Archive for Agosto, 2021

Orgullo ancestral, una novela de Andrés Martín Peinado

Lunes, Agosto 30th, 2021

“El lugar y puerto de Santa Cruz de Añazo tenía una población mayoritariamente pastoril y agrícola, aunque también luchaban por salir adelante pescadores, jornaleros y mareantes, entre otros colectivos. Sus humildes moradas eran de tierra amasada o de obra de carpintería por la escasez de materiales. Me extrañó ver muchas casas tapiadas o abandonadas. Alguien me dijo que sus dueños habían decidido probar suerte en las nuevas tierras descubiertas de allende los mares por las dificultades con que tropezaban los que quería vivir aquí”.

(Orgullo ancestral, Andrés Martín Peinado, Ague/Idea, 2021)

Que tenga noticia coinciden este años en librerías dos novelas que cuentan historias diferentes pero que se desarrollan en unos tiempos en los que nació y posteriormente comenzó a instarse la sociedad canaria que hemos heredado los habitantes de estas islas descarriadas y tan abandonadas de la mano de los dioses.

Llevadme a ver el mar y Orgullo ancestral, de Jorge Fonte y Andrés Martín Peinado, respectivamente, se desarrollan en este marco temporal, aunque la primera se ambienta en 1651 y está inspirada en hechos reales y la segunda en 1522, con los ecos de la conquista de Castilla sobre la última isla del archipiélago, Tenerife, aún reciente. Demasiado reciente.

Se tratan de dos novelas diferentes en sus ambiciones y propuestas literarias pero tienen algo en común cómo es la de intentar retratar un momento fundamental en la transformación de Canarias, cómo fue la mezcla de los primeros habitantes de las islas con los peninsulares que conquistaron Tenerife a finales del siglo XV.

Andrés Martín Peinado es autor de otra novela, Achineche, preocupada ésta por retratar un universo, el guanche, en colisión con otro más poderoso y desarrollo, el que representa Castilla. No he tenido oportunidad de leerla pero tras la experiencia de Orgullo ancestral se me ha despertado el interés por conocerla porque he descubierto en Andrés Martín Peinado un escritor que se mueve muy bien en el siempre peligroso territorio de la novela histórica, y que sabe mezclar ficción y realidad sin que se aprecien apenas las costuras.

Orgullo ancestral es una entretenida novela de aventuras que solo persigue, esa es la sensación, la evasión del lector. El escritor logra también y en dos o tres pinceladas, que el fondo histórico en el que tiene lugar la odisea resulte creíble y que sus personajes, sencillos y por eso muy eficaces, se conviertan en compañeros de un viaje que, como todo viaje que se precie, cambiará a los protagonistas de la novela.

Otro elemento atractivo de la historia es que está narrada en primera persona por la protagonista, María de la Torre y Acentejo, hija de un capitán castellano y una guanche, quien emprenderá un viaje al Nuevo Mundo tras las huellas de su progenitor aunque el navío que la lleva a América será asaltado por piratas cerca de las costas de Canarias. La acción a partir de ese momento se traslada a La Laguna, ciudad en la que también discurre la novela de Jorge Fonte, acrecentando si cabe el interés de un libro que conjuga rigor histórico con el literario.

Al margen, sin embargo, de su calidad como producto de entretenimiento, uno de los rasgos más destacables a nuestro juicio de la novela es el retrato que Andrés Martín Peinado hace de una sociedad canaria que en ese momento se encuentra en pleno estado de ebullición. Incluidas las intrigas cortesanas que se han traído de la penínsulas los conquistadores que ahora moran en La Laguna. Resulta igual de atractivo observar el otro lado, aquel en el que viven los guanches como pueblo derrotado y que comienza a fundirse con los invasores que también empiezan a dejar de serlo.

La protagonista de la novela María de la Torre y Acentejo es, de hecho, resultado de esa mezcla entre vencedores y vencidos al ser hija de un bravo y rebelde capitán castellano con una guanche. Un origen a lo Tirma, también a lo Pocahontas aunque María de la Torre y Acentejo es el resultado de esa unión, una joven que empieza a conciliar los dos mundos cuya sangre corre por sus venas.

Escrita con agilidad, apoyándose mucho en los diálogos y descripciones escritas a brochazos, alguno de ellos muy líricos, en Orgullo ancestral late simpatías nada disimuladas hacia un pueblo, como fue el guanche, que tras su fusión con el castellano terminó por olvidar la mayoría de sus costumbres adoptando modos y comportamientos europeos.

Durante la novela, la protagonistas irá conociendo a una serie de personas a cada cual más varipinto, iniciando la aventura en la ciudad de Sevilla, donde María de la Torre cogerá navío para que la lleve a las Américas. Tras frustrarse la operación y quedarse en Canarias, su tierra, la protagonista inicia una nueva aventura que la llevará a conocer el amor.

El libro mantiene el ritmo, pese a su número de páginas, un poco más de 350, y reúne tanto escenas con calado emocional como de cierta agudeza psicológica. Eso sin perder la voluntad de entretener al lector sin caer en chirriantes discursos. El escritor procura mantener en todo momento la mesura y así lo expresa al decantarse más por el tono aventurero que por el sentimental, aunque tampoco renuncie a este último solo que lo atenúa.

En conclusión, Orgullo ancestral es otra de esas novelas (en mi opinión tan necesarias) que se desarrollan en un momento transcendental de la historia de Canarias como fue la fusión lenta pero constante de sus antiguos pobladores con los que procedían de la lejana Europa ya que de ahí, como la protagonista, proceden los canarios. Una sociedad que nace de la mezcla de sangre y que asume comportamientos tan contradictorios como vivir de espaldas al mar que rodea su territorio.

Saludos, en un lugar de la isla, desde este lado del ordenador

Fernando Fernán Gómez cumple 100 años

Sábado, Agosto 28th, 2021

En mi memoria cinéfila Fernando Fernández Gómez, conocido como Fernando Fernán Gómez (Lima, Perú, 28 de agosto de 1921-Madrid, España, 21 de noviembre de 2007), es aquel actor y cineasta al que conocí en blanco y negro. Ese tipo que se especializó en interpretar a españolitos que vienen al mundo aunque su apariencia física no fuera, precisamente, la de un celtíbero.

Alto para la época en la que hizo carrera en el teatro y cine español –la dura postguerra de una guerra que cargamos casi todos como una cruz–1,80 leo en alguna parte y con el pelo color zanahoria y una narizota que no envidiaría ni el mismo Karl Malden, si algo me llamó y me llama la atención de Fernán Gómezfue y es su vozarrón. El que tuvo de joven, extraño por cantarín y algo ingenuo si quieren y cavernario y hasta antipático cuando las sombras de la vejez se adueñaron de su cuerpo y de su cabeza.

Actor, director, escritor (estupendas sus memorias, también sus obras de teatro), la televisión nunca terminará de pagarle la contribución que hizo al medio, a esa pequeña caja que no resulta tan tonta, con series como El pícaro que, lo que no supo lograr ningún profesor de mi etapa de estudiante, alcanzó el sin par o simpar… que me adentrara en un universo literario que narra la vida del golfo, del truhán, del buscón, del que sale adelante cómo buenamente o malamente puede. Y todo ello narrado con burla, lo que genera risa, que te partas el estómago ante lo miserable que podemos llegar a ser las personas sin distinción de sexos.

Fue protagonista, además, de dos grandes películas de ese cine que llaman español: Domingo de carnaval y El último caballo, a las órdenes de Edgar Neville que fue el gran cineasta de un Madrid castizo que, dudo yo, se pueda uno encontrar actualmente en la capital de España; y de otro puñado de películas entre las que destacaría varias que dirigió el mismo Fernán Gómez como El mundo sigue, que adapta la novela del mismo título de Juan Antonio Zunzunegui, un autor olvidado pero que pide a gritos su recuperación, y filme que fue secuestrado por el régimen para rescatarse cuando falleció aquel general de cuyo nombre no quiero acordarme.

Y El extraño viaje o El viaje a ninguna parte (legendario ya su señoritoooo y su ¡me cago en la madre que pario a los Lumi’ere!) entre otras cintas que dirigió con olfato de cineasta, de tipo que, como el cineasta que interpreta en Vida en sombras (¡gracias Benito!), conoce pero sobre todo ama al cine. El cine como medio de expresión, como lenguaje a través del cual no solo articular historias sino retratar el alma humana. En fin, que no son horas para que me ponga poético pero es que son cien, 100, cien años del nacimiento de uno de los más grandes, si no el más grande, creadores de ese cine que llaman español. Y digo llaman porque durante un tiempo perdió el tino y solo rodaba en inglés.

Estén atentos a su poderosísima cinematografía y vuelvan a ver cualquiera de sus películas. Incluso las ñoñas y hoy políticamente incorrectas por el mensaje que transmiten. Si ven éstas, háganlo con la mirada de un espectador de nuestro tiempo y sean conscientes que aquello que observan es el retrato de otro mundo, de otra sociedad, de otro sistema que, concluyan que sí, existió. Yo, por eso, sigo disfrutando y hasta sonriendo con Balarrasa, la historia de un legionario que cambia el color de su uniforme por la sotana negra de un sacerdote, su maravillosa versión de El malvado Carabel y de La venganza de Don Mendo, la primera una novela de otro escritor a reivindicar, Wenceslao Fernández Flórez y la segunda una obra de teatro de Pedro Muñoz Seca, ese ya anciano dramaturgo de derechas al que fusilaron los milicianos en Paracuellos del Jarama y que, cuenta la leyenda, les dijo al pelotón antes de que lo ejecutaran que le podían quitar su dinero, su casa y hasta su familia pero no el miedo “que tengo”.

En fin, las cosas de esta España insólita, negra, que se acostumbró a convivir con el miedo y hasta echarse unas risas con lo que tanto teme.

No me interesa tanto la etapa madura de Fernando Fernán Gómez como actor. Ya no tiene la gracia que sí le percibo en las tanda de largometrajes que rodó durante la dictadura. Pasa, como les pasó a otros grandes del cine nacional como Berlanga, Barden, Paco Rabal, Fernando Rey, entre otros, que se quedaron descolocados. Recuerdo que en cierta ocasión y en una entrevista que mantuve con el director de Plácido éste me dijo que al menos cuando Franco se estrujaban el cerebro cuando escribían los guiones para eludir la censura y eso, digo yo, dio como resultado obras que todavía no me explico cómo dejaron estrenar como la misma Plácido o El verdugo. Fernán Gómez no tuvo esa suerte con El mundo sigue pero ya ven así eran las cosas en aquella España de pandereta que hoy es menos España pero sí algo más pandereta.

Entre las muchas cosas que lamento es no haber podido entrevistarlo. Así que no puedo imaginarme cómo pudo haber sido ese encuentro. Sobre todo cuando la mayoría si hoy lo recuerda no es por su aportación al cine ni al teatro ni a la literatura escrita en español sino por aquel ¡a la mierda! que espetó a un periodista que le tocó digamos que los bajos.

De un plumazo aquella imagen disolvió en el aire la trayectoria de un hombre que aportó tanto a la cultura malherida de este país. Fernán Gómez, el grande, se transformaba de pronto en Fernán Gómez el cabreado, el viejo con mala hostia.

No pensó el abuelo que su país ya no era el mismo que lo vio crecer como hombre y como artista. Que su tierra profunda había dejado de parir a los inolvidables pícaros y buscavidas del pasado para solo reproducir sinvergüenzas sin distinción de sexos. Que un hombre como él, con un corazón tan grande y generoso ya no tenía cabida en un país que se le quedó demasiado pequeño.

Un español con todas sus letras. O un ácrata, también con todas sus letras.

En las imágemes, el actor en El malvado Carabel (Fernando Fernán Gómez, 1956) y El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez, 1965)

Saludos, ovación cerrada, desde este lado del ordenador.

Un poeta tinerfeño, entre los invitado al Jamming Poético por el 90 Aniversario del Ateneo de Caracas

Viernes, Agosto 27th, 2021

El poeta y escritor tinerfeño Rafael-José Díaz es uno de los invitados al Jamming Poético que este domingo, 29 de agosto, celebra el 90 Aniversario del Ateneo de Caracas. En este encuentro participan también los poetas venezolanos Carmen Verde Arocha, Arturo Gutiérrez Plaza, Rafael Castillo Zapata y Edda Armas. El acto será presentados por Keila Vall de la Ville y Kira Kariakin.

El Jamming Poético comenzará a las 3 pm hora de Caracas, 2 pm Oklahoma y 8 pm Santa Cruz de Tenerife. La sesión se realizará vía Zoom y para inscribarse basta con enviar un correo electrónico a formacion.ateneo@gmail.com.

El Jamming Poético nació en Venezuela en 2011, con la intención de promover espacios para el encuentro a través de la poesía. Los recitales se realizaban una vez al mes en la terraza del Ateneo de Caracas. El encuentro, no obstante, ha ido creciendo y ha a estimulado a que se celebren algunas de estas lecturas no solo en Caracas sino en Maracaibo y Valencia, dentro de Venezuela, y en Miami, Nueva York y Bogotá, fuera del país.

Este año, luego de celebrar su décimo aniversario, el Jamming ha retomado a su ritmo inicial, en recitales convocados periódicamente los últimos domingos de cada mes; ahora con la participación de poetas de varias partes del mundo, gracias a la posibilidad de los encuentros virtuales, que se han venido realizando, desde febrero, a través de la plataforma Zoom. Este mes, la Embajada de España brinda su respaldo a la fiesta cultural del Ateneo de Caracas, que celebra su aniversario número 90 por medio de una programación virtual especial durante todo agosto.

Las actividades incluyen encuentros de reflexión y cine foros, que se extenderán por el resto del año, además de los jamming poéticos.

El Jamming Poético es una lectura colectiva en la que quienes recitan van encadenándose (estableciendo puentes) al seguir y proponer hilos temáticos en tiempo real. No hay orden preestablecido, allí es donde radica la improvisación. Los autores llevan textos listos, pulidos; un Jamming no es un slam. El contrapunteo se establece pues cada poeta va “siguiendo la pista” de quien leyó antes, y participa sólo cuando tiene un texto de algún modo relacionado con el previo. El Jamming Poético está organizado por las poetas y editoras venezolanas Keila Vall de la Ville, Kira Kariakin, Georgina Ramírez, Graciela Yáñez Vicentini y Eleonora Requena.

Julio Cortázar

Jueves, Agosto 26th, 2021

No sé si tuvo que ser inevitable pero a veces los caprichos de la fortuna son así, coinciden fechas fundamentales en la historia para que uno venga al mundo con la mirada iluminada y la frente despejada.

Ocurre en el caso de Julio Florencio Cortázar (Ixelles, 26 de agosto de 1914-París, 12 de febrero de 1984) que vino al mundo el mismo día de la publicación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789.

Nosotros, a este lado siempre agitado del ordenador, celebramos la onomástica del escritor de Rayuela porque le debemos muchas cosas.

Una primera, que mi buque insignia lleve el nombre de uno de sus relatos, quizá el más jazzístico de todos sus relatos, El Perseguidor. Otro, que llegara a Cortázar no a través de su novela más requeteconocida ni por sus relatos. No, no, qué va, llegué a este argentino exiliado en París primero por sus traducciones de cuentos de Edgar Allan Poe y de la novela Robinson Crusoe, de Daniel Defoe y más tarde por Los premios que, si no me equivoco (y es casi seguro que me equivoque porque escribo estas líneas con el corazón y no con la cabeza), fue su primera novela. Una novela que, ya ven, me hace evocar las mismas emociones que en su día me asaltaron cuando leí Los argonautas de Vicente Blasco Ibáñez que no tiene nada que ver, que sepa uno, con Julio Cortázar. Si leen ambos libros es probable que descubran esta asociación de ideas que hago mientras mis dedos teclean este texto que si algo quiere, si algo desea, si algo promueve, es que desempolven de las estanterías los ejemplares que tienen de don Julio y se atrevan a meterse en su fascinante universo.

No creo que nadie discuta que Cortázar siga siendo el segundo escritor argentino más conocido de cuantos conocemos. Al primero, Borges, le dedicamos hace unos días un espacio más breve en este su blog porque fue, precisamente, el maestro de los maestros del relato breve. De contar todo en apenas unas pocas páginas.

Solo me queda ahora que estamos de celebración recordando que tal día como hoy vino al mundo el autor de Casa tomada que nunca es tarde para llegar a Cortázar como a ningún autor que se precie. Su obra late con o sin críticas favorables. Ese es el espíritu que perdura, lo que hace no sé si eterno pero sí que aún siga entre nosotros la literatura de un argentino que se fundió con el paisaje de París, dejando en esa capital de sueños posible el amargo aroma del mate recién hecho.

Sonreiría por eso si volviera a leerse, sobre todo porque por una vez desafió su propia profecía, esa misma en la que decía “no puede ser que estemos aquí para no poder ser”… porque él estuvo aquí y fue y sigue siendo a través de su literatura.

Saludos, de alguien que camina por ahí, desde este lado del ordenador

El último vándalo (que yo sepa), una novela de Alicia Ramos

Miércoles, Agosto 25th, 2021

“Las mujeres transexuales, lo llevemos escrito en la frente o no, no tenemos útero. Ni ovarios. Ni canal de parto en algunos casos. Así que no solemos tener bebés. A lo mejor esta es la historia de por qué tengo un bebé.
POR QUÉ TENGO UN BEBÉ”.

(El último vándalo (que yo sepa), Alicia Ramos, Fundación CajaCanarias, 2020)

Si bien me preocupa el errático juicio que viene caracterizando al jurado del Premio Benito Pérez Armas, uno, sino el más longevo de Canarias, me ha resultado refrescante la obra ganado de la edición del 2019 (la del 2020 aún no se ha publicado) por su entusiasmo rupturista aunque le falte a la novela crítica y autocrítica también de una realidad como es la canaria tan necesitada de textos, películas, arte en general con espíritu revulsivo, agitador de conciencias y todas esas cosas urgentes y tan necesarias en estos tiempos dados al pensamiento único.

Canarias vuelve a contar con dos premios literarios (el Benito Pérez Armas y el Benito Pérez Galdós) que nacieron en la noche de los tiempos pero que por cuestiones varias terminaron uno desapareciendo de la memoria y el otro aguantando contra viento y marea el oleaje de los años. A veces tan ingrato con certámenes que, como viene al caso, ocupan por derecho propio un lugar importante no solo en la historia de los premios literarios a este lado del Atlántico sino también en la literatura que se escribe y publica en Canarias. En este aspecto, el Premio de Novela Benito Pérez Armas se ha convertido por su perdurabilidad en un referente para tomar el pulso de lo que se escribe no solo dentro sino fuera de las islas, aunque en las últimas ediciones (con ediciones en la que los premios se declararon desiertos) el nivel no haya estado acorde a las expectativas que, imagino que unos pocos, teníamos depositados en él.

El último vándalo (que yo sepa), novela ganadora en 2019 y que está escrita por Alicia Ramos, rompe esta tendencia y lo consigue por el tono con que la protagonista cuenta la historia. Una historia loca, y por loca muy divertida, en un archipiélago más bien caricaturesco dentro de una aventura, porque se trata de una aventura, que no se toma para nada en serio. Y a estas alturas que un libro me haga reír, y si no reír sí que sonreír vale su peso en oro.

No se trata El último vándalo (que yo sepa) de una mala novela si uno acepta las reglas que Ramos propone para adentrarnos en su relato. A admitir el planteamiento disparatado que anima sus páginas pero sí que carece si no relato más sustancia.

Incluso entendiendo que no fuera esa la intención de su autora, el exceso de páginas, casi cuatrocientas, tampoco ayuda al normal seguimiento de un libro que más meditado hubiera resultado otra cosa y sobre todo mucho mejor novela.

A medio camino entre el absurdo y la parodia, Alicia Ramos ha escrito una novela que a mi me ha hecho recordar el caótico disparate de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole que desde su publicación y éxito continúa influyendo porque fue capaz de actualizar una narrativa que nace en el Quijote y en la que el humor y la tragedia van cogidos de la mano.

La novela comienza con la búsqueda de Candelaria, una transexual con un bebé encima, que va tras la obra de un pintor canario. La investigación hará que la protagonista vaya tras las huellas del artista por varios países de Europa y, cómo no, Canarias. Concretamente la isla de Tenerife.

Las investigaciones que emprende Candelaria están salpicadas de misterio, suspense y acción. Una combinación que mantiene el tipo sin temblores en su primera parte, sobre todo cuando el lector toma conciencia que todo cuanto va a leer forma parte de una simpática y disparatada conjura. Disparate que va creciendo a medida que se avanza en las páginas, algunas de ellas muy emotivas como el reencuentro de Candelaria con su padre.

La mezcla de ingredientes de El último vándalo (que yo sepa) funciona, pero funciona más por el tono con el que está escrito, ese sentido del humor que observa a veces con refrenada ironía el arte, el amor y la Historia. Una Historia sobre el origen humano de las islas Canarias que, como construcción imaginaria, me sigue pareciendo el mejor hallazgo de un libro que no da marcha atrás. Camina siempre hacia adelante.

Más que por sus desaciertos que por sus aciertos, con esta primeriza novela Alicia Ramos aparece como una escritora que cuando se cree escritora de verdad ofrece páginas muy bellas y con indiscutible instinto poético.

No obstante y tras la farsa que es El último vándalo (que yo sepa) me gustaría descubrir, precisamente, a la escritora que es Alicia Ramos y que se detecta en algunos de los capítulos más líricos de una novela que, se reitera, si uno no se implica, si uno no entra en el juego, no va a viajar a ninguna parte (que yo sepa).

Saludos, si le digo le miento, desde este lado del ordenaro

Palabra de Dios

Martes, Agosto 24th, 2021

“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.”

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899-Ginebra, 14 de junio de 1986)