Archive for Diciembre, 2012

¡Independencia, payaso, independencia!

Jueves, Diciembre 13th, 2012

Cubre una bandera canaria con las siete estrellas verdes el ataúd de Antonio Cubillo. Un centenar de personas grita por la independencia de Canarias… ¿Independencia de qué? pienso mientras hago que pienso por Santa Lastenia, campo santo con olor a flores muertas….

El escritor  Alexis Ravelo comenta en un chat a propósito de la independencia de Canarias: “si esa independencia estuviera propuesta por los oligarcas de toda la vida, para ese viaje no harían falta alforjas. Quiero decir, que si hemos de independizarnos, deberíamos aprovechar para independizarnos también de las cúpulas de poder de toda la vida. Así que, para eso, preferiría que nos quedáramos como estamos.”

Mientras, Luis Morera, miembro fundador del grupo Taburiente, afirma ser un patriota… ¿Un patriota de qué? pienso mientras hago que pienso.

Morera dice que dice: “A muchos no les gusta usar la palabra patria para definir el contexto de todo lo que sucede en nuestra tierra y dan algunos rodeos para evitarla… En mi caso, siempre hemos entendido que Canarias era una patria única, no dos patrias”.

Ahhh, Taburiente y su mar azul con sietes estrellas verdes desparramadas en el océano Atlántico…

Un periódico de la isla anuncia que regala un cuadro que representa al mencey Bencomo. A Bencomo se le muestra apolíneo. Con pecho rasurado. Un viejo forzudo que lleva barba blanca como la de Papa Noel.

Entierran el cadáver de Cubillo con gritos por la independencia de Canarias…

¿Cantó alguien el Oh, mamá, bandera tricolor?

Me quedo, ya dije, con el Cubillo que escribió sus semimorias y supo, a las puertas de su crepúsculo, perdonar al hombre que lo apuñaló en Argel.

Claro que son tiempos en los que la independencia ¿de qué? se ha puesto de moda.

Me avisan de la publicación de un libro que aparecerá el próximo año sobre los movimientos independentistas de Canarias.

Un amigo rueda un documental del que no puedo decir nada más sobre este mismo asunto…

En las dos sedes de la Escuela de Actores de Canarias mientras tanto se encierran los alumnos en contra de los recortes del Gobierno regional. No reclaman independencia sino que no se cierre la institución…

Y fallece el músico indio Ravi Shankar, que tanto me ayudó a dormir en días sin sueños… ¿Interpretará el sitar junto a Cubillo mientras espera su reencarnación?

Y si hay reencarnación, ¿en qué me reencarnaré?

¿En ese idealizado Bencomo con barba blanca como la nieve?

¿En uno de esos patriotas de los que habla Morera?

Yo solo veo desfilar ante mis ojos el cadáver de Antonio Cubillo…

Y escucho:

“Sus ideas permanecen.”

Y a otros, molestos, decir: “No, no permanecen.”

Independencia por ahí e independencia por allá…

Alexis Ravelo cree que es mejor seguir como estamos.

Yo tampoco.

Recibo un correo electrónico que me advierte que el próximo 21 de diciembre no será el fin del mundo aunque el estrafalario planeta en el que vivo entrará en un anillo –el cinturón fotónico, coñoooo– que “apagará por completo nuestro planeta y durará tres días.”

El chalado correo electrónico asegura que estos tres días “serán tomados por las oscuridad” aunque no pasará nada porque se trata de un fenómeno extraordinario que sucede cada once mil años… Eso sí, recomienda que permanezcamos en las cuevas.

Los tres días de oscuridad pasarán” explica el anónimo remitente del correo electrónico, que añade “a esto se refería el calendario maya.”

Una alineación planetaria o como lo explican otros científicos la intersección entre dos dimensiones que producirá que la luz actúe de forma diferente al estar dentro de un espacio en cuarta dimensión. La luz deja de ser brillante y todo se verá negro.”

Es decir, tan negro como ya lo veo yo sin necesidad del puñetero calendario maya.

¡Independencia!

Independencia con un Bencomo con barba blanca.

O una bandera canaria con las siete estrellas sobre el ataúd donde descansan los restos de Antonio Cubillo.

O los patriotas que clama Morera.

Ya saben, aquello de la patria como último refugio de los cobardes.

Dicen que lo dijo el doctor Samuel Johnson aunque yo lo escuché por primera vez en Senderos de Gloria por boca de un rabioso aunque contenido Kirk Douglas.

Los alumnos de las dos sedes canarias de la Escuela de Actores mientras tanto se encierran… ¿Pasarán las fiestas acostándose en incómodos colchones?

No sé si esto es el fin del mundo…

Pero si fuera así carece de la épica poesía con la que me prepararon Ray Bradbury y Richard Mathenson.

Corto y cierro: ¡Independencia!

INDEPENDENCIA

Saludos, pienso mientras hago que pienso, desde este lado del ordenador.

¿Santa Cruz, ciudad leída?

Miércoles, Diciembre 12th, 2012

Santa Cruz, ciudad leída es una feliz iniciativa del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife que propone leer, en una serie de paneles distribuidos por la capital tinerfeña, pasajes de novelas sobre una ciudad y sobre unos habitantes que, como cantó Eduardo Bercedo, “muere en soledad.”

Los textos seleccionados corresponden a las novelas Los puercos de Circe y La ciudad de las miradas de Luis Alemany y Pablo Martín Carbajal, respectivamente.

Luis Alemany radiografió con nervioso y compulsivo pulso narrativo un eficaz y tenebroso retrato de la capital y sus habitantes, de ahí los puercos de Circe.

Pablo Martín Carbajal, por su lado, supo describir en clave nostálgica y con acento crítico y resignado la soledad urbana que encierra una pequeña capital de provincias que, en este caso, es Santa Cruz de Tenerife.

Se trata, a mi juicio, de dos excelentes textos donde la ciudad en la que habito adquiere un notable protagonismo así como los personajes que deambulan en ambas historias, pero también resultaba inevitable  que algunos compañeros de oficio nada más conocer la noticia se hayan cuestionado:

1.- ¿Por qué Alemany y Carbajal?

Lo que sin florituras viene a decir: ¿por qué no me seleccionaron a mi?

2.-  ¿qué criterio se ha tenido en cuenta para escoger estos títulos y no otros?

Solo puedo encogerme de hombros porque las (in)decisiones del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife son como un jeroglífico, aunque no me parece mal que para empezar con esta modesta pero interesante iniciativa se hayan escogido, precisamente, Los puercos de Circe como La ciudad de las miradas ya que, a mi juicio, son dos buenas novelas para inaugurar un programa que espero tenga continuidad.

En los últimos años y gracias a la notable labor de un puñado de escritores, la capital tinerfeña está comenzando a resultar creíble como espacio literario.

En este sentido, y para conocer la realizad de esta ciudad en los años ochenta es de obligadísima lectura El caso del cliente en Nouakchott, de Jaime Mir, una novela pionera no ya por reflejar con ironía el paisaje santacrucero de aquella década sino también por presentarnos a uno de esos personajes –Jeque– que para mi es muy representativo de lo que podría denominar como carácter chicharrero.

Dr. R (JRamallo) explora en las entrañas de la ciudad –su Santa Pus que no es otra que esta Santa Cruz– en su cruda, explosiva y demoledora Cucarachas con Chanel, un título de lo mejorcito que se ha escrito sobre esta capital de provincias y que, mucho me temo, podría “olvidarse” en futuras ediciones de esta iniciativa que solo entonces en vez de feliz resultaría, a mi juicio, pobre e infeliz.

Javier Hernández Velázquez, por otro lado, se ha propuesto, con relativo pero no por ello menos elogiable esfuerzo, reivindicar la historia del siglo XX de la capital tinerfeña en su todavía díptico El fondo de los charcos y El sueño de Goslar, y Juan Ignacio Royo nos adentra en el asco y el miedo, la ruindad y la cobardía, la represión y el plomo con su El fulgor del barranco, una novela en la que recrea el Santa Cruz de Tenerife de los años de la Guerra Civil.  Royo regresa a la ciudad en Puerto Santo, un divertido sainete que se desarrolla a finales del siglo XIX y que logra, en algunos de sus capítulos, congelar la cómplice sonrisa del lector.

En esta apresuarada lista destacaría también el homenaje al santacrucero barrio del Toscal que realiza Gregorio Duque en los deliciosos relatos que agrupa en el volumen Pequeños homenajes, así como en la ambiciosa novela histórica El fuego de bronce, de Andrés Villanueva, un relato en el que su autor narra el frustrado ataque de la escuadra del contralmirante Nelson a las costas tinerfeñas.

Dentro de la estricta crónica periodística citaría los apuntes que firmó Francisco Pimentel con el nombre de Santa Cruz la Nuit.

Hay muchos más títulos en los que esta pequeña capital de provincias, de rancio espíritu burgués, es protagonista. Entre los más recientes mencionaría Entre bambalinas de la escritora Sonia Díaz Oval, titulo que presenta este mismo sábado, 15 de diciembre, en la librería de Mujeres. 

Muchas, en definitiva, novelas y cuentos que están contribuyendo a dar carne de ficción a una geografía urbana tan necesitada de voces que la doten, precisamente, de carne de ficción. 

Autores pues tiene el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para continuar con una iniciativa que haga verdad que Santa Cruz es, efectivamente, una ciudad leída.

La pregunta que me asalta durante la redacción de estas líneas es si esta iniciativa continuará… Mucho me temo sin embargo que quede en uno de esos absurdos fuegos artificiales a los que ya nos tiene acostumbrado su Ayuntamiento, cada día más que errático en sus tomas de (in)decisiones.

El alcalde, José Manuel Bermúdez, señala: “a todos los que somos de Santa Cruz nos encanta leer cosas sobre nuestra ciudad ya sea sobre el presente o el pasado, pero este montaje nos ayuda también a aprender a vivirla, ya que nos permite evocar las imágenes que nos llegan a nuestra mente a través de la lectura de estos párrafos”.

La presidenta del Organismo Autónomo de Santa Cruz de Tenerife (OAC), la socialista Clara Segura, apunta: “el objetivo de este proyecto consiste en fomentar la imagen de la ciudad y, al mismo tiempo, a los escritores de las Islas.”

Dulces intenciones que desde esta bitácora esperamos no se las lleve el viento.

Un arco de más de treinta años separa a Los Puercos de Circe de La ciudad de las miradas… Lo insólito del caso, y ahí está la literatura escrita y que se escribirá sobre Santa Cruz de Tenerife, será ahora comprobar en sus  diferentes edades y en sus diferentes voces narrativas si continúa siendo verdad lo que canto Eduardo Bercedo.

Es decir, si la iniciativa Santa Cruz, ciudad leída nada más nacer ya ha muerto en soledad.

Saludos, ¿qué hay de nuevo, viejo?, desde este lado del ordenador.

SILA sí, SILA no, ¡viva el puñetero pleito insular!

Martes, Diciembre 11th, 2012

Este miércoles 11 de diciembre, comienza en la capital grancanaria la cuarta edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA), un Salón que comienza con mal pie tras el concurso que adjudicó su contratación a una UTE y la insólita decisión de cambiar su sede original. Si antaño fue el Puerto de la Cruz y Santa Cruz de Tenerife, hoy asume el relevo Las Palmas de Gran Canaria.

No voy a ser de los que hurgan en la herida abierta de la rivalidad entre las dos provincias que divide a este archipiélago sin memoria, pero sí reclamo transparencia para conocer el fondo y las formas de un concurso que ha degenerado en este “atraco”, insisten los miembros del SILA original, frente al deseo por convertir este encuentro en un vehículo “de comunicación con África”, según asegura el director general de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Aurelio González.

Debo entender por ello que, a juicio del señor González, las tres ediciones anteriores de SILA no contribuyeron a crear lazos “de comunicación con África” aunque, que yo recuerde y asistí a las tres ediciones de SILA celebradas en Tenerife, no vi a Aurelio González asistiendo a las conferencias y mesas redondas que ofrecía su programa.

Entiendo, aunque no comparta sus modos de actuación, la reacción de los responsables del SILA original, aunque me pregunto cómo dejaron que este proyecto se les fuera de las manos…

El caso, objetivamente, es que SILA ya no se celebrará en Tenerife. Y el caso, objetivamente, es que ya no será el mismo SILA que conocimos.

Desde la Fundación Canaria Farrah Looking For Development UTE, empresa encargada de organizar las ediciones de 2012 y 2013, su presidenta, Josefa Farray, afirma que se ha diseñado un programa que gira en torno a dos ejes: la literatura como herramienta de cambio y el SILA como plataforma de conocimiento intercultural. “Lo hemos enfocado como lo que es, un programa de cooperación cultural, lo cual implica valores como la solidaridad”, dice Farray, quien añade “se ha confeccionado con celeridad, ya que el concurso se convocó por procedimiento de urgencia.”

Mmmmm.

La cuarta entrega de SILA contará con la participación de una delegación marroquí y escritores y editores de otros países africanos como Benin, Senegal, República Democrática del Congo, Mauritania o Guinea Ecuatorial”, además de una representación de expertos, editores y escritores canarios. “Están todos los que han querido estar, todos caracterizados por su independencia”, apunta Farray, a quien ningún periodista le planteó en la rueda de prensa la pregunta del millón:

¿Qué opina usted de la polémica suscitada sobre el nuevo SILA?”,

O:

¿Cómo explica usted que un Salón que se celebraba en Tenerife durante los últimos tres años se haga ahora en Las Palmas de Gran Canaria?

O

¿Cómo reaccionaría usted si, pongamos por caso, el Festival del Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes de Agüímes lo acogiera este año Granadilla de Abona?”

Farray dice que este SILA será un SILA “de todos”, pero no lo tengo tan claro por mucho que “insista que llegará a todas las islas, a Madrid y a tres países africanos: Marruecos, Egipto y Senegal.”

ACCIONES LEGALES

Reproducimos a continuación e íntegramente un nuevo comunicado de la Asociación SILA, responsable de las tres ediciones anteriores del encuentro,

“La Asociación SILA estudia emprender acciones legales contra Casa África por utilizar la marca registrada SILA en su Web anunciando actividades que nada tienen que ver con el genuino Salón Internacional del Libro Africano.

Casa África, cediendo sus instalaciones al falso SILA, se suma al atropello que está sufriendo la Asociación SILA, que ha visto cómo su proyecto Salón Internacional del Libro Africano le ha sido usurpado y plagiado alevosamente, tanto en contenido como en estructura, e, incluso en el nombre, por la Fundación Farrah y el Gobierno de Canarias.

El Gobierno de Canarias patrocinaba, como otras instituciones y empresas el proyecto SILA desde sus comienzos y ahora, amparándose en la gestión de fondos europeos para fortalecer el desarrollo del SILA, deciden usurparlo, desvirtuarlo, plagiándolo para utilizarlo en beneficio propio. Es evidente además la degradación de proyecto si se compara el programa de las ediciones anteriores y la del falsificado SILA de este año 2012.

La asociación SILA ha iniciado las acciones legales que le amparan, auque el daño causado será difícil de superar al poner en marcha la UTE de la Fundación Farrah el adulterado SILA.

Por su parte, el Gobierno de Canarias sigue manteniendo silencio absoluto y no ha dado ningún tipo de explicación a los creadores y propietarios de la marca. Desde SILA manifestamos nuestra preocupación ante el desamparo y el atropello cometido por una institución como el Gobierno de Canarias al plagiar, con absoluto descaro, un proyecto de autoría privada. Esto sienta un grave precedente y crea una absoluta inseguridad en esta comunidad autónoma para los profesionales de la Cultura, que se sienten desprotegidos ante el abuso de poder de la principal institución de nuestra comunidad autónoma.

Desde la Asociación SILA instamos a los profesionales, empresas e instituciones a que no colaboren con esta edición ilegítima, negándose a participar para no promover este tipo de usurpación que pone en peligro la emprendeduría, la investigación y el desarrollo de acciones culturales y empresariales y coarta la capacidad de innovación de los profesionales dedicados a la gestión cultural.

Por el momento, nos hemos visto obligados a suspender la edición del SILA 2012 y hemos comenzado a trabajar para tratar de poner en marcha nuevamente el SILA el próximo año 2013.

Desde la Asociación SILA, Salón Internacional del Libro Africano, agradecemos las numerosas cartas de apoyo de profesionales, empresas e instituciones, que nos han hecho llegar su absoluto rechazo hacia las acciones y forma de actuar del Gobierno autónomo canario. Queremos agradecer especialmente el apoyo del Cabildo Insular de Tenerife y de los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y de San Cristóbal de La Laguna, que se han negado a participar y a formar parte de la farsa encabezada desde el Gobierno de Canarias al apropiarse de un proyecto que no es de su autoría ni propiedad, utilizando una marca protegida intelectual e industrialmente.

Pedimos nuevamente el apoyo y colaboración de todos los sectores de la sociedad canaria para impedir esta deleznable practica y salvar al SILA, su trabajo, objetivos, trayectoria e implicación con el sector del libro y el desarrollo cultural.”

Saludos, SILA sí, SILA no, desde este lado del ordenador.

Antonio Cubillo, años verdes y trópico gris

Lunes, Diciembre 10th, 2012

Antonio Cubillo es uno de los personajes más singulares e interesantes de la historia de Canarias y de la España de la segunda mitad del siglo XX, con independencia de que se esté a favor o en contra de lo que defendió a lo largo de su vida. Un ideario que le costó estar postrado en una silla de ruedas tras un intento de atentado perpetrado por mercenarios pagados con el oro de Madrid.

Ha querido la fortuna que antes de que lo llamara la muerte, Cubillo viera reflejado en pantalla su frenética vida y el maremoto que originó, en el ambicioso e interesante documental Cubillo: historia de un crimen de Estado, dirigido por su sobrino Eduardo y del que ya ofrecimos nuestra opinión en este mismo blog.

El líder independentista deja además una reducida obra escrita que será fundamental para conocer un periodo de la historia del archipiélago que aún permanece entre sombras, como fue la década de los setenta y ochenta.

En estas semimemorias, como acuñó el mismo Cubillo, y que fueron publicadas por el Centro de la Cultura Popular Canaria en dos tomos –al parecer estaba trabajando en un tercero– Antonio Cubillo escribe sobre su niñez, adolescencia y juventud con insólita nostalgia… Se tiene esa sensación solo leyendo sus títulos: Los años verdes y Trópico gris.

En el primer volumen, el también abogado nos relata sus años de infancia con acento en ocasiones dickensiano. Su lectura permite conocer también su toma de conciencia, el despertar al que las circunstancias lo condujeron a fundar, años más tarde, el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (Mpaiac), asunto que esperaba desarrollar con más amplitud en la tercera entrega de sus recuerdos dispersos.

En Trópico gris, libro en el que su autor refleja sus años de adolescencia y juventud, el político convertido ahora en escritor reflexiona sobre su toma de conciencia aunque apenas bordea sus experiencias como activista político, capítulo que sospecho reservaba para ese tercer volumen que no llegó a publicar.

Entrevisté en una ocasión a Antonio Cubillo precisamente con el objetivo de preguntarle si continuaría con sus semimemorias tiempo después de que apareciera el primer volumen de la misma, Los años verdes.

Recuerdo que fue una de las entrevistas más difíciles de mi vida no porque el entrevistado fuera reacio a responder las preguntas sino más bien por lo contrario. Cubillo hablaba como una ametralladora y volvía una y otra vez sobre su vida proporcionando tal cantidad de datos que terminó mareándome la cabeza.

No volví a encontrármelo desde entonces, aunque de tanto en tanto me lo tropezaba en tertulias televisivas donde me parecía, es una opinión muy personal, que desmontaba al personaje que había labrado en sus semimemorias.

No, aquel Cubillo al que se ridiculizaba y que se ridiculizaba así mismo no tenía nada que ver con el Cubillo de Los años verdes y Trópico gris.

Al margen de que no entienda el porqué derivó su discurso hacia la acción armada que solo trae como consecuencias víctimas inocentes, y pese a mostrarme poco favorable a su causa, fui de los muchos que a finales de los años setenta se conmovió cuando se dio la noticia de su ruin atentando.

Por ello, y en la que quizá sea la mejor escena del documental Cubillo: historia de un crimen de Estado, volví a reencontrarme con el personaje de sus semimemorias cuando el hoy fallecido líder independentista canario se enfrenta con uno de sus asesinos en un estremecedor cara a cara.

Quiero ver en ese Cubillo, un Cubillo con el no comulgo ideológicamente, al hombre detrás del disfraz independentista capaz de perdonar a su enemigo.

Es un momento grande y afortunadamente no casual del documental. Una de esas escenas que pone punto y aparte a la caprichosa relación de amor y odio que une los destinos del archipiélago con España.

Saludos, quizá sea horas de recuperar esas semimemorias, desde este lado del ordenador.

Con la ‘Pasión de los fuertes’

Viernes, Diciembre 7th, 2012

Entre los méritos de Daniel León Lacave se encuentra que es uno de los pocos directores canarios que se atreve con un género tan difícil como la comedia.

Claro que no sé si lo que pretende Lacave es hacer comedia, ya que sus experiencias en este territorio más que provocar risa genera sonrisa. Una sonrisa cómplice porque el cineasta que forma parte de esa cuadrilla que insiste en la levedad de su cine –no sé porqué, pero me los imagino a todos ellos enarbolando esa bandera como los marines en la cima del monte Suribasi en Iwo Jima–  saca lo mejor que tiene dentro al mirar con ironía la relación de amor-odio que mantiene, precisamente, con el cine.

Desde que nació como espectáculo de feria, el cine ha marcado a generaciones de espectadores que no podrían entender la vida sin las películas. Sin embargo a mi, últimamente, ver cine me está aburriendo bastante.

Supongo que como a muchos espectadores, cada vez me entra más la pereza por seguir las novedades que semana tras semana se estrenan. De hecho, si las veo es meses después y en la acogedora soledad de mi cueva en formato dvd con la agradable sensación de que no me perdí nada gastando el escaso puñado de euros que aún me queda en la cuenta corriente.

Con el paso de los años, y mientras cada mañana descubro frente al espejo un yo algo más deformado por la edad, me he dado cuenta que el cine que consumo ya no me provoca las mismas sensaciones que recibo cuando leo una novela.

Ya he contado que últimamente veo en casa películas en avance rápido porque, damas y caballeros, la mayoría de ellas me aburren. Así que voy menos al cine porque como no tengo el mando a distancia en una sala, y rodeado encima de otros espectadores, asistir a una sesión se está convirtiendo en algo así como una pesadilla.

Me pongo a pensar en otras cosas mientras mi vista hace que está clavada ante la pantalla por lo que ahora espero que, por Dios, cuanto antes termine la película mejor y no que no acabe como sí me sucedía antaño, cuando entre mis aficiones favoritas estaba la de acurrucarme en posición fetal en la incómoda butaca de la sala oscura.

He llegado por eso a la conclusión que en estos días sin gloria mi refugio está en los libros. Solo a través de ellos encuentro respuestas, y muchas veces incluso –también lo he contado, luego soy una especie de abuelito Cebolleta– demoro adrede su lectura con el único objetivo de que dure.

Estas ideas me la suscita la pieza Las ovejas nunca vienen solas, de León Lacave, un corto que sube a su Facebook (1) y que despertó en mi conciencia dormida aquellos tiempos en los que yo también fui cinéfilo, aunque el personaje que me encontré en esa parte hoy recuperada de mi memoria tiene poco o nada que ver con mi presente.

No obstante, que esta simpática pieza me haya hecho rememorar un tiempo perdido, no una busca de un tiempo perdido, pone de manifiesto que Lacave sabe hurgar inconscientemente “en una memoria donde ya no quedan recuerdos”, citando a mi maestro míster Arkadin.

En contra de los personajes del cortometraje, llevado al extremo porque se trata de una pieza aparentemente intrascendente pero que tiene más profundidad de la que parece, nunca me peleé con otros por defender el cine que me gustaba y que aún me sigue gustando, pero sí que tuve que soportar ovejas que nunca vienen solas por algo que en aquel momento vendían como cine de autor y con el que yo me castigaba por las cosas del amor.

Mientras quien les escribe prefería ver Pasión de los fuertes (1946) de John Ford, un cineasta al que la progresía había puesto en la picota porque era norteamericano, facha y tuerto, otros me animaban a que descubriera la poética de un cineasta de nombre impronunciable cuyo mayor logro era no contar absolutamente nada en una hora, hora y media o dos horas.

- Tú déjate llevar por la imágenes y olvida a ese fascista que se hizo famoso masacrando indios en el cine….- me decían como quien no quiere la cosa.

La historia, afortunadamente, no les dio la razón. Porque no dejo de poner en mi gastado dvd Pasión de los fuertes. Del otro director, ni me acuerdo. Pero cosas de la edad, digamos que le he perdonado porque el tiempo lo cura todo.

En la cinta de Lacave dos amigos presuntamente cinéfilos llegan a las manos por Amenábar y Kiarostami. En la pieza, se le ha cambiado alguna letra al nombre del cineasta iraní… Clave, por otro lado, para entender el título del corto: Las ovejas nunca vienen solas, aunque tiene más miga. O lecturas en lo que unos podrán señalar como simpático ejercicio de estilo rodado entre amigos y para que sea visto solo por amigos, y que a mi juicio trasciende ese círculo perverso en el que suele incurrir todas las modestas producciones de los levelistas.

El caso es que miro Las ovejas nunca vienen solas y sonrío. Y también, ya dije, porque me retrotrae a un tiempo en el que el cine me parecía uno de esos amores que nunca me traicionaría.

Como pasa en las mejores familias, me equivoqué. Porque el cine, el cine que llega a las pantallas y que repesco en ediciones piratas o alquilándolo en vídeo clubes, ya no me provoca aquel chispazo de nieve, esa luz cegadora que sí me erotizaba antaño.

Me quedan, claro está, los títulos de siempre. Los que me conmovieron y aún continúan conmoviéndome. Los que pertenecen a la estirpe de Pasión de los fuertes.

Y es que aquellas películas sí me hablaban. Tanto, que todavía continúan hablándome. Casi, casi, con las mismas palabras de un libro que me atrapa, me abduce, que logra lo imposible en estos tiempos desesperados en los que me encuentro.

Hace mucho, muchísimo tiempo y una de las épocas más catastróficas de mi existencia, un escritor considerado por casi todos un mediocre me ayudó a salir del abismo.

No he vuelto a leerlo pero su mano salvadora, la que me rescató del foso estuvo ahí.

Su nombre: H. Rider Haggard.

En la misma época, y en una sala de reestreno madrileño, un cineasta fascista y tuerto hizo lo mismo.

Pasión de los fuertes.

Así que debo de darle las gracias a Daniel León Lacave.

Ha conseguido que vuelva a verme en el espejo. Y a recuperar un pasado que creía enterrado en lo más recóndito de mi cerebro.

Y si bien la experiencia no ha terminado a cachetadas, me ha enseñado a entenderme un poquito mejor.

Ya ven. Todo por un corto intrascendental.

 Bueno, digamos que aparentemente intrascendental.

(*) En la imagen Henry Fonda como Wyatt Herp y al fondo Linda Darnell como Chihuahua en Pasión de los fuertes.

(1) No enlazo el cortometraje al estar en el Facebook de su autor. 

Saludos, les dejo que me voy a ver Centauros del desierto, otra del facha tuerto que solo liquidó indios en el cine, desde este lado del ordenador.

A propósito de ‘Grey’: una reflexión sobre la literatura que se lee con una sola mano

Jueves, Diciembre 6th, 2012

Anda el patio revuelto con la publicación de Cincuenta sombras de Grey, primer volumen de una trilogía que ha roto el mercado del libro en unos tiempos en donde a la gente ya no le alcanza ni para comprarse el pan.

Me encuentro esta semana con unos escritores que se llevan las manos a la cabeza ante el éxito de esta novela de presunto carácter erótico –no he tenido la suerte ni el gusto de ponerme a leerla– y reclaman en su lugar la buena literatura por encima de la de consumo mientras echan pestes de esas Cincuentas sombras de Grey que, oh sorpresa, ninguno de ellos ha leído pero sí que ha hojeado en las librerías donde al parecer los ejemplares desaparecen con la misma rapidez que el dinero que aún me queda en la cuenta corriente.

Hay que añadir al desprecio de los que critican el libro que nunca leerán –y si lo leen, lo harán a escondidas– que éste aborde la casi siempre espinosa cuestión del sexo. En este caso con tintes bondage y ligeramente sadomasoquista.

Sin filtrear con lo erótico hay muchos, demasiados best seller que ya se han hecho con ese público que no lee libros. Y mucho menos si es de autor porque en la política del best seller no es lo mismo un escritor que vende –Stephen King, Tom Clancy y en España Arturo Pérez Reverte y hasta el día de ayer Alberto Vázquez Figueroa– que un producto que se vende.

Los integrados defienden que lo que hay que estimular es leer, aunque se trate de literatura de consumo rápido.

Los apocalípticos que la verdadera literatura si no muere, retrocede pasos agigantados ante estos fenómenos de ventas bien arropados por una inteligente campaña publicitaria que promete historias políticamente incorrectas.

Nada más lejos de la realidad.

Pero es un gancho que funciona.

Cincuenta sombras de Grey, como en su día fue El código Da Vinci, la trilogía Millenium y los tiernos vampiros adolescentes de la serie Crepúsculo de la escritora Stephenie Meyer, son algo así como productos perfectamente dirigidos, con independencia de su calidad aunque funcionan –y muy bien– como mercancía de entretenimiento, de evasión.

No es sin embargo, aunque alguien pueda creer lo contrario, un fenómeno nuevo en la industria del libro. Y en el caso concreto de lo que podríamos denominar literatura erótica –si metemos en el mismo paquete a las Cincuenta sombras de Grey– algo novedoso.

En los años setenta se publicaron, y se realizaron películas gracias a su éxito, títulos como Emmanuelle e Historia de O, y en los ochenta se popularizó sobre todo gracias a su adaptación cinematográfica Nueve semanas y media, todas ellas historias con un sexo enfocado –como la trilogía Grey– a un público burgués y adulto con necesidades aparentemente no confesas.

En estas novelas, como pasa ahora, la mujer resulta por norma general la protagonista de estas fantasías para leer y ver con una sola mano, y hay cientos de ensayos, algunos de ellos muy notables, en los que se intenta explicar y justificar su éxito momentáneo que suele coincidir, paradójicamente, en tiempos de crisis como el que desgraciadamente vivimos ahora.

O periodos inestables, revueltos de nuestra historia reciente.

¿Valen como productos literarios de calidad?

No es una pregunta que me quite el sueño, aunque sí que disfruté en su momento con la lectura de algunas de las novelas de la serie Emmanuelle aunque notara en falta el carácter transgresor y lúdico de otras experiencias narrativas similares escritas en el pasado.

Si tuviera que salvar de la hoguera a la que unos parecen querer llevar estos libros yo escondería en mi chaqueta la arrugada edición en bolsillo que conservo de Lunas de Hiel, de Pascal Bruckner, título del que Roman Polanski hizo una película que todavía me duele cuando la veo…

En mi cada día más desordenada biblioteca encuentro en la colección La sonrisa vertical divertidas fantasías sexuales escritas presuntamente por escritores reconocidos como Alfred de Musset, Gamiani, dos noches de pasión, y textos anónimos o firmados con pseudónimo en los que me gustaría descubrir la firma de otros gigantes de la novela de finales del XIX y principios del XX que por necesidad alimenticia o como ejercicios gamberros apostaron por la literatura erótica en títulos, a mi juicio, imprescindibles.

Cito Grushenka, tres veces mujer; Venus en India o Memorias de Dolly Morton, todas ellas de autores desconocidos o con pseudónimo en la que continuaron la estela de un género que cuenta con obras maestras que trascienden lo erótico como Moll Flanders o Fanny Hill, de Daniel de Foe y John  Cleland, y mucho tiempo antes textos de referencia como son Las mil y una noches, El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y El Satyricon donde el sexo aún sorprende al castigado y reprimido lector de nuestro tiempo por su frenético libertinaje, por su desarmante naturalidad.

Se llegó incluso a atribuir a Oscar Wilde como el responsable de esa divertida fantasía homosexual que es Teleny, y así otros tantas novelas y relatos que todavía conmueve a parte de una sociedad cuya otra mitad pierde el tiempo en señalar estas historias con malintencionado sonrojo o una vergüenza patética.

No, no me veo leyendo las novelas de la trilogía –¡que puñetera manía con las trilogías!–  de Grey porque nunca he respondido al canto de las sirenas,  pero me gustaría encontrarme con alguna lectora –más que lector– que sí lo haya hecho y con confeso placer.  

Espero que sea antes de que el fenómeno Grey muera como mueren todos los fenómenos literarios… Porque se trata de eso: un fenómeno.

Fenómeno, curiosamente, en el que últimamente solo dan la talla mujeres escritoras:  Grey, lo firma E. L. James; J. K. Rowlings, que se ha hecho multimillonaria con las aventuras mágicas de Harry Potter, presenta ahora su primera novela adulta, Una vacante inesperada, que se publica España el 19 de diciembre; la saga Crepúsculo es de la ya citada Stephanie Meyer y la curiosísima fantasía distópica Los juegos del hambre corresponden a Suzanne CollinsCharlaine Harris es la autora de la serie Muerto hasta el anochecer, de la que se ha rodado la televisa y cada tenporada más decepcionante True Blood.

Un síntoma interesante.

Tan interesante que cuando les comenté a los escritores que reclaman literatura de autor por encima de todas las cosas ¿qué les parece que sean escritoras y no escritores los que hacen mercado? Ninguno supo darme una respuesta coherente.

- Son libros para chicas.- acertó a decir uno.

Saludos, hoy es 6 de diciembre, desde este lado del ordenador.