El libro de los doce

Jueves, Marzo 31st, 2011

Como en toda antología que se precie no están todos los que deberían de estar pero quién sabe, igual el éxito de Generación 21: nuevos novelistas canarios obliga a Ediciones Aguere –que publica este volumen en colaboración con Ediciones Idea– a una segunda, una tercera… o una cuarta entrega con nuevos nombres que ahora no aparecen registrados.

El libro, de unas 260 páginas, publica doce relatos y está antologado por Ángel Morales, quien explica en la introducción las razones que lo motivaron para organizar la publicación de Generación 21.

Se trata, en todo caso, del primer título que compila en un mismo volumen el trabajo narrativo de una serie de escritores nacidos la mayoría de ellos en la década de los años sesenta del pasado siglo XX, y cuyos derroteros creativos en contra de lo marcado por sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos literarios, tantea sin prejuicios y en ocasiones con una estimable voz que sabe a viento fresco la novela de género.

En Generación 21: nuevos novelistas canarios participan David Galloway (Santa Cruz de Tenerife, 1960), José Luis Correa (Las Palmas de Gran Canaria, 1962), Anelio Rodríguez Concepción (Santa Cruz de La Palma, 1963), Álvaro Marcos Arvelo (Santa Cruz de Tenerife, 1965), Santiago Gil (Guía, Gran Canaria, 1967), Cristo Hernández Morales (La Laguna, 1968), Javier Hernández Velázquez (Santa Cruz de Tenerife, 1968), Víctor Álamo de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife, 1969), Nicolás Melini (Santa Cruz de La Palma, 1969), Pablo Martín Carvajal (Algeciras, 1969),  Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) y Víctor Conde (pseudónimo de Alfredo Moreno Santana, Santa Cruz de Tenerife, 1973).

Como se observa, un amplio abanico de narradores aunque llame la atención la notable ausencia de mujeres, aunque quiero pensar que es más que probable que muchas de ellas se incorporen en próximas entregas de esta feliz iniciativa.

En cuanto a los relatos incluidos en Generación 21 todos ellos ofrecen una variedad de estilos y propuestas interesantes. Y en algunos casos, significativamente atractivas.

El libro, que será presentado el próximo 29 de abril en la sede la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC), en la capital tinerfeña, a las 18.30 horas, sirve además como  excelente carta de presentación para dar a conocer el trabajo de cada uno de ellos, así como para atisbar por donde se mueven los estilos y  tendencias de este grupo escogido de nuevos (aunque ya veteranos) narradores canarios. Así que merece la pena seguirles la pista a la mayoría.

Generación 21: nuevos novelistas canarios incluye los cuentos relatos Vino el azúcar (Víctor Álamo de la Rosa); Isabel y los visionautas (Víctor Conde); Vida, pasión y muerte de Felipe Marqués (José Luis Correa); Sin cara ni cruz (David Galloway); El encargo (Santiago Gil); Las seis caras del azar (Cristo Hernández): Los ojos de Henry Fonda (Javier Hernández Velásquez); Huellas en el barro (Álvaro Marcos Arvelo); La edad de Cristo (Pablo Martín Carvajal); Una superviviente, tal vez eso lo explica todo (Nicolás Melini); Otra vida (Alexis Ravelo) y El perro (Anelio Rodríguez Concepción). 

Saludos, caminante no hay camino, se hace camino al andar, desde este lado del ordenador.

El virus del pleito

Miércoles, Febrero 9th, 2011

Vivimos en un territorio que camina peligrosamente por la cuerda floja del pleito. Cuerda inestable, casi comprada en una tienda de todo a un euro y a la que suele recurrir nuestra miserable familia política con el único fin de despistarnos de los problemas que de verdad nos preocupan.

Los medios de comunicación de estas mal repartidas islas atlánticas contribuyen a avivarlo con el fin de grabarlo al rojo en titulares cuyo texto dice de todo menos lo que anuncia el titular. Pero se ha convertido, digo, en costumbre para que los miembros de unas y otras islas nos recriminamos historias para generar controversias y tranquilizar nuestras molestas conciencias con la creación recurrente de nuevas polémicas que quieren hacernos creer que solo hay un culpable: los que habitan justo en la isla de enfrente. Entelequia tildada en alguna ocasión de sanedrín que no ha encontrado aún a su Simonini para que redacte algo así como Los protocolos del enemigo, ese que tiene usted delante de sus narices.

Durante un tiempo pensé que este mal que nos caracteriza nacía en la isla en la que nací y habito, Tenerife, pero me he dado cuenta que la enfermedad también alimenta las entrañas de Gran Canaria, lo que ha originado un circo de ida y vuelta que gira en torno a ideas tan aldeanas como nosotros somos los más guapos y pese a todo ustedes tienen más que nosotros los guapos.

En esta extraña y si quieren shakesperiana relación que mantenemos los habitantes de una y otra ínsula (dejando de lado a las otras cinco que conforman nuestro maltratado archipiélago) me pregunto aún a que intereses obedece que en esta región desestructurada por razones obvias apenas haya habido gente preocupada por crear cierta conciencia de unidad, espíritu de que o jugamos todos o se rompe la baraja.

Lo insólito del caso es que, culturalmente hablando, un ciudadano meridianamente informado de, pongamos por caso Gran Canaria, no sepa un pimiento de lo que se está generando en Tenerife y viceversa. El señor o la señora meridianamente informado de estas islas (amplio el arco y contemplo también a las otras cinco) no es que no se la traiga floja lo que se crea culturalmente (insisto) en cada una de las siete geografías en la que amamos y sufrimos, es que no cuenta con instrumentos que le haga conocer los fenómenos artísticos que se generan en cada uno de estos trozos de piedra.

Si bien es cierto que el canario padece el síndrome isla, o esa sensación de que nos cuesta un riñón hacer la maleta para ver otros paisajes, no deja de sorprenderme todavía que nos pase lo mismo cuando se trata de coger un barquito o un avioncito para atracar o aterrizar en lo que considero mi mismo territorio pese a que nos separe lenguas de ancho mar.

Lo que no es de recibo es que apenas conozcamos algo de lo que se trabaja en esta tierra si no salimos de los estrechos límites de la nuestra, y que así se pierda la oportunidad de enriquecernos o empobrecernos un poco más culturalmente hablando.

El lunes pasado, conversando con un joven y prometedor escritor y poeta tinerfeño, me confesó en estado de alucinación que él se sentía como un extraño cuando por razones de trabajo (que no tienen que ver con las literarias) viajaba a Gran Canaria, La Palma, El Hierro, La Gomera, Lanzarote o Fuerteventura. “No me reconozco”, me comentaba ya digo sin salir de su estado lisérgico. El remate fue cuando resaltó que, por ejemplo, cuando visita Madrid esta sensación desaparece. “Es como si la ciudad me aceptara”.

Esta reflexión no es baladí. Creo de hecho que es un examen de conciencia por el que hemos pasado muchos de los que perdemos el tiempo leyendo literatura de aquí y viendo cortos de aquí por poner dos ejemplos, con la esperanza siempre de sentirnos identificados con las historias (o delirios mentales) que nos cuentan.

Otro fenómeno curioso que se genera en las islas es la caprichosa necesidad que tienen muchos creadores por evitar que se reconozca este territorio en sus obras.

Entre la gente que está haciendo cine con lo puesto y que apuesta por proyectos pequeños pero no exentos de personalidad, observo que Canarias, las islas, se convierten en paisajes sin identificar donde transcurren su historia o delirio mental. No sé si esta obsesión obedece al profundo rechazo que siente la mayoría de ellos por su entorno, a quitarse de encima el sucio polvo canario porque lo asocian a provinciano. O a un espacio de segunda o tercera categoría.

Hay que darles, en todo caso, gran parte de razón pero también a instarlos a que se atrevan a desafiar ese miedo a su realidad. Lo escribe una persona que no es muy aficionada a ver su propio reflejo en el espejo, pero reconozco que es un ejercicio al que me estoy obligando en los últimos tiempos con la idea de contemplar al monstruo que hay en mí.

No sé a través de qué canales podríamos retroalimentarnos culturalmente. Es decir, qué caminos deberían de construirse  para conocer y apreciar –cuando lo mereciera– lo que se está guisando en las cocinas artísticas de las islas. Pero sí que es un planteamiento que ese gran mecenas (hoy con menos presupuesto y entusiasmo) que es la Viceconsejería de Cultura del Gobierno regional debería de plantear en estrecha colaboración con cabildos y ayuntamientos.

Y para ello sí que es necesario atacar en nuestra memoria el virus del pleito. Y las recetas para hacerlo no es la de reavivarlo sino la de buscar una solución (o soluciones) que lo haga desaparecer para siempre de nuestro castigado cerebro.

Saludos, al grito de ¡salvemos el puchero!, desde este lado del ordenador.

Cuando la leyenda supera la verdad, publica la leyenda

Sábado, Diciembre 4th, 2010

EL MISTERIO DE LA EDAD DE ORO

En el pequeño pero intenso y agitadísimo universo del cine en Canarias contamos también con leyendas. Algunas sabrosas y de hondo calado cinematográfico. La que más me atrae por extraña y fascinante, embrión de una idea que algún día podría terminar en pantalla como historia de ficción siempre y cuando no caiga en manos de algunos de los responsables del LEAC, es la que cuenta que en esta isla, al estallar la Guerra Civil, alguien escondió en las dunas de Maspalomas la cinta La edad de oro de Luis Buñuel.

Sobre tan atractiva premisa Isabelle Dierckx dirigió un descafeinado y presuntamente poético documental que produjo La Mirada y Entre chien et loup hace unos años, pero que pasó sin pena ni gloria precisamente por querer ser un documental presuntamente poético sobre un hecho que, como dije, es una leyenda que pide a gritos convertirse en película que imagino se inicia una noche estrellada de julio de 1936 en las dunas de Maspalomas, y en la que dos hombres entierran apresuradamente en la arena un paquete que contiene algo que ¿no sabemos?

EL SEGUNDO ROLLO PERDIDO

Otro capítulo apasionante del cine rodado a este lado del Atlántico es el segundo rollo perdido de El ladrón de los guantes blancos (1926), de José González Rivero y Romualdo García de Paredes, la primera película de ficción estrictamente canaria rodada en estas desmemoriadas orillas.

Según informa Benito Fernández Arozena y Fernando Gabriel Martín en el que probablemente sea el mejor trabajo que sobre cine canario se ha escrito en nuestro maltratado territorio –Ciudadano Rivero. La Rivero film y el cine mudo en Canarias–, los rollos perdidos mostrarían una escena rodada “en el vistoso Salón de los Espejos del Casino de Santa Cruz, donde se roba el collar de los Henry”.

Los propios autores de este volumen escriben que “la cuestión hunde sus raíces en la leyenda (…) a partir de la muerte violenta de Rivero. Para muchos, el extravío del segundo rollo no fue accidental, sino que se trató de una desaparición intencionada, provocada por alguien que, apareciendo en la escena del baile del segundo rollo, no quería ser relacionado con la película. La causa, siempre según estas interpretaciones, podía deberse a que aparecía en alguna compañía inadecuada, sentimentalmente hablando, o a que no quería ser asociado con personas de talante izquierdista”.

No obstante, y siempre según los autores de este trabajo, esta suposición es algo fantasiosa si tenemos en cuenta que “aparentemente, a nadie pareció importarle lo más mínimo aparecer en la película, que por otra partes es políticamente bastante inocua y cuenta en sus filas con actores de una tendencia y la otra, como es el caso de Romualdo García de Paredes”.¨

ENTRADA Y SALIDA DE VIAJEROS

Hago memoria porque me ha sido imposible encontrar algún rastro en la web de lo que a continuación voy a escribir pero hace mucho, mucho tiempo, cuando descubría (y continuo descubriendo) la producción literaria de ese genio que fue Graham Greene quiero pensar (o quizá fue un sueño, no lo sé) que leí en el periódico El Día un artículo sobre la llegada del escritor que nunca fue inglés a Tenerife cuando su barco hizo escala en la isla.

El artículo imaginaba el itinerario del autor de El americano impasible por las calles de aquel Santa Cruz de Tenerife a comienzos de los años cuarenta. Intentando matar el tiempo mientras tomaba cócteles en la cafetería El Atlántico en una ciudad pequeña y provinciana como nunca ha dejado de ser esta capital.

El autor del artículo (que me perdone por haber olvidado su nombre) imaginaba que el escritor llegaba al legendario cine Numancia de nombre tan legendario para ver ¡oh, sorpresa! El poder y la gloria, cinta basada en su novela y dirigida por John Ford.

Según creo recordar, el articulista suponía que Greene había visto el filme en esta sala y que tras salir y reflexionar sobre los cambios que la versión cinematográfica había hecho de uno de sus mejores títulos se retiraba calle abajo hasta llegar al muelle. Subía entonces al barco y esperaba con resignada paciencia a que zarpara de aquel extraño territorio que a su manera le dejó huella.

VOLVAMOS A LA CRUDA REALIDAD CON UNA  PREGUNTA

El programa Islas de Cine, con la colaboración del Gobierno canario y Aiete Ariane Films, ha organizado la presentación del documental Ciudadano Negrín, de los irregulares Sigfrid Monleóne Imanol Uribe y el escritor Carlos Álvarez en la capital grancanaria.

El acto tendrá lugar el próximo viernes 10 de diciembre, a las 20.30 horas, en los Multicines Monopol.

Y hasta ahí todo bien. La pregunta que se suscita es ¿por qué no se estrena también en la isla de Tenerife, tal y como viene siendo habitual con todas aquellas producciones que cuentan con la colaboración del Gobierno de Canarias?

Ciudadano Negrín se estrenó fuera de concurso en la sección Tiempo de historia del Festival de Cine de Valladolid (Seminci), y se trata de un documental de 80 minutos que reconstruye la figura del estadista y científico canario a partir del testimonio de sus descendientes, la opinión de varios historiadores y las filmaciones domésticas realizadas en su día por el propio retratado. Cabe destacar que los responsables del documental, que se rodó en Francia, México y España, optaron en el montaje final por ndescartar las escenas rodadas en la capital grancanaria.

QUE ESPERO ANIME A LOS FRANQUISTAS DE BUEN CORAZÓN

Aprovechando que el próximo sábado, 11 de diciembre, Jesús Franco junto a su compañera y musa Lina Romay estará en el Espacio Ámbito Cultural de El Corte Inglés para presentar el número 81-82 de la revista La Página que dedica sus contenidos a El estraño viaje, de Fernando Fernán Gómez, recuerdo que entre las varias películas que rodó el inclasificable cineasta en esta tierra canaria se encuentra Un capitán de 15 años (1974), adaptación franquista de la popular novela de Julio Verne y que contó, entre otros protagonistas, con ese excelente secundario y asiduo en varias películas de Franco que fue Howard Vernon, actor que también visitó este apartado rincón del Atlántico para rodar Alerte aunx Canaries, donde compartió cartel con Celia Cortés bajo la dirección de André Roy.

Y A LOS QUE VEN NAZIS, ¡¡¡NAZIS!!! HASTA EN EL PUCHERO

Leo con estupor y hasta con una sonrisa canallesca el reportaje que publica el periódico La Provincia el pasado viernes 26 de noviembre de 2010.

Con el título de La aventura nazi de Douglas Sirk en Canarias se articula un chiripitifláutico y también flatulento texto en el que se quiere dejar bien claro que Douglas Sirk, el maestro del melodrama (que se escapó con lo puesto de la Alemania nazi porque detestaba el régimen impuesto por ese señorito con bigote charlotiano abstemio y vegetariano) ¡¡¡rodó una película — La Habanera, 1937– en clave nacionalsocialista en unas islas, las nuestras, que quiso hacer pasar por Puerto Rico!!!

Lo más tronchante del artículo es el argumento que esgrime un tal Martín Rodríguez, quien califica la cinta de “pura propaganda nazi” porque en “La Habanera suceden cosas como que son los europeos quienes salvan a los pobrecitos isleños de morir víctimas de la plaga e incluso muestran al hijo que la protagonista tuvo con el isleño –y morenísimo– don Pedro, como un chico rubio y de piel clara, muy en la línea de los conceptos sobre raza aria”.

Y me pongo a pensar. Zzzzz, zzzzz… Y concluyo, ¿qué coño fue entonces Tarzán (el producto literario y el cinematográfico que encarnó mi admirado y llorado Johnny Weissmuller) sino un súper hombre blanco proclamándose rey de una selva repleta de monos?

¿Un nazi?

La Habanera estuvo interpretada por Zarah Leander, una famosísima actriz  sueca de los años treinta y protegida en ese entonces por ese crápula y absoluto genio de la manipulación que fue Joseph Goebbles, el ministro nazi de Propaganda.

CLARO QUE HOY QUEDAN LOS GRITONES

El cineasta lanzaroteño Roberto Pérez Toledo ha obtenido el Premio CEV, categoría de ficción y dotado con 2000 euros, uno de los galardones que se conceden en Cinemad’10 XVII Festival de Cine Independiente y de Culto por Los gritones

El resto de palmarés recayó en Esto no es amor, de Javier San Román (Premio Pasión Turca a la mejor historia de amor, dotado con 1.500 euros); Berlín, de J. Enrique Sánchez (Premio El deseo al segundo clasificado en categoría de ficción y dotado con 1000 euros); La noche de los gatos, de Muchachito Bombo Inferno, de Jonathan Perera Viedma (Premio Mondosonor-La Vía Láctea al mejor director, también con 1000 euros); Snatch, de Olivier Peresse (Premio EFTI a la mejor Fotografía Digital Mi película favorita: Curso de creación de vídeo con cámara réflex digital valorado en 1100 euros, e impartido por EFTI); Todo el tiempo, dirigido por NYSU (Premio Alberto García-Alix a la mejor videocreación, con 1000 euros); Sin ti, de Juan Carlos Molina Goicoechea (Premio CEV –  Fotogramas al mejor cartel de película) y Ofelia dirigido, de Anita Sinkovic (Premio La Bocina al mejor Sonido: Servicios de postproducción de audio para cortometrajes valorados en 3000 euros).

Saludos, reivindicándo veinte premios Nobel, desde este lado del ordenador.

Canarias también escribe en negro

Miércoles, Noviembre 3rd, 2010

I.- UNA EXPLICACIÓN NECESARIA

Resulta cuanto menos curioso que en Canarias se esté articulando lo que podríamos denominar grupo de escritores de novela policiaca. Independientemente de la calidad de sus propuestas claro está.

Aún a la espera de encontrar a nuestro Vázquez Montalbán de provincias, lo que sí está claro es que la novela negra con acento de aquí cuenta cada vez más con una nómina amplia de autores a los que no se les debería de perder el rastro aunque sus primeros tanteos en el género resulten, a mi juicio, meridianamente aceptables.

Parece insólito, pero en la ya larga tradición literaria canaria son pocos los escritores que habían apostado hasta ahora por novelizar desde el punto de vista de lo criminal su realidad. Y mira que hay historias en este archipiélago que podrían servir como fuente de inspiración porque vivimos en un territorio, desgraciadamente, plagado de asuntos turbios y desapariciones misteriosas.

II.-  VISIONES DESDE FUERA

Canarias, sin embargo, sí que ha servido de escenario para novelas meramente detectivescas para narradores foráneos como Leslie Charteris con su El picnic de los ladrones, en la que Simon Templar alias El Santo  resuelve un misterioso caso en el Tenerife de los años treinta. O su majestad Agatha Cristhie, quien durante su estadia en las islas escribió El misterio del tren azul y los relatos Una señorita de compañía (ambientado en Agaete) y El hombre del mar (en el Puerto de la Cruz).

A esta lista añadiríamos también la novela protagonizada por el comisario Bernal ambientada en la capital grancanaria, Puerto de la Luz de David Serafín (pseudónimo tras el que se esconde el hispanista Ian Michael); así como La niebla y la doncella de Lorenzo Silva, donde gran parte de la acción se desarrolla en La Gomera. A la lista, incompleta, sumamos también pese a que se trate de un título de política ficción En Canarias se ha puesto el sol, de Jordi Sierra i Fabra.

III.- LOS NUESTROS

En cuanto a los escritores canarios que han puesto su talento al servicio de la novela policiaca como fórmula para denunciar lo que no se denuncia en los medios de comunicación locales, y recordando los interesantes casos del comisario Chinea que proponía el escritor y periodista José H. Chela en Canarias 7, sigo sosteniendo que hoy por hoy la mejor novela negra escrita en Canarias continúa siendo Nuestro hombre en Nuakchot, de Jaime Mir Payá. Y no porque se trate de una de las primeras historias policíacas escritas a este lado del Atlántico de la que tengo noticia, sino porque es un título que supo adaptar con riguroso sentido del humor las claves del género al universo canario con resultados francamente creíbles. Es una pena que no se haya vuelto a reeditar.

Cabe reseñar también Los días del paraíso y Los buenos negocios, de Luis León Barreto (Los Llanos de Aridane, 1949). Los buenos negocios está protagonizada por el oficial de policía Samuel Ortiz, un personaje que piensa que la corrupción es inherente a la condición humana.

En la actualidad, la isla que genera más producción adscrita al género negro es Gran Canaria, con veteranos escritores al frente como Carlos Álvarez y Antonio Lozano.

Álvarez (Soria, Navaleno, 1957) es autor de del libro de relatos Negra hora menos (1991) y de la deliciosa novela histórica La pluma del arcángel, ambientada en el archipiélago en el siglo XVI. Por este título obtuvo el premio de Novela Benito Pérez Armas en 1998. Carlos Álvarez es además coguionista de Mararía, filme dirigido por Antonio Betancor según la novela de Rafael Arozarena, y codirector del documental Ciudadano Negrín junto a Imanol Uribe y Sigfrid Monleón.

Antonio Lozano (Tánger, 1956) obtuvo el I Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona por El caso Sankara (2006). Es autor también de Donde  mueren los ríos (2007) y Preludio para una muerte (2006) donde presentó al detective privado José García Gago. Por su novela Las cenizas de Bagdad obtuvo el XXIII Premio Benito Pérez Armas.

Tras Lozano cabe destacar las interesantes aportaciones que están haciendo en el género negro con acento canario José Luis Correa (1962) y Alexis Ravelo, así como el tinerfeño Javier Hernández Velázquez (1968), que presenta su último libro de relatos negros, Los días prometidos a la muerte, este mismo viernes, 5 de noviembre, en TEA.

José Luis Correa ha publicado ya cuatro historias de su detective privado Ricardo Blanco: Quince días de noviembre (2003); Muerte en abril (2004); Muerte de un violinista (2006) y Un rastro de sirena (2009); mientras que Alexis Ravelo es autor de dos títulos protagonizados por el ex marinero cínico y violento Eladio Monroy, en Tres funerales para Eladio Monroy y Sólo los muertos. También es autor de La noche de piedra (la iniquinidad I) y Los días de Mercurio (la iniquinidad II), entre otros títulos.

Fáctoum, una novela que Javier Hernández Velázquez describe como una ópera prima en la que se denuncian las luchas por el poder político y la corrupción urbanística, y La identidad fragmentada (2007) son los dos títulos noir de este escritor tinerfeño al que ahora se suma Los días prometidos a la muerte. Espera mientras tanto con la paciencia del santo Job la  publicación de su tercera novela El fondo de los charcos, ambientada en Tenerife a finales de los años treinta, en pleno alzamiento militar y con los miembros de la facción surrealista como protagonistas.

Otros escritores que han tanteado el género son Jesús R. Castellano (1953), con su inclasificable El pintor asesino;y Nicolás Melini (Santa Cruz de La Palma, 1969) con El futbolista asesino y algunos de sus excelentes relatos. También Álvaro Marcos Arvelo (Santa Cruz de Tenerife, 1965) con Al sueño polar de golondrinas, aunque se tratan de novelas que van mucho más allá de los límites del género negro.

Imagino que con la intención de estimular el instinto policial entre los escritores de las islas y con la esperanza de encontrar nuevas voces que se sumen a lo negro y criminal para narrar bajo la sombra de la sospecha lo que está aconteciendo a su alrededor, la editorial grancanaria Anroart presentó Rojo sobre negro, que incluye diecisiete historias de diecisiete autores canarios o que desarrollan su labor en Canarias.

La antología, prologada por Jesús Palacios, reúne los siguientes relatos Noche torcida, de Alexis Ravelo; La maledicencia, de Macarena Nieves Cáceres; Movimientos sospechosos, de Luis León Barreto; La insultante fortuna de Hamlet García, de Aitor Gezuraga; Un cazador acecha, de Marisol Llano Azcárate; Una casa con patio, de Ángeles Jurado; Un secuestro, de Elisa Rodriguez Court; Sólo silencio, de Eduvigis Hernandez Cabrera; Sueño con serpientes, de Alicia Llarena; En el callejón, de Daniela Martín Hidalgo; Las musas me aman, de Dolores Campos-Herrero; Me llamo Betty Grey. Me casé con un luthier y espero que no le importe si le cuento mi vida, de Care Santos; El plumín, de Félix Hormiga; Horizonte de sucesos, de Antonio Lozano; Un lamentable error, de José Luis Correa; Crimen perfecto, de Berbel  y El robo de la Copa del Rey de 1978, de Santiago Gil.

Saludos, advirtiendo que esto es sólo el principio, desde este lado del ordenador.

Charla sobre ‘Canarias, una historia filmada’

Lunes, Junio 21st, 2010

Es una lástima que no pueda asistir este martes, 22 de junio, a la conferencia que el especialista en cosas cinemtográficas Luis Roca ofrecerá a las 20 horas en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas (calle San Agustín con Roque Morera de Vegueta, final de la calle Mendizábal) ya que girará en torno a Canarias, una historia filmada. 

Toco madera sin embargo con la esperanza que Roca se la traiga bajo al brazo a la isla que tiene justo delante de sus narices para instruirnos en un asunto donde, destaca su autor, repasará algunas de las más emblemáticas películas rodadas en Canarias durante el siglo XX para vincularlas con la historia de las islas: “Lo que somos y la imagen que tenemos –y ofrecemos– de nosotros mismos y la relación entre cine e industria turística”.

Para abrir boca, Luis Roca invita a que pinchen este enlace http://www.youtube.com/watch?v=5dAaV6JbdmQ (realizado en colaboración con José Antonio González) en el que tomando como excusa la presencia de Cliff Richard y The Shadows en la capital grancanaria en 1964 para rodar Días maravillos a las órdenes de Sidney J. Furie, ilustra por donde irán los contenidos de su disertación.

Saludos, babeando, desde este lado del ordenador.