Archive for Mayo, 2015

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Lunes, Mayo 11th, 2015

* La escritora Ana María Shua recala esta semana en Tenerife donde desarrollará una intensa agenda los días 11 y 12 de mayo. Shua imparte una conferencia sobre el microrrelato, un género en el que se la considera una de sus principales exponentes, en la Facultad de Filología de la Universidad de La Laguna el lunes 11 a las 10.30 horas. Ese mismo día pero por la tarde, la autora presentará su libro Contra el tiempo en la Librería de Mujeres Canarias a partir de las 19 horas, calle de Sabino Berthelot, 42, en Santa Cruz de Tenerife. La obra, publicada por Páginas de Espuma, consiste en una selección de sus cuentos que incluye prólogo y entrevista de Samanta Schweblin, responsable de la edición. Además, en la tarde del martes, de 17 a 20 horas, la autora dirigirá un taller de microrrelato que también se desarrollará en las instalaciones de la Librería de Mujeres. Esta actividad es de carácter gratuito y para participar es preciso enviar un correo a info@libreriademujeres.com con el nombre, los apellidos y el teléfono de contacto.

* El 12 de mayo tendrá lugar un espectáculo en TEA Tenerife Espacio de las Artes, en Santa Cruz de Tenerife, con Viceversos. Mucho más que dos, en el que se rendirá tributo a los actores Pilar Rey y Antonio Abdo, quienes también se dedicarán poemas entre ellos. Pareja profesional y personal, ambos son dos relevantes promotores de la cultura en la isla de La Palma. Ahora, en Tenerife, participarán en un acto en el que se combinará música, recitación poética y vivencias de los protagonistas. Viceversos comenzará a las 20.30 horas y, con entrada gratuita hasta completar aforo, cuenta con el patrocinio de Gobierno de Canarias, la colaboración de TEA Tenerife Espacio de las Artes y la producción de Tantoarte. Pilar Rey y Antonio Abdo recitarán poemas de escritores clásicos como Gustavo Adolfo Bécquer, Pablo Neruda, Julia de Burgos, Miguel Hernández o Mario Benedetti. En la parte musical, con la dirección del músico Rubén Díaz, el grupo RUYDO interpretará canciones para Pilar y Antonio compuestas por Armando Manzanero, Rafael de León, Augusto Algueró, De Moraes, Jobim o Osvaldo Farrés, con clásicos como Te quiero, te quiero; Toda una vida; Contigo Aprendí o Bésame Mucho. El grupo RUYDO está formado por Dory Acosta en la voz, Rubén Díaz a la guitarra y Tiago Brauna en la percusión.

* Ediciones Escalera presenta La leyenda del templo. Medio siglo de música en vivo en la Universidad, de Daniel Ortiz Peñate, un volumen que se presenta el 15 de mayo en la Peña El Taranto, Almería, con Tomatito al toque, a las 21 horas y el 31 de mayo en la Sala Clamores, Madrid, a las 18.30, seguido de un concierto de Jorge Pardo. En este trabajo, Ortiz Peñate se hace eco de que Art Blakey durmió una vez en el ya mítico colegio mayor San Juan Evangelista, conocido popularmente en la comunidad universitaria madrileña como el Jhonny, y que Miles Davis hizo sonar su trompeta de madrugada en el vestíbulo. El libro recoge así el relato de un escenario por el que actuaron el Camarón y Tomatito, Chet Baker, Gillespie, Morente, Mercedes Sosa y Javier Krahe, entre otros artistas. La obra, cuya edición y selección de textos ha corrido a cargo de Daniel Ortiz Peñate, cuenta con material gráfico, carteles y programas en un trabajo que ha diseñado Luis Morales y con un epílogo “del principal culpable de toda esta locura: el gran Alejandro Reyes, responsable del Club durante toda su existencia.”

* La Universidad de La Laguna presenta un año más, y ya suman doce, una nueva edición de la MIDEC 2015 (Muestra Internacional de Cortometrajes) del 20 al 22 de mayo. En la presente edición se proyectarán los cortometrajes que resultaron ganadores y seleccionados en la XII convocatoria del Premio Internacional de Cortometrajes 2014.

Saludos, ola de calor, desde este lado del ordenador.

Cuando Su Alteza Serenísima vino a Tenerife

Sábado, Mayo 9th, 2015

Gérard de Villiers falleció el 31 de octubre de 2013 en París. Desaparecía el autor de la colección de novelas populares de espionaje SAS, algunos de cuyos ejemplares se pueden encontrar aún hoy en el Rastro de la capital tinerfeña.

SAS (Su Alteza Serenísima) es el nombre de la serie que lo hizo multimillonario, serie que inició su andadura hace cincuenta años tras publicar en Francia la primera aventura protagonizada por el príncipe Malko Linge (SAS en Estambul).

Entre las doscientas historias que dedicó al popular personaje descubro que ambientó una de ellas en las islas tras leer el interesante artículo Canarias como pretexto literario: un recorrido por las letras francesas que firman Clara Curell y José M. Oliver y que pueden encontrar en la revista Nerter (número 11, 2007).

La novela se titula Le disparu des Canaries y en ella el aristocrático agente secreto reclutado por la CIA se traslada a Tenerife para investigar si la muerte del multimillonario británico Rupert Sheffield ha sido natural o un asesinato. Las alarmas se disparan cuando Malko comprueba que en Tenerife se encuentra un comando israelí y otro iraní. 

Le disparu des Canaries se publicó en Francia en abril de 1992 y su argumento se inspira en la misteriosa muerte del magnate de la prensa Robert Maxwell cuando apareció su cuerpo flotando cerca de las costas de Gran Canaria a finales de 1991.

El hecho es que por lo rocambolesco del caso, y que se rumoreara que Maxwell trabajaba para los servicios secretos israelíes, era inevitable que este oscuro suceso tentara a Gérard de Villiers para que fantaseara sobre él y ofreciera de tacón una visión de Tenerife a través de los ojos de su héroe. 

Alberto Vázquez Figueroa haría lo mismo en Ciudadano Max, novela que también fue publicada en 1992 por Plaza y Janés. 

Por los fragmentos traducidos que he podido leer de Le disparu des Canaries, la mirada de Malko es implacable y ferozmente crítica con la isla. 

He aquí algunos ejemplos: 

“Malko llegó al aeropuerto de Los Rodeos después de cambiar el confort de Air France por el más modesto de Iberia. Se instaló en el hotel Mencey de Santa Cruz, frente a colinas peladas y calles que hacían pensar en Nápoles”.

“Tenerife parecía una ciudad desfasada pese a los miles de ingleses y escandinavos que se paseaban por la isla, desfigurada por filas de hormigón que eran como un muro frente al Atlántico”.

“Santa Cruz, con sus calles estrechas y escarpadas como Gibraltar, tenía el lado dormido de una ciudad de provincia”.

No he leído ninguna novela de SAS pero igual me animo este domingo y me hago con alguna que encuentre tirada –porque en el Rastro los libros se encuentran así, tirados– de las que se tradujeron y entre las que no está Le disparu de Canaries.

Las novelas de SAS, como las de Bond, fueron fruto de otro tiempo. Combinaron con éxito la ecuación sexo, intriga y acción, una fórmula que en las cuatro décadas en las que el autor mantuvo activo a Malko hizo que vendiera entre 120-150 millones libros en todo el mundo.

Sin embargo, y como Ian Fleming, Gérard de Villiers es uno de esos escritores populares que nunca existió ni para crítica ni para públicos cultivados aunque sospecho que muchos de ellos sí que lo conocían por tropezarse con sus novelas en el kiosco de la esquina.

Saludos, érase una vez…, desde este lado del ordenador.

Parece cosa de Ultrón

Viernes, Mayo 8th, 2015

La réplica, dicen que xenófoba, de Robert Downey Jr. a Birdman que es esa rocambolesca película asumida como azote de la vida es puro teatrooo, y la publicación de artículos en los que se arremete contra el cine de súper héroes parece cosa del mismísimo Ultrón, que es el villano en la segunda entrega de Los Vengadores.

Una cinta que pese a la lluvia de críticas revienta taquillas y eleva a los cielos una pequeña ciudad de Europa del Este porque la jornada laboral de estos titanes es la de arrasar el planeta para –dicen convencidos– defenderlo de los que quieren borrarlo de la faz de la galaxia. 

Ésta es una de las paradojas que alimenta este nuevo capítulo de unos héroes que nacieron en las páginas de un colorín hace ya un porrón de años y que han encontrado su lugar en el cine gracias a los efectos especiales…

… porque, que nadie se engañe, si se viene a ver estas películas es por los efectos especiales. Efectos ópticos y sonoros, ese estruendo que te perfora el tímpano mientras contemplas como se destruye todo lo que tocan los héroes.

Y sí, vamos, es lo que uno espera en esta clase de películas pero, cosas de la edad, no evita que la millonaria producción se le haga laaaarga cuando una vez que se supera el asombro digital, sabe que el corazón que lleva dentro solo late para abrumar y agitar –no emocionar– al espectador. Claro que este mismo espectador no deja de pensar qué diría de estos Vengadores si tuviera la edad de un niño…

Crecí, como imagino que crecieron muchos, leyendo aquellos chiflados tebeos que editaba sin puñetero amor al arte Vértice. Era signo de aquellos tiempos. Se trataban de ediciones  cuadradas y donde hubo color en la original norteamericana, la que circuló en España se caracterizaba por su blanco y negro, ese blanco y negro tan característico que define a un país que se nos perdió hace mucho tiempo.

Más tarde, sin embargo, aquellas revistas crecieron de tamaño pero el blanco y negro continuaba a la orden del día. 

De hecho, no llegué a enterarme que eran a todo color hasta bastantes años después, cuando la moda por los cómics –ahora los llamábamos así– se instaló en una época feliz de mi existencia, días en los hacía verdaderas locuras para no perderme las relecturas que guionistas y dibujantes realizaban de todos aquellos enmascarados que habían perdido la noción de que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad.”

Con el tiempo olvidé esas lecturas y me decanté por placeres que tenía más a mano aunque el canto de aquellas historietas permanecía –y permanece– en algún rincón de mi memoria.

Tanto, que esa misma memoria me arrastra a ver Los Vengadores, que es como una película de dibujos animados donde a veces, las prescindibles, aparecen actores de carne y hueso para soltar chascarrillos mientras envían al otro mundo a robots que forman parte del ejército de Ultrón, un villano que no es humano y cuyo padre es el mismísimo Tony Stark, ese que llaman Iron-Man y que en mis tiempos reconocíamos como el Hombre de Hierro.

Más estruendo –en las historietas el sonido se reflejaba a través de onomatopeyas de escándalo: boom, crash y la que más me gustaba, pow, pow, pow, siempre cerradas por un triple signo de exclamación– y los titanes que vuelan, y que golpean y es tanta su fuerza que el que recibe el puñetazo atraviesa paredes entre bromitas del agresor, que son los héroes, a los que ahora se suma un trío que más tarde será dos y en el que Nick Fury –en mis tiempos Nick Furia– hace un cameo como el inspirador de todo este universo dibujado en papel y ahora en cine, Stan Lee.

Y continúa la ensalada mixta de tortazos que se adereza con diálogos sin vinagre para dar forma a un tebeo, que era una forma que teníamos entonces para distinguirlo de un cómic, con forma de película que emborracha –ya digo– por esos gigantescos efectos especiales en los que ha terminado por convertirse el cine americano de los últimos años.

Al menos el que se estrena en las salas, y el que recauda dinero entre todo tipo de públicos, ese público en el que me incluyo aunque vea la película en completa soledad. En la parte de abajo de un cine de verdad y rodeado de butacas vacías.

Me pregunto, a pesar del estruendo, qué sensaciones podrían asaltarme si pasara la noche en un cine tan grande.

Imagino historias que me evaden del espectáculo que enciende la pantalla aunque capto que el mensaje que contiene Los Vengadores tiene algo de sagrado: “la vida es un juego complicado cuyas piezas mueve un ser que no habita nuestro pequeño y ridículo planeta.”

Ya en la calle, y a esa hora en la que la tarde comienza a teñirse por las sombras de la noche, una Voz me dice que Ultrón, el pobre Ultrón que solo quiere evolucionar, es el personaje más humano de la película.

- No has entendido .- respondo entonces poco convencido.

- Tate quieto. - respode la Voz mientras me pierdo con viento fresco en una capital de provincias que muere, cantó el poeta, en soledad.

Saludos, así que parece cosa de Ultrón, desde este lado del ordenador.

Perfidia, una novela de James Ellroy

Jueves, Mayo 7th, 2015

“- Yo soy inspector –dijo Dudley–. Bill Parker es un chupatintas. Yo necesito un criminalista brillante, y lo necesito a largo plazo; Bill Parker, no. Yo soy inmune a las normas frívolas; Bill Parker vive atado a ellas. Sospecho que, en ese sentido, usted y yo nos parecemos mucho.

- Gracias a él conservo mi puesto y mi madre no ha acabado en la cárcel –dijo Ashida–. De momento, garantiza nuestra libertad.

Dudley le tocó el brazo.

- Dígalo, muchacho. Sé que está pensándolo. <<¿Qué puede hacer usted por mi?>>”

(Perfidia, James Ellroy. Traducción: Carlos Milla Soler. Literatura Random House, 2015)

La primera novela de James Ellroy que cayó en mis manos fue La Dalia Negra, un libro que devoré  en un viaje mientras me preguntaba de dónde salía aquel tipo. Un tipo en el que creí atisbar ecos de un bronco David Goodis.

De vuelta a la provincia, los ecos se quedaron en eso, voces que se disolvían en el vacío cuando me enfrenté a L. A. Confidential y más tarde a El gran desierto y Jazz Blanco, a mi juicio novelas que no alcanzan el furor ni la sangre de sus dos obras anteriores, pero en las que aparecían como protagonistas o secundarios algunos de aquellos personajes para recordarnos que, las ahora cuatro novelas, formaban un grandioso fresco sobre una ciudad en la que sus presuntos ángeles custodios –entiéndase la policía– son en verdad agentes corruptos y generadores de corrupción.

La literatura de James Ellroy ha sido calificada desde entonces como ladrido de un perro rabioso, chifladura de un enfermo mental, quisquillosa voz de la conciencia e incluso como el hombre que puso patas arriba la recuperación del género, al que trascendió no solo a través de bastardos que trataron de imitarlo sino también en lo policíaco, ya que si bien muchos de los personajes de sus historias son aparentemente defensores de la ley, lo que le importa a Ellroy es mostrar descarnadamente cómo transforma la corrupción a su legión de antihéroes.

Una corrupción –la corrupción es el gran tema en torno al cual giran sus novelas– tanto física (drooogas, alcooohol, seeexo feeebril) como espiritual (saltarse las reglas, el asesinato) y medio para justificar un fin: ganar dinero porque el dinero es poder.

El caso es que James Ellroy escribió un fresco muy vivo –y realista por su maldad, una maldad en la que a veces asoma la ternura– de una ciudad, Los Ángeles, que  tras finalizar la II Guerra Mundial observa como transita por sus calles agentes de la ley que aprovechan la placa para ejercer su ley, taimados leguleyos, mafiosos, periodistas bajo cuerda, prostitutas, traficantes, alcahuetes y estrellas de Hollywood que, vistos a través de la acerada mirada del escritor, forman parte de la misma basura.

Imagino que con ganas de volver a ubicarse en las listas de los libros más vendidos, y tras su titánico y anfetamínico cuadro sobre los años sesenta, Ellroy regresa a su escenario original, Los Ángeles, reuniendo al personal de sus primeras cuatro novelas angelinas para narrarnos ahora qué hacían cuando despertaron la mañana en que la aviación  japonesa  bombardeó la base naval de Pearl Harbor.

Perfidia ofrece, en este sentido, una buena oportunidad para conocer cómo se desenvolvían parte de los personajes que recordamos ya maduros en L.A. Confidential, La Dalia Negra, El gran desierto y Jazz blanco, solo que ahora son más jóvenes pero igual de enfermos, manipuladores y violentos.

Perfidia es la primera entrega de una serie que constará de otras tres novelas en las que el escritor pretende narrar cómo cambió a toda una nación, pero en concreto a una ciudad como Los Ángeles, California, la irrupción de una Guerra que hasta ese momento fragmentaba las maltratadas tierras de Europa.

Se trata así de una novela de retaguardia en la que pesa, y bastante, el fondo bélico, pero que no olvida el crimen, en esta ocasión el que liquida a una familia japonesa presuntamente quintacolumnista y, sobre todo, la corrupción que alimenta y al parecer da razón de ser al corazón de esa ciudad.

Una ciudad sumida en la oscuridad por la guerra, paranóica ante la amenaza de ataques de submarinos japoneses, y ocupada por el ejército.

Sin embargo, si hay un personaje central en esta compleja novela coral es el duro pero también tierno Dudley Smith, una de las creaciones más logradas de Ellroy, y de quien conocemos algo de su pasado en Irlanda, lo que opina de Ciudadano Kane y el amor que siente por su hija ilegítima, Beth, un personaje que existió realmente y que alcanzó una popularidad no deseada cuando apareció su cadáver troceado en un descampado de Hollywood. Beth no es otra que Elizabeth Short, la famosa Dalia Negra, víctima de uno de los crímenes más horrendos de cuantos han sucedido en la Meca del Cine y que nunca se resolvió.

Hay mas protagonistas en esta novela repleta de hombres y mujeres de acero como William H. Parker, Hideo Ashida, policía de origen japonés e inclinaciones homosexuales, Kay Lake, Claire de Haven, musa de la comunidad izquierdista de Hollywood, que se cruzan con hombres y mujeres cuyos nombres nos suenan: la actriz Bette Davis, con la que Dudley Smith mantiene un tórrido romance; Joan Crawford, Harry Cohn, Mickey Cohen, Ben Siegel y otros que en manos de James Ellroy se convierten en personajes de su ficción.

Se trata Perfidia de una novela que recupera a un escritor que sabe manejarse muy bien por la geografía angelina de los años cuarenta. Y si el lector se muestra cómplice de su propuesta, las más de setecientas páginas de la novela le sabrán a poco. Cosas de la corrupción o, mejor dicho, de la tentación en caer en la corrupción.

Como en otros títulos de Ellroy, Perfidia implica sin embargo una digestión dolorosa ya que cuesta seguir su complicada trama policial aunque lo de menos, en las novelas de este escritor, suela ser los misterios por resolver. Casos que se olvidan tras la afortunada y amplia galería de personajes con los que suele apuntalar sus novelas.

Todos ellos, los cínicos y duros, los débiles y cobardes, hacen que el lector deba dar un paso al frente para que caiga sin red en el universo oscuro, tenebroso y violento de una cabeza que no entiende el espectáculo sino es provocándolo e ir de políticamente incorrecto. Un feroz individualista que viste camisas floreadas.

En las novelas de James Ellroy lo que funcionan son sus retratos humanos y las dobleces humanas que los caracterizan. También el paisaje urbano en el que los ubica: una jungla en la que nadie, nadie, es inocente y en las que el Mal –Ellroy no deja de ser un moralista pese a su crudeza– casi nunca paga.

Saludos, aún noqueado, desde este lado del ordenador.

Palabra de Welles, Orson Welles

Miércoles, Mayo 6th, 2015
“Todo en mí es una contradicción, al igual que en cualquier otra persona. Estamos hechos de oposiciones, vivimos entre dos polos. Hay un filisteo y un esteta en cada uno de nosotros, un asesino y un santo. Los polos no se reconcilian. Simplemente se reconocen.”

El otro Tom Tryon

Martes, Mayo 5th, 2015

“Quizás ustedes leyeron sobre el accidente, en aquel frío sábado de noviembre, en el que Vining Perry, padre de Holland y Niles, gemelos de doce años, halló la muerte mientras trasladaba el último de los pesados cestos desde el suelo del granero al sótano de las manzanas para su almacenaje durante el invierno. Todo el mundo lo consideró una gran tragedia, y durante los ocho meses que siguieron al funeral de Vining Perry no se permitió que nadie jugara en dicho sótano. Pero cuando llegó junio, y con él la salida del colegio y la relajación de la disciplina, guardados ya los libros de historia y geografía, cuando había comenzado la época de Jugar Todo el Día, los mayores ocupados por la casa, y las tardes tan largas y perfectas para las correrías por el sótano, hubo quienes ignoraron la prohibición. ¡Qué fresco, oscuro y silencioso estaba! Y secreto, también. La habitación tenía una extraña fascinación, cualquiera podía sentirla, y no sólo porque allí la muerte había mostrado su rostro.”

(El otro, Thomas Tryon, editorial Ópera Prima, 2001)

La leyenda cuenta que el director Otto Preminger se aficionó a humillar a Tom Tryon cuando trabajó a sus órdenes en películas como El cardenal y Primera victoria, lo que hace sospechar que una de las razones de que su carrera en el cine no tuviera el recorrido que deseó, tuviera su origen en estas secuelas. Y eso que Tom Tryon disfrutaba de un físico atractivo, resultaba interesante y en pantalla daba muy bien como personaje vulnerable. 

Afortunadamente, la vida de Tryon va más allá del protagonismo que apenas llegó a alcanzar en el cine gracias a la literatura, donde ocupa un lugar destacado por una serie de historias que bordean lo fantástico.

Uno de esos libros –y se trata del único del que tengo constancia que haya sido traducido al español– es El otro, relato que cuenta con una estimable adaptación al cine dirigida por Robert Mulligan (1972) y adaptada del original literario por el propio Tryon.

Que conozca, Thomas Tryon es uno de los pocos actores que renunciaron a su carrera cinematográfica para instalarse en la literaria, recuerdo haber leído a Dirk Bogarde y Peter Ustinov que también se esforzaron por cultivar las letras a lo largo de su trayectoria como estrellas, aunque el caso Tryon destaca porque cultivó un género –a medio camino entre el gótico americano y el terror psicológico– en el que puede ser considerado como uno de sus pioneros y maestros a raíz de la publicación de El otro, su primera novela, y más tarde otros relatos en el que se inspirarían películas como Fedora (Billy Wilder, 1978).

El otro narra la historia de dos hermanos gemelos idénticos físicamente, Niles y Holland, que viven en una granja bajo una atmósfera opresiva tras sucederse varias muertes violentas. Niles es el gemelo bondadoso y pacífico mientras que Holland sería algo así como su reverso tenebroso. Sólo Ada, la abuela, sabe la oculta verdad de sus nietos en una trama que, poco a poco, se complica y se hace más oscura.

La novela propone una dura reflexión sobre la infancia y plantea cuestiones tan espinosas como ¿puede ser la maldad inocente?

No vamos a revelar el final de la historia pero sí el de animar a quienes no conozcan El otro a que la lean ya que se trata de una novela a la que apenas ha arañado el paso del tiempo por mucho que se intuya quien es el otro.

Invitamos además a que vean su adaptación cinematográfica, una película que sabe  transmitir muy bien el espíritu de un libro que coloca a su autor en la primera línea de los narradores norteamericanos que tratan de indagar en la nebulosa frontera entre el bien y el mal,  así como por su acertado y contenido retrato que ofrece de la familia y cómo ésta –a veces– puede ser generadora de conflictos emocionales prácticamente irresolubles.

Más próxima al universo gótico que a la novela de espanto, y próxima a la novela de terror psicológico que a la de terror sobrenatural, El otro recurre a los hermanos gemelos para bucear en las contradicciones de sus personajes, dos niños aparentemente inocentes que incuban sin embargo la semilla de la maldad. Todo ello en un entorno pequeño, opresivo y violento que lentamente va apoderándose del ánimo del lector.

El otro ha dado origen a numerosas interpretaciones que, a mi juicio, pueden despistar a quien se enfrente a esta sutil pesadilla pensando que todo cuanto está escrito tiene una explicación razonable. En este sentido, creo más recomendable abordar el libro como lo que es: un sugerente viaje a los rincones más oscuros de la mente infantil, y a explorar un territorio, como es el del mal que a esa edad actúa –entiende Tryon– sin moral alguna.

Se trata de un relato que nace de dentro hacia afuera pese a estar narrado desde la distancia de la tercera persona.

Los gemelos dan miedo y ese miedo cuenta con delicadas pinceladas fantásticas que enturbian, si cabe, la atmósfera de un libro que va más allá del fin de la infancia.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.