Archive for the ‘Maldita televisión’ Category

A toda esa gente con muy poco yo

Lunes, Septiembre 6th, 2010

En aquellos tiempos donde sólo existía una cadena en televisión uno de los momentos más felices de mi infancia era cuando se emitían los dibujos animados de la Warner Bros. Ya saben, los protagonizados por Bugs Bunny, el pato Lucas, Sivestre, Elmer, Speedy González, el viejo Sam y el megavitaminado Demonio de Tasmania, entre otros.

No sé si contemplar aquellos deliciosos dibujos animados alteró la conciencia enfermiza de una generación de espectadores que tuvo también la oportunidad de asistir en riguroso directo a la muerte del dictador siendo aún niños, pero sí que estoy seguro que parte de su construcción del mundo se la deben a estas criaturas. Y  en especial a que se pusieran del lado –más que del malo– del perdedor en todas estas historietas animadas de ayer y hoy.

Continuo viendo los episodios clásicos de la Warner Brothers y como excelentes clásicos que son, me sorprendo por los actuales que todavía resultan en estos tiempos de siniestros dirigismos. Tanto, que últimamente reviso antiguos capítulos y les pongo cara de personajes de nuestra política nacional y autonómica para reírme un poco de lo desgraciada que está resultando su gestión. Será por aquello de que por muy mal que lo hagan siempre caen de pie. Aunque habrá, afortunadamente, un Silvestre, un pato Lucas, un Coyote de la vida detrás de todos ellos para recordarles que son mortales…

No era, sin embargo, de las ya míticas criaturas de la Warner de quien quería hablarles sino de la evolución de los dibujos animados y el alto grado de estupidez que ha alcanzado este formato antaño para toda clase de públicos. Así que viene a colación esta humilde reflexión por el premio que Pocoyó ha recibido en la Mostra de Venecia, donde ha recibido el galardón Kineo Diamanti al Cinema Italiano.

Admitiendo los valores desarmantes de Pocoyó (qué título: poco-yo) y su minimalismo robotizante, me pregunto todavía cómo esta serie extraterrestre ha logrado calar en los niños, aunque algo me hace sospechar que son precisamente los padres los que han obligado a sus hijos a caer mesmerizados por este producto que desde sus inicios despertó todas mis alertas.

No sé si será por el presunto carácter educativo que sus creadores dicen que tiene la serie o por el tono chachipiruli que afirman posee el  Pocoyó, pero me inquieta (como inquieta una cosa a la que llaman Hello Kitty) cuando casualmente me la meten en la vida. Debe ser, pienso ahora, porque cuando las veo quedo abducido por tan extravagantes tonterías. Pero esas cosas me pasan también con el anime y la mayoría de los dibujos animados que monopolizan esos canales especializados en los más jóvenes.

Probablemente es signo de que me hago viejo. Pero entre la violencia desatada de los dibujos animados de la Warner y su estrafalario canto a la desesperación del perdedor, Pocoyó y familia se me antojan como productos perfectamente diseñados para sosegar y uniformar a nuestras futuras masas.

A que sean eso precisamente: gente de muy poco yo.

Saludos, imaginando al Coyote devorando por fin las entrañas del Correcaminos, desde este lado del ordenador.

‘Vuelo IL 8714′

Martes, Agosto 31st, 2010

Mucho se ha escrito y me imagino que se continuará escribiendo sobre el polémico estreno (Telecinco anuncia que a partir de mañana, 1 de septiembre, a las 21 horas en las islas) de la serie Vuelo IL 8714, en la que se recrea la investigación posterior al trágico accidente de avión en el aeropuerto de Barajas y que costó la vida de 154 personas, hace ahora dos años.

Que muchas de sus víctimas fueran canarias ha hecho que el presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, saltara al escenario para mostrar su oposición inicial a que se juegara “con la sensibilidad de los familiares de los fallecidos” aunque más tarde consideró que la serie es un “reportaje técnico” y que existe “un compromiso por parte de los responsables de Telecinco, que en modo alguno se va a tocar ningún aspecto que pueda dañar la sensibilidad de las familias, es un reportaje exclusivamente técnico”. Paralelamente, y en diferentes redes sociales, se ha generado una plataforma en contra de la cadena que dirige el italiano Paolo Vasile, y que ya cuenta con miles de seguidores pidiendo respeto.

Al margen de la polémica y del recuerdo a los muertos, y a que algunos hayan opinado que la serie puede interferir en el desarrollo de la investigación que aún continúa abierta, cabe preguntarse las dudosas razones por las que Telecinco ha dado luz verde a este proyecto.

Es un asunto extremadamente delicado y aún fresco en nuestra memoria, y partiendo de la base que no la veré por razones que no vienen al caso, me pregunto qué nueva oleada de reacciones generará el primer episodio entre la opinión pública. También el por qué se reaviva tan amargo recuerdo apenas pasado dos años de la tragedia y por qué la cadena de Vasile no ha mostrado antes de su estreno el resultado final a los familiares de las víctimas que así lo solicitaron.

A nadie se le escapa que televisamente España es un país que apenas ha progresado en cuanto a series de ficción se refiere. Parece como si interesara más continuar explotando las posibilidades de un formato que muchos auguraban ya estaba agotado como es el de la prensa del corazón. En cuanto a los que los anglosajones denominan como tv movies, en este país se intenta imitar este modelo con resultados francamente irregulares. Quizá porque cadenas privadas como la misma Telecinco y Antena 3 han preferido apostar por recrear acontecimientos de nuestra historia reciente como la vida de Adolfo Suárez o la Duquesa de Alba, que arriesgarse a explorar otros territorios.

Soy consciente que no se puede comparar el alto grado de profesionalidad y riesgos que grandes cadenas estadounidenses han hecho con sus series, revolucionando este formato, pero ya va siendo horas de atreverse a ello, dejando de lado esta sospechosa moda de “basado en la vida real”. A mi me suena a falso. No las norteamericanas porque en ese país casi siempre han sabido hacer muy bien las cosas en cuanto a entretenimiento se refiere, sino a España y su unamuniano sentimiento trágico de la vida.

Telecinco anuncia que una vez emitido el primer episodio de la serie Vuelo IL 8714, presentará a continuación (22.15 hora canaria) el documental Las voces de la tragedia, que pretende “ayudar a conocer más sobre uno de los episodios más trágicos que ha sufrido la sociedad española en las últimas décadas.”

Veremos.

Mientras tanto me pregunto que otros dramas acarician ésta y otras cadenas para llevar a la pequeña pantalla. Casos hay muchos: los marineros secuestrados en el océano Índico, los manifestantes canarios apaleados en el Aaiún… Y llego a la conclusión que la vida de Cervantes y Santiago Ramón y Cajal, que la adaptación de La Regenta, Fortunata y Jacinta o el mismo Don Quijote, sin olvidar, claro está, ese pequeño clásico que ya es Juncal, sí que fue buena televisión con sabor español. O al menos buena televisión con sabor español con casi todas sus letras.

Saludos, dando las gracias a Carlos por la sugerencia, desde este lado del televisor.

Demasido ‘Perdidos’

Martes, Mayo 25th, 2010

“No estás al día” me grita un amigo cuando le informo que no pertenezco a los yonquis de la serie Perdidos.

Me echan también a patadas de de foros porque no tengo nada que aportar al polémico final de la serie y para colmo de males soy de los que se encogió de hombros cuando en uno de los capítulos de su sexta temporada apareció sobreimpreso en pantalla El Socorro, Tenerife pese a que a las legiones de seguidores que tiene en esta tierra su sola mención les llegara al corazón. Ya no sé si tanto a los fieles telespectadores de la isla que tenemos justo delante de las narices.

Admito, no obstante, que me pasé gran parte del día de hoy llamando a colegas iniciados en los secretos de Perdidos para que me aclarasen el puto final de una serie que tiene tantos adeptos. Y ninguno de los encuestados –padres y madres sensatos– supieron aclararme las cosas y mucho menos qué fue lo que les picó con este folletín del siglo XXI. Llegué así a la conclusión de que estaban un poco más perdidos que quien les escribe. Y no sólo porque la mayoría dice sentirse defraudado con un the end que no termina por asimilar en sus tripas.

Busqué en Internet y comprobé asustado que en vez de resolverse mis dudas –alimentadas, lo juro, por un interés meramente sociológico– éstas se han multiplicado por mil.

El consenso general es, no obstante, el de franca decepción. Tanta decepción como la que siente la hinchada cuando pierde su equipo de fútbol. O como cuando los que pedimos imaginación se nos presenta un “austero” programa para la XXII Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife. O cuando te criminalizan por no haberte quedado mesmerizado con esa cosa que llaman corto canario y responde al nombre de Benlaglos.

Reconozco que recabando información entre los fieles del culto Perdidos me he sentido como un ateo dentro del Vaticano. O una especie de unamoniano San Manuel bueno, mártir intentando repartir una fe en la que no creo entre sus feligreses.

Una de las ovejas del rebaño concluye mientras me mira de reojo porque no pertenezco a su ejército de muyaidines que, pese a todo, “la serie me ha ofrecido a lo largo de estos seis años excelente entretenimiento”.

Y ahí está la clave: “entretenimiento”. Un entretenimiento en el que dejé de creer cuando se inició su segunda temporada.

Pienso que debe ser porque soy de esas personas que desde pequeño detestó los puñeteros continuará… O esa fórmula de folletín con la cual enganchar al prójimo.

A mi me aburre. Ya me pasó con Twin Peaks. Y desde ese día, como Simon Wisenthal, clamo justicia, no venganza.

Saludos, desde unas islas en verdad muy, pero que muy perdidas, desde este lado del ordenador.

Más vale tarde que nunca…

Jueves, Abril 29th, 2010

El presidente de la Asociación Canaria de Empresas de Producción Audiovisual (Acepa), Eduardo Araujo, se pronunció hoy en Canarias Ahora Radio en contra de la actual gestión de la Televisión Canaria. En esta entrevista se mostró a favor de un proyecto –cabe recordar que cuesta sus buenos dineros a todos los habitantes de estas ínsulas salvajes– para que de una vez cumpla con la función de servicio público para el que fue creado originalmente.

Uno, que añora la breve pero intensa y modélica etapa en la que Francisco Moreno estuvo al frente de la Televisión Canaria, al proponer una televisión de calidad que apostara por informativos independientes y dejara espacio a la cultura pese a su raquítico presupuesto, no puede sino celebrar las palabras de Araujo. Palabras, no obstante, que vierte con varias horas de retraso aunque como me dijo en cierta ocasión un profesor de aspecto mussoliniano en mis años de universidad: más vale tarde que nunca.

Sin aceptar que la Acepa continúe insistiendo que representa a todo el sector de empresas audiovisuales de Canarias porque margina el estimable trabajo de productoras independientes abrumadas por los sospechosos desajustes que anidan en las (des)comisiones que el Gobierno de Canarias organiza para repartir los dineros en el sector, y que aún cuenta con miembros de Acepa formando parte de un club selecto en el que hoy carecen (pero sí ayer) de derecho a voto, nos parece estimable que Araujo en nombre de la esta asociación ponga ahora las cartas sobre la mesa para visualizar su malestar ante la patética situación en la que se encuentra la Televisión Canaria, causa por otra parte que desde hace un tiempo tenía que haber sido su caballo de batalla.

Todo ello nos obliga a recomendar al presidente de la Acepa a que intente al menos buscar la unidad de un sector al que todavía se toma a chirigota. 

Araujo afirma en la entrevista que la televisión pública canaria no puede aguantar más la situación en la que se encuentra, y que su asociación y los sindicatos han llegado a la conclusión que esto es fruto de una pésima gestión que “gasta un dineral” en un medio de comunicación público “que no sirve para lo que se creó”.

En unas declaraciones que me parecen contundentes, Araujo arremete además contra el Gobierno canario, a quien acusa de ir por un lado con el discurso y por otro con la acción. Y exige, entre otras medidas, que se ponga fin a la contratación a dedo y se dé un trato “igualitario” a las empresas de las Islas.

Merece la pena escuchar la entrevista, y observar cómo se están movilizando sindicatos y asociaciones para poner fin a un proyecto televisivo que cuando parecía que iba a leventar cabeza contra viento y marea (etapa de Francisco Moreno) hoy ha terminado reducido a una televisión escandalosa, amante del despilfarro y con una sonrojante programación a lo quiero ser como Pepe.  

Que los dioses repartan suerte.

Nosotros, desde esta modesta atalaya, sólo podemos decir que respaldamos casi al 90 por ciento las palabras de  Araujo.

Saludos, vagamente esperanzados, desde este lado del ordenador.

Zombis y ‘Gran Hermano’. ‘Gran Hermano’ y zombis

Lunes, Abril 26th, 2010

La alquilo porque todavía milito en las filas de los incapaces de piratear  cualquier cosa por Internet… que si no. Y la alquilo –pienso mientras miro las estanterías del vídeclub– porque su carátula llama poderosamente mi atención. Título: Set Dead.

Y la atrapo por razones varias. La primera porque su planteamiento me hace gracia: otra de zombis. Claro que su acción no transcurre en una galería comercial, ni en una casa abandonada a las afueras y habitada por los últimos supervivientes del planeta. Ni siquiera se desarrolla en una ciudad amurallada 29 semanas después. No, la acción de Set Dead tiene lugara en el plató del ¡Gran Hermano británico!

Me entero –tras disfrutar de esta habitual orgía de sangre y vísceras– que la película contiene los cinco episodios de una teleserie de meridiano éxito en su país de origen. Teleserie parece ser que también se exhibió en España.

Puestas así las cosas: me enfrento a otra de zombis pero sin vicios críticos ni recomendaciones parciales. Cae en mis manos porque de tanto en tanto me entusiasma ver una de zombis, subgénero fantástico terrorífico en el que cualquiera puede meter las narices. Así que mientras estoy a la espera de que algún iluminado se le ocurra rodar el primer filme zombi dogma o una reflexión intelectual en la que un muerto viviente deshoje los pétalos de una margarita mientras mira a cámara como una media hora, me enfrento a Set Dead con un recuperado instinto canalla.

Y la canallada funciona porque esta cosita ha supuesto como un pequeño descubrimiento para quien les escribe. En especial porque hace realidad una de mis fantasías como teleadicto hoy en fase de recuperación: contemplar como los enérgumenos habitantes de la casa de Gran Hermano se convierten en pedazos de carne triturada para su antaño audiencia. En el filme rabiosamente zombificada.

La película tiene claves para los iniciados en el Gran Hermano británico. Progama que no tengo la suerte de ver pero del que sí estoy inevitablemente informado en su versión española.

En Set Dead participan algunos de los protagonistas de Big Brother, lo que incluye entre otros a la presentadora, al productor y a algunos de sus concursantes. Este prestarse al juego me hace pensar cómo sería su probable versión española. También si Mercedes Milá aceptaría enfrentarse al chiste de que fuera, precisamente ella, una de las primeras en servir de alimento a la masa de zombis que irrumpe en el plató.

En Set Dead la presentadora del original británico acaba por transformarse en zombi y persigue obsesivamente al productor del programa. En mi versión, Milá se salvaría porque los muertos vivientes pese a estar muertos también son vivientes y conservan el instinto de no probar aimento envenenado. La situación dejaría así a la antaño polémica periodista marginada y algo mosqueada porque ni unos (los vivos) ni otros (los muertos vivientes) la querrían tener de su lado…

Con independencia como televidente a sueño tan agradable, Set Dead me ha sorprendido porque su paquete de mensajes no insiste en venderse como “un largometraje con mensaje”. Claro que tampoco hace falta ser muy listo para cazar sus mensajes.

Y es que el subgénero es ansí. 

Concluyendo: Set Dead es una digerible película de zombis. O un sabroso perro caliente al  que echarle el diente.

Saludos, haciendo funciones de gourmet maestro en casquería, desde este lado del ordenador.

Para aprender a reírse de uno mismo…

Lunes, Abril 5th, 2010

Quizá sea porque cada día tengo más claro que los dioses existen.

Son un hatajo de campeones que viven en el Monte Olimpo o en el cráter del Teide que contemplan los actos humanos con cierta resignada benevolencia. No se parecen, claro está, a los que protagonizan (¿?) la nueva versión de Furia de titanes, con ese Zeus sacado más de un manga que de la tradición clásica, sino de un grupo de héroes pasados de rosca que son conscientes que nos legaron sus peores vicios pero también sus mayores virtudes.

Pensando en cosas tan abstractas se me pasó el capítulo de la Santa Semana Santa sin darme apenas cuenta. Aunque como les contaba sé que los dioses están ahí cuando la existencia me depara pequeñas pero deliciosas alegrías. Y una de ellas, por imprevista, me acarició esta misma mañana el alma. Es irremediable que me ponga cursi, ustedes perdonen.

Me encuentro en una librería donde todavía venden libros de saldo, manchándome de polvo las yemas de los dedos cuando mis ojos se topan con el nombre de un escritor de los que se cruzaron en mi vida apenas comenzaba a formar mi biblioteca.

¿Su nombre? Roald Dahl, autor que probablemente les diga muy poco a la mayoría pero que para este que les escribe forma parte de su amplia galería personal de amigos que nunca te dejarían en la estacada.

Llevaba tiempo sin tener noticias de su mundo en el que, reitero, me inicié siendo todavía un chaval con aspiraciones. Más tarde descubrí que el escritor además de ser un excelente fabulador de libros infantiles (Charlie y la fábrica de chocolate y Matilda, entre otras) y un cuentista de primera división, se casó en sagrado matrimonio con una de esas actrices de las que me enamoré siendo un renacuajo: Patricia Neal.

El volumen que hoy adquirí de Dahl al prohibitivo precio de dos euros es Alguien como tú, editado por Plaza y Janés en 1962 con una de esas deliciosas pero tan horrosas portadas que caracterizaron a la que fue una de las editoriales de referencia en este país que parece que se nos ha perdido definitivamente.

Alguien como tú se trata de una selección de relatos –la mayoría de ellos ya leídos en otras antologías– que sigue sorprendiendo por su compleja sencillez.

La serie Alfred Hitchcok presenta recurrió en más de una ocasión a sus cuentos para basar algunos de sus más inquietantes episodios. Así que les aseguro que esa fuerza tenebrosa aún se mantiene en la mayoría de sus historias. Historias perfectamente adaptables a cualquier realidad. De hecho, en esta relectura me imagino algunas de las situaciones que plantea en el venenoso universo provinciano en el que me muevo. 

Anagrama publicó en su momento bastante bien sus cuentos en compilaciones como El gran cambiazo, Relatos de lo inesperado e Historias extraordinarias, así como la novela Mi tío Oswald, uno de esos títulos que recomendaría a todo aquel que se encuentre (ahora mismo) al borde del abismo planteándose la posibilidad de dar el gran salto. Y lo escribo así porque esta ficción delirante en la que se nos cuenta las aventuras del “mayor fornicador de todos los tiempos” es de los pocos libros que me han hecho llorar no de pena sino de risa. Y soltar la carcajada cuando uno lee es una de las experiencias más extrañas que me han sucedido en mi ya larga vida como lector. 

No sé si se ha reeditado Mi tío Oswald, pero supongo que se puede encontrar buceando en Internet y con un poco de suerte y si lo acompañan los dioses en uno de esos rastros que, personalmente, en algunas ocasiones me han hecho tan feliz.  

Mi tío Oswald es la narración de un bon vivant y esteta multimillonario para el que la vida no es otra cosa que una fuente de inagotables placeres.

Así que guiado por los dioses y leyendo de nuevo los relatos que compila Alguien como tú, he vuelto a recobrar algo de esperanza con estos monos sin pelo que somos los que vamos de humanos por la vida. Asombrado, no obstante, de que todavía tengamos tanto miedo a alzar la voz en esta región desestructurada que es Canarias.

Así que he llegado a la conclusión que sólo seremos capaces de hacerlo el día que que aprendamos a reírnos de nosotros mismos. Y comenzar con Dahl es ir por el buen camino. Y como decía otro grande, Boris Vian: “sólo se pueden tomar las cosas en serio si sabemos reírnos de ellas”.

Y de risa, de saber reírse de uno mismo con desarmante franqueza es de lo que tratan algunos de los mejores relatos de ese autor imprescindible e inclasificable que fue, es y será siendo siempre Roald Dahl.

Saludos, con el tío Oswald cogido del brazo, desde este lado del ordenador.