Archive for Febrero, 2011

El virus del pleito

Miércoles, Febrero 9th, 2011

Vivimos en un territorio que camina peligrosamente por la cuerda floja del pleito. Cuerda inestable, casi comprada en una tienda de todo a un euro y a la que suele recurrir nuestra miserable familia política con el único fin de despistarnos de los problemas que de verdad nos preocupan.

Los medios de comunicación de estas mal repartidas islas atlánticas contribuyen a avivarlo con el fin de grabarlo al rojo en titulares cuyo texto dice de todo menos lo que anuncia el titular. Pero se ha convertido, digo, en costumbre para que los miembros de unas y otras islas nos recriminamos historias para generar controversias y tranquilizar nuestras molestas conciencias con la creación recurrente de nuevas polémicas que quieren hacernos creer que solo hay un culpable: los que habitan justo en la isla de enfrente. Entelequia tildada en alguna ocasión de sanedrín que no ha encontrado aún a su Simonini para que redacte algo así como Los protocolos del enemigo, ese que tiene usted delante de sus narices.

Durante un tiempo pensé que este mal que nos caracteriza nacía en la isla en la que nací y habito, Tenerife, pero me he dado cuenta que la enfermedad también alimenta las entrañas de Gran Canaria, lo que ha originado un circo de ida y vuelta que gira en torno a ideas tan aldeanas como nosotros somos los más guapos y pese a todo ustedes tienen más que nosotros los guapos.

En esta extraña y si quieren shakesperiana relación que mantenemos los habitantes de una y otra ínsula (dejando de lado a las otras cinco que conforman nuestro maltratado archipiélago) me pregunto aún a que intereses obedece que en esta región desestructurada por razones obvias apenas haya habido gente preocupada por crear cierta conciencia de unidad, espíritu de que o jugamos todos o se rompe la baraja.

Lo insólito del caso es que, culturalmente hablando, un ciudadano meridianamente informado de, pongamos por caso Gran Canaria, no sepa un pimiento de lo que se está generando en Tenerife y viceversa. El señor o la señora meridianamente informado de estas islas (amplio el arco y contemplo también a las otras cinco) no es que no se la traiga floja lo que se crea culturalmente (insisto) en cada una de las siete geografías en la que amamos y sufrimos, es que no cuenta con instrumentos que le haga conocer los fenómenos artísticos que se generan en cada uno de estos trozos de piedra.

Si bien es cierto que el canario padece el síndrome isla, o esa sensación de que nos cuesta un riñón hacer la maleta para ver otros paisajes, no deja de sorprenderme todavía que nos pase lo mismo cuando se trata de coger un barquito o un avioncito para atracar o aterrizar en lo que considero mi mismo territorio pese a que nos separe lenguas de ancho mar.

Lo que no es de recibo es que apenas conozcamos algo de lo que se trabaja en esta tierra si no salimos de los estrechos límites de la nuestra, y que así se pierda la oportunidad de enriquecernos o empobrecernos un poco más culturalmente hablando.

El lunes pasado, conversando con un joven y prometedor escritor y poeta tinerfeño, me confesó en estado de alucinación que él se sentía como un extraño cuando por razones de trabajo (que no tienen que ver con las literarias) viajaba a Gran Canaria, La Palma, El Hierro, La Gomera, Lanzarote o Fuerteventura. “No me reconozco”, me comentaba ya digo sin salir de su estado lisérgico. El remate fue cuando resaltó que, por ejemplo, cuando visita Madrid esta sensación desaparece. “Es como si la ciudad me aceptara”.

Esta reflexión no es baladí. Creo de hecho que es un examen de conciencia por el que hemos pasado muchos de los que perdemos el tiempo leyendo literatura de aquí y viendo cortos de aquí por poner dos ejemplos, con la esperanza siempre de sentirnos identificados con las historias (o delirios mentales) que nos cuentan.

Otro fenómeno curioso que se genera en las islas es la caprichosa necesidad que tienen muchos creadores por evitar que se reconozca este territorio en sus obras.

Entre la gente que está haciendo cine con lo puesto y que apuesta por proyectos pequeños pero no exentos de personalidad, observo que Canarias, las islas, se convierten en paisajes sin identificar donde transcurren su historia o delirio mental. No sé si esta obsesión obedece al profundo rechazo que siente la mayoría de ellos por su entorno, a quitarse de encima el sucio polvo canario porque lo asocian a provinciano. O a un espacio de segunda o tercera categoría.

Hay que darles, en todo caso, gran parte de razón pero también a instarlos a que se atrevan a desafiar ese miedo a su realidad. Lo escribe una persona que no es muy aficionada a ver su propio reflejo en el espejo, pero reconozco que es un ejercicio al que me estoy obligando en los últimos tiempos con la idea de contemplar al monstruo que hay en mí.

No sé a través de qué canales podríamos retroalimentarnos culturalmente. Es decir, qué caminos deberían de construirse  para conocer y apreciar –cuando lo mereciera– lo que se está guisando en las cocinas artísticas de las islas. Pero sí que es un planteamiento que ese gran mecenas (hoy con menos presupuesto y entusiasmo) que es la Viceconsejería de Cultura del Gobierno regional debería de plantear en estrecha colaboración con cabildos y ayuntamientos.

Y para ello sí que es necesario atacar en nuestra memoria el virus del pleito. Y las recetas para hacerlo no es la de reavivarlo sino la de buscar una solución (o soluciones) que lo haga desaparecer para siempre de nuestro castigado cerebro.

Saludos, al grito de ¡salvemos el puchero!, desde este lado del ordenador.

Venus surfea y surfea y surfea…

Martes, Febrero 8th, 2011

I.- Yo aún recuerdo…

Conozco a Eduardo Bercedo desde hace años.

En esos años se ha ido tejiendo una amistad que como todas las buenas amistades tiene sus encuentros y desencuentros. También etapas largas en la que ninguno de los dos sabemos nada del otro pese a que vivamos en la misma pequeña y ridícula ciudad: Santa Cruz de Tenerife, capital de provincias a la que Edui, Eduardo Bercedo, dedicó una de las más hermosas canciones que le han ofrecido a esta insisto pequeña y ridícula Santa Cruz de Tenerife.

Durante un tiempo y cuando me preguntaban amigos de otros territorios cómo era el lugar de donde venía me limitaba a destrozar esa canción al responder: “de Santa Cruz de Tenerife que muere en soledad”.

Eduardo Bercedo es el fundador de una de las bandas de rock más inteligentes y agradables de la escena musical a este lado del Atlántico, Venus en Surf, grupo que hoy se ha convertido en referencia para la gente que se adscribe a mi maltratada y quizá por ello maleducada generación.

Si les escribo todo esto es para anunciarles que el viernes, 11 de febrero, Venus en Surf vuelve a los escenarios. Ocasión que presumo aprovechará la banda para interpretar en riguroso acústico y entre otros temas, las cinco canciones que conforman el último trabajo de Edui: La fiesta de los no  invitados.

La audición tendrá lugar a partir de las 21 horas en El Generador (calle Clavel, trasera de Ángel Guimerá de esta capital que muere en soledad), así que será una excelente oportunidad para que algunos de los que no nos vemos las caras desde hace tiempo nos reencontremos. También para disfrutar del nuevo sonido de una banda que se toma muy en serio su trabajo.

Aviso por eso a los navegantes que el Venus en Surf que veremos y escucharemos el viernes no tiene nada que ver con el Venus en Surf que vimos y escuchamos en otros tiempos. Además de Edui, que fue uno de sus fundadores, se han convertido a la causa de los venusurferos Roberto Bacallado (La Pista Búlgara, ex Munstersiete) como batería, percusión y voz, y Keko Sánchez (Los Diplomáticos, ex Chromatic Monkies) al bajo y voz.

II.- Hablemos del disco

La Fiesta de los no invitados se trata de un disco producido por el mismo Edui y Rubén Hernández y consta, como había señalado, de cinco canciones que a quien ahora les escribe le han conmocionado vete tú a saber por qué.

Vaya por delante advertir que Edui sigue en las mismas aunque su sonido y el contenido de las letras dan un paso al frente. ¿Ha madurado? Edui no madura sino que evoluciona siendo el mismo de siempre.

Comenzando por la intimista Sábado por la mañana y con la demoledora y nostálgica Viento del sur –a mi juicio el mejor tema de este trabajo–.

El disco continúa con Cansancio (por delante y por detrás) con una letra que narra las idas y venidas de un tipo harto de estar sometido al masoquismo del amor y que interpreta con bailable y también desgarradora ironía; Algo no funciona, pero que sí funciona y bastante bien cuando la escuchas y el tema que da nombre a este disco: La fiesta de los no invitados,  que escucho mientras escribo estas líneas sin dejar de mover el cuerpo.

En definitiva, un trabajo redondo e imaginativo. Un disco que pone de manifiesto que Eduardo Bercedo además de ser un excelente músico es un letrista de tres pares de cojones. Un poeta (y que no se me molesten los poetitas canarios) que no recita sino que canta en cualquier registro unas canciones que le salen de lo más profundo del corazón.

III.- Créditos del disco

1.- Sábado por la mañana
Edui:
voz y guitarra acústica grabados en directo.
Pedro Gómez: batería.
Juliana Kim: voz.
Roberto Sánchez Keko: sinte, cachito, ladridos.
Rubén Hernández: guitarra eléctrica+ebow, bajo

2.- Viento del sur
Edui: voz, guitarras acústicas, guitarras eléctricas, bajo, teclado.
Javi Guerrero: batería.

3.- Cansancio (por delante y por detrás)
Edui: voz.
Javi Guerrero: batería.
Rubén Hernández: guitarras acústicas, guitarras eléctricas, bajo.

4.- Algo no funciona
Edui
: voz, guitarras acústicas, guitarras eléctricas, bajo, teclado.
Javi Guerrero: batería.

5.- La fiesta de los no invitados
Edui: voz, guitarras acústicas, guitarras eléctricas, bajo, teclado.
Javi Guerrero: batería.  

Saludos, espantando a la canalla, desde este lado del ordenador.

Novelas sobre ‘nuestra Guerra Civil’

Lunes, Febrero 7th, 2011

ANTECEDENTES NOSTÁLGICOS

Mi padre fue un gran aficionado a los libros de la Guerra Civil. Procuraba hacerse con todo lo que aparecía en el mercado relacionado con nuestra guerra para devorarlo en cuestión de días. 

Siempre me pregunté el por qué tuvo mi padre esa afición por los libros de la Guerra Civil. Especulo ahora que no está entre nosotros que quizá fue porque vivió en sus carnes y siendo todavía pequeño los efectos de aquella contienda en una isla chiquita llamada Tenerife.

A su padre, mi abuelo a quien no conocí, lo metieron en uno de los barcos prisión atracados en el puerto de la capital tinerfeña no por ser de izquierdas (que no lo era) sino por masón. A un tío suyo lo desaparecieron en el mar por ácrata. Historias parecidas contaban muchos de sus amigos, otros que también lo eran pero cuyos padres habían combatido en el lado vencedor, narraban episodios parecidos pero sucedidos en un territorio lejano que desde que soy pequeño llamo La Península.

Con el paso del tiempo mi padre fue alimentando una biblioteca importante de volúmenes relacionados con la II República y la Guerra Civil, libros que hablaban de sus protagonistas, de las batallas que castigaron el suelo de España y de la represión que sacudieron las entrañas de estas islas abandonadas a la mano de los dioses.

Recuerdo que era tanto su empeño en leer todo lo relacionado con aquellos tiempos amargos que incluso llegaban a su casa libros de estudiosos porque –no sé como demonios se habían enterado– mi padre tenía fama de ser un buen lector sobre tan desgraciado periodo de la historia de España.

La biblioteca cubría las cuatro paredes del despacho y uno de los momentos más felices de mi adolescencia fue cuando lo ayudé a catalogar todo aquel material elaborando fichas y más fichas. Desempolvando volúmenes tan raros como Diario de una bandera, de Francisco Franco en una edición de los años 20. En este libro, Franco rememora sus experiencias en Marruecos.

Años más tarde conseguí este título, publicado a mediados de los 40, con fotografías en las que se muestran a legionarios sonrientes con varias cabezas de moros entre sus rodillas.

OTRAS AFICIONES

Afortunadamente nací en una casa donde habían tres grandes aficiones. La primera de ella los libros, la segunda el cine y la tercera la música. Me gusta el rock de los 60 y 70 por mis hermanos, que ponían a todo volumen sus discos pero sobre todo me gusta el jazz por mi padre. Era su música, también el flamenco, es verdad, pero sobre todo el jazz.

Con todo esto quiero decir que mi padre fue un hombre fundamental en mi vida y que los caminos que me abrió para que viera la realidad con otros ojos es un legado que todo padre que precie debería procurar a su descendencia.

SOLO ESO: GRACIAS

Gracias a él se me despertó el gusanillo por leer novelas ambientadas durante la II República y la Guerra Civil. La postguerra menos pero también.

Tuve así la enorme oportunidad de iniciarme en estas lecturas a mi manera. Cogía los volúmenes de los estantes y leía la primera página. Si me enganchaba es que el libro prometía. Esta manía de entonces continúa dictando mi costumbre a la hora de leer un libro. Si la primera página no me convence lo dejo a un lado. Si es al contrario me sumerjo en su forma de contarme las cosas.

En la biblioteca de mi padre había novelas de nuestra guerra escritas por toda clase de escritores. Buenos y otros tantos francamente malos. También de toda ideología. Cogías un libro y apestaba a izquierda o a derecha de las que no perdonan la vida. Otros, por el contrario, contaban historias de hombres y mujeres que no pudieron realizarse como personas precisamente porque no habían sido cazados ni por las izquierdas ni por las derechas más radicales y enfermas.

AL FINAL PUDE LEERLO

Cuento todo esto porque la semana pasada adquirí un libro que no estaba en la biblioteca de mi padre pero que estoy seguro que le hubiera encantado. Se trata de la edición en bolsillo de A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires escrito por el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales.

Son nueve relatos que reflejan aquellos días en los que la sombra de Caín ocultó los sueños de este país que yo me sigo empeñando en llamar España.

Nogales publicó este volumen en 1937 y en Francia, huyendo de aquellas dos Españas que como el cuadro de Goya quería terminar la una con la otra a base de garrotazos.

Hay dos relatos, en especial, que me emocionaron de este emocionante libro: Bigornia y Consejo obrero.

En el primero se cuenta la historia de un hombre grande con pinta de ogro y tremendamente individualista que se hace tanquista del ejército republicano.

Consejo obrero narra por el contrario como le hacen la vida imposible a un humilde trabajador que no es ni anarquista ni socialista ni comunista. Él solo quiere seguir trabajando en un Madrid ya cercado por el ejército rebelde sin adscribirse a sindicato alguno.

Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese” concluye visionariamente Nogales.

RECOMENDACIONES PARA INTERESADOS

Otras novelas españolas que me permito recomendar sobre nuestra Guerra Civil son:

El laberinto mágico. Son seis libros de Max Aub, para mi el más barojiano de los escritores españoles sin ser el maestro Baroja. En estos volúmenes plasma un gigantesco y ambicioso fresco del antes y después de la contienda. Los títulos son Campo cerrado, Campo abierto, Campo de sangre, Campo francés (escrito como un guión de cine que pide a gritos que se realice alguna vez), Campo del moro y Campo de los almendros.

La forja de un rebelde. De Arturo Barea. Se trata de una trilogía (La forja, La ruta, La llama) en la que narra con gráfico realismo su niñez y adolescencia madrileña, así como su experiencia militar en Marruecos y en la Guerra Civil.

Crónica del alba. Posiblemente más conocida por la bonita pero no completa adaptación cinematográfica que realizó en su día Antonio José Betancor, a mi juicio es una de las obras mayores de ese escritor que generalmente escribió solo obras mayores llamado Ramón J. Sender.

Fue tanto el impacto que me ocasionó en su día que uno de mis tantos pseudónimos es José Garcés, el nombre del protagonista de esta trilogía que no es otro que Ramón José Sender Garcés. Otro título indispensable del autor es su Réquiem por un campesino español.

Días de llamas. Alguien la calificó en su momento como la gran novela de la Guerra Civil española. Por encima de las anteriormente mencionadas. No sé si les falta razón aunque como lector solo puedo decir que me conmovió de principio a fin. Escrita por Juan Iturralde está narrada en primera persona por su protagonista, Tomás Labayen, juez de instrucción, condenado a muerte. El relato es un largo flash back donde (de)muestra que el horror no entiende de ideologías. 

Madrid, de Corte a checa. Escrita por Agustín de Foxá, conde de Foxá y marqués de Armendáriz se trata, a mi juicio, de una de las grandes novelas sobre nuestra guerra escrita por un señorito de derechas. Un facha.

Dividida en tres cuadros: Flores de lis, donde describe el fin de la monarquía tras las elecciones municipales de 1931; Himno de Riego, en el que cuenta la alborozada proclamación de la II República y la afiliación de su protagonista a Falange Española, y Hoz y martillo, en el que narra cómo lo pasaron los señoritos de derechas y los que no lo eran en aquel Madrid del No pasarán, Madrid, de Corte a checa además de ser una extraordinaria novela es un título que merece la pena reivindicar para que nos hagamos una idea que no todo el monte fue orégano en aquella II República que de alguna manera se devoró a sí misma.

La fiel infantería. El escritor y periodista español Rafael García Serrano intentó con esta novela escribir una especie de Sin novedad en el frente sobre la Guerra Civil española narrando el día a día de un grupo de soldados nacionales en las trincheras. Es una más que recomendable novela bélica, en la que el enemigo (¡los rojos!) no son malos sino enemigos. A mi me sigue pareciendo una novela muy atractiva, pionera en el bando vencedor de mirar a los que estaban al otro lado como soldados que combatían por otra causa para defender su idea de España. Siempre España. Inevitable en estas novelas sobre, reitero, nuestra guerra.

Cuerpo a tierra.- Escrita también por un combatiente de derechas, Ricardo Fernández de la Reguera (co-autor del ambicioso y atractivo proyecto Episodios Nacionales Contemporáneos) se tratra de una intensa y modélica novela bélica. En muchos aspectos puede compararse con La fiel infantería aunque quien les escribe apueste más por este título quizá porque no alcanzó la fama que sí obtuvo en su momento la obra de García Serrano.

Luchar por algo digno.- Pedro Víctor Debrigode es uno de los grandes novelistas pulps de nuestro país. Los aficionados lo recuerdan por sus creaciones de Diego Montes, El Pirata Negro, El Halcón o El galante aventurero, entre otros.

En Luchar por algo digno, novela autobiográfica, recuerda sus experiencias en plena Guerra Civil. El relato, que consta de dos partes (El barco borracho y El espía inocente),comienza en Santa Cruz de Tenerife donde el estallido de la Guerra Civil coge a su autor mientras cumple el servicio militar.

El primer volumen describe los barcos prisión donde se hacinaban a los republicanos con independencia de ideologías y casi es lo mejor de estas estupendas memorias de un escritor que no pasará a la historia literaria de este país de ingratos y caínes porque apostó por la literatura popular.

En su segunda entrega, El espía inocente, cuenta con pericia el calvario que sufrió como alférez provisional al intentar huir de una guerra que no era la suya. Acusado de abandono de destino, malversación de caudales y espionaje, padeció prisión en cárceles militares y en el penal de Santa María, Cádiz.

Para mi, una obra maestra.

Saludos, instando a darnos la paz de una puta vez, desde este lado del ordenador.

Sospechosos habituales

Domingo, Febrero 6th, 2011

* Entre los blogs que solía consultar en la edición digital de El País se encontraba el del cineasta Nacho Vigalondo, que se despidió el pasado jueves 3 de febrero del universo de la bitácora digital tras la publicación –y la honda expansiva generada entre sus numerosos lectores– de un desafortunado tweet en el que decía “El Holocausto fue un montaje”.

No hace falta conocer a Vigalondo para saber que su tweet fue escrito (probablemente con varias copas de más) con ganas de provocar, y así lo ha reconocido el cineasta abrumado ante la que le está cayendo encima. La primera consecuencia de su broma ha sido darle de baja en la lista de blogueros de El País y suspender la campaña publicitaria que el periódico tenía contratado con el cineasta.

La acción tomada por El País resulta, a mi juicio, demasiado expeditiva porque condena al ostracismo a uno de sus colaboradores más ingeniosos y frescos por pasarse de gracioso no en su blog sino al twitear sobre un asunto del que  no tenía que haberse hecho el gracioso.

Pero de ahí a considerar a Vigalondo sospechoso de negacionismo y antijudío va un trecho. O más que un trecho un abismo.  

En esta polémica –que ha crecido como un cáncer en el mundo de la red y que algunos medios de comunicación han utilizado para devorar al cinesta y al medio en el que tenía hasta hoy alojado su para mí imprescindible blog– solo hay una víctima. Y esa víctima es Nacho Vigalondo.

Conclusión: que a mí todo esto me parece cosa de Cronocrímenes.

Hay un manifiesto de apoyo al director circulando en la red. ¿Piensas firmar?  

* Umberto Eco vivió algo parecido a raíz de la publicación de su novela El cementerio de Praga. Bastó sin embargo que muchos de los que no pusimos el grito en el cielo leyéramos la obra para darnos cuenta que con este texto el escritor italiano no pretendía escribir un panfleto antijudío sino historiar (y no en clave de ficción) los textos fraudulentos que a lo largo del siglo XIX se publicaron en Europa acusando a judíos y a masones de ser los responsables de una gran maquinación mundial.

Entre otras obras de tal indecencia, Eco relata con fascinante pulso narrativo cómo salieron a la luz para confundir un poco más nuestras ideas textos como Los protocolos de los sabios de Sión o los libelos antimasónicos que supuestamente reveló en sus escritos Leo Taxil sobre los Hijos de la Viuda.

Si están interesados en este asunto les recomiendo la lectura de La conspiración, historieta de Will Eisner en la que desmonta con viñetas la presunta autenticidad de los famosos Protocolos. La edición en castellano cuenta con prólogo de Umberto Eco.

* Y relacionándolo con este tema de conspiraciones varias leo con sorpresa una novela de ciencia ficción escrita por Norman Spinrad titulada El sueño de hierro. El texto es una ucronía y parte del supuesto de que un mediocre pintor que responde al nombre de Adolf Hitler tuvo que abandonar Europa en 1919 para refugiarse en los Estados Unidos, donde hace carrera además de cómo ilustrador como narrador de relatos en revistas baratas. Su novela más conocida, nos cuenta Spinrad, fue El sueño de hierro, supuesta ficción hitleariana en la que narra la subida al poder de un hombre de elevada estatura, caballos dorados y ojos azules decidido a limpiar su mundo de razas a las que considera inferiores.

Al principio sueltas unas risas pero a medida que avanzas en su lectura ésta termina por congelarse en tu boca porque sabes que Spinrad no va tan descaminado en ese retrato que propone del delirante héroe de la esvástica creado por ese tal Hitler.

Saludos, perplejo, desde este lado del ordenador.

Y me quedo noqueado, asqueado, frustrado… preguntándome…

Viernes, Febrero 4th, 2011

Cuatro tipos enmascarados y armados.

En el centro de la habitación un hombre desnudo, sentado, que tiene los ojos tapados con cinta aislante y las manos atadas.

Uno de los encapuchados lo interroga con acento mexicano.

A cada pregunta obliga al sujeto a repetir lo que ha dicho. La víctima responde con la voz aflautada, casi la de un niño aterrorizado.

Continúa el interrogatorio, aburrido. De repente, quien hace las preguntas saca de su bota militar un cuchillo y coge por el pelo a la víctima que grita algo así como “No, por favor, no”.

El cuchillo se desliza por su cuello hasta llegar a un punto del que brota abundante sangre. Se puede oír como el tipo se ahoga en su propia sangre mientras el cuchillo corta la carne. Como no es de sierra, el corte se complica por lo que tiene que ayudarlo otro de los encapuchados con un cuchillo de cocina.

Se escuchan los estertores de la víctima que abruptamente se silencian cuando la cabeza cae como la de un muñeco roto hacia atrás. Parece que solo con tirar de ella se podría separar del cuerpo.

Ahí paro la imagen.

No puedo seguir viendo más.

Es una filmación real.

Y la he visto.

Navegando por la red de redes.

Y me quedo noqueado, asqueado, frustrado… preguntándome…

Saludos, sin ganas de risa, desde este lado del ordenador.

Cuatro recomendaciones ‘blogueras’

Miércoles, Febrero 2nd, 2011

* Pese a que en un principio veía esto de la bitácora digital como algo marciano al final ha terminado por unirse a la variopinta fauna bloguera porque las tecnologías, ya ven, pueden. Coriolano González Montañez, escritor y poeta, y también excelente saxofonista en sus ratos libres, se estrena en este extraño universo con su El viajero insomne, diario y reflexiones a medio camino entre la literatura y la nostalgia de esto que llamamos vida.

* El dibujante de comics Eduardo lleva ya tiempo con su blog Tirón de ojeras, casa en la que suelo entrar sin que nadie me invite porque ya la considero mi casa. No escribo para anunciar que Eduardo continúa con su experiencia bitacorera sino para llamarles la atención acerca de uno de sus post recientes. Se titula El jefe y es un cálido por emocional homenaje a uno de los mejores artistas gráficos que hayamos tenido en estas siete islas abandonadas a la suerte de los dioses, me refiero, claro está, a Ike Janacek, pseudónimo tras el que se esconde… háganse un favor y averigüen a quien me refiero.

* Compañero de faenas periodísticas desde la noche de los tiempos, Ramón Alemán Gutiérrez continúa actualizando con constancia esparta su interesante blog Lavadora de textos, herramienta eficacísima para todos aquellos a los que todavía escribir nos parece un grandioso misterio con reglas.

* El poeta Antonio Jiménez Paz también se apunta al ruidoso universo bloguero con Algo muy raro está ocurriendo, un blog, dice su autor, que no es un blog “sino un libro escrito en vivo y en directo, en proceso continuo sin propósitos determinados ni objetivos por cumplir, en construcción…”

Saludos, blogueando por ahí y por allá, desde este lado del ordenador.