¡Malditas secuelas!
Domingo, Octubre 10th, 2010Al finalizar la primera versión de Blade Runner, a mi juicio la mejor de las versiones que han mostrado de esta película, incluyendo el famoso montaje del director, Harrison Ford y Sean Young escapan de la ciudad de Los Ángeles en un automóvil que atraviesa un bosque… Siempre me pregunté cómo habría continuado esa historia. Si los personajes de esa vibrante tragedia encontrarían refugio en algún lugar de ese mundo deshumanizado y apocalíptico.
El fenómeno de las secuelas es casi tan antiguo como el cine pero también tiene cabida en la literatura donde grandes escritores como Alejandro Dumas cedieron a los deseos de sus lectores para continuar explotando éxitos salidos de su pluma (o la de sus negros) como La mano del muerto (El conde de Montecristo) o Veinte años después y El vizconde de Bragelonne (Los tres mosqueteros). Miguel de Cervantes mucho tiempo antes tuvo que desempolvar las aventuras de su ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha para frenar el apócrifo que circulaba de un tal Alonso Fernández de Avellaneda, pero todas estás obras por una u otra razón encontraron su segunda parte recurriendo al talento de su creador.
En los últimos años el fenómeno de las secuelas sobre títulos que forman parte del imaginario colectivo se ha instalado en el universo editorial. No hay semana en la que no aparezca una nueva novela que se vende como la continuación de… así que haciéndonos eco de esta moda pretendemos con el siguiente post enumerar sin ánimo completista pero sí orientador algunas de las obras que se han sumado a plantear el que hubiera pasado pese a no contar con la autorización de sus autores originales.
El mercado editorial anglosajón es el que más se ha interesado en sacar partido de esta tendencia. Se han publicado continuaciones oficiales de Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell que llevan por título Scarlett (Alexandra Ripley) y Rhett Butler (Donald McCaig) o del mismísimo Drácula de Bram Stoker en un deasafortunado pastiche escrito a cuatro manos que firma un descendiente del autor original (Drácula, el no muerto de Drake Stoker e Ian Holt) e incluso de El guardián entre el centeno de J. D. Salinger en 60 Years Later: Coming Through the Rye (60 Años Después: Recuperándose del Centeno) de un tal J.D. California, pseudónimo del sueco Fredrik Colting, aunque el propio Salinger logró detener momentáneamente la publicación del volumen en los Estados Unidos.
Esto me lleva a reflexionar sobre si son necesarias las continuaciones y si cuando se escriben ocurre el mismo proceso que en el cine: por norma general casi siempre resultan decepcionantes…
Esta ley no escrita sufre una ligera alteración con la saga de El padrino cinematográfico aunque se cumple al pie de la letra con las versiones literarias tras la aparición de la novela de Mario Puzo, y que firmó Mark Winegardner con el visto bueno de Puzo.
Cuando estas historias están protagonizadas por un personaje que vive por encima de su creador, caso de Sherlock Holmes o James Bond, el fenómeno de explotación se multiplica. Al sagaz investigador privado creado por Arthur Conan Doyle le han dado vida escritores de todo pelaje, quizá el más atinado de todos ellos sea el también cineasta Nicholas Meyer con sus novelas holmesianas Elemental, mi querido Freud y Horror en Londres. Bond, a la muerte de Ian Flemming continuó combatiendo al servicio de su graciosa majestad de la mano de Kingsley Amis, John Gardner y Sebastian Faulks, entre otros.
Los perpetradores de esta tendencia se han atrevido incluso con clásicos de la literatura infantil como Peter Pan de J. M. Barrie o El principito de Antoine Saint-Exupéry, que cuenta con dos continuaciones: Reencuentro con el Principito (1999), de Jean Pierre Davidts, que escribió supuestamente por petición del propio Antoine, y la bendecida por la Fundación Saint-Exupéry, dueña del personaje y de los derechos de reproducción, con El regreso del gran joven príncipe, del argentino Alejandro Roemmers.
Escritores consagrados como Stephen King se unen a este fenómeno anunciando la continuación de El replandor, llevada al cine por Stanley Kubrick. Ira Levin hizo lo mismo con La semilla del diablo en su frustrada El hijo de Rosemary aunque a William Peter Blatty le salió mejor la jugada con la continuación que plantea en Legión de El exorcista. Merece reseñarse también las originales secuelas que el escritor de anticipación Brian W. Aldiss escribió de La isla del doctor Moreau (H.G. Wells) en su La otra isla del doctor Moreau y de Frankenstein y Drácula, de Mary Shelley y Bran Stoker, en Frankenstein desencadenado y Drácula desencadenado.
Se habla también de una secuela de la mejor novela de aventuras de todos los tiempos, La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, que escribirá Andrew Motion con el originalísimo título de Regreso a la isla del tesoro. También cuentan con secuelas Horizontes perdidos, de James Hilton, y obras maestras de la literatura romántica como Cumbres borrascosas de Emily Brontë y Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Esta novela de Austen cuenta incluso con una reinterpretación en clave muertos vivientes, como nuestro Lazarillo de Tormes.
Y esto son sólo unos pocos títulos que he podido rastrear buceando en la red de redes y visitando librerías.
No quiero despedir este post (pretendidamente orientador) sin hacer mención al fenómeno fanfic, o escribir historias sobre un universo creado por otros autores, y que cuenta con un abrumador número de páginas en Internet, así como las parodias que han brotado como setas al calor de fenómenos mediáticos como Harry Potter o El señor de los anillos en una serie de volúmenes destinados fundamentalmente a locos rabiosos por estos personajes pero que puñetera la gracia le harán a los no iniciados.
Saludos, a lo eso es todo, desde este lado del ordenador.