Explorando el ‘Malpaís’ literario de Víctor Conde

Lunes, Enero 23rd, 2012

Tampoco me gustaría que me calificaran de escritor gafapasta. Por Dios, no, eso sería lo último. Siempre he pensado que en el infierno ese de Dante, el que está pulcramente organizado en circulitos, uno de los más profundos lo ocupan los artistas que van de divos y de relamidos, que se creen que su palabra es ley que con la ley se edifican catedrales. No, señores, a la mierda con los relamidos y con los que se expresan con polisílabos cuando van a un congreso, la literatura no va de eso. Ni de coñas. Ya lo descubrirán cuando se hagan viejos.”

 (Malpaís, Víctor Conde)

He necesitado no una sino dos lecturas para descubrir las claves que laten como dormidas en el fondo de Malpaís, la nueva novela del prolífico escritor tinerfeño Víctor Conde y en la que el autor se aparta de las geografías de la ciencia ficción y la fantasía para contarnos ahora su particular y peculiar proceso de creación literaria en una historia en la que se pueden detectar insólitas influencias borgianas y cortazianas.

Malpaís, cuya extensión apenas supera el centenar de páginas, se convierte así en un título desarmante para quienes siguen más o menos con atención el trabajo de un escritor que se mueve como pez en el agua en universos ajenos al nuestro, y quizá sea ésta, precisamente, la clave más interesante de un libro que puede llamar a la confusión ya que en Malpaís, y al modo de las muñecas rusas, se encuentran varios relatos que, como la piel de una cebolla hay que ir separando con meticulosa paciencia para obtener una visión de conjunto de un volumen cuyo mayor mérito es que está escrito por Conde para Víctor Conde.

Malpaís es así una especie de psicoanálisis en el que el escritor reflexiona sobre los mecanismos que han armado su proceso de creación y en un ejercicio literario cuanto menos sorprendente al intercalar cuentos y canciones que pertenecen a su pasado como narrador, fusionarlo con un relato lineal en el que su protagonista, Carlos, un escritor, termina conviviendo como espectador en una comuna de descreídos hippies que se hacen llamar los Bichos Despreocupados.

Estos Bichos Despreocupados quizá sea lo mejor de esta ¿novela? en la que Conde se desnuda sin pudor alguno para explicarnos qué es lo que él entiende como literatura y para contarnos qué es lo que entiende como proceso de creación y el arte de escribir. 

Malpaís no es, sin embargo, una novela de tesis ya que su autor deja muchas puertas abiertas para que el lector entre en cualquiera de ellas con el objetivo de que saque sus propias conclusiones, pero tiene un algo que la convierte en producto narrativo extraño. Una rareza experimental que de de manos de quien viene resulta sorprendente y muy arriesgada.

En este aspecto, las relecturas de Malpaís provocaron en mis ideas dos fenómenos contrapuestos:

La primera vez que la leí no entendí nada.

La segunda vez, comencé a intuir sus intenciones y a unir las piezas que en un principio había desechado porque consideré que se trataban de materiales que poco o nada contribuían a la ilógica –ahora entiendo que lógica–  de su discurso.

Malpaís es una obra inclasificable. Hermosa y poética a ratos, pero también caprichosamente gamberra con el lector habituado a otras novelas y cuentos de su autor. ¿Por qué escribimos gamberra? Porque Conde se ríe bastante de sí mismo, y al reírse de sí mismo se convierte en una especie de duendecillo travieso que desordena los materiales para confundir al lector.

En este libro, que hace el tercero de la prometedora colección G21 Narrativa Canaria Actual, el aficionado a las spaces operas de Conde se va a encontrar con un universo también alternativo aunque sus territorios no sean planetas desconocidos de lejanas galaxias sino la geografía de unas islas, Tenerife y Gran Canaria, que gracias a su imaginación se transforman en territorios mágicos.

El relato que Conde narra linealmente en los capítulos pares son así una deliciosa aventura con clave iniciática en la que un escritor llega a la conclusión que para alcanzar otra percepción no se tiene que tomar, necesariamente, sustancias psicotrópicas y como un gurú de nuestro tiempo, o como un miembro más de ese grupo que alcanza la otra conciencia aprendiendo a combinar la química que alimentan nuestro cerebro, tanto Carlos como Conde nos muestran que las puertas de las otras conciencias están en nuestra cabeza. Y que solo basta con despertar al chamán que todos llevamos dentro para darnos cuenta del inagotable pozo de fantasía visionaria con el que podríamos observar la realidad que nos rodea sin emplear para ello venenos.

Los capítulos impares son, por otro lado, piezas que aparentemente no tienen ningún tipo de conexión con el relato aunque son ejercicios literarios que Carlos/Conde ha liberado de archivos que permanecían ocultos en su, supongo, abarrotado computador.

Malpaís va a descolocar tanto a los seguidores de Conde como a los que se acerquen por primera vez al imaginario de este escritor que se ha hecho escritor con mayúsculas. Lo que es de agradecer, porque solo un escritor mayúsculo es capaz de contarnos, en el aparente desorden de su malpaís creativo, que él escribe porque se entretiene y se divierte escribiendo.

Y muchos de sus lectores, entre los que me encuentro, al explorar el malpaís literario de Víctor Conde nos entretenemos y divertimos leyendo sus historias.

(*) Malpaís se presente el jueves, 26 de enero, a las 18.30 horas en la sede la Mutua de Accidentes de Canarias.

 Saludos, de un Bicho Despreocupado, desde este lado del ordenador.

¡¡¡Bienvenido sea, señor Ojo!!!

Jueves, Enero 19th, 2012

Nunca te acuestes con una mujer que tenga más problemas que tú” (Ross McDonald)

¡¡¡Alarma!!!!

Señor Ojo vuelve a irrumpir en este blog.

- ¿No se me había muerto, señor Ojo?.- le pregunto. 

- Yo no muero. Duermo la borrachera.- me contesta con su gigantesco ojo inyectado en sangre mientras de su aliento oledas de ginebra barata se estampan contra mis adormilados sentidos.

- ¿Y qué me cuenta, usted?

Señor Ojo traga ginebra y escupe…

¿QUÉ COÑO DE CRISIS?

Como la mayoría de los hombres que beben demasiado, me había pasado la mayor parte de mi vida considerando mi sombrío futuro” (James Crumley)

“Resulta cuanto menos curioso que dos de los presuntos grandes acontecimientos culturales de este 2012 apocalíptico que se nos viene encima se traten de sendos anuncios de conciertazos probables y cuyas entradas, todo hace suponer, no serán precisamente para tiempos de crisis. Ambas noticias coinciden además en apuntar que los espectáculos mayúsculos tendrán lugar en mayo y –en un diplomático equilibrio territorial– que supuestamente se celebren en las dos capitales canarias.

Canarias 7 adelantaba a los aficionados al Boss su posible presencia en la capital grancanaria si las negociaciones ya iniciadas al parecer por LM Producciones llegan a buen puerto. El Cabildo de Gran Canaria dará a conocer este jueves, 19 de enero, en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur), que Bruce Springsteen “ofrecerá en mayo un concierto en la isla.” La presencia de Springsteen en Gran Canaria no ha sido incluida sin embargo en la relación de conciertos que recoge la página web oficial del artista, apunta una nota de la agencia Efe.  

Le recuerdo también que En Tenerife se difundió hace unos días la celebración en mayo –¿la primavera la sangre altera?–  del Rock Coast Festival, tres días de música que se desarrollarán en la explanada de la Dársena Pesquera del muelle de la capital tinerfeña y en cuya presentación en rueda de prensa se habló de todo menos de lo que un encuentro de estas características demanda: el cartel de artistas.

Su presupuesto se estima en torno a los cinco millones, de los que 3,5 se destinará a pagar los cachés de los grupos participantes…”

- Deje usted margen a la esperanza, señor Ojo.- le digo.

Señor Ojo me mira con su ojo inyectado en sangre. Aunque sonríe cuando descubre la botella de ginebra barata que tengo escondida para matar a las cucarachas. Abriendo la tapa con los dientes susurra moviendo las manos:

Y SIN EMBARGO TRAIGO DOS OFERTAS ANTICRISIS

Y un hombre dispuesto a desechar su propia vida no siente ese asco. No solo eso, sino que se enorgullece de no sentirlo.” (James Crumley)

I.- LA VOZ DE LA RAZÓN PRODUCE…  

“El lagunero Café Siete espera acoger el 26 de enero y a las 21 horas un encuentro con el poeta Leopoldo María Panero, autor de una de las obras más radicales y vivas de la poesía española de los últimos tiempos. El precio de entrada para disfrutar de la velada es de seis euros con consumición.

Panero fue el primer miembro de su generación en incorporarse a la nómina de clásicos de la editorial Cátedra, y uno de los protagonistas junto a otros miembros de su familia del excelente documental El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994). Panero es autor, entre otros libros, de Locos de altar y Cantos del frío, así como de El lugar del hijo y Palabras de un asesino, en narrativa.”

II.- ALGO DE SENTIMIENTO, POR FAVOR

“Informo también, entre tanta estrella que se anuncia y que espero no se estrelle, que el viernes 20 de enero y en el Auditorio de Tegueste actúa Three Bones a las 21 horas. ¿Qué quienes son estos tres huesos? Pues un trío que bajo la tutela de Álvaro Dalloz interpreta blues con el corazón y no con la cabeza. Precio de la entrada: cinco euros.”  

- Eso está muy bien, señor Ojo.- le digo mirando como se ha tragado de una sentada media botella de ginebra.

Señor Ojo, de pronto, se me pon triste.

- ¿Qué le pasa, señor Ojo?

TE QUISE, YAIZA

Nadie es más cínico que un borracho reformado; ni siquiera otro borracho.” (James Crumley)

“El Espacio Canarias de Madrid dedica enero y febrero al ¿cine canario?

Este miércoles, 18, se presentó El Cine en Canarias, una revisión crítica, engañoso título del volumen coordinado por Aurelio Carnero y José A. Pérez-Alcalde y editado por la Filmoteca Canaria y el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria y del que ya usted expresó opinión en este mismo blog al que tiene acceso sus ebrios lectores si pinchan este enlace.

El jueves, 19, comienza el ciclo Yaiza Borges. Locos por el cine, con Anabel Off Side, obra colectiva de 1979. Y el jueves 26 del mismo mes, Carnaval 83, otra pieza colectiva porque a este colectivo le iba lo de la colectivización. Siempre y cuando se marcaran las distancias, claro está… Deme esa botella de ginebra para poder continuar.  

El 2 de febrero se podrá ver Último acto, Álvaro, mi niño y Apartamento 23F que no son cortos colectivos sino de Francisco J. Gómez, Gómez Tarín y Aurelio Carnero, respectivamente, y firmados a finales de los años ochenta.

El 9 y 10 de febrero se exhibirán dos trabajos del incombustible Josep Vilageliú: Bajo la noche verde (1985) e Iballa (1987); y el 16, El fotógrafo (Luis Sánchez Gijón, 1987). El 23 de febrero finaliza la resurrected Yaiza Borges con The end, obra en la que sus miembros certificaron la carta de defunción como grupo y de la mítica sala de cine que llevó su nombre y que regentaron con tanto esfuerzo y cariño en el que antes fue Cine Tenerife y en la actualidad un rumbero gimnasio.

Por último, el cortometraje Entre fogones (2011) de Patrick Bencomo se verá el viernes 20 de enero y a las 20.30 horas en el mismo espacio.”

- ¿Eso es todo, señor Ojo?

- ¿No tendrá usted más matarratas oculto por ahí? ¿Verdad?

- Pues no… .- miento al Señor Ojo. 

-Olvídese entonces de que continúe…

(*) Toda las citas, incluida la de Ross McDonald, están sacadas de una obra maestra: Un caso equivocado (Colección Etiqueta Negra, Júcar), de su majestad James Crumley.

Saludos, corto y cierro, desde este lado del ordenador.

Denominación de origen: libros canarios 2011

Jueves, Diciembre 29th, 2011

INTRO

Solo faltan tres días para celebrar el ritual de las uvas y recibir un anunciado y catastrófico 2012 con una sonrisa. Aunque la sonrisa resulte torcida y probablemente inducida por las sustancias espirituosas que uno lleve dentro del cuerpo.

Hago un repaso literario a este 2011 que agoniza recordando primero a los escritores ausentes que nos dejaron un poco más huérfanos. Recuerdo emocionado a mi amigo Ezequiel Pérez Plasencia, a Orlando Cova y a los veteranos María Rosa Alonso y Manuel González Sosa. Incluyo entre los que se me fueron a Enrique Cichosz, guionista y dibujante de cómics. Y un creador con mucho talento.

Y decido confeccionar una lista con solo diez títulos que escojo (¿es coja usted, es coja, efectivamente)  de la obra escrita en narrativa que ha sido publicada por canarios o residentes en Canarias por editoriales canarias o de fuera de Canarias este año que vive ahora sus últimos días en la UCI.

Dejo muchas novelas y antologías de lado, algunas de ellas títulos que lograron entusiasmarme como Copi Luwak, de Antonio Cabrera Cruz; El chef ha muerto, de Yanet Acosta; La nación de los olvidados (antología de escritores universalmente desconocidos), del misterioso y sospecho que hermafrodita Omar Salle; El círculo platónico, de Mariano Gambín; Murmullo de hojarasca de José Luis Correa; Construcción, ¿trabajo o esclavitud?, de J. M. Quizembo y de la inclasificable La leyenda de Fukaeri, de Antonio Lorenzo Gómez Charlín.

Y otras tantas que igual necesitan de una relectura para que me entusiasmen.

O no.

Dudé, aunque al final descarté, incluir en esta lista la afortunada recuperación que Ediciones Escalera hizo este año de Él y Ella, novelas de la aguerrida y turbadora Mercedes Pinto. Espero que los dioses me perdonen.

Sí me he dejado llevar, por el contrario, por mis gustos (y disgustos) genéricos aunque no comento la última de Víctor Conde, Hija de lobos, aunque sé que caerá si continuo en este plano existencial porque Conde no decepciona.

Con ello quiero justificar las razones de estas diez recomendaciones, cuatro de las cuales son títulos negro criminales escritos y ambientados en esta rara, rara, rara y cada día más pobre, pobre, pobre Canarias.

Y género, el de lo negro criminal, en el que los canariones siguen ganando por enojosa goleada a los chicharreros.

¿POR QUÉ ESTOS TÍTULOS?

LA CASA DE LAS FLORES ROTAS (Editorial Gato Rojo).-  Porque Juan Andrés Herrera Perdomo consigue con su primera novela inaugurar lo que me gusta denominar como gótico canario. Porque su autor sabe describir muy bien ambientes y dotar a sus personajes de contradicciones tan humanas que hacen creíble un relato que incide una y otra vez con sana y machacona insistencia que todo pueblo chico es, efectivamente, un infierno grande.

 

EL CASO DEL CLIENTE DE NOUAKCHOTT (Oristán y Gociano Editores).- Porque, para quien les escribe, es uno de los títulos mayúsculos de la literatura canaria en los últimos veinte años. Porque fue pionero en explorar en esta tierra los límites del género negro criminal con un sentido del humor que no ha envejecido y legó un personaje, Jeque, que solo podía nacer en una capital de provincias llamada Santa Cruz de Tenerife. Capital, Santa Cruz de Tenerife con un aroma pestífero –aunque esporádico afortunadamente–  que sale de las  inquietantes chimeneas de la refinería. Su autor es Jaime Mir. Nuestro J. D. Salinger a este lado del Atlántico.

 

EL FONDO DE LOS CHARCOS (Editorial Baile del Sol).- Porque pese a la sospechosa tendencia que tiene su autor, Javier Hernández Velázquez, de engordar sus novelas con páginas prescindibles, tuvo el coraje de retratar tres momentos del siglo XX fundamentales para la capital tinerfeña. Lo mejor de esta novela –más de misterio que negro criminal– es su audaz recreación de los años treinta y el retrato –entre emocionado y distante–  que describe de la brillante generación que hizo posible el sueño de Gaceta de arte. También, la reivindicación que el escritor hace de la figura de Domingo López Torres, el único de aquella revista que desapareció por culpa del ignominioso pronunciamiento militar.

 

GENERACIÓN 21: NUEVOS NOVELISTAS CANARIOS (Ediciones Aguere/Ediciones Idea, página web en construcción).- Porque este volumen que cosecha relatos de doce escritores nacidos en la década de los sesenta en Canarias ha sido algo así como un punto y aparte. Un, ojo, estamos aquíííí. Porque Ánghel Morales, el padre de la criatura, logró un imposible: reunir en un mismo libro a narradores de casi todas las islas que cultivaban estilos y en algunos casos géneros radicalmente distintos. Porque Generación 21 es una formidable carta de presentación para decirle al mundo que en las islas de la presunta discordia y el recelo también hay gente que está por encima de esas cosas y que solo piensa en escribir. Incluye relatos de Víctor Álamo de la Rosa, David Galloway, José Luis Correa, Alexis Ravelo, Santiago Gil, Álvaro Marcos Arvelo, Javier Hernández, Cristo Hernández, Anelio Rodríguez Concepción, Nicolás Melini, Pablo Martín Carbajal y Víctor Conde. Imprescindible.

 

EL GUANCHE EN VENECIA (Artemisa Ediciones).- Porque Juan Manuel García Ramos se atreve con una historia que todavía despierta extraños miedos en estas islas que no han aprendido a reconocerse en su pasado. Es una lástima, no obstante, que el escritor no escorara su relato hacia los territorios de la capa y espada, al estilo del maestro Dumas y sí, desafortunadamente, por una historia en la que solo hay un bueno y demasiados malos. Sin grises. Con todo, cuenta con una deliciosa primera parte.

 

HARRAGA (Editorial Zech).- Porque se trata de la feliz reedición de la primera novela de Antonio Lozano, que este mismo año publicó también La sombra del minotauro (Almuzara), libro en el que recupera a su detective privado José García Gago. Porque a Harraga apenas se le nota el arañazo del tiempo y porque se trata de una obra pequeña pero muy ambiciosa y excelentemente alambicada en la que su autor da voz a los que no tienen voz.

 

MAREAS Y MARMULLOS (Tropo Editores).- Porque Víctor Álamo de la Rosa es de los escritores de su generación que cuenta con una obra más que respetable y ejemplar descansando en sus espaldas y porque en estos relatos (algunos publicados y otros inéditos) continúa exprimiendo el jugo de su peculiar universo literario de Isla Menor. El volumen cuenta con relatos excelentes, en los que Álamo sabe moverse como pez en el agua entre un realismo mágico con acento que para nada resulta irritantemente canario.   

 

SI LE DIGO LE ENGAÑO (Hora antes Editorial).- Porque supone el regreso de un escritor, Carlos Álvarez, que se prodiga poco literariamente hablando pero que cuando lo hace tiene la capacidad de hacer increíble lo creíble y creíble lo increíble. Si le digo le engaño es una historia corta que apenas supera el centenar de páginas, pero su lectura resulta hipnótica y absorbente, de esas que demoras en el tiempo porque no quieres llegar a su inevitable punto y final. Se trata también de una novela en la que el lector no termina de saber si lo que lee es una novela negro criminal o una fábula sobre ganadores y perdedores. El final es desarmante. Viene a decir algo así como “a paseo los hipócritas convencionalismos.”

 

LOS TIPOS DUROS NO LEEN POESÍA (Anroart Ediciones).- Porque visto desde la distancia he descubierto que Alexis Ravelo es un extraño cruce entre Jim Thompson y Dashiell Hammett si estos dos grandes escritores hubieran nacido a la orilla de la playa de Las Canteras. También porque la última novela de su detective, Eladio Monroy, con todos su peros, suda soledad y en ocasiones una épica sobre y de perdedores que descoloca y conmueve. Porque Ravelo ha sabido consolidar a su personaje, de darle entidad, de convertirlo en un pájaro urbano sin nido posible. Espero así que algún día el escritor decida pagarle un billete de avión o barco (¡lo mismo da!) a Eladio Monroy para que nos saque las castañas del fuego a los que vivimos en la isla que tiene justo delante de las narices. 

 

LA TRAMA DEL ARQUITECTO (Tropo Editores).- Porque Juan José Delgado es un escritor que se prodiga poco. Y cuando es poco es poco. Se toma demasiado en serio aunque en su obra flota un desconcertante sentido del humor. Porque La trama del arquitecto es una novela aparentemente densa y exquisitamente anudada que escupe mensajes a medida que se pasas las páginas del libro. Porque Juan José Delgado sabe crear un universo propio –Nubada– que también es el nuestro. Por eso violenta y hasta mosquea.

Saludos, el orden de los factores no altera el producto, desde este lado del ordenador.

La espera (un relato de inquietante anticipación)

Domingo, Diciembre 18th, 2011

(Interesados, pinchar aquí. Inspira este post)

Una nube de rayos y truenos brota de la nada.

Cuando el humo se disipa se observa un objeto cilíndrico con el ancho y la altura de una casa terrera. Si el lector quiere acercarse, observará el nombre del artefacto: Princesa Dácil, y debajo la pegatina de una bandera tricolor (blanco, azul moteado con siete estrellitas verdes, y amarillo limón).

Dentro de la cápsula, oh, despierta un hombre barbado de su largo sueño por el tiempo y el espacio. Con el cuerpo tonto y mientras mal observa el exterior por una ventanita empañada, saca de una nevera eléctrica una botellita con zumo de naranja. Da un trago largo y tras eructar hecha un vistazo al mando temporal.

Al observar la fecha, la botellita que tiene en las manos se desliza suavemente de entre sus dedos y cae al suelo donde se hace pedazos.

EL VIAJERO EN EL TIEMPO: ¡Coñoooo, aquí marca el año 3.000!

El hombre se quita la manta esperancera que lleva encima y hace comprobaciones en los controles para medir si el aire exterior es respirable.

EL VIAJERO EN EL TIEMPO (asintiendo con la cabeza): Ok, ok y ok.

Se pone unos pantalones cortos vaqueros y encima una camiseta que lleva un dibujo en el que se puede leer en letras desgastadas: Qué bueno es vivir aquí. Se calza unas cholas y abre la puerta de la nave.

EL VIAJERO EN EL TIEMPO (repitiéndose): Coñooo.

Sus ojos hacen una panorámica de lo que cree reconocer como la plaza de España. Solo que la torre está cubierta de vegetación y las dos colosales estatuas de bronce tiradas en el suelo. Por todos lados hay cascotes y ruinas.

La fachada del Casino derrumbada, la estatua de Nuestra Señora de La Candelaria inclinada sobre lo que fue la cafetería del Olympo.

Un silencio, solo roto por unos extraños pájaros gigantescos parecidos a canarios, rompe la quietud del inquietante paisaje.

El viajero en el tiempo chapotea en el agua de la fuente redonda y se introduce en lo que queda del antiguo palacio del Cabildo Insular de Tenerife para salir a una avenida donde descubre que el brazo de mar que separaba a la isla de Gran Canaria se ha desecado. Lo curioso del caso es que la silueta que se acostumbró a ver de pequeño en lo días claros y soleados ya no existe.

El viajero en el tiempo sacude la cabeza y se guía por un mapa que lleva entre las manos. Fuerza a sus atontadas piernas a dirigirse al búnker donde estaba ubicada la Presidencia de Gobierno.

El corazón le late salvaje dentro del pecho. Se pasa las manos por la boca reseca y da un trago de agua de la cantimplora.

A medida que se va acercando al edificio y sortea los obstáculos invadidos por cucarachas de diez centímetros, escucha con un brinco de esperanza voces que, si no se equivoca, deben salir de bocas humanas. El viajero en el tiempo recuerda cómo sonaba la voz humana… Antes de aletargarse como un lagarto se dejó dormir con el dulce y tristón Arroró.

Corre. O hace una parodia de correr mientras cae al suelo y se levanta jadeando. Con la lengua fuera se esconde en una pared mordida por la erosión.

Asoma la cabeza y  descubre una fila de hombres y mujeres vestidos con harapos que están delante de la puerta de la antigua sede de Presidencia.

El viajero en el tiempo apoya la cabeza en la pared mordida por la erosión para tomar aire. Cierra los ojos y da un largo y prolongado suspiro. Al abrir los ojos se encuentra con una chica con el rostro tiznado por la ceniza que le sonríe resignada.

CHICA: Mi niñooo, no nos mires, únete.

El viajero en el tiempo se encoge de hombros e intenta escupir algo coherente pero no le sale nada de la boca. Esa nada hace que coja automáticamente la mano de la chica que lo saca del refugio y lo guía ante la irregular fila de hombres y mujeres vestidos con harapos.

HOMBRES Y MUJERES DE LA FILA (cantando como si fuera una oración): Paulino, Paulino, queremos una reunión.

EL VIAJERO EN EL TIEMPO: ¿Paulino? ¿Acaso…?

La chica le cierra los labios con los sucios dedos de su mano derecha.

CHICA: Canta con nosotros, mi niñooo.

HOMBRES Y MUJERES DE LA FILA: Paulino, Paulino, queremos una reunión… No nos convencen los 4’6 millones de euros que en los presupuestos quieres dedicar a promoción cultural…

EL VIAJERO EN EL TIEMPO (asombrado): ¿Pero todavía… todavía con esa batalla?

CHICA: Shhhhh, mi niñooo, canta.

HOMBRES Y MUJERES DE LA FILA: Paulino, Paulino, queremos una reunión… No nos convencen los 4’6 millones de euros que en los presupuestos quieres dedicar a promoción cultural…

EL VIAJERO EN EL TIEMPO (dirigiéndose a la chica): ¿Pero cuánto tiempo llevan aquí esperando?

CHICA: Ya no me acuerdo. Paulino, Paulino, queremos una reunión… No nos convencen los 4’6 millones de euros que en los presupuestos quieres dedicar a promoción cultural…

El viajero en el tiempo retrocede saliéndose de la fila irregular.

HOMBRES Y MUJERES DE LA FILA: Fuimos débiles y desunidos, y nos dejamos  instrumentalizar, pero eso se ha acabado porque ahora es otro cantar: Paulino, Paulino, queremos una reunión… No nos convencen los 4’6 millones de euros que en los presupuestos quieres dedicar a promoción cultural…

El viajero en el tiempo se pone de rodillas en el suelo y se lleva las manos a la cabeza mientras se pregunta si lo que le pide el cuerpo es ponerse a reír o llorar.

EL VIAJERO EN EL TIEMPO (levantando los puños mientras las lágrimas empaña sus ojos): He vuelto…estoy en mi casa otra vez. ¡Durante todo este tiempo… ¡Maniáticos! ¡Os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Os Maldigo! 

HOMBRES Y MUJERES DE LA FILA: Fuimos débiles y desunidos, y nos dejamos  instrumentalizar, pero eso se ha acabado porque ahora es otro cantar: Paulino, Paulino, queremos una reunión… No nos convencen los 4’6 millones de euros que en los presupuestos quieres dedicar a promoción cultural…

(*) La imagen es la del actor Rod Taylor en la versión cinematográfica de la novela de H. G. Wells La máquina del tiempo, El tiempo en sus manos (George Pal, 1960).  

Saludos, ¿continuará?, desde este lado del ordenador.

¡Corta el cable rojo!, ¡el cable rojo!

Jueves, Noviembre 3rd, 2011

“Hasta que no vea a parte del sector cultural en Canarias que se ha puesto en pie de guerra acantonado en la plaza de La Candelaria y el Parque Santa Catalina no voy a tomarme muy en serio su desgarrado grito de que el recorte significa la sentencia de muerte de la Cultura”. Me lo cuenta, más o menos con estas mismas palabras, un amigo en paro que hasta el día de ayer disfrutaba de un regularmente remunerado trabajo en un concesionario de automóviles.

Y yo no me veo a los cabecillas de la revuelta haciendo noche al raso, aunque la propuesta del amigo pondría de manifiesto a la ciudadanía la indignación y su profundo rechazo ante el tijeretazo anunciado por el Gobierno de Canarias a los presupuestos en Cultura para 2012 y no esa especie de a verlas venir que está emanando de un colectivo que si bien cree que la unión hace la fuerza ha dejado fuera de juego a otros compañeros de fatigas creativas e intelectuales que, por omisión o sencillamente porque nadie se acordó de ellos, han decidido no participar en el movimiento.

Cambia el modelo, resalta Inés Rojas.

Y algún que otro portavoz de los cabreados culturales defiende que Paulino Rivero es un hombre sabio y que al final, como en las películas de acción, se atreverá a cortar el cable rojo que evitará que active el detonador que hará volar por los aires el esquema que desde hace años han mantenido los nacionalistas canarios para estimular la Cultura en unas islas cuyas ciudadanía no se ha dado cuenta de que, efectivamente, estamos en crisis.

Y que la crisis es una puta crisis.

Leo que en la asamblea celebrada este miércoles en la capital grancanaria se aprobó solicitar una entrevista con la consejera Inés Rojas “para discutir medidas que sirvan para amortiguar el recorte y clarificar el escenario que se abre”, así como la de impulsar “mucho más el tema de los artistas locales, darles más protagonismo, así como repasar historias como el Festival de Música o Septenio. “ Programa éste en el que se planteará pedir que se termine y después solicitar una auditoría”, explica Pino Luzardo, de la Unión de Actores de Canarias.

Ummmm. No sé si se habrá dado cuenta Luzardo que muchos de los que integran la plataforma de protesta cuentan y contaron con proyectos beneficiados por un programa que en su momento a casi todo el mundo le pareció chiripitifláutico. La cosa dejó de resultar tan chiripitifláutica cuando los proyectos dejaron de lado a unos y sí que beneficiaron a otros. Mosqueo que justificó el actual viceconsejero de Cultura, Alberto Delgado, porque los protestones no se habían llevado nada.

El señor Delgado, que necesita con carácter de urgencia clases de diplomacia intensiva, se esconde mientras tanto en las sombras mientras parte del sector arde y anuncia una guerra sin cuartel siempre y cuando Paulino, que es un hombre sabio, no ceda. Claro que como Paulino es un hombre sabio esperan que al final ceda y desvíe algunas perritas para que parte del sector indignado pueda respirar en 2012 y preparar entonces el traspaso al nuevo modelo (sin definir) que de la noche a la mañana sugiere el Gobierno a través de la consejera Inés Rojas.

Explicada así la cosa, este follón se parece cada día más al de un culebrón hecho en Canarias: Paulino vive en otra dimensión mientras una parte de la Cultura reclama su amor tras conocer por boca de Alberto Delgado la realidad de un tijeretazo demasiado pronto anunciado. Al final a la Cultura no le quedará más remedio que revelar a Paulino que con la decisión que tomará su gabinete en diciembre deshereda a parte de un sector que ahora discute qué hacer para que el presidente se decida de una puta vez y corte el cable.

El cable rojo.

¿Conmoverá su corazón?

Él es bueno y comprenderá…

A la espera de las conclusiones que saquen los miembros de la asamblea en Tenerife, en Gran Canaria los indignados sugieren pedir una auditoría de Septenio para ver en qué se han gastado esos dineros y saber si se ha hecho un seguimiento de sus actividades. El objetivo es transmitir a la opinión pública que los culturetas “no somos todos oportunistas”.

Por su lado, el cineasta Jaime Falero escribe un artículo con ganas de avivar la polémica en el que se manifiesta a favor de los recortes en Cultura. Falero explica los por qué de sus razonamientos y viene a decir que tras los habituales ninguneos con el que fue objeto en las distintas convocatoria de Canarias Cultura en Red para promocionar un audioviosual que apenas trasciende las salas de las islas en sus estrenos, él ha rodado sus cortos, documentales y ahora un largo (pinchen enlace para ver el teaser) buscándose la vida.

Entiendo la rabia y las ganas por meter cizaña de Falero, aunque su pieza queda descompensando por un obsesivo yo, yo, yo que desluce sus intenciones críticas. Esto no descarta las ganas que ha despertado por ver El clan, título de su ópera prima como director de largometraje.

En la asamblea celebrada en la capital grancanaria se habló también del Festival de Música, que “se lleva una parte consistente del presupuesto y aquí nos repercute, es un dinero que se va afuera, apenas participa gente de aquí”; de convocar manifestaciones y acciones en señal de protesta, utilizar la fórmula parlamentarias para presentar una enmienda a los presupuestos y crear una web para mantener informado al sector.

La idea es escenificar que este sector que está indignado continúa con sus movilizaciones y que está trabajando en ella a través de la constitución de mesas de trabajo para sugerir propuestas con las que seguir adelante antes del hachazo presupuestario que vislumbra se producirá a finales de año.

No sé, como sugiere mi amigo, si otras de las medidas que podrían adoptar resultado de estos encuentros es la toma de las plazas de las dos capitales canarias aunque espero, francamente, que las ideas que están debatiendo se articulen finalmente en un programa que convenza a un Ejecutivo autonómico cuyo presidente, la verdad, no tengo nada claro que sea bueno y mucho menos un sabio.

Saludos, no se vayan todavía que aún hay más, desde este lado del ordenador.

Un cazarecompensas bajo la sombra del volcán

Viernes, Octubre 14th, 2011

Entre las curiosidades del cine rodado a este lado del Atlántico destaca una producción italiana cuyo título en español es Por la senda más dura (1975). Un espagueti western que sin estar al dente se mastica con simpatía probablemente porque uno de sus protagonistas es Lee Van Cleef, uno de los más inquietantes malvados de la historia del cine.

O lo que es lo mismo, uno de los más perfectos hijos de puta de la Historia del Cine. Con mayúsculas.

Dirigida por Antohny M. Dawson (pseudónimo tras el que se esconde Antonio Margheriti) y con Jim Brown, Catherine Spaak, Fred Williamson y un trío de viejas glorias hollywoodienses como Dana Andrews, Harry Carey Jr. y Barry Sullivan, gran parte de los exteriores de esta película de tiros se rodaron en Gran Canaria y en Tenerife.

De hecho, en una de sus escenas se ve cabalgando a los protagonistas como Pedro por su casa bajo la sombra imponente del volcán. El volcán es el Teide y descubrirlo en la pantalla grande del hoy desaparecido teatro Baudet significó para quien les escribe algo así como si le trituraran los esquemas.

Lo de romper los esquemas se debe a que siendo ya por aquel entonces consumidor de polvorientos espaguetis western no he dejado de preguntarme qué hubiera pasado si el archipiélago se hubiera transformado en plató de rodaje de aquellas producciones.

En una especie de Almería de ultramar. 

Pero seamos francos, Por la senda más dura no es uno de los mejores espaguetis de la historia del cine aunque tampoco una cinta que mi memoria cinéfila recuerde con pavoroso rencor. Mi cerebro la registra como un producto de entretenimiento donde hay tiros, peleas y briosas persecuciones a caballo. 

Por la senda más dura es uno de esos tantos productos italianos que se dedicaron a explotar el western a la zaga de la revolucionaria interpretación que como aficionado hizo el enfermizo maestro Leone con Un puñado de dólares, La muerte tiene un precio, El bueno, el feo y el malo y la fascinante y operística Hasta que llegó su hora.

No inserto en la lista su, a mi juicio, fallida aunque trepidante Agáchate maldito por razones varias. Entre otras, sus excesos.

En contra de otras cintas del mismo calado, Por la senda más dura está protagonizada por dos actores negros que en aquellos años hacían furor: Jim Brown y Fred Williamson. Lee van Cleef repite el papel que lo hizo famoso en el subgénero: un cazarecompensas.

Aunque hoy quede políticamente incorrecto, en aquellos tiempos en los que la pibada iba al cine que en una película sus actores protagonistas fueran negros o amarillos era como si estuviera protagonizada por una pareja de marcianos tan marginados como nos sentíamos la pibada de aquel entonces.

Así que resulta lógico que saliésemos del cine y gritáramos mientras desenfundábamos invisibles colt: ¡yo soy el negro, yo soy el negro!

Ser el negro significaba ser como el chachi de la película. El tipo simpático que las enamoraba a todas (fuesen blancas, negras, rojas o amarillas) y también el tipo que repartía justicia. Una justicia que casi siempre se asociaba con la venganza por muy idiota y digna que resultara.

Es una pena que nadie haya valorado lo que contribuyeron estas películas de tiros para que una generación de espectadores forjados en las endurecidas butacas de cines de reestreno llegara a la conclusión que eso de la diferencia es una máscara.

Por fortuna o sin ella, cuando recreábamos en la rambla, en el parque o jugando a los vaqueros lo que habíamos visto, casi siempre tocaba a uno el papel del malo. Y el malo, cuando uno veía un espagueti western de los que te hacían temblar y sacar revólveres imaginarios era inevitablemente el gran Lee Van Cleef.

Desde ese entonces el gran Cleef me acompaña por esta senda tan dura en la que transito.

El otro día soñé que me lo encontraba en la rambla de las tinajas.

Iba vestido de negro, el sombrero calado hasta las cejas. Apenas veía como sus ojos escudriñaban el tráfico pero sí como una gota de sudor resbalaba por su nariz aguileña.

Y me pareció que un vapor de bourbon salía de su boca al mascullar: “Viejo, hasta la última bala.”

 Como es natural quedé petrificado.

 - ¿Hasta la última bala?- balbuceé.

Lee Van Cleef asintió en silencio y rozó con la yemas de los dedos el sombrero.

Supe entonces qué hacer con la última bala que me queda en el tambor de mi colt imaginario.

 Saludos, POW, desde este lado del ordenador.