Archive for Diciembre, 2010

Y los afortunados son…

Lunes, Diciembre 13th, 2010

El viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado, junto a la directora del Plan Canario Audiovisual, Patricia González Cámpora, dará a conocer este  martes, 14 de diciembre, a las 11 horas, los proyectos audiovisuales que han sido seleccionados en las convocatorias correspondientes a 2010 y que serán desarrollados a lo largo del próximo año.

El Gobierno canario informa en una nota que el objetivo de estas convocatorias, que se realizan anualmente a través de la empresa pública Canarias Cultura en Red, es fomentar la creación, el desarrollo y la producción de obras audiovisuales canarias. En esta edición se han establecido tres grandes líneas de apoyo con un presupuesto que asciende a 917.000 euros y que corresponden a coproducción financiera de obras cinematográficas, obras para televisión y cortometrajes.

 COPRODUCCIÓN FINANCIERA

a) MODALIDAD DE PRODUCCIÓN

Edificio España de Víctor Moreno (41.074 euros)

Inolvidable de Dunes Films S.L. (222.222 euros)

Quedan en reserva:

Miedo, presentado por Ideteca S.L.

Salitre en el alma, de Isabell Coll P.C., S.L.

90 minutos & I love you, de Mafusa Producciones S.L.

Tan antiguo como el mundo, de Rinoceronte Fils S.L.

El Gobierno canario aclara que de conformidad con lo establecido en las bases, el proyecto más valorado obtiene la totalidad de la financiación solicitada.

b) MODALIDAD DE DESARROLLO

Longina, presentado por Machango S.L. (40.000 euros)

Perro rojo, de Muak Canarias S.L.U (37.322 euros)

Charlotte, de El viaje Producciones S.L. (25.023 euros)

Niño soldado, de Festeam Comunicación y Eventos S.L. (35.284 euros)

Inánima, de Dunes Films S.L. (33.266 euros)

Sara y las estrellas, de Lunática Producciones Audiovisuales S.L. (32.489 euros)

Fotos que nunca hice, de Calibrando Producciones S.L. (32.023 euros)

Hitsville, de Blex Idea S.L. (31.092 euros)

Entre silencios (largo documental), de Lasal Creadores Audiovisuales (10.862 euros)

Mañana viene tu hermana, de Ian Stewart (30.560 euros)

Lajares, de Rinoceronte Films S.L. (28.776 euros)

Queda en reserva La isla velada, de Trova Films.

 TELEVISIÓN

a) MODALIDAD DE PRODUCCIÓN

Gente de sal, de El viaje producciones S.L. (25.355 euros)

Luces y sombras: Cubillo, historia de un crimen de Estado, de La Mirada Producciones S.L. (78.704, 86 euros)

Mi playa de las Canteras, de Mosquito Producciones Canarias S.C.P. (9.246, 58 euros)

Jonás, de Machango S.L. (36.693, 57 euros)

En reserva:

Taxi, de Pantalla Canaria S.L.

Volcanes activos de la Macaronesia, de Centrífuga Producciones S.L.U.

Fortunate, de Avistadecine S.L. (4Kamera)

Agua bendita, de Calibrando Producciones S.L.

b) MODALIDAD DE DESARROLLO

Madres bajo la piel, presentado por Lunática Producciones Audiovisuales S.L. (30.000 euros)

Cortos verdes, de Calima Films Gestiones Ambientales S.L.N.E. (18.707,94 euros)

14K, de Guillermo Carnero Rosell (12.398, 38 euros)

Buenas noches, de Trova Films (25.642, 05 euros)

Los días de Kumapáh, de La casa animada (3.251, 63 euros)

 En reserva:

Hombres de honor, de Centrífuga Producciones S.L.U.

Wind Rules, de Muak Canarias S.L.

Elogio de la sombra, de Tauro Producciones S.L.

Hitos, de Lasal Creadores Asociados, S.L.

Pinche y Pancho, de Delirium Teatro

Tenerife South, de Film Canary Islands S.L.

Barreno y fuego, de Domingo de Luis, El ladrido Films

CORTOMETRAJES

Important Things, presentado por Plasma Infografía S.L (21.250 euros)

Ridícula, de Jairo Jesús López, Digital 104 (12.318 euros)

Nogod, de Marcos Perdomo, Alventio Films (12.701,25 euros)

Sombra, de Guillermo Carnero Rosell (10.500 euros)

Turismo, de Muak Canarias SLU (10.500 euros)

Las vacaciones, de Domingo de Luis, El ladrido Films (9.730, 75 euros)

En reserva:

La caja del diablo, de Luis César Izquierdo, En las nubes producciones (9.730,75 euros)

La rosa del desierto, de Skyline Film S.L. (9.730,75 euros)

Lejos, de Guacimara Correa Tavío (9.730,75 euros)

War Children (Los niños de la guerra), de Mosquito Producciones Canarias SCP

Lola Mento, de Dunes Films S.L.

En un momento, de Trova Films

Tiempos de clones, de Oasis Europkíkara S.L.

Sueño en las islas Mágicas, de Blex Ideas S.L.

Juego de niños, de Trova Films

Y comieron perdices, de Centrífuga Producciones S.L.U.

El enlace, de Centrífuga Producciones S.L.U.

La sombra de un héroe, de Luna llena producciones S.L.

Pablo y el náufrago, de Ana María Fernández Pérez, Cayena producciones

El candado roto, de Canarias Te Ve S.L.

La historia de Tom y Sheila, de Pablo Navarro Mederos, Artepopuli Producciones

El Gobierno canario aclara que Veneno, de Jairo Jesús López es desestimado por la comisión de valoración a pesar de contar con una puntuación media de 6,48, ya que según se establece en las bases un productor no puede optar al patrocinio de más de un proyecto.

Saludos, a lo he dicho, desde este lado del ordenador.

Proletarios y parados del mundo, ¡uníos!

Domingo, Diciembre 12th, 2010

El propósito de este post hace que me ponga nostálgico. Recuerdo en un pasado lejano a mi hermano vestido con una camiseta en la que se podía leer una leyenda estampada que me llegó al alma: Lee y discute.

A estas alturas de mi vida me pregunto todavía si merece la pena leer para discutir. En todo caso creo que leer nos hace más libre porque un lector no es un idiota pese a que sus gustos no sean presuntamente serios. Debe ser porque pienso que los que renuncian a la literatura popular (como los que renuncian al rock and roll) no saben los que se pierden.

A mi al menos nunca se me han caído los anillos al reconocer que tuve una etapa de mi vida en la que me dio por leer literatura (sí, digo literatura) de novelas baratas. Que compraba ejemplares de aquellas –para mi– inolvidables ediciones que editaba como churros Bruguera no ya de novelitas firmadas por Marcial Lafuente Estefanía porque, la verdad, el  género del oeste para mí siempre fue más cinematográficos que literario, pero sí las que editaba de espías, del FBI, de terror y de ciencia ficción porque me lo pasaba pipa. No ya por los argumentos, salpicados de acción cafre, sino por los pseudónimos con las que estaban registradas.

No sé por qué demonios pero a mí un tal Ray Barbry me encantaba porque me imaginaba a un señor de Palencia intentando colarle un gol al aficionado haciéndole pensar que esa novelita que tenía en las manos igual era de Ray Bradbury.

Del tal Barbry tengo aún un título: El monolito, reinterpretación delirante de 2001, una odisea del espacio que, amigos, no puedo tirar a la hoguera por el buen rato que me hizo pasar. No he vuelto a releerla ni creo que lo haga pero digamos que es uno de esos iconos de mi adolescencia que me recuerdan de tanto en tanto quién soy.

El paso de los años te hace más idiota, de eso no tengo ninguna duda. Llega un momento en el que renuncias a esas obritas y pasas a lecturas más feroces intelectualmente hablando. Así que descubres (no sin cierto estupor) que algunas son toleradas por los babiecas que van de listos por la vida.

Citas nombres, citas títulos como si estuvieras bailando un vals mientras los imbéciles asienten como si te permitieran entrar en un club que, parafraseando a Groucho Marx, nunca aceptaría a gente como yo.

Pero silencias quizá porque eres un lector compulsivo y te la trae floja ese trajín que llevan los serios, gente a la que no dejas de tenerle cierta pena porque sabes que no saben lo que se pierden al no abrir sus sentidos al rock and roll. O a la literatura de aparente fácil digestión…

En todo esto pensaba cuando irrumpe en mi vida el historiador Howard Zinn, otro de esos raros que a mi juicio merece la pena descubrir o redescubrir en estos tiempos de engaños elitistas en los que vivimos. Su caso al menos es el de una de esas tantas grandes voces que por mucho que se empeñen en apagar resuena como un trueno porque continúa resultando políticamente incorrecta.

¿Qué quien era Howard Zinn, panda de cabestros?

Howard Zinn fue un caballero que dedicó toda su vida a contarnos la otra historia de los Estados Unidos, a darle voz a los arawaks, a los esclavos, a los cherokees, a los desertores, a los obreros, a los pacifistas y a los negros con el único objetivo de desmontar el nacimiento de una gran nación (los Estados Unidos) que no tiene nada que ver con, paradojas de la vida, la obra maestra de David W. Griffith.

Pienso que es de lectura obligada en unos tiempos donde vuelve a ponerse de moda el sálvese quien pueda mientras se hunde el barco de la opulencia. Su trabajo hace pensar y descubrir en clave rebelde y popular que todo cuanto vemos puede ser distinto.

Inspirado en su libro más famoso, La otra historia de los Estados Unidos, Sins entido ha editado Una historia popular del Imperio Americano, adaptación gráfica de su obra mayor: La otra historia de los Estados Unidos con resultados más que sobresalientes y  recomendables no ya solo para los aficionados a la Historia (con mayúsculas) sino también a los tebeos y a la literatura en general.

Ha sido leer este cómic firmado por Mike Konopoacki y Paul Buhle y venirme a la cabeza las deliciosas (y muy politizadas) revisiones de la Historia que realizó en su momento el dibujante y caricaturista mexicano Rius en libros como Marx para principiantes, La joven Alemania, Lenin para principiantes, Cuba para principiantes y AbChe, entre otros tantos volúmenes que hoy algunos (esos mismos que iban antaño tapados con el disfraz de rojos encallecidos) rechazarían por panfletos comiqueros de extrema izquierda.

Pero que a mi, perdido en el desierto de tanta incoherencia, recobran insólita actualidad porque reafirma ese mensaje de ¡lee y discute!

Me lo ha vuelto a refrescar la lectura de Una historia popular del Imperio Americano quizá porque he llegado a la conclusión que en esta nueva etapa de fascismo ya no tan dulce en el que vivimos este volumen sirve para quitar la venda ante los ojos y se empeña en que vuelvas a creer en esa idea tan devaluada en la actualidad como es la de la unión hace la fuerza.

Una lección, la de Zinn, y la de esta historieta que se basa en su gran obra, que hace una vez más que me reafirme en que el colorín también sinónimo de buena literatura.

Saludos, viendo con la boca abierta la miniserie John Adams. El sueño de una nación, desde este lado del ordenador.

Una invitación al horror

Sábado, Diciembre 11th, 2010

Me imagino que como mucha gente he llegado a grandes novelas de la literatura gracias a sus adaptaciones al cine. Por norma general una adaptación cinematográfica no suele hacer justicia a estas grandes novelas de la literatura pero lo mismo pasa cuando es la literatura la encargada de adaptar grandes películas a la república de las letras.

En todo caso ¿condiciona tu recreación de la obra literaria haber visto antes la adaptación o adaptaciones cinematográficas basadas en ella? No lo creo, la verdad, aunque soy consciente que la respuesta cambia radicalmente en los casos en que has leído antes el libro. Es probable que entonces aprecies que faltan cosas que para ti fueron muy importantes en la novela. O que se ha prescindido de algunos personajes y que aquella escena fundamental y conmovedora de la historia que leíste no se refleja en pantalla como habías imaginado…

Una novela no es una película y una película no es una novela. Y si me apuran ni siquiera son objetos complementarios. En todo caso pálidos reflejos de un original que morirá contigo dentro de la cabeza.

En un post escrito hace mucho tiempo comentaba que llegué a la literatura de Hubert Selby Jr. gracias primero a la crudísima película basada en su novela Última salida para Brooklyn, filme dirigido por un cineasta al que tengo en alta estima pese a su irregular filmografía, Uli Edel.

Ví esta cinta en un cine de Madrid rodeado afortunadamente de muy pocas personas y todas salimos de la sala conmocionadas con aquel violento retrato neoyorquino que no tenía nada que ver con lo que hasta ese momento habíamos visto sobre Nueva York. Todavía me asaltan algunas escenas de aquella cinta en forma de flash back mientras me pongo a pensar en nada, casi como si aquellos momentos formaran parte de mi pasado perturbador como espectador.

Solo he visto una vez Última salida para Brooklyn porque no quiero que un nuevo visionado –marcado ahora por los vicios de la edad que hace criba de casi todo lo que me forjó como persona– me resulte decepcionante. También, ¿por qué negarlo?, por miedo a que me vuelva a alterar las neuronas…

Así que no sé si fue por un simple ejercicio de exorcismo pero no descansé en buscar esta novela de Selby Jr. que, descubrí uno de aquellos aciagos días, estaba publicada en castellano en la colección Panorama de narrativas de la editorial Anagrama.

Como todo lo que busco se me hace cuesta arriba, la tarea de encontrar este título pronto se convirtió en una especie de búsqueda del Santo Grial en la que yo, lector ansioso, hacía un poco el papel de Perceval. Un día descubrí la novela en las estanterías de un amigo que tuvo la inteligencia de no prestármela aunque leí casi hasta la mitad del libro en su casa mientras el colega me preguntaba para qué demonios había ido a visitarlo, si para conversar o para leer su ejemplar de Última salida para Brooklyn.

Años más tarde y curioseando en una librería lagunera Última salida para Brooklyn me enseñó que mi destino era rodar y rodar. Y que pese a que había pasado tiempo desde mi flechazo con su adaptación cinematográfica, la espera para leer su Necronomicón había merecido la pena.

Como es natural y mientras leía el libro me di cuenta que la versión de Edel resultaba ser un pálido reflejo de lo que tenía ahora entre las manos. Un paseo legendario por el infierno que es ese territorio donde no existe eso que llaman amor.

Cuando acabé la novela sentí que tenía ese pedazo de alma que aún nos queda más lastimada de lo que suponía. También que se producía un extraño fenómeno entre la película y el libro… las imágenes del filme y las literarias se mezclaban en mi cabeza logrando lo que parecía imposible: que se fusionaran en una misma Última salida para Brooklyn.

No me pasó lo mismo, confieso, con otra de las novelas de este inclasificable, genial y peligrosísimo escritor norteamericano como fue la versión cinematográfica de Réquiem por un sueño. Concluí que se debía al director de la cinta, Darren Aronofsky. Un cineasta con pretensiones trascendentales de todo a cien que ha logrado sin embargo seducir a una serie de aficionados con (mucho me temo) pretensiones intelectuales. 

El caso es que buscando más Selby Jr. en unos tiempos donde Selby Jr. ha recobrado una angustiosa pero también necesaria actualidad logré hacerme hace apenas unas semanas con una nueva novela del escritor. Su título es La habitación (Ediciones Escalera, en una excelente traducción de Daniel Ortiz Peñate) y he vuelto a sentir casi las mismas sensaciones que recibí cuando al final pude sumergirme en la lectura de Última salidad para Brooklyn. Es decir, viajar cogido de su mano por las geografías del infierno. En esta ocasión metido en la cabeza de un personaje enfermo que termina siendo algo así como un trasunto de ti mismo salvando las obvias distancias.

No es La habitación una novela de miedo pero sí que es una novela de miedo. Y no porque en ella aparezcan vampiros travestidos ni hombres lobos reivindicando su masculinidad sino por la capacidad que tiene Selby Jr. de sumergirte en la memoria fragmentada de su protagonista y vivir con él su historia. Una historia donde lo de menos es el hilo argumental sino las sensaciones que experimentas a través de las aparentemente incoherentes reflexiones de su protagonista.

La habitación, como las otras dos novelas anteriores de Selby Jr. que he tenido el honor de leer, están escritas con una tristeza que ahoga. Uno de esos libros que terminas y te dejan noqueado, que se te graban al rojo vivo en la cabeza y que sirven para alimentar un poquito más esa desesperanza que sientes ante la vida.

Pese a que algunos insistan que se trata de un libro difícil puedo asegurar que La habitación no lo es siempre y cuando se atrevan a meterse en la piel de su personaje. A convivir con él mientras leen y releen sus páginas. A empaparse de su cínico odio mientras comprueban –no sé si alarmados– que en ocasiones uno siente esa misma furia ante lo que ha perdido pese a que el modelo que presenta Selby Jr. sea el de un monstruo.

El de ese mismo monstruo que somos todos cuando nos asomamos al vacío y vemos en el fondo la imagen distorsionada de nuestro reflejo.

Saludos, invitándoles al horror, desde este lado del ordenador.

Homenaje a Ernesto Delgado Baudet

Viernes, Diciembre 10th, 2010

La sección de Literatura del Ateneo de La Laguna organiza esta misma tarde, a las 20.30 horas, Ernesto Delgado Baudet, siempre entre nosotros (1961- 2010), homenaje en el que participarán conocedores y amigos que leerán y conversarán en torno a la figura y obra del escritor canario recientemente fallecido.

El acto contará, además, con una mesa redonda, coordinada por Elica Ramos, en la que intervendrán Rafael Fernández Hernández, Coriolano González Montañez y José Mª Lizundia.

Saludos, creo que ya está todo dicho, desde este lado del ordenador.

Tres cosas…

Jueves, Diciembre 9th, 2010

UNA PREGUNTA QUE SE QUEDARÁ SIN RESPUESTA

Ya planteamos esta cuestión hace unos días pero no hay mal que por bien no venga. ¿Alguien podría explicarnos por qué el documental Ciudadano Negrín, trabajo que cuenta con apoyo financiero del Gobierno de Canarias, se estrena solo (concretamente este viernes, 10 de diciembre) en la capital grancanaria pero no en Santa Cruz de Tenerife como suele ser habitual –al menos hasta ahora– con todas aquellas producciones en las que participa el Ejecutivo regional?

¿Será cosa de la crisis?, ¿será cosa de la nueva y restrictiva campaña para hacer región de nuestro ilustrado (a los resultados del informe PISA me remito) Ejecutivo regional?

PARA APUNTARLO EN LA AGENDA

Casa Lercaro inicia hoy (y continuará el 16 de diciembre) el cineforum El Museo en el Cine. Esta tarde, a las 20 horas, se exhibe La Ville Louvre, de Nicolas Philibert (1990) mientras que la próxima semana le toca el turno a esa gigantesca y maravillosa extravagancia que es Russkiy Kovcheg (El Arca Rusa), de Alexandr Sokurov. Ambas cintas se exhiben en versión original con subtítulos en español.

PODRÍA SER MUY INTERESANTE…

El Parlamento de Canarias acoge el 13 de diciembre sus Debates del Ciclo Parlamento y Sociedad: Ideas para el Futuro, que en esta ocasión rinde ese mismo día  Homenaje a Juan Marichal y girarará en torno a la Creación Intelectual e Industria Cultural en Canarias. El 16 del mismo mes se analizará La perspectiva respecto al futuro de Canarias de los Expresidentes. Estos debates se desarrollarán en el Salón de Actos del Parlamento de Canarias, sito en la Calle Teobaldo Power , 7, en Santa Cruz de Tenerife.

La lista de ponentes que participarán en Homenaje a Juan Marichal son el presidente de la Cámara regional, Antonio Castro Cordobez; el viceconsejero de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado Prieto; el escritor y periodista Juan Cruz Ruiz; la profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Julia Rodríguez Cela, y José Medina Jiménez, presidente de la Fundación Juan Negrín.

En la mesa de debate Creación Intelectual e Industria Cultural en Canarias, intervendrán
Fabiola Socas Luis, cantante y experta en cultura y música tradicional en Canarias; Antonio Vizcaya Larios, director y propietario de la Empresa Cultural Mirmidón; Fernando Pérez González, director Gerente del Museo Elder; Juan Cruz Ruiz, director adjunto del periódico El País y escritor y Jerónimo Cabrera Romero, técnico de Canarias Cultura en Red, quien presentará el Plan Estratégico de Cultura del Ejecutivo canario.

Los invitados a participar en la mesa prevista para el 16 de diciembre (18 a 20.30 horas) en las que se estudiará La perspectiva respecto al futuro de Canarias de los Expresidentes son Jerónimo Saavedra Acevedo, Fernando Fernández Martín, Lorenzo Olarte Cullen, Manuel Hermoso Rojas y Román Rodríguez Rodríguez.

Para inscribirse en alguno de los debates o en ambos: www.parlamentoysociedad.com o remitiendo un e-mail a direccion@parlamentoysociedad.com.

Saludos, en este ya largo invierno de mi descontento, desde este lado del ordenador.

Freaks

Miércoles, Diciembre 8th, 2010

En el hipotético caso que me propusieran escoger diez películas que salvara de la hecatombe nuclear tengo muy claro que dos de esos títulos serían King Kong (1933) y Freaks (1932) porque a mi juicio se tratan todavía de dos largometrajes que mantienen la misma capacidad de sorpresa que la primera vez que los vi.

Es probable que a alguno le sorprende en mi elección de filmes favoritos Freaks pero es que se trata de una cinta que no deja de remover sentimientos muy encontrados dentro de mi cabeza. Probablemente sea porque es una película que siempre me lleva a un sitio. También porque a medida que la veo descubro otras lecturas, lo que hace que cualquiera de sus revisiones me sepa siempre a nueva. 

Este largo puente he pensado mucho sobre este gran clásico del cine gracias al feliz hallazgo de una serie de televisión norteamericana que, al modo de Freaks, se desarrolla en una feria de monstruos en plenos años de la Depresión. Su título es Carnivale y cuenta con una sorprendente primera temporada que, la verdad sea dicha, va a menos en su segunda y última entrega.

No obstante, viendo Carnivale he vuelto a reafirmarme en la idea de que grande que es el cine y la televisión estadounidense por su capacidad para fusionar espectáculo y entretenimiento. Entretenimiento con sus trampas, vale, pero al que suele darle consistencia con una galería de personajes que despiertan tu amor y tu odio a partes iguales. 

Lo mejor de Carnivale es así –muy por encima de una historia que vuelve a incidir en la eterna lucha entre el bien y el mal con acento pseudo religioso desarmante– su envoltorio, su paisaje, el territorio donde se ubica un relato de corte fantástico que en ocasiones puede resultar muy inquietante. No es Freaks, naturalmente, ni siquiera aquel fascinante cómic de Bernie Wrightson que se desarrollaba en una feria de monstruos, pero sí que tiene algo de ambas Carnivale. Un algo que se te mete dentro y que independientemente de su trama confusa, repleta de vericuetos que abren caminos que al final no se resolverán, atrapa. Y atrapa porque como toda gran serie norteamericana de los últimos tiempos cuenta ese algo al que me refiero con un grado de seriedad que agradezco como espectador empantanado y sordo por las broncas canallas en directo que estallan en Sálvame, Enemigos íntimos o La noria (que son programas a su vez de freaks nacionales pavorosamente reales) o esa serie de romanos made in Spain que es Hispania. Producto que no deja de ser una simpática reactualización del peplum pero sin las ambiciones políticas y antropológicas de clásicos como Yo, Claudio o la deslumbrante Roma.

Carnivale, como las mejores series de ficción que hoy por hoy se están cociendo en la televisión norteamericana, es un producto de la HBO, cadena que se ha convertido en una especie de manantial que mana agua fresca en este desierto de naderías y chillidos en el que últimamente ha caído la televisión. Solo espero que algún productor inteligente español (porque haberlo los hay, supongo) recoja ese testigo y sea capaz pese a sus limitaciones presupuestarias de dar a conocer en nuestras televisiones productos tan brillantes e inteligentes como Carnivale sin renunciar a su propio acento. O a nuestra peculiar forma de ver las cosas.

Este post está escrito con el ánimo entusiasta de un espectador y aficionado que ha quedado cegado por la extraña magia que emana Carnivale. Por esa capacidad que tiene de ser un producto extraño, al margen, casi un freak en estos tiempos de vacío insultante en cuanto a entretenimiento televisivo se refiere.

Una serie, lo intuyo, que va camino de convertirse en apreciado objeto de culto entre los aficionados que nos hemos formado a base de miles de derrotas en la pequeña pantalla. 

Saludos, echándome el Tarot, desde este lado del ordenador.