‘El cuarto mandamiento’ según Welles

Martes, Febrero 14th, 2012

Descubrí a Booth Tarkington gracias a Orson Welles.

Soy un pibe y probablemente esté en pijama con los ojos atentos al aparato del televisor. Emiten la segunda película que rodó Welles tras el escándalo que provocó Ciudadano Kane. Su título es The Magnificent Ambersons aunque en español la conocemos con el bíblico El cuarto mandamiento, una denominación que marca distancia y respeto.

El clásico de Welles cumple ahora setenta años, y pese a que a la cinta se la laminaron en la mesa de montaje –el más que notable cineasta Rober Wise fue uno de los que cogió la tijera y la mutiló de metraje–  a mi me sigue pareciendo una de las mejores películas de ese genio desorbitado y desmesurado que fue Welles porque deja entrever hacia donde se hubiera escorado su cine si logra zafarse de la maldición de Kane/Hearst.

Pese a que Welles terminara renegando de ella, El cuarto mandamiento –apostemos por su título en español– respira el cine de Orson Welles y mi memoria la registra como una de sus más memorables obras maestras. Una obra maestra gótica y decadente, que disecciona la descomposición de una familia bien avenida que entra en la ciénaga de la pobreza con ecos, tiro la casa por la ventana, a La caída de la Casa Usher de Edgar Allan Poe.

El cuarto mandamiento es una película perfecta sobre la enfermedad. De hecho es una película enferma y terrorífica, donde las relaciones de familia y otros parentescos se estudian con afinada inteligencia.

No pasa el tiempo para este largometraje lastrado en la mesa de montaje.

El filme sirvió, además, para que Bernard Hermann compusiera una de sus mejores bandas sonoras y para que Joseph Cotten demostrara en pantalla el gran actor que siempre fue. Digamos lo mismo con la estupenda Agnes Moorehead, de Dolores Costello, incluso de los jovencísimos Tim Holt y Anne Baxter.

Recordemos El cuarto mandamiento como la gran película que es. Incluso perdonándole la blasfemia de un final con el que Orson Welles nunca estuvo de acuerdo…

Hablemos ahora de Booth Tarkington. Y de algunas de las grandes novelas de este prodigioso y aún desconocido escritor norteamericano en este país de patanes que es España.

El primer libro que cayó en mis manos del señor Tarkington fue De la piel del diablo y no es una novela oscura sino luminosa. Un extraordinario relato sobre un niño, Penrod Shofield, y su manera de ver y entender el mundo.

Son un puñado de aventuras divertidas, en la que Penrod, un muchacho de buenas intenciones, acomete una serie de empresas que la mayor parte de las veces no resultan como esperaba. La novela debe de leerse con la fina ironía con la que está escrita, y saborear la andazas de un personaje –es más que probable que Tarkington se inspirara en sus recuerdos infantiles en el medio oeste–  del que tomaría modelo años más tarde Richmal Crompton para su popular Guillermo el travieso.

Las deliciosas aventuras de Penrod se pueden encontrar en español, tocando madera, en la ya desaparecida editorial Miñón, en su colección Rumbos. Y entre otros momentos, hay uno muy especial en el que el joven protagonista pasea por una feria ambulante en la que se ofrecen, entre otras atracciones, la siguiente que corea a voz en grito su gancho: “Recuerden, señoras y caballeros, que están ustedes mirando a Roderick Magsworth Junior, el único sobrino vivo de la gran Rena Magsworth, la que echó arsénico en la leche de ocho personas distintas para que lo tomaran con el café, y todas ellas murieron. Es la gran envenenadora por arsénico, Rena Masgworth, caballeros y señoras, y Roddie su único sobrino. Ella es parienta de toda la familia Bitts, pero Roddie es su único sobrino vivo. No lo olviden. La van a ahorcar en junio que viene , y todos ustedes están viendo…”

La popularidad de Booth Tarkington fue creciendo a raíz de esta novela, tanto que en 1919 y 1921 obtiene el premio Pulitzer por The Magnificent Ambersons y Alice Adams, respectivamente, dos grandes historias a las que el lector español puede acercarse si se topa en cualquier librería de viejo o de ocasión con los tomos Los Premios Pulitzer que editó Plaza y Janés en los años ochenta.

The Magnificent Ambersons es, tal y como lo refleja Welles en su respetuosa adaptación cinematográfica, el lento pero feroz retrato de una familia bien venida a menos. Hurga con elegancia en la extraña relación que une a madre e hijo. Un hijo caprichoso y mimado que es inconsciente de los cambios que se están produciendo a su alrededor.

La novela apenas llega a las trescientas páginas, pero son páginas que se leen sin apenas darse cuenta mientras notas que la historia se va metiendo dentro de ti. Tiene gancho, tiene personajes y ofrece una mirada teñida de nostalgia pero también rabiosa hacia lo que fue y ya no será. The Magnificent Ambersons es también una historia de amor. Una historia de amor a cuatro bandas que protagoniza un nuevo rico y la esposa de quien fue hasta ese momento el hombre más acaudalado de la ciudad, como de la hija del primero, Lucy, con el hijo del segundo, George.

Cuando hablaba la gente de Lucy, solía describirla como “una chiquita preciosa”, definición inepta. “Chiquita” y “preciosa” era; pero no bastan esas dos palabras para describir la sensación que daba ni la esencia de su naturaleza: era enérgica, independiente y americana típica; la azarosa y algo bohemia vida de su padre cuando ella aún era una niña había tenido el efecto de madurarla tempranamente y de convertirla en mujer cuando solo contaba quince años. Pero, aunque era indiscutiblemente de sí misma y no esclava de ninguna lámpara, excepto la de su propia conciencia, tenía una debilidad: se había enamorado de George Amberson Minafer en cuanto le vio, y no obstante sus muchos esfuerzos, nunca había podido sobreponerse a esto. La cosa no parecía tener remedio.”

Y más adelante escribe: “Lo que para Lucy resultó fatal fue que, una vez enamorada, no logró matar su amor. Por muchas y por muy desagradables cosas que descubrió en George, no pudo rescatarse a sí misma.”

Alice Adams, que fue llevada al cine en 1935 por George Stevens con Katharine Hepburn como protagonista, incide más o menos en los mismos temas que en The Magnificent Ambersons, solo que en esta ocasión el relato se centra en una joven hermosa que desea pertenecer a la buena sociedad, en parte para satisfacer su propia vanidad y en parte porque parece que eso es lo que la gente que la rodea, especialmente su madre, espera de ella.

La novela describe también un mundo en pleno proceso de transformación. La pequeña ciudad donde vive Alice comienza a poblarse de fábricas que visualizan una delgada línea roja entre quienes la dirigen y quienes trabajan en sus entrañas. En esta sociedad cambiante solo se valora el dinero y quien no lo tiene es un fracasado. Un perdedor, tema tan grato en la literatura y el cine estadounidense.

Siendo una novela interesante, Alice Adams carece de la grandeza que encierra The Magnificent Ambersons quizá porque a medida que se avanza en el relato el lector intuye por donde irá su derrotero final y, si bien sorpresa no resulta tan obvio como en un principio se esperaba, la redención de Adams no sabe al sacrificio social que, a mi juicio, reclamaba la historia.

Con todo, es una buena novela para olvidarse de las tonterías que te envuelven ya que consigue tocarte la fibra mientras no dejas de preguntarte cómo diablos un escritor que fabricó entretenimiento con mucha grasa –un pata negra los llaman ahora–  continúa siendo aún hoy un gran desconocido entre los aficionados confesos a la buena literatura.

Booth Tarkington es un escritor que hace honor al cuarto mandamiento: honrarás a tu padre y a tu madre.

Saludos, dicho sea, desde este lado del ordenador.

‘Riqui Raca 1-0. Cuentos del fútbol canario’. ‘Il buono, il brutto, il cattivo’

Martes, Mayo 3rd, 2011

Destacados escritores como Albert Camus y Ezequiel Pérez Plasencia nos enseñaron que el fútbol –fúrgol– no tenía que ir a la contra de la gimnasia mental. Ambos dos, entre otros tantos, resultaron personas que amaban la literatura y el fútbol porque entendieron que se trata de  las dos mitades de una naranja a las que juntas se exprime mejor el jugo.

La literatura ha indagado en varias ocasiones en el universo del balón con relatos de cierto calado. Sin embargo, el llamado deporte rey no disfruta aún de una traducción definitiva en pantalla grande pese a que intentos loados y loables hay.

Por eso, quizá ahora que los norteamericanos empiezan a tomar interés por ver enfrentarse a veintidós jugadores en pantalones cortos en un terreno de juego, si el cine por fin rendirá justicia al fútbol.

Historias humanas, de competición, éxito y fracaso se encadenan en el terreno de juego donde tanto los deportistas que corren detrás del balón como los hinchas en las gradas cuentan con una historia detrás. En ocasiones llena de luces y en otras (y quizá por ello resulten las más interesantes) repletas de sombras.

Nunca he sido un buen deportista y ni siquiera un buen aficionado al fúrgol.

Este deporte, los deportes en general, me resultan bastante indiferentes.

Sin embargo el fúrgol, inevitablemente, me ha acompañado a lo largo de lo que llevo de vida como si de una curiosa maldición se tratara.

Si la ocasión conspira para ello, confieso que veo partidos importantes –como el que se juega esta tarde– más por inercia social que por otra cosa.

De hecho, no soy partidario de ningún equipo en especial aunque debo de admitir que me fascina de manera irritante la puta cara que se gasta quien ahora entrena al Real Madrid. Quiero entender que ese personaje ha asumido el papel de Malo que asumió el recordado Lee Van Cleef en tantos espaguetis western.

En este juego de comparaciones podríamos decir que quien entrena ahora al Club de Fúrgol Barcelona podría ser como Clint Eastwood en aquel subgénero italiano que reinterpretó a la europea las claves del western.

No sé me ocurre quien podría ser el Feo de esta película. Digamos que el resto de equipos que forman la competición.

Como Eli Wallach en el Bueno, el Feo y el Malo… Descansa en él los numerosos acertijos que Sergio Leone intentó plasmar del perdedor que se resiste a serlo aunque al final todo, absolutamente todo le salga Feo.

RUBIO (Clint Eastwood): Hay dos clases de hombres: los que tienen una pistola cargada y los que cavan. Tú cavas.

Y el Feo –por perdedor que es Wallach en esta película– no tiene más remedio que cavar.

Les cuento todo esto en una semana que solo puedo interpretar a nivel periodístico como de fin de los tiempos con la Boda, el puñetero paro, el más que cuestionable rechazo a que Bildu se presente a las elecciones, las revueltas árabes, los partidos entre el Barcelona y el Madrid y la ejecución de Osama Bin Laden tan gratamente recibida en Occidente y cuyo anuncio ha sido tan bien diseñado mediáticamente por la Casa Blanca –mirad la fotografía en la que el presidente de los Estados Unidos rodeado de sus colaboradores asiste en directo a la operación llevada a cabo por los SEAL– de enterarme a destiempo de la aparición de una nueva antología de relatos escritos por canarios.

No, no se trata de Generación 21: Nuevos novelistas canarios.

Me refiero a la iniciativa que el poeta y ahora editor Ayoze Suárez (Nectarina) ha hecho posible y que lleva por título Riqui Raca 1-0. Cuentos del fútbol canario. Libro que no he tenido oportunidad de leer pero que prometo hacerlo un día de estos.

Lo que me ha llamado la atención de este volumen que reúne relatos de
Juan Cruz, David Díaz, Elsa López, Fernando G. Delgado, Víctor Bidart, Javier Mérida, José Rivero Vivas, Enrique Reyes, Antonio Carmona, Jesús G. Martín Perera y Álvaro Perdigón (en la banda de Tenerife) y de Samir Delgado, José María de Páiz, Víctor Ramírez, Rayco Cruz, Pablo Sabalza Ortiz-Roldán, José Luis Correa, Pedro Flores, Santiago Gil, Luis León Barreto, Leandro Pinto y Silvia Rodríguez (en la banda de Las Palmas) y con D. Aeberhard ejerciendo las funciones de árbitro, son las complicaciones con las que ha tenido que lidiar su autor para promocionar, vender y publicitar este libro.

La primera de ellas es la escasa colaboración del C.D Tenerife y la U.D. Las Palmas a este original y tan nuestro volumen balompédico.

Por otra, la indiferencia de muchos de los autores publicados en esta  antología de respaldar este volumen.

Y la tercera y última que el C.D Tenerife tras no apoyar el libro haya pedido unas perras al antólogo y editor por la utilización del nombre del Club unos meses después de haberse publicado el volumen.

RUBIO (Clint Eastwood): Dios no está con nosostros porque también odia a los idiotas.

Una buena razón, Rubio, para entender porque descendemos a 2ª B.

Y no lo dice Sentencia.

Saludos, otro martes muy raro, desde este lado del ordenador.

¡Leed a John Steinbeck, panda de ignorantes!

Sábado, Abril 16th, 2011

Hay escritores que tienen la capacidad de sosegar mi espíritu, demasiado acostumbrado a navegar en tormentas en vasos de agua.

Uno de esos escritores es John Steinbeck, a quien le ido siguiendo la pista desde la noche remota de los tiempos que es lo mismo que decir que fue cuando comencé a leer algo que no tuviera relación con la fantasía ni la ciencia ficción. Tampoco con el crudo realismo de la novela policiaca.

El primer título de Steinbeck que leí fue La luna se ha puesto, cuyo trágico lirismo me convenció que estaba adentrándome en el universo de un escritor gigante y generoso. Más tarde, en una pésima traducción mejicana, devoré Los descontentos y supe con ella lo que es llorar imaginando experiencias ajenas. Más tarde vinieron como una tromba su poética La perla –nunca llegué a entender las razones del porqué la comparaban con El viejo y el mar de Hemingway salvo por su exotismo–, Tortilla Flat, La fuerza bruta y Las uvas de la ira tras pensar que yo también era socialista al ver primero el filme de John Ford.

Steinbeck cuenta también con la atractiva novela de aventuras La taza de oro, vida del pirata que después se convertiría en teniente de gobernador de Jamaica, Henry Morgan, y con un extraño y fascinante relato que por aquí circuló con el título de El ómnibus perdido aunque si hubo un libro de Steinbeck que me conmovió hasta lo más hondo fue su ambicioso proyecto (fatalmente detenido por su muerte) de actualizar el mito de los caballeros de la tabla redonda en su imprescindible Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros, volumen que tengo subrayado desde la primera a la última página y que cuenta además con un hermoso y vibrante prólogo del mismo Steinbeck donde rememora lo que significó para él la aventura de aprender a leer.

Es tanta mi pasión steinbeckniana que he disfrutado además con su libro Viajes con Charley en busca de América, un texto que se anticipa a lo que más tarde unos y otros llamarían nuevo periodismo; y en estos tiempos aciagos, he vuelto a encontrarme con Steinbeck con la compilación de sus artículos de la II Guerra Mundial y con su monumental (como monumental es Las uvas de la ira) Al este del Edén, obra que había dejado aparcada hacía tanto tiempo y que el otro día, al tropezármela en la estantería de mi biblioteca pareció silbarme y decir:

- Ey, hermano, ya va siendo hora de que te tranquilices. Esto quiere decir: léeme.

Y en eso estoy. Y estoy tanto tanto, que tengo la sensación de que soy un hombre nacido en el valle de Salinas que necesita de la voz de su mayor escritor para tranquilizar la fiebre que solo me hace envejecer.

Al Este del Edén es mucho más que la gran película de Elia Kazan, que retrata solo una minúscula parte de este colosal fresco generacional, y si usted es de sangre caliente buceará en este relato de padres e hijos mientras se pregunta qué demonios había estado haciendo antes de que esta novela le enseñara que su destino inevitablemente es el de rodar y rodar.

A mi Steinbeck siempre me ha parecido un autor que tranquiliza.

Que calma quizá porque supo mirar el alma humana y resignarse a amar lo que somos.

Le debo mucho al señor Steinbeck, pero sobre todo le debo el hecho de que siempre me sorprende.

Que su obra tritura el paso del tiempo haciéndola eterna y por lo tanto vital y tan necesaria en estos tiempos donde, mucho me temo, están empeñados en que pensamos que solo vale la insoportable y también soberbia levedad del ser.

Saludos, ¡Viva Zapata!, desde este lado del ordenador.

No hay bestia tan feroz: Edward Bunker

Martes, Abril 12th, 2011

Atracador de bancos, traficante de drogas, extorsionador, robo a mano armada, falsificador… El currículim de delitos de Edward Bunker probablemente es tan grande, intenso y vívido como el de las siete novelas que nos legó. Todas ellas historias crudas, feroces, marcadas por el código funesto de la delincuencia, experiencia de la que se fue distanciado cuando la esposa del productor de Hollywood, Hal Wallis, lo contrató como chófer y guardaespaldas y le regaló una máquina de escribir.

Así que pensó Bunker: “La cosa es ponerse a teclear”.

Y a recrear sus recuerdos en una serie de títulos que, si no me equivoco, se han traducido hasta la fecha cuatro al español.

La primera gran obra que leí de Bunker fue LA EDUCACIÓN DE UN LADRÓN (Alba editorial) testimonio donde desgrana sus recuerdos como hombre para todo de la señora Wallis. Es un título voluminoso, de unas quinientas páginas, que se lee con una inquietante sonrisa en los labios.

El gran escritor William Styron, autor del prólogo de esta edición, dice: “Al principio de su vida, Edward Bunker recibió una mala mano de cartas y durante sus primeros años vivió como víctima de las instituciones embrutecedoras de la sociedad. Que no haya salido de esas mazmorras como un bruto sino como un artista con una voz única e impresionante es un tributo a su invencible voluntad, además de constituir la dulce victoria de una artista sobre la sociedad y sobre el desprecio de ésta por los inadaptados. En su obra, el lector descubrirá, de la mano de un escritor vigoroso e importante, verdades emocionantes sobre el crimen y el castigo y, por ello, sobre nuestro interés fundamental por la libertad”. 

Bunker, íntimo amigo de otro pedazo de carne de cárcel llamado Danny Trejo, hoy actor de relativo éxito, además de ser un interesante y desarmante escritor, tuvo también una pequeña pero muy intensa carrera cinematográfica como actor con apenas línea de diálogo en filmes como Forajidos de leyenda y Reservoir Dogs (es el señor Azul que no abre la boca), así como guionista de varias de sus novelas como Libertad condicional y Animal Factory (Steve Buscemi, 2000) y coguionista de títulos claves de los ochenta como El tren del infierno (Andrei Konchalovsky, 1985) en la que también intervino con un pequeño papel.

Sajalín Editores ha publicado hasta la fecha tres de sus novelas más importantes. Paso a continuación a reseñarlas.

NO HAY BESTIA TAN FEROZ (1973).-  Este título dio origen a la película Libertad condicional, un estimable filme del reivindicable Ulu Grosbard e interpretado por Dustin Hoffman, actor que también tuvo una infancia conflictiva.

La novela se inicia con la cita: “No hay bestia tan feroz / que no conozca algo de piedad, de Ricardo III y cuenta la historia de Max Dembo, quien tras pasar ocho años entre rejas regresa a la ciudad de Los Ángeles con la intención de reintegrarse en la sociedad. Sin embargo y como era de esperar, las circunstancias parecen que conspiran para que no lo haga. Y el propio Dembo pone algo de su parte porque el que nace ladrón… A mi juicio es una de las mejores novelas de Bunker, un retrato bastante duro que desarticula cualquier esperanza que abrigue el lector de redención. Es como si Max Dembo fuera un existencialista nato, y como tal haber llegado a la conclusión de que, efectivamente, el hombre está condenado a ser libre.

El final de No hay bestia tan feroz es de una ironía brutal, y termina por engancharte a la obra de Bunker. Es más, tras La educación de un ladrón fue la segunda novela de su autor que cayó en mis manos y solo pensaba en una cosa: quiero más Bunker.

PERRO COME PERRO (1995).- Es otro de los grandes títulos de este gigantesco narrador norteamericano. En esta ocasión cuenta la historia de tres delincuentes que se han hecho amigos en el reformatorio y que ya adultos planean el golpe de su vida: robar a un traficante de cocaína.

La descripción que hace de los barrios bajos de L.A. como territorio hostil es de una genialidad inquietante. Todo ello recurriendo a frases cortas, sin piruetas literarias. La descripción de los tres protagonistas es también otro de los grandes logros de esta novela.

Se tratan de un demente violento que responde al nombre de Mad Dog; Charles Diesel Carson, un grandullón que desaprueba el carácter de su compañero, y Troy, por el que ambos comparten una adoración casi religiosa.

Paralelamente, Bunker retrata la realidad de una ciudad, Los Ángeles, cuyos barrios bajos se han ido transformando con el paso del tiempo en auténticos estercoleros, habitados por bandas callejeras que operan sin ningún código de honor.

Perro come perro es una obra maestra del género negro criminal pero también es un título que trasciende sus límites para convertirse en solo excelente literatura.

STARK (2006).- La novela se descubrió tras la muerte de Bunker, en 2005, y sin ser uno de sus mejores títulos se lee muy fácilmente. En esta ocasión su protagonista, el tal Stark que da nombre a la obra, es un estafador de poca monta que trabaja como confidente de un policía que parece igual de delincuente solo que éste hace que trabaja al lado de la ley.

Es una novelita ligera pero que respira cierto aroma Bunker en algunos momentos. En especial porque el escritor tiene la insólita capacidad de hacer cotidianas escenas bastante incómodas. A su manera, Stark es una historia de amor.

Claro que una historia de amor Bunker.

Saludos, animándoles a que lean al señor Bunker, desde este lado del ordenador.

El síndrome del avestruz

Lunes, Noviembre 15th, 2010

Algún día tendrá que escribirse la historia de los premios literarios en Canarias. Es una historia curiosa. En ocasiones también siniestra.

Como el mundillo literario del archipiélago es pequeñito pero trufado de pequeños apandadores iluminados, las batallas entre unos y otros adquieren en ocasiones dimensiones realmente dantescas. Afortunadamente, están surgiendo escritores y poetas que prefieren vivir al margen y ser algo así como islotes independientes en el oloroso océano que salpica estas sus enlodadas aguas.

Con esto quiero decir que no se limitan a competir en nuestro limitado universo de concursos florales sino que se atreven a ir más lejos. Nombres no faltan que han conseguido ser reconocidos por jurados que, supuestamente, desconocían la biografía de sus protagonistas. O su carné a determinados grupúsculos literarios canarios.

Éste y otros pensamientos de calado tenebroso me asaltaron hoy al asistir a la rueda de prensa del fallo del XXVI Premio de Novela Benito Pérez Armas, dotado con la nada desdeñable cantidad de quince mil euros y otorgado al escritor Juan José Mendoza (Las Palmas de Gran Canaria, 1957) por Isla feliz.

Y no porque piense que el Benito Pérez Armas tiene algo que ocultar ya que afortunadamente, y así lo avala su trayectoria, ha funcionado como riguroso altavoz para dar a conocer nuevas promesas literarias a este lado del Atlántico. No, lo digo por otras experiencias pasadas que intentaron trascender las fronteras de nuestro territorio convocando premios no sólo para autores que residieran en Canarias. Y por lo tanto, en lo que se valoraran cuentos y novelas que iban más allá de las historias que se desarollan en nuestras fantásticas pero domesticadas islas o en geografías míticas, que es una forma de camuflar nuestros entornos sin la necesidad ni la necedad de mencionarlos.

No sé si se acuerdan, pero hace ahora once años el Cabildo de Tenerife junto a la editorial Anagrama recuperó el Premio Alfonso García-Ramos de Novela. El ganador de su primera edición (la del 2000) fue el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez por Animal tropical.

La novedad de este galardón, además de su cuantiosa dotación económica, diez millones de las antiguas pesetas (unos 60.000 euros actuales) fue la posibilidad de que la obra ganadora la publicara el sello editorial que dirige Jorge Herralde, miembro también del jurado junto a J. J. Armas Marcelo, Mihaly Dés, Cecilia Domínguez Luis, Ernesto Suárez, Enrique Vila-Matas y, con voz y sin voto, Dulce Xerach Pérez, por aquel entonces consejera de Cultura del Cabildo de Tenerife.

El fallo del jurado del renacido certamen levantó, sin embargo, suspicacias. La primera, que el autor ganador no fuera canario aunque los abuelos del escritor cubano procedieran de Santa Úrsula (Tenerife). La segunda, que se tratara de un título de alto contenido sexual. Pornográfico llegó a decir alguien.

El editor Jorge Herralde se defendió de estas acusaciones en una entrevista que mantuvo con el autor de este blog y publicada en el Diario de Avisos el 21 de diciembre de 2000. A la pregunta de: “¿Le ha irritado las críticas que algunos han vertido contra la obra ganadora del Premio Alfonso García-Ramos de Novela. Voces que califican de sospechoso el galardón porque el autor publica en Anagrama? Respondió: “Lo que sí me resultaría sospechoso es que hubiera ganado una novela mala. El jurado estuvo formado, además, por tres miembros que fueron elegidos por el Cabildo de Tenerife, y otros tres por Anagrama. Penalizar por eso a un autor que publica en Anagrama me parece un absurdo total”.

El caso es que los siguientes ganadores del premio, los correspondientes a 2001 y 2002, fueron otros dos escritores que solían publicar en Anagrama: José Antonio Garriga Vela por Los que no están y Vicente Molina Foix por El vampiro de la calle Méjico, dos novelas que sin ser de lo mejor de ambos autores sí que se trataban de interesantes y elaboradas ficciones.

El jurado del 2001 estuvo integrado por Javier Aparicio Maydeu, Juan Pedro Castañeda, Daniel Duque, Pedro Zarraluki, Jorge Herralde y Dulce Xerach Pérez; mientras que el de 2002 lo formaron los ya citados Herralde y Xerach Pérez López, así como Jorge Benavides, Domingo Luis Hernández, Ana María Moix y Soledad Puértolas

En estas dos ediciones volvieron a llover las críticas en Canarias. La mayoría de ellas  lamentaban, entre otras, que el autor ganador resultara siempre un escritor peninsular y no canario. También, que el galardón sólo sirviera para promocionar a los escritores del sello Anagrama.

Lo paradójico del caso es que algunas de estas mismas voces canarias indignadas habían formado parte del jurado. Gente todas ellas muy respetables, lo que hace que todavía me pregunte –once años después de que este premio intentara trascender las fronteras insulares–  ¿por qué no dimitieron en su momento del jurado al percatarse de la conspiración judeo masónica en la que los habían metido? También ¿la de devolvieron los ingresos que recibieron tras cuestionar la fiabilidad de un certamen del que habían formado parte?

El caso es que, por una u otra razón, el recuperado Premio Alfonso García- Ramos de Novela se suspendió en unos años donde todavía no se veía en el horizonte el espectro de la crisis que hoy nos marea. Se perdió, además, la oportunidad de reivindicar con un premio que llevaba su nombre a uno de los mejores escritores canarios de todos los tiempos: Alfonso García-Ramos.

En esta y otras cosas pensé esta mañana. Mientras observaba y oía como se le transmitía al ganador del Premio de Novela Benito Pérez Armas que había sido el ganador de su XXVI edición.

Saludos, denunciando el síndrome del avestruz, desde este lado del ordenador.

Un puñado de propuestas insólitas

Lunes, Noviembre 1st, 2010

* El grupo de música electrónica Tangerine Dream (la verdad es que yo fui siempre más de Focus) ofrecerá un concierto en Tenerife en el marco del Festival Starmus, encuentro en el que también se rendirá homenaje al cosmonauta ruso Yuri Gagarin. El Festival se desarrollará del 21 al 26 de marzo en La Palma y Tenerife, y está previsto que asistan, entre otros, astronautas como Alexei Leonov, Victor Gorbatko, Valentina Tereshkova y Bill Anders.

* En el interesante blog literario Insólitos, especializado en literatura “no domesticada por el stablishment de las letras”, me encuentro con textos de tres grandes escritores canarios insólitos: Félix Francisco Casanova, Eugenio Millet y Ezequiel Pérez Plasencia.

* Keroxen es una de las apuestas culturales más atractivas y novedosas que se están produciendo a este lado siempre agitado del Atlántico. Un inteligente programa de actividades a la contra pero en vanguardia, así como una hábil utilización como escenario del Espacio Cultural el Tanque de Santa Cruz de Tenerife son algunos de los elementos que han contribuido a que este Festival se esté consolidado en el actual páramo creativo y festivo que vivimos en las islas. Y sólo con dos ediciones dando la murga. Para los que todavía se lo piensan, les invito a que visiten keroxen10 y formen parte de la tribu del queroseno. Están haciendo legión.

* Vale, lo confieso, a mi me dio también una época por leer todo lo que cayera en mis manos de Jack Kerouac. Me gustó En el camino, me gustó mucho más Los vagabundos del Drama, me mosqueé bastante con Big Sur, Los subterráneos y Ángeles de desolación. Casi no lo destierro de mis autores de cabecera por su La vanidad de los Duluoz y mucho me temo que rompí mis relaciones con el chico más beat de la beat generation cuando me tragé su soporífera Satori en París. Dicho esto, anuncio que Ediciones Escalera lanza este otoño nueva novela de Keruoack, Pic. Lo que no tengo tan claro es de si volveré a caer en la tentación de leerlo. Pic cuenta en apenas un centenar de páginas “la aventura de un niño negro de diez años que en compañía de su hermano mayor Slim, escapa de su Carolina del Norte natal para refugiarse en Nueva York y empaparse de jazz, Times Square, los apartamentos baratos de Harlem…”

* La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias de La Laguna acoge del  4 de noviembre al 2 de diciembre, el I Encuentro Arte y Pensamiento, jornadas en las que participarán cinco especialistas que reflexionarán sobre el proceso creativo de Cristino de Vera. El propio artista y el doctor en Filosofía y catedrático de Estética, Amador Vega Ezquerra, serán los encargados de inaugurar este encuentro, el jueves 4 de noviembre, con las conferencias tituladas Al vuelo del espíritu y El misterio de lo sagrado en el arte contemporáneo.

Saludos, haciendo amigos en Marte, desde este lado del ordenador.