Archive for Noviembre, 2013

¿Libro prestado, libro robado?

Viernes, Noviembre 15th, 2013

En la capital tinerfeña existió hace mucho, mucho tiempo una librería de viejo que respondía al nombre de Sonora.

El establecimiento se mantiene todavía, aunque no ya como librería de viejo y libros usados sino como tienda de discos que es otra forma de resistencia en estos tiempos de transformaciones radicales, de novedades que no cambian nada, de silencios en extremo ruidosos.

El caballero que llevaba la librería tenía un extraño parecido, así lo quiero imaginar mientras escribo estas líneas apresuradas y con algo de jaqueca, a Walter Pidgeon, pero con bigote canoso y manchado de nicotina.

Lo recuerdo como un tipo amable, no sé si asombrado tras sus gafas oscuras de que un renacuajo sacara y metiera libros de entre los estantes y ojeara los colorines que se amontonaban en un rincón y que, por aquello de la edad, le estaba vedado adquirir en los kioscos que todavía riegan las ramblas. En aquellos días del general Franco.

Compré y vendí libros y colorines en Sonora. Y me pasé muchas horas muertas en aquella pequeña y apretada librería mientras escuchaba retales de las conversaciones que mantenía el librero con algunos de los clientes.

Recuerdo a uno de espesa melena blanca y barbita perfectamente recortada a lo candado. Es una pena que no sepa su nombre, ni siquiera el de pila. Sí que recuerdo mi bicicleta Chopper de cinco cambios y fabricada en Taiwán esperándome resignada en la fachada mientras, ya digo, perdía el tiempo y me ensuciaba los dedos rebuscando entre tanto libro, entre tanto colorín.

Aquella librería olía a viejo y a libro usado. Es decir, tenía aroma venerable.

Solo en una ocasión, Sonora, llamemos a Pidgeon así, me felicitó por una de mis compras. Se trataba de una novela que aún conservo, Port Arthur, no la de Emilio Salgari sino otro título firmado por un escritor, presumo ahora que no la encuentro, francés.

Había un letrero en Sonora en el que inevitablemente siempre descansaban mis ojos.

El texto tenía impresa la leyenda: Libro prestado, libro robado.

Pasado los años y reconvertida ahora en tienda discos, me doy cuenta de esa gran verdad. Prestas o te prestan un libro y es como si cambiara, a partir de ese momento, de dueño. No sé cuántos libros habré perdido así por cederlos en un momento de ¿flaqueza? Tampoco me he puesto a contar los volúmenes que forman parte de mi biblioteca y que fueron prestados en su momento.

¿Es un libro prestado un libro robado?

El caso es que los libros que dejé y que me dejaron se han convertido en leyenda. Los primeros porque no los volveré a ver y los segundos porque me recuerdan que fueron prestados y nunca devueltos.

Me duele el pecho de tanto fumar y observo la biblioteca atestada, con muchos de los libros desparramados por el suelo y me doy cuenta que aquella librería pequeña y apretada que fue Sonora fue algo así como un oasis en tiempos donde necesitaba abrevar agua fresca y clara, sin aditivos.

Quiero verme así como un cuatrero deambulado encima de la Chopper mientras el tiempo pasa y ya dentro de ese refugio que fue la librería, observar un cartelito mientras Sonora habla con un visitante y da profundas y lánguidas caladas a un cigarrillo.

El bigote manchado de nicotina y los ojos ocultos tras unas gafas.

Pienso en todo esto y en lo de más allá y me asaltan mil historias con las que componer un retrato de esta capital de provincias en la que vivo. Piezas de un mismo rompecabezas. Asideros sentimentales a los que recurro cuando el terreno sobre el que piso parece que se reblandece a medida que se suceden los días.

De tanta usarla, la Chopper quedó despedazada literalmente un día, mientras bajaba como una centella por una de las cuestas de la ciudad y se estampó conmigo encima cabalgándola, contra un muro de cemento.

Me fracturé la rodilla pero los libros que había adquirido en Sonora resistieron el golpe. Deben de estar en algún lado, pero ¿quién demonios se atreve a trastear en las estanterías de una biblioteca que, probablemente, ilustre mi propio desorden?

Me acuerdo de libro prestado, libro robado porque ayer mismo, cuando cae esa tarde que ahora es noche, un amigo me devuelve un volumen al que ya daba por perdido.

No le pregunto la razón de la devolución sino que cojo entre mis manos ese ejemplar que fue mío y que ahora me parece que ya no es mío.

Lo abro al azar, contemplo párrafos subrayados que no recuerdo haber subrayado y no sé, pero quiero pensar que sí, que ese libro con las tapas ya arrugadas y a punto de reventar, lo encontré hace mucho, mucho tiempo en una librería de viejo y libros usados que respondía al nombre de Sonora.

Saludos, lo que está arriba, está abajo, desde este lado del ordenador.

Películas, ciclos, eso que llaman cine

Miércoles, Noviembre 13th, 2013

La Filmoteca Canaria inicia los martes y jueves en el teatro Guiniguada y en los Multicines Renoir Price, en la capital grancanaria y tinerfeña, respectivamente, un ciclo dedicado al cineasta norteamericano Don Siegel. El horario de proyección es a las 20.30, y la sesión se inicia este jueves, 14 de noviembre, en Santa Cruz de Tenerife con la exhibición de La invasión de los ladrones de cuerpos, una cinta de ciencia ficción que adapta a la pantalla grande la novela del mismo título del escritor Jack Finney. El ciclo continuará el 19 (Las Palmas de Gran Canaria) y el 21 (Santa Cruz de Tenerife) con El carnaval de la muerte; Código del hampa (3 y 12 de diciembre) y El seductor (17 y 19 de diciembre).

Organizado por Amnistía Internacional, grupo de Tenerife, TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este jueves, 14 de noviembre, un ciclo de cine sobre Derechos Humanos que inaugura la cinta belga Perder la razón (Joachim Lafosse, 2012). La proyección comienza a las 19,30 horas, y se exhibe en versión original en francés y árabe con subtítulos en español. La entrada es gratuita previa retirada de las invitaciones en la taquilla.

Saludos, fundido encadenado, desde este lado del ordenador.

El escritor tinerfeño Daniel María obtiene el galardón Joven Promesa en la séptima edición del Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural

Martes, Noviembre 12th, 2013

El escritor Daniel María, de 28 años y natural de la isla de La Gomera, inaugura el  palmarés de la nueva categoría Joven Promesa del Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural, galardones que este año cumplen su séptima edición y que ahora, con la categoría Joven Promesa, quiere estimular la creación periodística sobre temas culturales entre los menores de treinta años.

El trabajo ganador lleva el título de Voz de actriz, en el que el autor analiza las peculiaridades tímbricas en las voces de algunas de las mejores intérpretes de la escena española, como las ya desaparecidas Emma Penella, Lola Gaos, Tota Alba, Gracita Morales, Rafaela Aparicio y Florinda Chico, además de Terele Pávez, Margarita Lozano y Charo López. El artículo puede leerse desde el 5 de junio en la web Revistatarantula.com.

Daniel María es escritor, actor y guionista. Ha trabajado en varios cortometrajes y en los espectáculos de monólogos MonoloGordo y Endanimoniado, este último ganador del concurso de monologuistas de La Guancha, en 2006. María ha impartido además talleres de interpretación y cursos para escritores y sus artículos se publican con regularidad en Revistatarantula.com, Travelarte.com, Papirucucus.com y El Perseguidor.

En su producción literaria destaca El hombre que ama a Gene Tierney, el poemario Hilo de cometa, el libro de cuentos (De)función cómica, así como de un estudio crítico, El caso de la película imposible: El extraño viaje, película dirigida por Fernando Fernán Gómez y de la edición de Los casos de Cargel Blaston, en el que reveló la identidad de este popular escritor de novelas policíacas de los años cincuenta en España. Es responsable, también, de la novelización y edición del guión cinematográfico de Pedro Beltrán, El extraño viaje, volumen que contó con prólogo de Luis García Berlanga.

La entrega de galardones del VII Premio Paco Rabal se producirá el martes 3 de diciembre en un acto público que acogerá la Fundación AISGE de Madrid (calle Ruiz de Alarcón, 11).

El Premio Paco Rabal es una iniciativa anual de la Fundación AISGE para “distinguir la excelencia en los medios de comunicación” a la hora de abordar cualquier aspecto relativo a la labor de actores y actrices, danza, doblaje o artes escénicas.

Saludos, ¡¡¡muchas felicidades, Daniel!!!, desde este lado del ordenador.

El exterminio, una novela de Jim Thompson

Domingo, Noviembre 10th, 2013

Se me quedó mirando como un ave hipnotizada por una serpiente. Los dientes le castañeaban. La rodeé con mis brazos y, con delicadeza, apreté mi boca contra la suya. Sonreí con ternura, con una expresión soñadora, mientras le acariciaba el pelo.

- Eso es todo lo que quiero, cariño –repetí–. Pero ahora dime qué es lo que tú quieres…

- Yo… Lo que quiero es ir a casa. Por favor, Bobbie. Es lo único que…

- Mira –dije–. Yo te quiero. Por ti estoy dispuesto a hacer lo que sea, y…

La besé, apreté su cuerpo contra el mío. Y sus labios seguían rígidos y sin vida, y su cuerpo era como el hielo. Y mi calidez se estaba esfumando. La vida y la resurrección me estaban abandonando.

- No seas así –dije. Te lo pido por favor… Lo único que quiero es amarte, y que tú me quieras también. Eso es todo. Solo un poco de ternura y de cariño y…

De pronto le clavé los dedos en los brazos. La zarandeé de tal forma que su estúpida cabezota por poco salió proyectada por los aires.”

(El exterminio, Jim Thompson. Colección: Autores Clásicos en Serie Negra, RBA, Traducción: Antonio Padilla)

A la memoria de Kossmeyer, Ralph Devore, Rags McGuire, Bobbie Ashtondoctor James Ashton, Marmaduke Goffy Gannder (el incompetente), Hattie, Luane Devore, Danny Lee, Henry Clay Williams, Myra Pavlov y Pete Pavlov.

Jim Thompson continúa siendo un escritor molesto. Tanto, que algunos se empeñan en desmontarlo por escribir con la velocidad de la luz. También por dipsómano y espíritu errante.

Thompson tuvo una vida repleta de giros siniestros. Caprichos del destino que dieron al traste con una probable y anodina existencia. Y esta mala suerte, esta condena de saberse un perdedor, se refleja en gran parte de sus novelas, la mayoría de ellas escritas por encargo, inspirándose en sinopsis que le entregaban sus editores, perros igual de callejeros que Jim Thompson.

El resultado son numerosos títulos, la mayoría esquizofrénicos, que se vendían como chorizos en unos tiempos donde la gente perdía el tiempo leyendo este tipo de literatura de y para pobres.

Claro que se les coló un comunista.

Jim Thompson.

Un escritor al servicio de la literatura industrial, esa que iba dirigida no a entusiastas con apetito intelectual sino a gente de la calle.

Esa gente que solo reclamaba en una novela sexo y violencia con la que purgar por un rato su anodina y grisácea existencia.

¿Quieren sexo y violencia?

Llamen a Jim Thompson.

Un comunista.

Las novelas de Jim Thompson han sido bastante traducidas en España. Es verdad que insistiendo en el mercado con dos de sus obras fundamentales, como son El asesino dentro de mi y 1.280 almas, pero del que se cuela también y de tanto en tanto algún nuevo título.

Y eso es una buena noticia.

El exterminio (The Kill-Off, 1957) es una novela en la que se intuye al Thompson que vendría a continuación de novelas tan salvajes como El asesino dentro de mí, En bruto y Un cuchillo en la mirada.

Jim Thompson explota en El exterminio muchos de los recursos que contribuyeron a poner en pie otras de sus novelas. Casi parece, de hecho, que es material que tenía guardado el escritor, historias posibles con las que ahora alambica un relato coral que siendo desigual en su resultado final, es muy completo para entender cuál era la opinión que tenía sobre sus semejantes.

El exterminio se desarrolla en Manduwoc, un pueblo costero venido a menos situado a unas pocas horas en tren de Nueva York. El último censo, escribe Thompson, “tenía 1.280 habitantes, y dudo que el número haya aumentado desde entonces”.

La historia está contada a través de doce personajes, once de ellos con razones suficientes para asesinar a Luane Devore.

Contado así, parece una novela de misterio de Agatha Christie. Claro que una historia en manos de Jim Thompson parece cualquier cosa menos una novela de misterio de Agatha Christie.

Los doce protagonistas de la novela –incluyendo a Luane Devore en la lista– si se caracterizan por algo es por resultar demasiado humanos. Y Jim Thompson les da voz a ese hatajo de majaras empleando la primera persona y sin distinción de clases, así que lo que menos importa de la historia es saber quién terminará por asesinar a la señora Devore sino conocer –desde dentro– las miserias y flaquezas que mueven a sus protagonistas, entre otros Bobby Ashton o Pete Pavlov.

Criaturas de Manduwoc.

Un pueblo chico, un infierno grande.

Lástima que las prisas por la entrega y cobrar el cheque repercuta en El exterminio, una novela que va en demasiadas direcciones y que por eso no sabe a redonda. En todo caso, la digiero como un experimento enfermo y terrorista.

Un experimento thompsoniano a través del cual reflejar –no juzgar– las flaquezas del alma humana.

¿El resultado?

El resultado es un cuadro abstracto. Un cuadro abstracto que con la firma de Jim Thompson golpea el mentón, castiga el hígado y machaca el estómago hasta que vomitas las entrañas.

Su retorcida y amarga crueldad deja k.o.

Te obliga a observar el mundo con doloroso y ácido sentido del humor.

Nunca le recuerdo que su ‘éxito’ tiene un asombroso parecido con el fracaso.”

Me preguntan por Jim Thompson…

¿El comunista?

Saludos, aquí y ahora, desde este lado del ordenador.

Dando la nota mientras podamos

Viernes, Noviembre 8th, 2013

* La crisis ahoga, la crisis estremece, la crisis nos hace ver el futuro en negro. Sin embargo, y afortunadamente en estos tiempos que corren, hay gente que arriesga. Y que apuesta por la Cultura aunque la Cultura sea, precisamente, la primera víctima de estos días sin vino ni rosas. Neys Books Ediciones, la editorial que dirige el también escritor Juan Andrés Herrera, presentará antes de que finalice el año sus dos primeros títulos: La Laguna de los olvidados, de Benjamín Barrett (Santa Cruz de Tenerife, 1963); y Sándalo y Rapsodia, de Juan Jesús Pérez (Los Realejos, 1967). Neys Books prepara además para comienzos de 2014 un  volumen de relatos en el que se recogen historias de algunos de los alumnos de la Escuela Canaria de Creación Literaria, Escuela que celebró recientemente su décimo aniversario.

* La colección G21 Narrativa Canaria Actual (Ediciones Aguere) que dirige Ánghel Morales tampoco pierde el tiempo. Calcula presentar antes de que finalice este año cuatro nuevos títulos, el primero de los cuales se dará a conocer el 27 de diciembre con una novela, Cinco mujeres que nunca subirán al cielo, que firma el escritor y editor de Neys Books, Juan Andrés Herrera. En lista de espera se encuentran, además, Nueve horas para morir, de Ángel Vallecillo; Mujeres en la encrucijada, de Javier Marrero y Un crimen lejos de París, de Daniel María. Este viernes, 8 de noviembre, el salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC) en Santa Cruz de Tenerife acoge, a las 19 horas, la presentación de otra novela publicada en esta colección: El centro del gran desconocido, de Eduardo Montelongo. Participarán en el acto Néstor Delgado Morales, autor de la portada; el escritor Agustín Díaz Pacheco y el editor Ánghel Morales.

* Sorolla, el color del mar es el título de la exposición que acoge el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife, hasta el 1 de febrero de 2014. La muestra, que ha sido producida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y la Fundación Museo Sorolla, con la colaboración de la Fundación CajaCanarias y la Obra Social la Caixa, conmemora el 150 aniversario del nacimiento del artista valenciano reuniendo una selección de obras dedicadas al mar. La muestra está comisariada por la directora del Museo Sorolla, Consuelo Luca de Tena, y por José Manuel Pascual García, y es la primera exhibición monográfica de Joaquín Sorolla expuesta en Tenerife.

* El Aguere Espacio Cultural, en La Laguna (Tenerife), acoge este viernes 8 de noviembre, a partir de las 20.30 horas, la segunda proyección pública de Digital 104 Film Distribution, la distribuidora que la empresa canaria Digital104. Dos semanas después de exhibir seis de sus cortometrajes de ficción, propone ahora dos documentales: Las alas verdes del dragón. Drake en el mar de Canarias, dirigido por Miguel G. Morales; y Der Stuhl (La silla), de Daniel Martín Gómez, que se estrena en Canarias con la presencia de su director. La entrada al acto tendrá un precio de 2 euros.

Saludos, game over, desde este lado del ordenador.

Palabra de Albert Camus

Jueves, Noviembre 7th, 2013

Se podía amontonar los cuerpos cada vez más numerosos en las ambulancias. Y los raros paseantes retrasados que, contraviniendo la regla, andaban por los barrios extremos después del toque de queda, o aquellos que eran llevados allí por su oficio, encontraban a veces largas filas de ambulancias que pasaban a toda marcha haciendo resonar, con su timbre sin vibración, las calles vacías de la noche. Los cuerpos eran arrojados en las fosas apresuradamente. No habían terminado de caer cuando las paletadas de cal se desparramaban sobre sus rostros y la tierra les cubría anónimamente en los hoyos que se cavaban cada vez más profundos.”

(La peste, Albert Camus)

Si lo ven en una fotografía o en una imagen rodada hace ya tiempo, Albert Camus resulta un tipo interesante. Observen como le cuelga el cigarrillo de la comisura de los labios y fíjense en esos ojos en los que ahora quiero ver resignada tristeza.

Le gustaba el fútbol además de los libros.

Escribió, entre otros, El extranjero y La peste. Y un puñado de obras de teatro, como Calígula, emperador romano al que se le fue la pinza y que no tiene nada que ver con el retrato que sobre él describe Suetonio en La vida de los doce césares, ni con el que nos mostró Tinto Brass en su excesivo y colosal largometraje. Tampoco con el que nos reveló la serie Yo, Claudio o en ese simpático peplum cristiano que es Demetrius y los gladiadores

Cojo de la biblioteca algunos libros de Camus y ojeo, y recuerdo a Ezequiel Pérez Plasencia y la profunda devoción que tenía por el escritor. También las conversaciones en las que apostábamos por él y no por Jean Paul Sartre. Ese hombre tan feo que escribió La náusea y que intentó que Camus probase el aceite de ricino.

Hay dos escritores que para mi responden al imaginario de un escritor. Dos escritores que cuando los descubrí en fotografías fueron más allá de la imagen que me había forjado sobre ellos mismos.

Fue como si, físicamente, superaran las expectativas que ya había depositado en ellos intelectualmente. Uno es Albert Camus, el otro Joseph Conrad. Los dos, vistos desde la distancia, resultan en cuerpo y alma frágiles, elegantes, algo distantes.

Algunas de las obras de Camus se pusieron de moda en mis años de instituto. También La náusea de Sartre.

Por un lado íbamos los que agitábamos El extranjero por clase y, por el otro, los que reivindicaban La náusea.

Uno de la pandilla de Sartre, no tan feo, me dijo una vez que perdía el tiempo con Camus porque “no es intelectualmente profundo.”

¿No es profunda esa sensación de malestar que me devora por dentro cuando leo alguno de sus libros?

El autor de El mito de Sísifo responde en una entrevista a la pregunta de ¿Cree usted lógico relacionar las dos palabras “odio” y “mentira”?, con: “El odio es en sí mismo una mentira. Se calla instintivamente con relación a toda una parte del hombre. Niega lo que “en cualquier hombre” merece compasión. Miente, pues, esencialmente, sobre el orden de las cosas. La mentira es más sutil. Sucede incluso que se miente sin odio, por simple amor a uno mismo. Todo hombre que odia, por el contrario, se detesta a sí mismo, en cierto modo. No hay, pues, un lazo lógico entre la mentira y el odio, pero existe una filiación casi biológica entre el odio y la mentira.

El último don que me dio Ezequiel Pérez Plasencia fue una biografía del escritor.

Ezequiel amaba a Camus.

Creo, de hecho, que intento imitarlo aunque tuvo la sabiduría de quemar aquella influencia y preocuparse en buscar su propio estilo. Lo encontró al final aunque la muerte, que a veces es una bromista cruel, se lo llevó cuando ya se deslizaba con absoluta comodidad por sus textos. Textos que salpicaba de citas, frases que parecen deben de ir en marco.

Alguna de ellas, de Albert Camus.

Camus hubiera cumplido tal día como hoy, 7 de noviembre, cien años.

Espero que lo celebre allá donde se encuentre.

Si se encuentra en algún sitio.

Si fuera así, imagino que estará rodeado de sus familiares y amigos, entre ellos Ezequiel y el mismo Sartre, que igual en ese universo ya no resulta tan feo y ha domesticado su espíritu de comisario político.

Cualquier momento es bueno para recuperar a Camus. Pasen cien o mil años. Lo mismo da.

Me quedo, además de con sus libros –El mito de Sísifo, La caída, Los justos– con la imagen que revela a un hombre con pelo engominado, ojos que parecen observan este instante que es la vida y un cigarrillo, colgando ya para la eternidad en la comisura de sus labios.

Una imagen que refleja lo que dejó escrito en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1957: “Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir.”

Saludos, palabra de Albert Camus, desde este lado del ordenador.