Archive for Marzo, 2014

Raúl Jiménez rueda en Argentina y dos escritores canarios en la Semana Negra de Gijón

Lunes, Marzo 24th, 2014

Raúl Jiménez, director y guionista de Muchachos, largometraje estrenado recientemente en Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, se encuentra en Argentina rodando Tierra roja –título provisional–, su nueva película, con un equipo y presupuesto mínimo. Tierra roja está protagonizada por Guacimara Rodríguez, quien interpreta a una joven española que llega a Misiones en busca de sus ancestros.

Raúl Jiménez explica a Territorio digital que el argumento de su nuevo trabajo cuenta el reencuentro de Rodríguez con sus antepasados. “El personaje principal busca sus raíces en Posadas, en Oberá y en otros rincones de Misiones a definir.” “Concretamente es el viaje de una chica de Canarias para encontrarse con gente que no conoce”, explicó Jiménez. “Su madre es de origen alemán, proviene de Misiones. Se fue por razones que el espectador no sabe. Ella vive sin conocer a sus abuelos, por algún motivo que su madre ocultó. Entonces su madre fallece y decide viajar a Misiones. Aquí se encuentra con que su apellido no está en la guía telefónica. Entonces busca hacer contacto con comunidades alemanas. Así logra interactuar con gente, hasta conocer a su abuelo”.

La nueva obra de Jiménez contará en su banda sonora con melodías de la zona, particularmente el chamamé. “Estoy en conversaciones sobre esto, porque estoy jugando de trueque. Lo que se puede hacer es un video musical. Esto es lo que puede pasar. Cuando no se tiene ninguna subvención es muy complicado. Pero es la línea que he trabajado siempre”, dice.

* De momento, y solo de momento, ya hay dos autores canarios en la lista de invitados que estarán presentes en la XXVII Semana Negra de Gijón, para muchos la Meca en cuanto a festivales de literatura de género se refiere, y un encuentro que al menos hay que visitar una vez en la vida. Los escritores son Alexis Ravelo y Javier Hernández Velázquez, el primero para presentar y promocionar La última tumba, por la que obtuvo el año pasado el XVII Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe; y el segundo Un camino a través del infierno, título finalista y Mención Especial del jurado del Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial 2013.

Todavía es muy pronto para ofrecer una relación completa de los autores que formarán parte del equipo de la SN gijonesa, que se celebra del 4 al 13 de julio en los terrenos del antiguo astillero naval de la ciudad asturiana, aunque ya está confirmada la asistencia del británico Graig Russell, el irlandés John Connolly y los norteamericanos Matt Madden, William Gordon y Jessica Abel, así como de los españoles Agustín Fernández Mallo, Alejandro Gallo, Miguelanxo Prado, Alfonso Mateo-Sagasta, Carlos Zanón, Carlos Salem y Carmen Moreno, y Dominique Manotti (Francia); los argentinos Horacio Convertini y José Muñoz; Juan David Morgan (Panamá); Matías Bergara (Uruguay); Qiu Xialong (China); Rubén Varona (Colombia) y Sarah Lark (Alemania).

Saludos, fundido encadenado, desde este lado del ordenador.

Un puñado de historias sobre la Gran Guerra

Sábado, Marzo 22nd, 2014

Escrito así, La Guerra del 14 parece como otra batallita del abuelo Cebolleta aunque fue la Primera Guerra Mundial que deshizo el mapa del mundo.

Como a Jacques Tardi, el gran cronista en cómic del fin de la época bella, este conflicto me ha quitado el sueño por la lectura de una serie de novelas escritas la mayoría de ellas por quienes combatieron en las trincheras. Historias, casi todas, pacifistas. Tanto, que aún hoy sirven de alerta…

Alerta…

Me procuré un ejemplar de Sin novedad en el frente en una feria del libro que organizaron en mi instituto. La firmaba Erich Maria Remarque y no creí, cuando comencé a leerla, que me fuera a pegar tan fuerte.

Como otros títulos que me encendieron la luz de la bombilla no he vuelto a leerla, como no he vuelto a leer los otros libros que se mencionan a continuación en este su blog El Escobillón.com, pero el recuerdo que guardo de ella ahora que paseo la mirada por sus páginas me emociona como entonces.

Leo la frase que escribí a lápiz una vez finalizada su lectura: “¡Dios, qué novela!”, y reconozco al adolescente que la descubrió por casualidad.

Mi encuentro con Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, fue más mundano. La tuve siempre delante sin verla. Quiso la casualidad o lo que sea que tras mi constipado hemingwayano la leyera con la mosca detrás de la oreja… La mosca se fue y continúe con mi constipado hemingwayano.

Cuentan que en Finca Vigía, en Cuba, don Ernesto escribía de pie sus historias… Adiós a las armas nació de una convalecencia y en la cama.

La historia con Capitán Conan es distinta. Mi desconcierto fue encendido tras ver la rigurosa y cuidada adaptación cinematográfica de Jean Cosmos y Bertrand Tavernier de la novela de Roger Vergel. Contiene la novela y el filme la misma refinada crueldad de Senderos de gloria (otra novela de la que también se hizo película) pero ésta se sirve en plato frío y casi crudo.

Tempestades de acero no es una novela sino unas memorias. Las memorias de un soldado, Ernst Jünger, que nunca entendió demasiado bien a los pacifistas, y cuyas incendiarias y metafísicas reflexiones prolonga en su Diario de Guerra y Ocupación (1939-1948).

Hay que evitar para enfrentarse a Tempestades de acero el mal pálpito que se montó en torno a Jünger ya que unos no le perdonan que fuera un tipo coherente mientras que el resto pretende convertirlo en santo de la otra Gran Mentira.

Yo solo sé que no sé nada y que a Ernst Jünger le daría igual este debate de cretinos.

A Las aventuras del bravo soldado Švejk, escritas por Jaroslav Hašek, llegué también por casualidad, y gracias a una serie de televisión que, si no me equivoco, procedía de la aún reconocida Checoslovaquia. Recuerdo sonrisas más que risas viéndola, y esas mismas sonrisas más que risas las recuperé cuando leí las historias de Švejk, un Sancho Panza al que le ponen –y le pesa por inútil– un arma al hombro.

En casa de un amigo que vivía en Madrid me encontré con Tres soldados, de Jonh Dos Passos. Quería leer a Dos Passos porque era miembro de la Generación Perdida, esa milicia en la que estuvo Francis Scott Fitzgerald vestido también de soldado aunque la Guerra la pasó en casa y aprovechó el tiempo para conocer al amor de su vida, Zelda; o el mismo Hemingway.

Fue su primera novela, título que más tarde quedó relegado por sus mosaicos literarios, pero el que latió primero y el que me conmovió por dentro antes de iniciarme en su gran trilogía americana es Tres soldados. Será por su verdad y denuncia.

Alarmas.

Alarmas las del 14.

Unas alarmas que no han evitado otras guerras globales que vinieron y vendrán para deshacer el mapa del mundo.

Saludos, en las trincheras, desde este lado del ordenador.

Nero Wolfe, el hombre tranquilo

Viernes, Marzo 21st, 2014

- Así está mejor. En efecto, hemos de esforzarnos todo lo que podemos. Los hombres con amor propio llegan muy lejos en sus  obligaciones, y nosotros justamente de eso  no andamos faltos.”

(Sonó el timbre. Un caso de Nero Wolfe. Rex Stout, colección Negra, Navona editorial. Traducción: F. Ballester)

Uno de los grandes personajes de la novela de detectives es el norteamericano Nero Wolfe, creado por Rex Stout y protagonista de numerosas novelas de misterio que se leen con facilidad a pesar de lo complicada que pueden resultar sus tramas. Las características de estos libros no es, sin embargo, los casos que Wolfe y su equipo deben de resolver sino las peculiaridades que define el carácter de su investigador.

Nero Wolfe averigua quien es el culpable sin salir de casa. Utiliza como perro callejero a uno de sus empleados, Archie Goodwin, quien es además el narrador de las aventuras de Nero Wolfe. Un hombre orgulloso, que pasea por su casa su notable corpachón y que, entre otros vicios mundanos, disfruta de la buena mesa y de la cerveza.

Con estas señas de identidad, era inevitable que el personaje terminase siendo llevando a la televisión, la más famosa de ellas o la que reivindico desde esta bitácora es la que protagonizó en su día William Conrad, hasta ese momento un sobresaliente actor secundario que encontró al personaje de su vida en Nero Wolfe, a quien le imprimió carácter y estilo. Tanto, que cuando leo algunas de sus novelas es inevitable que piense en Conrad como el sagaz detective privado.

La última novela que ha caído en mis manos de Wolfe ha sido editada recientemente por Navona con el título de Sonó el timbre, lo que me hace alimentar la esperanza de que este rescate anime a los editores a recuperar más y más novelas de este investigador privado que, en esta ocasión, se enfrenta al mismísimo FBI. Institución por la que Nero Wolfe como Rex Stout no sentía simpatía. Comenzando por su gran jefe, el oscuro John Edgar Hoover, y las técnicas que emplean sus hombres. Los famosos G-Men.

Para algunos lectores con afición a la novela de detectives clásicas, la de habitación cerrada y que no cuida, porque no procede, cualquier aliento de denuncia social, las novelas de Nero Wolfe puede resultar algo aburridas pero no saben esos mismos lectores lo que se pierdan si las dejan a un lado.

Una de las claves de Rex Stout fue, precisamente, la de no descuidar su estilo. Un estilo directo, poco generoso en descripciones inútiles, y siempre al servicio de un personaje con cabeza matemática que iba dirigido a lectores que solo querían pasar el tiempo con sus historias.

Como sucede con otros grandes detectives de la literatura de misterio, Sherlock Holmes y Poirot, por mencionar solo a dos de los clásicos, las  novelas protagonizadas por Nero Wolfe están al servicio de la solución de un caso –robo o asesinato– así como al delicioso goce que produce averiguar como se las ingenia Wolfe para resolverlo sin salir, ya  digo, de su casa neoyorquina (West 35th Street). Una casa donde lleva un cómodo estilo de vida cuidando de sus orquídeas y en la que siempre se respeta los horarios de las comidas.

Sonó el timbre probablemente no sea una de las mejores novelas que Rex Stout dedicó al personaje pero sí que se trata de un eficaz vehículo a través del cual iniciarse en las historias que dedicó a Nero Wolfe, más de treinta sin contar los relatos.

¿Qué encontrará el despistado en ellas?

Pues sanas dosis de humor y misterio, pero sobre todo una elegancia y un saber estar que las diferencia de otros detectives sin apenas problemas emocionales porque además de buen vividor cuenta con una cabeza excelentemente amueblada.

Es una recomendación escobillonera y por lo tanto razonablemente subjetiva, pero harían mal en evitar adentrarse en el mundo de un personaje que ya disfruta de una amplísima legión de lectores entre los que se encuentra mentes tan enfermizamente calibradas como la de Umberto Eco y JohnMcAleer. De todas formas da igual quien lea a Nero Wolfe ya que lo importante es, en todo caso, no dejar escapar las novelas de Nero Wolfe.

Saludos, hemos dicho, desde este lado del ordenador.

El viento del diablo, una novela de Mariano Gambín

Jueves, Marzo 20th, 2014

Lugo intentó decir algo que insulflara ánimos en el grupo de desesperanzados combatientes, pero el áspero nudo de angustia que atenazaba su garganta no se lo permitió. Era la misma sensación que había tenido seis años antes, tras el desastre de Acentejo, durante la conquista de la isla de Tenerife.”

(El viento del diablo, Mariano Gambín, Roca Editorial)

Mariano Gambín alcanzó con tan solo tres novelas –Ira Dei. La ira de Dios, El círculo platónico y La casa Lercaro– algo insólito en las letras que se escriben a este lado del Atlántico: llamar la atención de una editorial nacional tras el éxito obtenido en las islas con los dos primeros títulos de una trilogía en la que la ciudad de La Laguna era un personaje más. Una ciudad que se mezclaba con sus protagonistas en frenéticos thrillers.

No era nuevo el experimento de Mariano Gambín, ya lo habían hecho amtes pero con otras claves Alberto Vázquez Figueroa y Jorge Rojas Hernández, entre otros, aunque la combinación del autor de Ira Dei. La ira de Dios resultó distinta al unir la Historia –en este caso la de la ciudad de La Laguna– con la actualidad en trepidantes y calcualdos relatos. Unos lo llaman  folletín y otros literatura de evasión.

Y eso es lo que ofrece Mariano Gambín, calculados y trepidantes relatos.

Las historias están bien alambicadas y su estructura facilita su digestiva lectura en capítulos cortos que animan a continuar con ella: propone misterio y acción. Invita a conocer qué sucederá después.

Y ese qué sucederá después se mantiene en El viento del diablo, un relato en el que Gambín cambia de escenario al no desarrollarlo ahora en La Laguna sino en el sur de Marruecos, concretamente en la laguna de Naila, una zona donde aún quedan restos de la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, construcción que fue erigida en 1496 por los castellanos para comerciar con las tribus de los alrededores así como para refugiarse cuando esas mismas tribus no venían en son de paz.

La nueva novela de Mariano Gambín se inicia con una descripción colorista de una batalla en la costa de Berbería en noviembre de 1.500. Un grupo de castellanos que capitanea Alonso Fernández de Lugo combate contra un enjambre de hombres

¿qué pasará?

La novela se sitúa ahora veinte años después en Las Palmas de Gran Canaria…

¿Por qué?

Porque ambos justifican el desencadenante de la acción que vendrá a continuación. Una acción que se traslada a nuestra siniestra actualidad y en una excavación arqueológica en la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña.

Allí se encuentra Marta, una de las protagonistas de las tres primera novelas de Gambín.

Pero hay más personajes.

La mayoría de ellos tras un objeto de la vajilla que Beatriz de Bobadilla hizo entrega a su esposo, Alonso Fernández de Lugo, y pieza por la que se interesa un frío terrorista islámico, marroquíes y una tribu de beduinos, algunos de cuyos miembros tienen extraños poderes.

La trama se complica con la aparición de un agente de la CIA y un comando del SEAL y con tropas del ejército y un detective de la policía marroquí, Hamidou Benkiran, que pide a gritos que el autor recupere en próximas entregas de su ciclo narrativo. Resulte éste lagunero o no.

No obstante, y por encima de los personajes que presenta Mariano Gambín en su novela, si algo destaca en El viento del diablo es su capacidad para crear atmósferas y la descripción de un paisaje, la laguna de Naila, que se nota que conoce.

Por otro lado, y como novela de acción y misterio, El viento del diablo funciona regularmente bien. Engancha desde el principio e incluso habrá algún lector agradecido por el cambio de escenario.

Llama la atención cómo Mariano Gambín combina realidad y fantasía –sobre todo en los acelerados capítulos finales de la novela–y su sentido del humor. Un humor que ya resulta seña de identidad en sus historias.

Se aprecia también que la combinación de estos elementos –los mismos que aparecían en sus títulos anteriores– están más trabajados. Como sin Mariano Gambín hubiera dado un paso hacia adelante en su ecuación literaria:

misterio más acción es igual a entretenimiento.

El orden de los factores no altera el producto.

Saludos, en el ojo del huracán, desde este lado del ordenador.

El ojo del huracán

Miércoles, Marzo 19th, 2014

Baile del Sol Ediciones reedita en su colección Narrativa El guanche en Venecia, de Juan-Manuel García Ramos. La novela, que fue publicada en 2011 por Artemisa Ediciones, cuenta la vida del mencey Bencomo de Taoro antes y después de ser capturado por los hombres de Alonso Fernández de Lugo el último año de la conquista de la isla de Tenerife. La novela, de la que ya nos hicimos eco en este su blog, se puede leer como una de aventuras y también como un inteligente retrato del proceso de transformación de un hombre que nació para ser rey.

La misma editorial pero en su colección Sitio de Fuego presenta Días de lluvia, de Luis Junco (Las Palmas, 1949), una novela que se desarrolla en 1974, un año antes de la muerte de Franco, y en la que un humilde profesor de un instituto de Madrid, Marcial Buenaventura, desarrolla una teoría: los sentimientos humanos pueden influir de manera determinante en el clima.

Ediciones Escalera concluye con la publicación de Visiones de Cody la recuperación de cinco obras de Jack Kerouac en castellano (tras Satori en París, Pic, Doctor Sax y Tristessa). Una exhaustiva labor editorial de seis años que ha configurado “un genuino catálogo de títulos beat que ninguna otra editorial ha atesorado”. Traducido por uno de los responsables de este milagro, Daniel Ortiz Peñate, Visiones de Cody ofrece el perfil vital y sentimental trazado por Kerouac a partir de su héroe Neal Cassady (Cody Pomeray para la ocasión) en una novela troncal en la que confluye el resto de las obras del autor y que fueron “concebidas como una gran commedia americana.”

La librería La Isla acoge el viernes, 21 de marzo y a las 18.30 horas, la presentación de Amagi, una novela que tras triunfar en la red con su edición digital (casi 2000 descargas) llega ahora en formato de papel con SumadeLetras. Su autor es Sagar Prakash.

El ciclo Entre palabras contará el martes 25 de marzo con Juan-Manuel García Ramos como protagonista. El escritor mantendrá un encuentro que será moderado por el también escritor Daniel María. La sesión tendrá lugar en la sala Domingo Pérez Minik en la Biblioteca del Estado de Santa Cruz de Tenerife a partir de las 19.15 horas. Juan-Manuel García Ramos (Tenerife, 1949) es autor, entre otros títulos, de Bumerán, Malaquita, El Inglés. Epílogo en Tombuctú, El guanche en Venecia y El zahorí del Valbanera. En el ámbito crítico destaca por una treintena de trabajos dedicados a la literatura hispanoamericana, y por estudiar lo que él mismo ha definido como la Atlanticidad, una comarca cultural oceánica donde dialogan pueblos y culturas de distinto origen. El Ciclo Entre palabras es una iniciativa de la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural.

Saludos, disculpen la hora, desde este lado del ordenador.

Las cosas del Rastro

Domingo, Marzo 16th, 2014

Un libro sobre talibanes y otro de los Balcanes.

Ojeo los dos.

El primero cuenta la historia de este grupo, y parece atractivo aunque lo firma un periodista occidental. El segundo es una edición de los años cincuenta donde un croata narra la historia de ese rincón nebuloso de Europa que son los Balcanes.

Miro a un lado y a otro para ver si está el responsable del puesto, una manta tirada en el suelo repleta de libros usados… Pero no encuentro a nadie en el bullicioso caos que tiene el Rastro esta radiante mañana de domingo.

Hago gestos en el aire pero no aparece el tío y los que venden mercancía a su lado poco hacen para informarme de quién, o dónde coño, está el tipo…

… Pero no hay manera, así que dejó los volúmenes sobre la manta y continúo mi periplo por el Rastro mirando de vez cuando hacia atrás por si aparece el vendedor.

El vendedor de la manta.

Nada.

Y eso que doy dos vueltas como un tigre enjaulado por la plazoleta pero con resultados negativos.

Las cosas del Rastro.

En otro lado me encuentro con alguna sorpresa y detrás de una mesa en la que se amontonan otros libros, un viejo cascado y con un tremendo tatuaje en el brazo vende la mercancía mientras fuma y fuma sin parar.

El bigotillo canoso lo tiene manchado de nicotina y pienso, no sé por qué, en Ítaca.

- Vasco, vasco.- le dice el viejo cascado a un compañero que parece que quiere confundirse entre el gentío.- recoge esos libros.

Continúo el deambular por el Rastro…

Gritos.

Los gitanos venden ropa; sudamericanos cachivaches y conocidos del barrio colecciones de crucigramas y autodefinidos y deuvedés y juegos de ordenador. Suena una versión india de Bailando con lobos y negros y blancos, blancos y negros, saldan sus cosas mezclándose en ese agradecido caos que es el Rastro.

El alma donde duerme también la ciudad.

Eso sí, me quedo sin talibanes y las tribus de los Balcanes.

Las cosas del Rastro.

(*) En la imagen que ilustra este post Nino Manfredi en El verdugo (Luis García Berlanga, 1963)

Saludos, Paz y Prosperidad, desde este lado del ordenador.