Desconcierto…
Viernes, Diciembre 17th, 2010Tenerife Espacio de las Artes (TEA) volvió a abrir sus puerta este jueves, 18 de diciembre, a dos producciones canarias (En el lago azul y Modelo(s)) y al estreno del cortometraje peninsular Se vende, protagonizada por el actor José Luis de Madariaga, un rostro conocido en el actual panorama del corto realizado en las islas y por sus intervenciones en series como Hospital Central, Amar en tiempos revueltos y Águila Roja, entre otras.
Como ya viene siendo habitual en este tipo de citas, el salón de actos de TEA no se llenó hasta la bandera pero sí lo suficiente para arropar a tres trabajos que por sus características solo puedo calificar de desconcertantes y también algo frustrantes.
La broma (quiero pensar que involuntaria) de la jornada fue la que soltó mi estimado Emilio Ramal –el responsable de que estos cortos y otros que se realizan contra viento y marea a este lado del Atlántico se exhiban en TEA– cuando al presentar uno de los trabajos calificó a la productora que lo sella como generadora de “cine de autor” y no de género sin que se le cayera al suelo la tarjeta que llevaba en torno al cuello…
En fin… ¿Qué entiendes, estimado Emilio, por cine de autor y de género?
¿Qué es cine de autor?
¿Acaso no hay cine de género de autor?
SE ME HIZO LARGO
Abrió la proyección Se vende, ópera prima del realizador Javier Zurita y protagonizada por un solo actor, el ya citado José Luis de Madariaga.
No se trata Se vende de un corto que corte la respiración. Es más, se me hizo inquietantemente largo en un formato que no debe de parecérmelo. Aún así, el cortometraje respira sentimiento que sabe transmitir su protagonista.
Es una lástima, sin embargo, que Zurita no explotase las posibilidades de esta amarga historia sobre la soledad con final previsible.
LE FALTÓ RIESGO
Rodado en blanco y negro En el lago azul de Daniel León Lacave –fue el corto más corto de la jornada– nace de una idea seductora que enseguida supo atrapar mi atención aunque, lamentablemente, me decepcionó por su final digamos que tontorrón.
Y eso que la historia prometía.
Imaginen ver en pantalla a un chico y a una chica que ensayan diversas formas de suicidarse con una pistola –apuntándosela a la sien, metiéndose el cañón en la boca– mientras hablan de esa gigantesca extravagancia para adolescentes que fue El lago Azul.
¿El fin de la adolescencia?
SI CUIDA LA HISTORIA, OTRA COSA
El tercer título de esta jornada se trató de Modelo(s) de Josep Vilageliú, cineasta inclasificable donde los haya en este territorio que se reparte entre siete islas sin contar sus islotes.
Modelo(s) no es un cortometraje sino un mediometraje de casi una hora de duración por eso mis observaciones son más extensa que los dos trabajos anteriores.
Para quien les escribe Modelo(s) se trata de la cinta más desconcertante de su realizador. Un tipo que guste o no guste está claro que siempre sorprende. Y Modelo(s) sorprende porque se aleja radicalmente de la trayectoria que ha ido caracterizando a la ya abultada filmografía de Vilageliú.
En principio porque sabe a ¡comedia de veinteañeros! ¡Y a parodia –quiero pensar que hecha con mucho humor vilageliuano– de series tipo Física o Química!
Vista así la cosa, entre los atractivos de Modelo(s) está el discurso –quiero pensar que irónico– que el cineasta dibuja de ese grupo de jóvenes de nuestros días. Y si es así, llegar a la conclusión que la mirada de Vilageliú sobre esa generación resulta bastante demoledora aunque paternalmente –quiero pensarlo así– reflejada con humor almodovoriano.
Con Modelo(s) he querido descubrir a un insólito Vilageliú canalla y gamberro que observa con distancia y a través de los personajes aparentemente maduros de su historia –el fotógrafo y la agente con senos grandes– a una generación que le parece marciana y frívola con la sorna suficiente y reflexiva de un creador repleto de asombro.
“Es que no saben quién es Antonioni” nos dice el canalla de Vilageliú mientras muestra en pantalla a una de sus atractivas modelo(s) con dos amigas en un dormitorio en el que cuelga en la cabecera de la cama el cartel de una de las adaptaciones cinematográficas de la serie Crepúsculo (¡!).
Lástima que Vilageliú no cuide más sus guiones para dar consistencia y coherencia a este divertido –a ratos– retrato entre generaciones, y que se pierda ocasionalmente en divagaciones que no hacen avanzar el relato en la dirección que, a mi juicio, tenía que haber ido.
Quiero pensar que son defectos involuntarios de un cineasta al que todo se la trae al pairo y que por eso es incapaz de dar freno a unos tics que espero sinceramente no acaben por convertirse en constantes.
Prescindiendo de algunos momentos y de escenas vacías de contenido que no ayudan al buen discurrir de la historia, Modelo(s) probablemente hubiera sido una película de referencia en la filmografía de su persistente (y nada leve) director.
Saludos, aún desconcertados, desde este lado del ordenador.