero divago, me despista usted… ¿Qué le contaba? Hmmmm, ah, ya sé, lo de las criaturas del Zoo.0 es que, sabe usted, a mi me mordieron a tierna edad y pasé por todo un calvario eliminando su veneno.

- A su salud.- le digo a Mariano, el camarero, mientras doy el primer buche de la cerveza.

- De hecho, aún me asaltan efectos a lo flash back, que dicen por ahí.

- Ta bien, ta bien, pero ¿por qué me está dando usted la milonga con esta historia?

- ¿Historia? Oh, no, no, nada de eso. Antes de entrar me enteré por boca de una señorita a la que no he vuelto a ver que ya circula por la calle su nuevo catecismo: Poeta hermafrodita.

- Catecismo, Zoo.0, fauna…. ¿Pero esto qué es… ?

- Una advertencia.

- ¿Y usted quién es?

- Un legionario de Cristo.  Lea, lea usted esta aberración que me dio tiempo de anotar.

Y leo.

Si eliges bajar la cabeza, ok.

No tengo tiempo que perder.”

Me encojo de hombros.

- ¿Y?

- ¿Cómo que y? Es palabra de poeta hermafrodita.

Termino la cerveza y pido otra con un gesto.

- ¡Mariano! ésta la paga el legionario de Cristo.

Saludos, en ese instante una sombra cruzó su mente, desde este lado del ordenador.

Sobre el Víctor, Fimucinema y El talón de Aquiles

Lunes, Julio 8th, 2013

* Pues va a ser que sí. Esta mañana, dando una vuelta sin rumbo definido por la capital, observo que ya han comenzado las primeras obras de acondicionamiento de lo que supondrá la nueva etapa de apertura del Cine Víctor, el último palacio cinematográfico que aún se conserva en la ciudad en la que vivo. Hablo unos minutos con Eladio Fraga, director-gerente de EFT Ocio S.L, quien me anuncia que si las cosas va como espera, es más que probable que el viejo y elegante Cine vuelva a reabrir el 1 de agosto. En el hall del Víctor se han colocado dos pantallas planas en las que se exhiben promociones de los largometrajes que, calcula Fraga, se estrenarán en el Cine. El mismo Eladio me informa además que la empresa no piensa adornar la fachada con carteles pintados como antaño, en todo caso y si procediera, sería con imágenes en movimiento. Desde El Escobillón.com le deseamos la mejor suerte del mundo.

* Fimucité, el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife que comenzó oficialmente el viernes pasado, 5 de julio, con un emotivo acto de presentación y con la proyección del largometraje Kon-Tiki (Joachim Rønning & Espen Sandberg, 2012), inició también la primera edición de Fimucinema, el primer festival cinematográfico que premia a la mejor música para largometraje de ficción y que lleva el nombre del ilustre compositor Alex North. Tras Kon-Tiki, un excelente filme de aventuras en el que se recrea la fantástica y épica aventura que emprendió Thor Heyerdahl junto a cuatro hombres más a bordo de una embarcación de madera para demostrar que los pobladores de la Polinesia podían descender de los antiguos peruanos, Fimucinema continuará esta semana, del 8 al 13 de julio, con sus proyecciones en TEA Tenerife Espacio de las Artes a las 19 horas con, respectivamente: La venta del Paraíso (Emilio Ruiz Barrachina, 2012); Summertime (Norberto Ramos de Val, 2012); Irina, la mallete rouge (Bernanrd Mazauric, 2013), The Weather Outsider (Jason Freeman, 2012); Hay Days (Lance Lindahl, 2013) y The Fith Season (Peter Brosen & Jessica Woodsworth, 2012).

* El talón de Aquiles es el título del último cortometraje de la productora tinerfeña Mirada Limpia Producciones, cuyo rodaje tuvo lugar estos días en diferentes localizaciones de Santa Cruz de Tenerife. El proyecto lo conduce el realizador César Henríquez, responsable de trabajos como Salut (2010) y Reconocer(lo) (2012), que han podido verse en el TEA Tenerife Espacio de las Artes y en el Aguere Espacio Cultural. Henríquez, autor también del guión, presenta en esta ocasión una metafórica historia sobre las consecuencias de la crisis económica y la burbuja inmobiliaria, centrado en el triángulo protagonista formado por los personajes de Aquiles, su mejor amigo y promotor inmobiliario Gonzalo, y la ex-mujer del primero, Carla. Para encarnar estos papeles, el director cuenta con tres actores del panorama escénico insular: Adrián Rosales del Castillo, Pedro Martín y Sonsoles García.

Saludos, esto se mueve, desde este lado del ordenador.

La Guerra Civil contada desde las trincheras

Domingo, Julio 7th, 2013

“El teniente José Unamuno es hombre de pocas palabras. Su batería habla por él a todas horas con un lenguaje rotundo y eficaz que no ofrece dudas. Pero sin querer, fraternalmente metidos en el hoyo que nos protege del viento, comenzamos a recordar al padre, allá en Salamanca, en otro mundo….

José extrae de su tabardo una carta arrugada que siempre lleva encima y que conservará siempre. Esta fechada en Salamanca y en ella se cuenta las últimas tribulaciones del viejo profesor que, semanas después de la sublevación militar, decía bien alto en su Universidad a cuantos querían oírle:

- Estos botarates descuartizarán a España y luego habrá que volver a empezar…”

(Artículo publicado en Estampa, febrero de 1937, e incluido en el volumen La guerra que yo viví. Crónicas de los frentes españoles (1936-1937), Jesús Izcaray, Cuadernos para el diálogo, 1978)


Encuentro en el Rastro de la capital tinerfeña, ese oasis en el que cada domingo descubro un libro que llevarme a casa a un precio que todavía tolera mi agujerado bolsillo, La guerra que yo viví, volumen que reúne algunas de las mejores crónicas periodísticas que firmó Jesús Izcaray durante la Guerra Civil española de 1936 a 1939 y que fueron publicadas en su día en periódicos y revistas como Mundo Obrero, Estampa, Ahora

Se tratan de testimonios escritos en directo, en primera línea del frente por un hombre que advierte en la introducción del volumen que son artículos que narran “únicamente lo que vieron mis ojos y lo que escucharon mis oídos. Y no todo lo que escucharon…”

Momentos narrados con un lenguaje sencillo y tremendamente conciso en los que en apenas dos o tres trazos Izcaray da cuerpo a los protagonistas de un conflicto que sacó lo peor pero también lo mejor –país de insólitas paradojas– de lo que debe ser el carácter español.

Me pregunto mientras brotan estas líneas, como el nombre de Izcaray no ha sido reivindicado como se merece en la profesión que cultivo. No me explico como sus historias, piezas ejemplares de cómo se debe de escribir para un periódico, de cómo se hace también literatura cuando se escribe en un periódico, han pasado desapercibidas no ya en entre los que desempeñan este oficio sino incluso entre los apasionados a tema tan nuestro como es esa guerra que enciende pasiones y degenera en frustrados diálogo solo aptos para sordos.

Al señor Izcaray ya le dedicamos un post en El Escobillón.com en febrero de 2011 tras leer sus novelas autobiográficas Un muchacho en la Puerta del Sol y Cuando estallaron los volcanes, títulos publicados en su día en Akal y que encontré por casualidad en la biblioteca de mi padre.

Por eso, recuperar al escritor y al periodista en el Rastro de esta capital de provincias que, reitero, se ha convertido en un agradecido oasis en el que dejo que pase el tiempo mientras busco y rebusco entre pilas de volúmenes usados, me sabe a dichoso milagro. Y leerlo, a reconciliarme con un oficio que hoy ha perdido sus señas de identidad.

La guerra que yo viví es un gran clásico sobre unos tiempos nefastos visto por el ojo de un periodista con todas sus letras. Un título a la misma altura de El México insurgente o Diez días que conmovieron al mundo del periodista norteamericano John Reed. Crónicas, escribe Izcaray que “no son deliberadamente parciales. Con la verdad, me basta para defender nuestra causa”.

Una causa que el periodista y escritor muestra con descarnado realismo.

Un escritor con todas sus letras.

Un periodista y escritor que no renuncia a contar las cosas como las ve, un periodista y escritor que sabe imprimir a sus textos con honda ternura y un periodista y escritor que consigue que el lector viva, se emocione con su palabra

Escribe Jesús Izcaray que este libro compila crónicas que ya son historia, pero también lección.

“Terrible lección que, a cuantos nacimos en este país y a los que nazcan mañana, nos señala el único camino practicable de vida en común: el de la reconciliación, el de la libertad para todos, el de dirimir los inevitables conflictos de intereses e ideas civil y democráticamente, sin tiros y sin llamas”.

Miembro del comité central del Partido Comunista Español (PCE), es hora ya de reivindicar la grandeza de un escritor y de un periodista que con sus crónicas hizo arte con el oficio de informar.

Sus textos resultan equilibrados y escritos con una sencillez que desarma.

Apenas cae el autor en el maniqueísmo de unos años siniestros.

No, las crónicas bélicas de Izcaray se preocupan por los hombres y las mujeres, los niños y niñas, los ancianos y ancianas que se vieron envueltos por una vorágine que todavía no ha terminado de cicatrizar en las conciencias de sus nietos y biznietos.

Concluyo citando al mismo Izcaray, tomo este fragmento de un artículo titulado Tres batallas en un cerro (Mundo Obrero, febrero de 1937):

“Cuando el sol de la paz alumbre definitivamente lo campos de España y los hombres se miren con una sonrisa recién nacida, alguien, un español desconocido, que se acordará de nosotros, vendrá aquí, al Pingarrón, y reconocerá estos lugares con su mirada nueva. Nuestro hermano será feliz, pero yo creo que comprenderá los esfuerzos y la sangre que no costó su alegría.

Recostado en los montes de viento, mirará las tierras fértiles de nuestra patria. ¡Aquí fue! Entonces se habrán unidos los ángulos de España y sus pueblos se habrán hermanado. La vida se habrá poblado de himnos y todos recordarán a los que murieron… (Sí; tiene que ser así, ¡tiene que ser así!… Solo imaginándose así el futuro es posible soportar esto, esta tragedia desbocada, esta angustia diaria, esta muerte que, España adelante, siega plantas y piedras, árboles y hombres…)”

Saludos, pierden el tiempo si aún no lo han leído, desde este lado del ordenador.

Un trauma adolescente

Sábado, Julio 6th, 2013

“Con un gruñido de placer, Rosa Klebb se dejó caer en el diván con pose a la Recamier. Alzó un brazo y encendió una lámpara de mesa con pantalla rosada. El pie de la lámpara estaba trabajado en forma de mujer desnuda en cristal, imitación de Lalique. Luego palmeó sobre el diván, a su lado, al mismo tiempo que decía:

- Apaga la luz del techo, querida. El interruptor está junto a la puerta. Luego ven y siéntate a mi lado. Tenemos que conocernos mucho mejor”. (pág 74  de Desde Rusia con amor, libro número 6 de la colección Agente 007 James Bond, Editorial Bruguera, 1974. Traducción de Antonio Bosch)

Desde Rusia con amor cumple cincuenta años muy bien llevados.

Continúa además siendo la mejor película de la serie Bond y para quien les escribe tiene entre otros atractivos, un encanto particular.

Fue la primera que vi del agente secreto 007 en un cine del que ya no existe ni su esqueleto en la capital de provincias en la que resido.

Se llamaba La Paz y en los estertores de su existencia apostó por las sesiones dobles y hacer la vista gorda con eso de la edad.

Las butacas eran de madera, por lo que resultaban incomodísimas. O una tortura del doctor No, pero a mis esas cosas en aquellos días de sueño ni fú ni fá. Corría entre nosotros también inquietantes leyendas sobre ese cine, lo que hacía que asistir a sus sesiones prometiera algo más que ir al cine.

Recuerdo que una que nos contábamos y creíamos como palabra de ley es que ni se te ocurriera ir al baño una vez se había iluminado la pantalla.

“Desapareces, no se te vuelve a ver el pelo”, nos transmitíamos unos a otros a modo de advertencia.

No sé de donde vino esta ocurrencia, pero la única vez que fui a los servicios de aquel entrañable y ruinoso cine fue lo más parecido a una aventura de terror en esos años de los que todavía conservo memoria. Una memoria que probablemente adorno en mi cabeza pero no por eso deja de ser memoria.

Cerré la puerta, desahogué dentro la taza esperando que apareciera de un momento a otro la cabeza de una rata y cuando me disponía a abrir el fechillo, cerrojo lo llaman en la Expaña peninsular, no pude.

De fondo oía el sonido amortiguado de la película, no sé si se trataba de Jack el destripador de Londres, que sí que la vi en La Paz, por lo que comencé a ponerme nervioso hasta terminar por golpear la puerta y dar gritos de auxilio.

Pero parecía que estaba yo solo en aquel cine, encerrado para colmo en un cuarto de baño cuyos olores contribuían a subrayar el momento de pesadilla de esa hoy inolvidable experiencia cinéfila.

Ahí estoy, intentando forzar el fechillo al mismo tiempo que mis paranoias toman por asalto sorpresa mi cabeza:

“Ahora se abre la puerta de una patada y parece el destripador con la cara de Paul Naschy“.

“Cuando acabe la película la gente sale del cine y mis amigos se han olvidado que venían conmigo y paso la noche en este retrete hasta que una mano sale reptando de la taza…”

El caso es que comencé a dar patadas y puñetazos contra la puerta, sin dejar de dar gritos que, pienso ahora, probablemente apagaba el sonido de la película.

Al final, milagrosamente, el fechillo cedió, por lo que me escabullí del baño como alma que lleva el diablo.

En el bar, que estaba al lado de los servicios, me crucé con el camarero y un acomodador, también con un cliente que tomaba una cerveza. Los tres giraron su cabeza para mirarme. Una mirada de aquí no ha pasado nada que me desconcertó de una experiencia que hoy explica mi  ya característica claustrofobia.

Me metí en la sala y me senté en la butaca de madera junto a los amigos y vi el resto de la película. Me quedé también para ver la segunda sesión y después me marché con la sensación de que, efectivamente, allí no había pasado nada.

Pero eso es otra historia.

Contaba que descubrí al agente secreto al servicio de su graciosa majestad en el Cine La Paz. Y que eso quizá explique que su impacto resultara fatal. También que desde ese día militase en el ejército de aficionados a las extravagantes aventuras de 007.

Me encanta la escena del principio, esa en la que un hermoso y rubio como la cerveza Robert Shaw liquida al mismísimo Sean Connery en un parque… aunque todo es cosa de un entrenamiento, descuiden.

Cuando Shaw acaba con la vida del agente secreto no es Bond sino un tipo del montón, que así se las gastaba la condenada Spectra

Aquí no ha pasado nada.

Recupero Desde Rusia con amor y disfruto de su juvenil envejecimiento. Será porque descubro nuevos registros en una película que todavía se tomaba en serio el universo de Ian Fleming. Trabaja, además,  la más encantadora chica Bond de todos los tiempos: Daniela Bianchi, y la musa de Kurt Weill, Lotte Lenya, que hace de Rosa Klebb, una ambigua asesina que los mata a patadas.

La segunda entrega cinematográfica de las aventuras del agente que prefiere los Martinis agitados no revueltos, sienta las claves que después explotaría hasta la saciedad la serie.

Me refiero a los viajes en primera clase, a los almuerzos en restaurantes de cinco tenedores,  a las bebidas caras,  a las chicas y a los malos con aroma inconfundible pulp. Pero sobre todas las cosas es un filme que, como la novela, celebra un agradable hedonismo que, a día de hoy, aún se mantiene inmutable porque su sentido del entretenimiento pulp pop ha sido crionizado en novelas y películas.

Otro valor añadido es que Desde Rusia con amor la dirige Terence Young, un cineasta desinquieto por el que siento debilidad ya que sus películas nunca me dejaron dormir.

Young firmó la primera de la serie cinematográfica, Doctor No, y varios años después, tras Desde Rusia con amor, la espectacular Operación Trueno.

Young dejó su huella mientras trabajaba para James.

Pisadas que cualquier bondmaníaco que se precie rastrea en otros filmes por muy tonto que se ponga.

Yo veo nervio Young en la dinámica pelea inicial de Al servicio secreto de su majestad, la misma película que acabó con la carrera de George Lazenby, pero esta es otra historia.

No recuerdo, salvo La espía que me amó, ya con Roger Moore haciendo de agente secreto, otra película de la serie que me dejase clavado en la butaca.

Y lo gracioso del caso es que todavía, cuando las vuelvo a ver, ambas continúan despertando las mismas sensaciones que recibí de ellas cuando era un chaval que todavía no se preguntaba cómo sería  llegar al siglo XXI.

¿Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad?

Pero no quiero volverme nostálgico, no toca en estos días sin vino ni rosas que vivimos. Solo deseo dejar constancia de lo que supuso de alumbramiento descubrir por primera vez, y en un cine al que quiero recordar poblado de fantasmas, una película que cumple cincuenta años. Cincuenta años que no son nada.

¿Será porque se elimina –aunque sea de mentirijillas– a Bond nada más arrancar la película? ¿Será por Daniela Bianchi? ¿o por contar a tu lado con aliado sincero y feroz como Kevin Bey (Pedro Armendáriz)?

Yo que sé…

Solo sé que volver a ver Desde Rusia con amor me serena por dentro y por fuera.

Claro que –pienso luego existo– la epifanía se produjo en un cine llamado La Paz.

Ese cine en el que a veces pienso que todavía estoy estancado, encerrado en su cuarto de baño.

Saludos, M quiere hablar conmigo, desde este lado del ordenador.

(elescobillon.com)

Vulnerables, un mediometraje de Iván López

Viernes, Julio 5th, 2013

Resultaría una pena que un mediometraje como Vulnerables solo se quedara en la doble sesión que un puñado de afortunados pudimos ver el jueves, 4 de julio, en TEA Tenerife Espacio de las Artes. Lo escribo porque con sus defectos, se trata de un trabajo que termina por conmover al narrar  una historia que hoy afecta a la mayoría de los ciudadanos de este país.

Tiene la pieza que escribe y dirige Iván López mensaje, y una estética insólita que hereda de ese gran cine sobre perdedores que fue el norteamericano, y de cuyas fuentes bebe Vulnerables para retratar con entusiasmo que desarma a dos personajes que se cruzan y aprenden a conocerse en circunstancias que si no fueran por las actuales –la crisis– jamás hubieran descubierto que se necesitaban.

El mediometraje resulta así honesto en sus intenciones y muy profesional para un cine que, como el que se cuece en la actualidad en estas tierras, tiene más de voluntarioso que otra cosa.

Así que el trabajo de López, que también nace de ese espíritu voluntarioso, se distingue de otros por su sinceridad y una agradecida y meditada mirada que obliga a preguntarse por dónde irán sus próximos trabajos con el objetivo de descubrir la evolución de un cineasta que con Vulnerables logra algo tan difícil como transmitir emociones.

Y no solo porque la historia llegue a la mayoría, ¿hay que recordar que son muchos los que están atravesando por un momento de la vida semejante al que vive su protagonista?, sino también por el aliento de esperanza que ofrece una película en la que se muestra la errática existencia de un hombre maduro y en paro, interpretado excelentemente por el actor Vicente Ayala, con una mujer de oficio dudoso que irrumpe en su vida como una cataclísmica Lisbeth Salander que asume otra también excelente  Sheila Amador, a lo largo de la noche en la que se intentó tomar el Congreso.

La historia de Vulnerables tiene capas, y en ella confluye drama y comedia como fluye drama y comedia en El apartamento de Billy Wilder. Fórmula que si se hace bien es la mejor manera para contar un relato que te sigue sacudiendo mucho tiempo después de haber visto la película.

Yo al menos le agradezco el esfuerzo. Su complejo cálculo en ofrecer entretenimiento con músculo, también que  haya sorteado con dosificada ternura y en ocasiones desconcertante sentido del humor lo que en otras manos hubiera resultado ridículo y presuntuoso.

Me gusta Vulnerables, y no creo que sea porque últimamente me sienta vulnerable, sino porque encuentro en esta película pequeña y modesta destellos de situaciones que me hacen pensar que sí, efectivamente estoy viendo una película que se crece porque tiene latido que le da vida propia.

Y funciona.

Lo que despierta mi adormilado entusiasmo por ese cine que se rueda actualmente en estas tierras. Un cine que con películas como Vulnerables se hace, ya lo hemos dicho, cine.

Y esta capacidad me hace perdonar muchos de sus defectos porque sabe a auténtica, aunque en los títulos de crédito finales se le vaya un poco la pinza al realizador al subrayar su hasta ese entonces contenida denuncia.

Tiene oficio la cinta de Iván López y una sencillez que por desnuda revela a un cineasta con ganas de mostrar sentimientos pese a que esa misma historia te la hayan contado un millón de veces.

Que más da.

El caso es que resulta creíble y se adapta como un guante a su atractiva atmósfera noir, labor en la que contó con un equipo que su director tuvo la generosidad y humildad de presentar antes de la proyección de la cinta en una sala llena hasta la bandera.

Todos ellos, vino a decir López, son autores de Vulnerables.

Un título muy a tener en cuenta en un cine que huye tanto de su realidad, como si tuviera miedo de abrir los ojos y narrar lo que nos está pasando.

Lo viene a decir el personaje que interpreta Ayala: “echar a un hombre de 48 años de su trabajo es como firmar su sentencia de muerte”.

Aunque siempre le quedará la noche y dejar de pensar que mañana será otro día.

Saludos, muy gratamente sorprendido, desde este lado del ordenador.

Perdonen ustedes que me levante

Jueves, Julio 4th, 2013

* TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este jueves, 4 de julio, y a partir de las 20 horas, el estreno del cortometraje Vulnerables, de Iván López. La entrada es gratuita previa retirada de invitaciones en la taquilla del centro de arte contemporáneo del Cabildo de Tenerife. Centrífuga Producciones produce el último cortometraje de López, una historia en la que dos personajes vagan la misma noche en la que en la capital del país los ciudadanos intentan rodear el Congreso. El corto está protagonizado por los actores Vicente Ayala y Sheila Amador, así como María Hierro, Santi López, Andoni González, Antonio de La Cruz, Elida Pérez y Ruymán Alonso, entre otros. La dirección de fotografía corre a cargo de Gabriel García, mientras que Yolanda Mesa asume las tareas de producción.

* El Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité), que se celebrará entre los días 5 y 14 de julio con el patrocinio del Cabildo Insular, el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz, dedicará su concierto del próximo día 11 de julio, en el Teatro Guimerá de la capital, a la memoria y trayectoria profesional del locutor Diego García Soto, experto de ámbito nacional en bandas sonoras, a cuyo mundo dedicó buena parte de su amplísima carrera en las ondas. Durante la audición, protagonizada por la Banda Sinfónica del Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife, con Benigno Cedrés a la batuta, el Festival hará entrega a los familiares del periodista de una Mención de Honor, ligada a los Fimucité Awards, que cada año se conceden a las personalidades más relevantes en este campo.

Saludos, la señorita Moneypenny me llama, desde este lado del ordenador.